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Authors: Fernando Alberca

Tags: #Pedagogía

Todos los niños pueden ser Einstein (12 page)

BOOK: Todos los niños pueden ser Einstein
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— Percibir sin distorsión lo que ha de aprenderse. Sin tachones, dibujos excesivos que nos distraigan de las letras, por ejemplo.

— Si se emplean diferentes sentidos para percibir algo, esto se graba más. Si se ve algo se graba una vez. Si se ve y se oye al mismo tiempo, se graba doblemente.

— Comprender lo que se quiere aprender.

— Con verdadero interés.

— Con buena actitud.

— Con atención espontánea. Se da cuando el tema es suficientemente interesante para mover la atención.

— Con atención voluntaria. Se da cuando aunque el tema no es suficientemente interesante por sí mismo, se pone voluntad para que así resulte.

— Con una adecuada concentración.

— Poniendo un fin y objetivo al hecho de aprender algo.

— Estando preparado para que el grado de dificultad no supere a quien intenta aprender algo.

— No estando agotado mentalmente.

— En adecuado lugar para evitar distracciones.

— Sin distracciones ocasionadas por problemas familiares o sociales más importantes que el estudio.

— Poniendo el esfuerzo que requiere cada paso.

— Interesando lo que se ha de aprender.

— Estando descansado y sin sueño.

— Sin hambre.

— Sin ansiedad.

— Motivado.

— Correspondiendo a cada esfuerzo con un tiempo de descanso. Por ejemplo el cerebro funciona muy bien con 5 minutos de descanso cada 25 de estudio intenso.

— Nunca recurrir a drogas ni estimulantes. Dejar de sentir fatiga es un peligro en sí. Al agotamiento tras los efectos de la droga le sigue cierta depresión. Y esta se vuelve hábito.

— Planificar el estudio a corto, medio y largo plazo.

— La relajación sistemática favorece la atención, concentración y retrasa la fatiga.

— Organizar antes de iniciar el estudio el material que se puede necesitar.

— Ir asociando las ideas que se leen a otras que ya se tienen en la memoria.

— Tratar de descubrir en lo que se estudia algún aspecto agradable, incluso en los temas menos atractivos.

Técnicas para memorizar

Tradicionalmente existen una serie de reglas, llamadas mnemotécnicas, que ayudan a la memoria en casos extremos.

Pero son muchos los autores que coinciden en creer que estas no son aconsejables, porque no provoca una relación lógica entre lo memorizado y su contenido y no facilita el verdadero aprendizaje ni el recuerdo a largo plazo.

También los hay que creen que la memoria no exige recordar siempre a largo tiempo y que en consecuencia no hay problema alguno en utilizar estas reglas mnemotécnicas.

En cualquier caso, sí parece que se confirma en nuestros días, donde el acceso a la información es tan rápido vía Internet y accesible, que esta memoria ilógica, de datos es menos necesaria. Y si se ha de utilizar, ha de hacerse con precaución, para casos específicos, que no pueda resolverse fácilmente con otro método.

Así las reglas tradicionales mnemotécnicas pueden, por ejemplo, consistir en:

— Aplicar un número a una letra con la que guarda algo de semejanza y aprenderse una frase cuyas consonantes en orden corresponden a los números que se quieren recordar.

— Construir acrósticos. Con las primeras letras de la lista de datos-palabras que se quieren aprender.

— Aunque mejor parece las coordenadas temporales. Esas por las que se memoriza por ejemplo el año de la rendición de Granada, 1492, porque es la misma que la del descubrimiento de América... o las coordenadas espaciales. Que hacen memorizar la localización de un país determinado, porque se relaciona con la de otros que están a su lado.

En definitiva

Muchos son los que han dedicado sus estudios más profundos al funcionamiento de los diversos mecanismos de la memorización del ser humano.

Estudios como los de los alemanes Krepelin o G.E.Müller, o los soviéticos L.S.Vigotski o Léontiev, Zankov, Smirnov y Zínchenko, junto a cientos de expertos que han dedicado su vida de investigación al proceso de la memorización, han arrojado suficiente luz sobre esta capacidad del ser humano que tan necesaria se vuelve en el plano del aprendizaje y conocimiento, en el de su evolución fruto de ello, como en el ámbito afectivo. ¿Quién viviría igual, si perdiera los recuerdos? En efecto mucho se sabe sobre cómo y por qué recordamos. Y cómo y por qué debemos mejorar nuestra habilidad para hacerlo. Cada día más.

A continuación y solo a título de enseñar la curiosa grandeza de esta habilidad del ser humano y lo útil que le resultaría conocer cómo recordar más, para vivir mejor, apuntaremos como curiosidad:

— Que se recuerda mejor lo que fue muy difícil.

— Que se recuerda mejor lo que se dejó sin acabar.

— Que se recuerda mejor lo que provocó variedad de emociones: alegrías y tristezas, satisfacción y miedo, por ejemplo. Más que emociones monocromáticas: todas agradables o todas desagradables...

En fin, que podríamos recordar todo lo vivido, leído, visto, oído, dicho, escrito..., a lo largo de toda nuestra vida. Si realmente nos hubiera interesado cuando lo experimentamos y ahora nos interesara vitalmente recuperarlo.

Ejercicios:

1. Deletrea palabras al revés.

2. Pronuncia palabras sílaba a sílaba, al revés. Ejemplo: de
«camisa»
a
«samica»
.

3. Mantener una conversación con otro, respondiendo a sus preguntas, pero sin poder decir: No, Sí, Tú ni Yo.

4. Juega a encadenar palabras de forma que la última letra de una palabra sea la primera de la siguiente. Por ejemplo: casa, abuelo, oso, olvido, oler, ratón...

5. Juega a lo mismo pero encadenando la última sílaba. Por ejemplo: casa, sapo, pozo, zoquete, tenemos, mosca... Pierde el que no se le ocurre ninguna palabra para poder continuar la cadena.

6. Juega a
«Alto el Boli»
.

17

Evitar el olvido

Lo experimentado, lo aprendido tiende a olvidarse. A perderse, o al menos a no recuperarse. Dicen que el saber no ocupa lugar, habría que decir, mejor, que
«el saber sí ocupa lugar en el interés de alguien concreto»
.

El cerebro puede registrar 100.000 datos al día. Olvidar algunos no es deficiencia del cerebro, sino del orden y lugar donde se depositó en la memoria.

El 50% de cuanto se sabe, se ha aprendido antes de los 5 primeros años de vida. Al final de la adolescencia el cerebro almacena más información que lo que cabe en los millones de volúmenes de la Biblioteca Británica y la Biblioteca Nacional Española juntos.

Al menos el 15-20% de lo estudiado, se olvida. A la hora de estudiar algo solo suele quedar el 44%. Y a la semana el 18-20%. Pero es cierto que en compensación, el 20% de lo que queda siempre es lo más importante. Y que el 80-85% de lo que se olvida, puede ser recuperable.

Aún así, es mucho lo que cae en el olvido de cuanto se aprende, se siente, vive, desde el día en que se nace.

Porque se va debilitando la huella de lo que se aprendió. Por la interferencia de los nuevos conocimientos... y en definitiva, por centrar el interés en un limitado número de experiencias que son las útiles para resolver cuanto preocupa en un tiempo concreto. Algo así como que el olvido y la memoria selectiva son útiles para dedicarse a resolver los problemas que realmente se pueden resolver en un tiempo presente. Recordar todo cuanto se vive constantemente colapsaría los movimientos, las decisiones, sentimientos... es decir, la vida.

Pero también es cierto que es útil poder recordar lo que ayudaría cuando se necesita. Por ello es preciso aprender a memorizar adecuadamente para que este proceso de recuerdo sea eficaz y el olvido no anule lo vivido que pueda resultar útil.

¿Cómo se puede disminuir el olvido?

— Descansando al estudiar cada 25 minutos, haciendo algo distinto a lo que se estudiaba.

— Aprendiendo algo justo antes de dormir, es más fácil recordarlo al levantarse, ya que durante el sueño no se adquiere ninguna información nueva. La dificultad está en que es más difícil retener información al final del día, cuando se está cansado por la actividad cotidiana.

— Aprendiendo bien lo que se estudia y repasar en los tiempos adecuados.

— Y todos los factores que se indicaban como favorecedores de la memoria en el capítulo anterior.

La curva del olvido

— Si lo que se estudia es totalmente desconocido, la curva del olvido caerá más rápidamente.

— Si se estudia por la noche antes de acostarse, la curva bajará más lentamente aún, porque hay menos interferencias de información.

— Si se estudia por la mañana y luego se hacen diferentes actividades, el olvido se estimulará y la curva caerá más rápidamente.

— Si el texto contiene ideas básicas se olvidan menos, que si predominan las secundarias.

— La curva aumenta en progresión. Tras el estudio, al día siguiente se olvida una cuarta parte y en días sucesivos continua la progresión.

— El olvido afecta primero a lo accidental y luego a las ideas básicas.

— Al principio el olvido es muy rápido y luego más lento.

— A veces, en un momento de ansiedad (exámenes, entrevistas, preguntas...), se puede producir una inhibición y bloqueo del recuerdo. Casi siempre por un acusado miedo al fracaso.

— Ante esto lo mejor es relajarse, convencerse de que uno lo puede hacer bien. Confiar en la memoria. Convencerse de que un dato tira de otro y así sucesivamente hasta llegar a recordar todo o la mayor parte.

El olvido se destruye en su mayor parte con los repasos adecuados y los factores enunciados en el capítulo anterior.

¿Cómo y cuándo repasar?

En función del proceso del olvido, los repasos habría que organizados para que la memoria se afianzase, siguiendo el esquema que a continuación se propone:

Como se aprecia en el cuadro:

— Si a los 5 minutos se relee durante 2 minutos (entre clase y clase, por ejemplo), por encima, lo que se ha dado y habrá que estudiar, se evita perder el 90% que estimamos fue lo que aprendió al oírlo y escribirlo por primera vez.

— Si a la hora se repasa siguiendo las normas que abajo apuntamos, no solo evitaremos el olvido, sino que recuperaremos el 100%, fruto de la asociación con otros conocimientos que ha dado tiempo a relacionar y comprender.

— Si a las 4 horas, por la tarde, se repasa lo visto ese día, se vuelve a impedir el olvido.

— Si a las 7 horas actuamos igual, volvemos a ascender al 100%.

— A los dos días es momento de evitar de nuevo la pérdida de información en la memoria.

— De nuevo a la semana y a los 15 días.

— Si a los dos meses lo repasamos. Durará el 100% de la información muchos más meses. Puede que muchos años, si se aprendió con interés y atención.

Según algunos expertos, como Rialt, los repasos han de realizarse siguiendo los siguientes cinco pasos:

1. Escribir el esquema que se recuerda de memoria, bien de forma oral o escrita.

2. Efectuar una repetición mental del tema mirando el esquema (intentando recordar el máximo).

3. Consultar con los apuntes o el libro de texto las lagunas y anotarlas para luego complementarlas.

4. Volver a hacer la repetición mental de todo el tema de lo recordado y olvidado.

5. Ponerse en el papel del profesor e intentar predecir de alguna manera lo que se podría pedir con mayor probabilidad en el examen.

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