Todos los niños pueden ser Einstein (7 page)

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Authors: Fernando Alberca

Tags: #Pedagogía

BOOK: Todos los niños pueden ser Einstein
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Que no significa facilitarle la vida sustituyéndolo en sus deberes y obligaciones o mermando estas. Sino estar convencido de que el niño posee algo bueno, que existe en él la posibilidad real de hacer el esfuerzo. Y que él y el esfuerzo de estimularle merecen la pena.

Para eso, padres al menos —y si es posible, también el resto de educadores—, han de estar convencidos de su capacidad:
Yo
sé que puedes hacerlo.

Aplicando otros principios de la estimulación. Agradeciendo el esfuerzo. Darle la ocasión de demostrar su valía.

Demostrarle que no solo sus padres tienen un concepto positivo de él.

Integrándolo en un grupo, para el que ha de trabajar y en el que se ha de apoyar. El principal, la familia.

Ayudarle presentándole los pasos que ha de dar. Enseñándole una meta a corto plazo. A la que seguirá otra.

Centrarse en los aciertos y avances, más que en los errores. En lo positivo más que en lo negativo. La mayoría de padres al cabo del día han corregido muchas más veces a sus hijos que alabado. Y todo ser humano hace más cosas bien que mal. Es cuestión de fijarse mejor, con la luz que otorga el amor que se le tiene. Basándose en la verdad. Sin engañarle.

En materias específicas

Sería de enorme influencia en el estímulo, la práctica de los anteriores principios, especialmente en:

— La lectura.

— Ortografía.

— Caligrafía, dentro de su personalidad.

— Matemáticas.

— Ciencias Naturales.

— Cultura general.

— Aplicación informática.

— Uso de dos idiomas.

— Arte.

— Lenguaje oral y escrito.

— Actitud.

— Creatividad.

— Adaptación social.

— El concepto de sí mismo.

— Ambiente familiar.

— Educación de valores permanentes.

— Ante los profesores y compañeros.

Progreso en horizontal

La mayoría de las personas entienden el progreso como un ascenso en vertical, por tanto, la tendencia es tratar de subir hacia la cima y ser más que los que quedan por debajo; muchas veces a costa de hacer descender a los que estaban arriba para prosperar uno. Si concibieran el progreso en horizontal también, se abrirían a mayores éxitos. A menudo las metas y progresos no tienen porque implicar el descenso de otros, ni estar por encima de ellos.

El progreso de un individuo se debe evaluar desde su punto de partida. Cualitativamente. El progreso debe relacionarse con la posición anterior de él mismo y no necesariamente con la posición dentro del grupo. Este progreso en horizontal conlleva una satisfacción añadida.

Lo que estimula a los niños

Havighurst ha señalado la importancia para la estimulación de los niños que tienen las siguientes tareas, clasificadas en dos periodos de la vida:

En la infancia:

— Aprender a andar.

— Aprender a tomar alimentos.

— Aprender a hablar.

— Aprender a ir al cuarto de baño.

— Aprender las diferencias de sexo y modestia sexual.

— Lograr estabilidad psicológica.

— Aprender a formar conceptos de la realidad.

— Aprender la relación emocional entre uno mismo, los padres, hermanos y otras personas.

— Aprender a distinguir lo bueno de lo malo.

Desde la infancia en adelante:

— Adquirir la destreza necesaria para practicar juegos físicos.

— Construir actitudes positivas con respecto a uno mismo.

— Aprender a relacionarse con niños de su edad.

— Aprender un papel social apropiado.

— Tener habilidad lectora, de escritura y cálculo.

— Desarrollar los conceptos básicos necesarios para la vida.

— Desarrollar una escala de valores.

— Conseguir independencia en saber lo que está bien y mal.

— Desarrollar actitudes hacia los grupos.

Necesidad del estímulo positivo

Es absolutamente necesario para conseguir una conducta eficaz en el niño.

Cuando el niño se encuentra estimulado positivamente, emplea todas las medidas a su alcance —más de las que le atribuye el adulto— para:

— Ser cada día más considerado.

— Ser tenido cada día más en cuenta.

— Sentirse útiles.

— Elevar el concepto de sí mismos.

En caso contrario, cuando el niño no está estimulado:

— Se vuelve más terco.

— Agresivo consigo mismo y los demás.

— Se siente cada vez más impotente.

— Abandona la tarea.

Cuando se emplean sistemáticamente estímulos externos, como los premios y castigos, su eficacia tiende a decrecer.

En cambio, cuando la estimulación es interna y el móvil procede de sí mismo, no se tiene que estar continuamente estimulando. El mismo sujeto consigue de sí la fuerza que le reactive el movimiento necesario que le haga ser eficaz. Para una conducta a largo plazo, los premios y castigos no son la solución. Por ejemplo en los estudios.

Es precisa una estimulación interna. Única posible para mantener una fuerza viva, una manera de recargar las baterías, por sí mismo.

No existe una forma de educar, de mejores resultados y más agradable para educador y educando. Aunque para esta práctica se exige:

— Conocer la intimidad del niño lo más posible para apoyarse en lo que realmente le estimule.

— Dar un margen de confianza al niño. Sabiendo que está capacitado para resolver los problemas.

— Confiar en el método empleado: es decir, en los frutos que seguro llegarán si realmente estimulamos positivamente.

¿Qué evitar?

A la hora de intentar estimular a un niño, hay que empezar por evitar las siguientes acciones y actitudes:

— Cualquier gesto o comentario que induzca al niño a desconfiar de sus posibilidades de conseguir algo.

— Hacerle creer que está más dotado de lo que lo está en realidad.

— Hacerle pensar que necesita una capacidad superior a la real para realizar una hazaña.

— Someterle a competiciones o comparaciones con compañeros más dotados, adelantados o rápidos que él.

Sus contrarios son beneficiosos.

Verdadera educación

La buena educación, para serlo, requiere:

— Tener en cuenta que el niño de hoy se hará hombre mañana a través de su propia autodeterminación, la educación debe de ser lo menos
«dirigida»
posible.

— Respetar al propio niño como ser humano, trascendente, cualquiera que sea su edad.

— Apoyarle en su desarrollo físico, intelectual y moral.

— Prepararle convenientemente para su futuro.

Según Glasser:
«Es una obligación crear escuelas en las que los niños tengan éxito. Es responsabilidad personal de cada niño trabajar para triunfar. Es responsabilidad de la sociedad proporcionar un sistema escolar en el que el éxito no solo sea posible, sino probable»
.

Para lograr éxito hay que comenzar a experimentar. Luego uno se vuelve adicto a portarse bien y ser reconocido como una persona buena y exitosa.

Confusión sobre el elogio

Dos ideas importantes:

1. El elogio no es obstáculo para la humildad del niño. Sino todo lo contrario. Le ayuda a combatir la vanidad. Si alguien le manifiesta su valía, reflejada en sus actos, no ha de verse forzado a justificar ni defender continuamente sus valores.

Cuando a una persona se le reconoce un valor, tiende a quitarle importancia. Cuando no se le reconoce, se ve obligado a manifestar su importancia.

2. El elogio puede ser muy estimulante, siempre y cuando sirva para que el niño o adolescente suba su autoestima con él respecto a su capacidad, porque considere realmente el elogio justificado.

Hijos de la democracia

Como dijimos, los niños educados en la democracia, están bombardeados por la igualdad de los derechos y la libertad.

El obrar en libertad y con autonomía son los fundamentos de la vida democrática.

Así, el niño percibe cada día más estos dos principios y al hacerlos suyos, rechaza todo cuanto represente imposición, hacer las cosas porque sí. De manera que necesita interiorizar, hacer suyo, cualquier mandato para poderlo llevar a cabo libre y autónomamente.

¿Cuándo estimular positivamente?

Siempre. A no ser que la urgencia exija el mandato imperativo en casos muy excepcionales.

¿Por dónde empezar?

El niño se va a encontrar al principio al ser estimulado con algunas dificultades, que no obstante el mismo compensará enseguida satisfactoriamente.

A cada uno le mueven sus propios estímulos. Por eso es preciso para estimular a un niño, conocerlo. A fin de poder iniciar positivamente su estímulo.

La única gran misión de los padres

Todos los padres y educadores tienen una única y gran misión: estimular a sus hijos y alumnos para encontrar su verdadero camino hacia la plenitud personal.

A todos los niños. Pero especialmente a los que comienzan su vida, y a los que hasta ahora han fracasado en el intento de encontrar su plenitud y excelencia.

10

La motivación

Laura se distraía discretamente en pintar sobre el folio el nombre del chico con el que había empezado a salir, mientras su profesora explicaba. Esta lo advirtió y dijo:
«Esto es muy importante para los cursos que os vendrán y me alegra veros tan atentas, porque estoy seguro de que si entendéis esta parte bien, no tendréis ningún problema ni ahora ni en Selectividad. Me alegra veros así. Muy bien. Qué buen curso sois, un curso de listos, sí señor. Sigamos.»
Laura se irguió, cambió de folio y pasó discretamente también varias páginas del libro para ponerse en la que correspondía a lo que se estaba explicando. La motivación es el deseo de conseguir algo concreto. Un motivo para actuar. Los motivos para conseguir aprender o hacer algo, son:

— Encontrar interesante o necesaria la tarea.

— Buscar exaltar el propio yo. El status, la autoestima, la adaptación y el éxito, motivan. Pero de forma indirecta. En los estudios, por ejemplo, lo hacen las calificaciones, lograr títulos académicos u otras recompensas. Pese a que dependen en gran medida de otras personas.

Las motivaciones externas son mucho más frecuentes que las internas. Aunque se pueden distinguir la eficacia, duración y riqueza de uno u otro tipo de motivación, la realidad es que el ser humano puede pasar con relativa facilidad de un tipo a otro. Lo mismo que ambas motivaciones suelen convivir en una misma persona al actuar.

Un niño puede comenzar a prestar interés por motivación externa (un premio, por ejemplo) y conforme avanza en el aprendizaje, encontrar la satisfacción de aprender por sí mismo (motivación interna).

Los hermanos

Los hijos únicos y los hermanos mayores se encuentran más motivados que los hijos de familia numerosa y los hijos menores. Y dentro de estos, el del medio siente una mayor y más intensa motivación que el resto. Porque la motivación está relacionada con la atención prestada.

Si un maestro no motiva, el alumno tratará de destacar con una conducta diferente a la que hubiera originado la motivación.

La importancia del profesor como motivador es mucho más necesaria en los casos de niños con desafecto familiar. Como fue el caso de Einstein. En esos casos, la motivación del profesor se convierte en el remedio compensatorio de dicho déficit.

Compañeros de curso y pandilla

Después del profesor, los propios compañeros de clase ocupan el punto de referencia en las necesidades del niño. En algunas ocasiones se ponen por encima del profesor, especialmente en los varones.

Los compañeros serán más importantes cuanto más distantes se sienta a la familia y al profesor.

Los profesores deberían conocer mejor su importancia en la motivación.

Así, por ejemplo, deben saber que si Juan es quien se distrae, bastaría decir en voz alta que Pedro está muy atento en clase, para que Juan prestase atención en lo sucesivo. Este método indirecto es mucho más efectivo que si el profesor llama la atención a Juan para que no se distraiga.

Cuatro condiciones

Keller distingue cuatro condiciones para que se dé la motivación: I
o
Interés; 2
o
Necesidad; 3
o
Expectativas; 4" Resultados o consecuencias.

1°. Interés:

Si no hay interés por aprender o hacer algo, no hay atención ni concentración, y la voluntad queda mermada, atada de pies y manos. Está en manos del profesor o los padres, que el niño tenga interés:

— Relacionándolo con lo que el niño sepa o le interese.

— Presentándolo con una dificultad o modo que provoque la curiosidad del niño.

— Haciéndolo familiar para que el niño lo relacione con algo de su entorno.

— Exponiéndolo de tal manera que suscite en el niño tener que preguntar o indagar por su cuenta.

2º. Necesidad:

Según el propio Keller, habría tres tipos de necesidad, que pueden desencadenar la motivación:

— Necesidad de logro o rendimiento: Si lo que ha de hacer o aprender está relacionado con algo anterior o posterior, es fácil que el niño entienda la necesidad que tiene de continuar con el siguiente escalón de la escalera que le lleva a lograr lo que quiere alcanzar.

— Necesidad de pertenencia: La persona humana es un ser social, gregario, que se proyecta siempre en el otro y sin el cual su actuación queda minimizada o no es necesaria.

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