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Authors: Martin Gardner

Tags: #Ciencia, Ensayo

¿Tení­an Ombligo Adan y Eva? (22 page)

BOOK: ¿Tení­an Ombligo Adan y Eva?
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Consideren mi propio hobby, la magia. La última vez que los conté había casi doscientos sitios web dedicados a temas como historia de la magia, trucos de cartas, organizaciones mágicas y revistas de magia. Casi cincuenta están patrocinadas por vendedores de artículos de magia. Más de cien corresponden a magos individuales.

Tiendas de todas clases están entrando en la Red para vender artículos, sobre todo libros nuevos y raros, que se pueden adquirir sin salir de casa. En la Red se pueden comprar comestibles, coches, billetes de avión, incluso husmear en mercadillos. Los negocios están empezando a descentralizarse en «oficinas virtuales», cuyos empleados pueden trabajar desde su casa. La fibra óptica no tardará en sustituir a los cables de cobre, permitiendo la transmisión simultánea de miles de mensajes por una sola línea. ¡El ciberespacio está todavía en la infancia!

Si Wells estuviera aún vivo, creo que estaría escribiendo sobre los buenos y malos aspectos de la Red. Por supuesto, le entusiasmaría la manera en que la Red está acelerando la comunicación entre científicos y estudiosos. Celebraría la manera en que está acercando diversas culturas para formar una especie de aldea global de residentes menos inclinados a matarse unos a otros.

Por otra parte, imagino que Wells deploraría también los rincones más oscuros del ciberespacio. La increíble cantidad de información válida a disposición de cualquiera que se conecte a la Red no se distingue fácilmente de la igualmente increíble masa nebulosa de basura, trivialidades y disparates científicos. Por el momento, la Red se encuentra en estado de anarquía, casi sin control por parte de los gobiernos. ¿Necesitamos esos controles? Y de ser así, ¿hasta dónde deberían llegar? Por el momento, cualquiera puede decir cualquier cosa en la Red. El ciberespacio está infestado de idiotas, estafadores y proveedores de ciberporquerías. La publicidad, y sobre todo los molestos anuncios que aparecen en las esquinas del monitor, contamina cada vez más las pantallas de los ordenadores. Como dijo alguien, es como abrir el buzón del correo y encontrar una carta, dos facturas y sesenta mil envíos de correo-basura.

El cómico Jackie Masón, en una reciente actuación en Broadway, hizo los siguientes comentarios sobre los adictos a la Red que se jactan de que pueden conversar con desconocidos:

¿Quieres hablar con gente de todas partes del mundo? La gente no habla con el vecino de al lado… Un tipo te llama y se ha equivocado de número. ¿Te pones a conversar con él?… La semana pasada, un tío me dijo: «He hablado con un tío de Siberia, un escalador de montañas de Siberia»… Si un escalador de Siberia llamara a tu puerta y te dijera «Hola, soy escalador», ¿le dirías «Pase, pase, me muero de ganas de hablar con usted. Toda mi vida he deseado hablar con un escalador de Siberia»?

Todo el que se conecte a la Red puede utilizar un programa de búsqueda para entrar en contacto con miles de sitios dedicados a la seudociencia, lo paranormal y el ocultismo. Yahoo! tiene en su índice múltiples sitios sobre biorritmos, alquimia, fantasmas, proyección astral, círculos en los sembrados, radiestesia, combustión espontánea humana, la Tierra hueca, brujería, vudú, quiromancia, monstruos marinos y centenares de temas ridículos más. Hay también incontables sitios dedicados a los ovnis y la parapsicología. ¡Sólo de astrología hay unos 150 sitios!

Cientos de sitios se ocupan de todas las variedades de medicina alternativa: iridología (diagnóstico de enfermedades por las manchas del iris), sanación con cristales, toque terapéutico, naturopatía, aromaterapia, urinoterapia, homeopatía, terapia orgónica, y muchas más. Aunque los científicos hayan aprendido a utilizar juiciosamente la Red para mantenerse al día de la investigación mundial, el navegante medio lo tiene difícil para filtrar la basura, y no hablemos de la pornografía dura que el gobierno aún no sabe cómo frenar.

Perdido entre los miles de sitios dedicados a la falsa ciencia y el ocultismo, hay un minúsculo número de sitios ocupados por escépticos. He aquí algunos de los principales:

CSICOP/
Skeptical Inquirer
: www.csicop.org.

Escépticos australianos: www.skeptics.com.au.

Fundación James Randi: www.randi.org.

Centro Nacional para la enseñanza científica de la evolución contra el creacionismo: www.natcenscied.org.

Revista
Skeptic
: www.skeptic.com.

Quackwatch, páginas de Stephen Barren sobre fraudes sanitarios: www.quackwatch.com.

Diccionario Escéptico de Robert Carroll: www.skepdic.com.

Noticias de interés para escépticos: www.sekepticnews.com.

Prometheus Books: www.prometheusbooks.com.

Entre los aspectos negativos de la Red hay también un número cada vez mayor de usuarios que padecen una nueva adicción comparable al alcoholismo y la ludopatía. Millones de redmaniacos se pasan todo su tiempo libre navegando por la Red, participando en grupos de chat (¡hay ahora unos veinte mil!), buscando nuevos grupos, jugando a juegos de ordenador y comunicándose con personas de las que desconocen el verdadero carácter e incluso la edad. Hombres y mujeres de edad avanzada entablan diálogos eróticos con adolescentes. Los jóvenes se pueden ver inducidos a encontrarse con pederastas. Los navegantes incautos pueden no darse cuenta de que son víctimas de engaños y bromas pesadas.

Sin duda, lo que a Wells le gustaba llamar «la era de la confusión», refiriéndose al estado actual de la humanidad, se refleja en la vasta confusión de la Red. Tendrán que pasar muchas décadas antes de que Internet se estabilice, si es que llega a hacerlo, convirtiéndose en un saludable y admirable cerebro mundial, aquella fuerza benéfica que Wells confiaba en que aceleraría la llegada de un mundo más sano.

Addendum

La obra de Wells
World Brain
se reeditó en rústica en Inglaterra en 1994, con el nuevo título de
H. G. Wells On the Future of World Education
. Peter Lonsdale, tesorero de la Sociedad H. G. Wells en Inglaterra, me envió una copia de su reseña de este libro, que apareció en el boletín de la Sociedad,
H. G. Wells Newsletter
.

El ilustrador y escritor Ron Miller me escribió para hablarme de «Un lógico llamado Joe», un relato de Murray Leinster (seudónimo literario del autor de ciencia-ficción William FitzGerald Jenkins) que apareció en
Astounding Science Fiction
(marzo de 1946). El relato contiene una predicción sorprendentemente acertada de Internet, una red mundial que conecta lo que Leinster llama «lógicos» y hoy llamaríamos ordenadores personales.

La Red Mundial se hace más grande y más caótica a cada hora que pasa. En el momento en que escribo esto (otoño de 1999), hay unos 800 millones de páginas en la Red, demasiadas para encontrarlas todas con los sistemas actuales de búsqueda. Un estudio reciente demuestra que los sistemas sólo son capaces de localizar aproximadamente un 16 por ciento. Si aparece un nuevo sitio web, los servidores más utilizados tardan por término medio seis meses en incluirlo en sus listas. Dado que los sitios que contienen información científica constituyen sólo un 6 por ciento de la Red, es de suponer que un sistema de búsqueda dedicado exclusivamente a la ciencia podría seguir la pista a esta información, pero por el momento no existe tal sistema.

En 1999, Dover reeditó en rústica la obra de Wells
Anticipations
. En mi introducción comento los numerosos aciertos y los numerosos fallos de Wells.

16. Carlos Castañeda y la antropología de la Nueva Era

Entre los antropólogos norteamericanos hay una ruidosa minoría que cree firmemente en la realidad de la percepción extrasensorial, la psicoquinesis, la precognición y otras maravillas psíquicas, y sobre todo en los poderes paranormales de los chamanes y hechiceros de culturas primitivas. En marzo de 1999, una sección de la Asociación Antropológica Americana, que se hace llamar Sociedad para la Antropología de la Conciencia, organizó un congreso de cinco días en la Universidad de California en Berkeley.

Era su decimonovena conferencia de primavera. Yo no asistí, y tampoco he enviado los 140 dólares que costaban las grabaciones de las cincuenta conferencias pronunciadas por portavoces de la contracultura, pero tengo un ejemplar del programa de 27 páginas del congreso, que me envió mi amigo Jim Bréese. «Hace poco —me decía en su carta—, te quejabas de cierto programa que había en la Universidad de Temple. Pues si aquello te pareció malo, echa un vistazo al programa adjunto».

Efectivamente, me espantó lo que vi. Lo que más me llamó la atención fue el número de oradores que elogiaban con entusiasmo al difunto seudoantropólogo Carlos Castañeda.

No se conocen muchos datos ciertos sobre Carlos, porque solía dar falsa información sobre su vida. Eludió con tanto éxito los intentos de fotografiarle que la única foto publicada en Estados Unidos en la que se ve claramente su cara corresponde a una graduación universitaria en 1959. Ahora sabemos que se llamaba Carlos César Arana Castañeda y nació en 1925 en Cajamarca, Perú (y no en Brasil, como declaraba con frecuencia). Pocos años después de terminar el instituto en Lima, se casó, pero en 1951 abandonó a su mujer y su hijo para marcharse a California. Durante unos cuantos años vivió en San Francisco; después se trasladó a Los Ángeles, donde siguió unos cursos de periodismo y escritura creativa en el City College. En 1960 se casó con Margaret Runyon. Sólo vivieron juntos durante seis meses, pero no se divorciaron hasta trece años después.

Una fotografía de Margaret ilustra el artículo de ésta «My Husband Carlos Castañeda» («Mi marido, Carlos Castañeda»), que apareció en Fate en febrero de 1975. En él le describe como un hombre de 1,65 de estatura, con ojos oscuros, pelo negro y rizado y piernas «desproporcionadamente cortas». Tenía el rostro redondo y angelical, y la piel morena.

Carlos tenía la costumbre de desaparecer de repente y regresar cuando menos se le esperaba, sin decirle a Margaret dónde había estado. Siempre telefoneaba desde cabinas públicas. Margaret dice que durante algunos períodos trabajó de taxista, llevó la contabilidad de una tienda de ropa de mujer y fue dependiente en una tienda de licores, de donde le traía «vinos maravillosos». Puede que estos trabajos fueran reales y puede que no, porque nunca era posible saber si Carlos decía la verdad. Las cartas que enviaba a su esposa iban sin firmar.

En 1968, Carlos era estudiante de antropología en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y en su editorial universitaria publicó su primer libro,
Las enseñanzas de Don Juan: La vía yaqui al conocimiento
(Fondo de Cultura Económica, 1993). El libro cayó en el mercado de la Nueva Era como una bomba. Las ventas se dispararon y Castañeda se hizo rico y famoso al instante.

El libro cuenta cómo Castañeda, durante un viaje de estudios a México en 1960, conoció a Don Juan en una cochambrosa estación de autobuses de Arizona. Don Juan resultó ser un anciano hechicero yaqui con grandes poderes mágicos y una risita aun más persistente que la del Maharishi de la Meditación Trascendental.

Castañeda se convirtió en el aprendiz de Don Juan. Su progreso incluía la frecuente ingestión de drogas como el cactus peyote, el estramonio (Datura) y diversos hongos alucinógenos. El tema principal del libro es que más allá de nuestro mundo normal hay un reino extraordinario en el que uno puede hablar con los animales, e incluso convertirse en animal, y experimentar toda clase de maravillosos milagros. Este otro mundo, tan familiar para los chamanes yaquis, es tan real como el nuestro. Al primer libro de Castañeda le siguieron otros nueve, todos éxitos de ventas, que se tradujeron a unos veinte idiomas. Por orden de publicación, son:
Una realidad aparte
(Fondo de Cultura Económica, 1991),
Viaje a Ixtlan
(Fondo de Cultura Económica, 1990),
Relatos de poder
(Fondo de Cultura Económica, 1993),
El segundo anillo de poder
(Swan, 1993),
El don del águila
(Gaia Ediciones, 1994),
El fuego interno
(Swan, 1987),
El conocimiento del silencio
(Gaia Ediciones, 1994),
Nuevas lecciones de Don Juan
y
El arte de ensoñar
(Seix Barral, 1997).

En 1972, la UCLA, en un arrebato de ofuscación, otorgó a Carlos el título de doctor en antropología. Su tesis estaba basada en Viaje a Ixtlan. Aunque el público, cautivado por las fantasías Nueva Era y los placeres de las drogas que alteran la mente, se tragaba sin rechistar los libros de Castañeda, los antropólogos normales se sintieron indignados. Meticulosas investigaciones descubrieron que sus libros estaban plagados de contradicciones, errores de bulto y montones de material rapiñado a otros autores.

Don Juan sólo había existido en la imaginación de Carlos. El sociólogo Marcello Truzzi fue el primero en decir que los libros de Castañeda eran el mayor fraude científico desde el Hombre de Piltdown. Indignados, los antropólogos exigieron que la universidad retirara su doctorado a Castañeda. La universidad se negó. El profesor Walter Goldschmidt, que entonces dirigía el departamento de antropología de la universidad —y que escribió un repelente avance del primer libro de Castañeda—, declaró en 1978: «No disponemos de información que confirme las acusaciones. […] No pienso decir mea culpa».

En 1999, la University of California Press, movida por una desvergonzada codicia, publicó una edición «30.° aniversario» del primer libro de Carlos. No lo promocionó como una obra de seudoantropología, sino como un clásico que todavía tenía interés para los lectores que desearan escapar del aburrido mundo de la realidad ordinaria hacia el mágico país de Oz.

No dispongo de espacio para relatar los miles de sucesos paranormales que se describen en las diez fantasías de Castañeda.

Sólo mencionaré los más divertidos. En su primer libro, Carlos cuenta cómo Don Juan, completamente drogado, lo transforma en un cuervo. Atentos, que no se trata de una alucinación. Carlos se convierte en un auténtico cuervo vivo. Cuando Don Juan lo lanza al aire, él se aleja volando. El hechicero le dice a Carlos que tres cuervos anunciarán su muerte y que después de morir se reencarnará en un cuervo.

Resulta difícil creer que algunos antropólogos todavía crean que Castañeda fue un investigador serio y competente de las asombrosas maravillas de los indios yaquis. Hago un rápido resumen de algunas de las comunicaciones presentadas en el congreso de marzo de los antropólogos contraculturales.

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