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Authors: Daniel F. Galouye

Tags: #Ciencia Ficción

Simulacron 3 (13 page)

BOOK: Simulacron 3
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Al amanecer llamé dos veces a casa de Jinx. Pero no tuve respuesta alguna.

Vagabundeando por las calles desiertas, tuve la sensación de que las Fuerzas desconocidas Se hallaban muy cerca de mí, que me cercaban, que detrás de cada sombra se escondía la malévola organización.

Todavía no se había despejado las tinieblas de la noche, y ya había llamado tres veces más. Y cada vez se adentraba más en mí la horrible sospecha de que nunca había oído hablar de ella. ¿Pero por qué? La desaparición de Lynch era lógica. Había actuado de tal forma que su comportamiento casi era un desafío a las Fuerzas Desconocidas. Pero Jinx, sin embargo, había insistido una y otra vez en que la muerte de su padre, no había sido más que un accidente.

Y había desaparecido.

Poco después de que el sol cubriera por completo la ciudad me tomé un café en una máquina automática, y después me encaminé liada las oficinas. Poco antes de llegar, me encontré con un nutrido grupo de monitores de Reacción, encuestadores, que debatían entre gritos sus divergencias con otro grupo de partidarios de Siskin.

Alguien quiso lanzar un ataque contra los primeros. Pero uno de los policías que vigilaban el sector y los acontecimientos entró en acción, y disparando su revólver del que salió un fulgor rojizo, dejó a aquel hombre temporalmente paralizado como si hubiera sufrido un Colapso. El grupo de manifestantes se retiro.

Una vez en mi despacho, pasé más de una hora paseando alrededor de la mesa. De pronto, Dorothy Ford, entró, se detuvo en la puerta, sorprendida, al verme allí tan temprano, y después avanzó unos pasos:

—He pasado mucho tiempo esta noche llamándole —dijo—. Y eso es un mal asunto, porque a estas horas el Gran Pequeñito, se figura que hemos estado divirtiéndonos juntos.

Hizo una pausa y continuó:

—He intentado ponerme en contacto con usted toda la noche. Pero usted no estaba en casa.

—Yo...

—No es necesario que me dé explicaciones. No le buscaba por ninguna razón particular. Es que Siskin quería que estuviera usted aquí temprano esta mañana.

—Pues ya he venido temprano —respondí —, ¿qué es lo que quiere?

—La verdad es que no me lo confía a mí
todo —
hizo mención de retirarse hacia la sala de recepciones y añadió antes —, Doug, ¿estuvo con esa chica llamada Fuller?

Estuve en aquel momento mirando a través de la ventana, y me volví rápidamente. El solo hecho de pronunciar el apellido de Jinx había sido suficiente para causar tal reacción en mi. Ello me confirmaba, que al menos hasta ahora, Jinx no había seguido las huellas de Lynch. Al menos, se evidenciaba su existencia.

Antes de que pudiera responder, Siskin entró en la oficina, me miró un tanto ceñudo, y exclamó:

—¡Da la impresión de que se haya pasado usted toda la noche en una buena farra! ¿O quizás ha estado usted ESB-ando?

De pronto se dio cuenta de la presencia de Dorothy, y su expresión cambió. Para mí su mirada, bajo sus cejas un tanto arqueadas, era calculadora. Para ella, reflejaba una sutil aprobación, con un cierto atisbo de implicaciones sensuales, que parecían aprobar los servicios prestados.

Pasó tras de mí, y me miró de arriba abajo detenidamente.

Como la muchacha continuara sin moverse de la puerta, le dijo:

—He dejado a un caballero en la sala de recepciones. ¿Quiere hacerle entrar?

—¿Otro hombre del partido? —pregunté.

—No. Es alguien íntimamente ligado a su medio de trabajo. Le reconocerá.

Y así fue. Era Marcus Heath. Era pequeño, aunque desde luego no tenía la diminutez de Siskin. Fuerte, pero sin reflejar solidez. Unas gafas de cristales muy gruesos que hacían resaltar la vivacidad de sus ojos.

—Hola, Hall —dijo—. ¿Ha pasado mucho tiempo, eh?

Efectivamente. No le había visto desde los últimos disturbios universitarios. Pero había que contar también que se había pasado diez años, ni uno más ni uno menos, en prisión. Y entonces me acordé de que en realidad la sentencia había sido solamente de dos años.

—Heath será su ayudante —explicó Siskin—. Pero antes vamos a informarle debidamente de todo.

—¿Te has especializado acaso en símuelectrónicas?

—Realmente he profundizado bastante en ello, Hall. He estado al frente de un trabajo técnico para Barnfeld.

—Yo lo he comprado —se pavoneó Siskin—. Ahora está con nosotros. Barnfeld era la otra organización privada que había rivalizado con Reactions en la investigación de simuelectrónícas.

Me apoyé sobre la mesa.

—Heath, ¿lo sabe todo míster Siskin acerca de ti?

—¿Por lo que pasó en la universidad? —me interrumpió Siskin—. Pues claro que sí.

Lo suficiente como para estar convencido de que Heath en aquella ocasión no fue más que el cabeza de turco.

—El doctor Heath —le recordé —fue convicto de fraude por malversación de los fondos públicos destinados a investigación.

—Pero tú no creerás eso, ¿verdad, Doug? —suplicó Heath.

—Tú así lo confesaste. Siskin se adelantó para intervenir:

—No soy tan estúpido como para contratar a un hombre sin haber llevado antes a cabo una investigación total y exhaustiva de su pasado. Dediqué a todo mi personal en ella. El encarcelamiento de Heath fue por otras razones, ya que cargó con las de otra persona.

—¡Eso es mentira! —protesté—. ¡Fuller no tenía ni un céntimo cuando abandonó la Universidad!

Siskin mostró sus blancos dientes:

—He dicho que me satisfacen las credenciales de Heath. Y eso es suficiente.

Y sin mediar más palabra, salió del despacho acompañado de Heath. Y en aquel mismo momento comprendí la razón de toda aquella maniobra. Dorothy Ford, le había comunicado telepáticamente a través del circuito ESB, mis intenciones de sabotear el partido político de Siskin, y de bloquear sus ambiciones.

Y como consecuencia, Siskin se estaba preparando para desembarazarse de mí.

Heath tenía que ponerse al corriente de todo, cuanto antes mejor. Y a partir de aquel momento se pondría en movimiento todas las ataduras, cabos, y requisitos necesarios y yo sería arrestado por el asesinato de Fuller.

En las últimas horas de la mañana, sonó el intercomunicador y el rostro de una mujer de edad avanzada, y gruesa apareció en la pantalla. Dorothy había salido sin duda de su puesto tras la mesa, y había dejado conectado el circuito directo del intercomunicador.

—CRM l0.421-C —empezó a decir la mujer. Estoy pulsando la opinión pública sobre...

—Lo siento, ahora no puedo la interrumpí con rudeza dejándola cortada. El intercomunicador sonó nuevamente, y volví a responder: Ya le he dicho que...
¡Jinx!

—Buenos días, Doug —me saludó. Tras ella veía perfectamente el estudio del doctor Fuller—. Tenía que llamarte. Sé que me comporté de un modo muy... peculiar la pasada noche.

—¡Jinx! ¿Qué ocurrió? ¿Dónde fuiste? ¿Cómo...?

Frunció el ceño como si estuviera preocupada. ¿O era temor?

—Entré en la casa inmediatamente detrás de ti —le expliqué—. Y no estabas. ¡No te pude encontrar por ningún sitio! Ella sonrió:

—Pues tenias que haber mirado mejor. Estaba muy cansada. Me acosté sobre el diván y eso fue todo.

—¡Pero si yo miré allí!

—Pues te debiste confundir —trató de quitar importancia al asunto con una risa—. En cuanto a esta última noche: estaba preocupada por ti. Pero ahora ya no lo estoy. Y menos después de haber pensado en ello. Compréndelo, había esperado durante tanto tiempo. Y en estos últimos días... he estado tan confusa...

Me senté sin dejar de mirar a la pantalla.

—Lo que quiero decirte —añadió— es que te amo. Y al cabo de un momento me preguntó:

—¿Te veré esta noche?

—Tengo que trabajar hasta bastante tarde —mentí.

—Entonces iré a recogerte al despacho.

—Pero...

—No me discutas. Te esperaré durante toda la noche si es necesario.

No le discutí. Cortamos la comunicación, y me quedé tratando de encontrar desesperadamente una razón lógica a lo que había ocurrido. Me había hecho creer la última noche, que estaba dispuesta a no verme nunca más, porque me tenía miedo.

Pero ahora, sin embargo, estaba dispuesta a aceptarme, a pesar de que le había dado más motivos todavía para dudar de mi condición y estado de salud.

Por otra parte, si realmente había desaparecido, ¿dónde había ido? ¿Qué es lo que había hecho durante aquellas dos horas?

Y además, era evidente que no había estado huyendo de nada. Pues si la Fuerza se hubiera apoderado de ella, para dejarla en libertad poco después, en aquellos momentos no actuaría como si nada hubiera ocurrido.

Por la tarde me pasé media hora mirando fijamente, absorto, la taza de café que tenía ante mí, tratando de reconciliarme con la idea de que la desaparición de Jinx no había sido más que una alucinación.

—Parece que está usted muy pensativo.

Me volví, para encontrar frente a Chuck Whitney, y me di cuenta de que había debido estar allí, contemplándome durante algún rato.

—Simples problemas de rutina —dije para salir del paso.

—He tenido al tipo ese, Heatb, en mi departamento. No me lo pude sacudir.

—No lo intente. Sería tanto como irritar a Siskin. Pero si se entromete en sus cosas, dígamelo.

—Pues se lo diré ahora mismo. Estoy terminando de preparar todo lo necesario para llevar a cabo un acoplamiento de nuestras Unidades de Contacto. Pues bien, Heath, quiere que le reserve un sitio privilegiado al lado del mío para ver cómo lo hago.

—Entonces, creo que no le quedará más remedio que hacerlo así.

Preocupado me preguntó:

—¿Quiere que le instruya de un modo absoluto en nuestros sistemas de trabajo?

—Voluntariamente, no quiero que le diga nada. Pero no veo la forma de evitar el tener que responder a sus preguntas. ¿Cómo va la verificación sobre Hastson? ¿Por qué la ha efectuado sobre él?

—Pense que sería conveniente ver si continuaba de tan mal humor y tan amargado como antes.

Diez minutos más tarde me hallaba de nuevo en mi despacho. Totalmente concentrado ante mi bloc, cogí la pluma y dejé que mi mano discurriera de un modo mecánico, describiendo los trazos que reconstruían el dibujo de Fuller referente a Aquiles y la tortuga.

Dejé que la pluma discurriera de entre mis dedos y estudié detenidamente el esfuerzo de mi esfuerzo tan escaso en arte. Que el nombre de «Zenon» había querido sugerir el de C. Non era más que evidente. Cuanto más cuanto que Cau Non había sido puesto fuera de circulación un momento antes de que yo pudiera dar con él.

La paradoja de Zenon, representaba fundamentalmente, la premisa de que todo movimiento es una ilusión. Y no me había costado mucho tiempo llegar a comprender que todo movimiento era una ilusión en el mundo contrahecho de aquel sistema simuelectrónico.

¿Acaso aquel dibujo contenía tal vez otro significado oculto? Estaba Aquiles, a cien pies de la tortuga, y ambos en movimientos. Pero en el momento en que el Griego había cubierto esos cien pies la tortuga habría avanzado, por ejemplo, diez pies. Y mientras Aquiles cubría a su vez esos diez pies, su competidora habría avanzado un pie más. El corredor adelantaría ese pie de distancia para encontrarse con que la tortuga, entretanto, habría recorrido otra décima parte de un pie. Y así sucesivamente,
hasta el infinito
.

Aquiles no llegaría a alcanzar nunca a la tortuga.

¿Había querido sugerir el doctor Fuller con su dibujo, una reducción al infinito? De pronto, algo que el doctor Fuller había dicho unos meses antes, vino a mi memoria:

«¿No sería interesante que una de nuestras unidades ID, decidiera de pronto empezar a construir un simulador de medio ambiente?»

La puerta se abrió de par en par repentinamente. Yo me giré para ver quién la habría abierto con tal fuerza.

Whitney se apoyaba sobre el quicio de la puerta, jadeante y mirando angustiado hacia el pasillo.

—¡Chuck! —exclamé— ¿qué ha ocurrido?

Avanzó unos pasos al oír mi voz y después se recostó contra la pared. Entonces, en un aparente supremo esfuerzo por serenarse, contuvo la respiración y me miró fijamente.

—Nada míster Hall.

Avancé un paso hacia él, y vi el temor reflejado en sus ojos. Además Whitney, nunca me llamaba «míster Hall». Trató de alcanzar la puerta, pero yo me interpuse.

Lanzó una maldición y se arrojó contra mí. Pero inmediatamente le así por una muñeca y le retorcí el brazo tras la espalda.

—¡Déjeme marchar! —gritó desesperadamente.

De repente lo comprendí todo.

—¡Usted es
Phil Hastson
! —le susurré.

—Si —musitó—. Casi lo conseguí. ¡Cielos!
¡Casi lo conseguí!
Al distraerme un instante, se liberó, y comenzó a defenderse empujándome y arañándome. A mi vez, yo también me defendí con todas mis fuerzas. Lo arrastré hacia el centro de la habitación, y allí le tumbé sobre un sillón. Me acerqué a la mesa e hice una llamada urgente por el intercomunicador. Uno de los ayudantes de Whitney apareció en la pantalla.

—¿Dígame, míster Hall?

—¿Va todo bien por ahí?

—Sí, señor. ¿Por qué?

—¿Está míster Whitney por ahí? —yo estaba mirando a Chuck o sea al Chuck
físico
— que continuaba inconsciente a causa del golpe que le di en la nuca.

—No. Pero no hace mucho llevó a efecto un acoplamiento con Hastson.

—¿Cómo reaccionó cuando salió de él?

—Pues... me parece que muy bien dudó unos instantes y añadió —: Ahora que me doy cuenta... ¡no redactó informe alguno!

—¿Y ocurrió algo especial? ¿Algo fuera de lo normal? Me miró confundido.

—Tuvimos una pequeña diferencia con Heath. Quiso poner toda su sabiduría sobre el cuadro de mandos del modulador.

Y desde luego que lo consiguió. Imitó como un mono todos los movimientos que les vio hacer a ustedes sobre el tablero de control, y con ello no consiguió más que hacer una transmutación recíproca. Tengo a Hastson aquí en mi oficina. Whitney ha quedado atrapado en el simulador. Tome a un par de muchachos con usted y vengan hacia aquí... ¡rápido!

Me acerqué de nuevo a Hastson y estuve contemplando las facciones exactas de Whitney, deseando fervientemente que la retransmutación saliera bien. Se habla producido un auténtico cataclismo en la estructura molecular de las células del cerebro de Whitney. Y de la misma forma, todo el circuito de Hastson había ido a parar a las células del cerebro de Whitney.

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