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Authors: Alvaro Ganuza

Romance Extremo (7 page)

BOOK: Romance Extremo
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-¡Vicky!- grita eufórica.

-¡Qué alegría verte, tía!- chillo yo.

Las dos saltamos abrazadas entre todo el conglomerado de personas y reímos.

-¡Ven, hemos conseguido una mesa!- grita por encima de la música y tira de mi mano.- ¡Estás guapísima!

-¡Tú también!

Atravesamos el muro de personas y veo a las demás apoyadas en una mesa alta de aluminio que me sonríen.

Me abrazo a todas como si llevase una eternidad sin verlas y ellas me lo devuelven de la misma manera.

Mis amigas siempre han sido guapísimas, pero ahora las veo espectaculares con sus coloridos vestidos cortos de noche. Marisa, Lucía y Macarena tienen el pelo y los ojos castaños, Raquel es rubia y de ojos verdes, y las cuatro lucen un bronceado de envidia.

-¡Estáis guapísimas!- las piropeo.

-¡Y tú también!- responden a coro.

Rápidamente nos ponemos a cotorrear sobre nuestras vidas. Las cuatro han terminado sus respectivas carreras con muy buenas notas. Marisa y Lucía, graduadas en Comunicación Audiovisual; Raquel, graduada en Ingeniería Informática; Macarena, graduada en Historia del Arte; y todas están a punto de empezar a trabajar.

Se sorprenden cuando les cuento que yo rechacé una oferta para empezar en una farmacéutica de Madrid, pero se alegran cuando les informo que se debe a que quiero estar en nuestra tierra.

En el tema de amoríos nos explayamos más, ya que es un tema que siempre interesa. Lucía y Maca, después de varias relaciones cortas, siguen solteras. Raquel y Marisa continúan, y por lo visto muy bien, con los chicos que conocieron el primer año de universidad.

Me los presentaron en las últimas navidades que estuve aquí, hace dos años, son muy guapos, muy simpáticos, muy cariñosos con mis amigas como debe ser, y de fuera de Valencia. Marc, el novio de Raquel, es catalán; Raúl, novio de Marisa, extremeño.

Cuando me toca a mí, les digo que sigo soltera tras el último mala pieza con el que estuve. No les hablo de Tomás porque debería contarles cómo lo he conocido y porque tampoco hay mucho que decir.

-¡Bueno!- exclama Lucía.- ¡Después de toda esta cháchara, tendremos que hidratarnos!

Todas reímos y yo me ofrezco a pagar la primera ronda. Mi límite de hoy son dos chupitos de licor de piña que ya no tengo chófer, después a refrescos.

Hemos hablado durante un par de horas de nuestras vidas, de amores y desamores, y continuamos por lo que toda mujer hace cuando está reunida con sus amigas.

¡Criticar! ¡Ay, cómo nos gusta eso, nos da vida!

Empiezo yo contando que Lara Tomei me abordó en la entrada y aluciné de lo choni que se había vuelto. Eso da pie a que mis amigas me cuenten que dejó la carrera de enfermería a los dos días, cuando se enteró que estaba embarazada. ¡Qué fuerte! Ahora tiene un precioso niño de casi cinco años, es madre soltera y trabaja en una peluquería. Su madre es la que cuida del niño, ya que por lo visto ella solo piensa en salir con sus amigos.

De Lara pasamos al resto de compañeros de clase y damos un leve repaso a cada uno. Sobretodo recordando momentos del pasado.

Cojo mi coca-cola y sorbo por la pajita ya que me estoy quedando seca de tanto hablar a gritos. Por los bafles suena
Tu cuerpo bailando en mi cuerpo
de Carlos Baute y Shoanny, y Raquel da un grito. Adora a Carlos, es su fan número uno.

-¡Mi venezolano favorito!- chilla eufórica.

Nosotras reímos.

-¡Vamos a bailar!- añade.

Maca, Marisa y Lucia niegan. El local está muy lleno como para bailar a gusto. Yo me animo, y tras dejar mi bolso a buen recaudo, marcho con ella a la pista.

¡Buff! Somos como sardinas en una lata. Recibimos golpes, empujones e incluso algún pisotón, y todo ello sin perdón ni disculpas.

Sobre las plataformas, las Drags Queens se contonean y exhiben como ellas saben hacerlo, junto a los fornidos gogos.

La marabunta de gente se mueve como las olas del mar y mi amiga y yo terminamos por acabar acorraladas contra la base de acero de una de las plataformas. Intentamos apartar a la gente que se nos ha echado encima, pero es imposible, son como un muro que cada vez viene más contra nosotras, aplastándonos sin poder remediarlo.

-¡Ah!- se queja Raquel.- ¡Nos van a aplastar!

Clavo las uñas en el hombro del tío que tengo delante y él se queja y me mira.

-¡Nos estáis aplastando!- le grito.

-¡A mí también!- responde él.

-¡Vicky, no puedo respirar!- chilla mi amiga.

Observo a mi amiga, asustada, y me aterro todavía más porque no puedo hacer nada. Estamos atrapadas y nadie parece darse cuenta.

Con gran esfuerzo, consigo liberar un brazo y estirarlo para moverlo desesperadamente.

-¡Socorro!- grito.- ¡Ayuda!

Un par de manos agarran mi brazo y tiran de mí hacia arriba, hacia la plataforma. La Drag que baila encima ha visto lo que pasaba y me ha sacado. Después vuelve a agacharse para coger a mi amiga.

Abrazo fuerte a Raquel que llora asustada por lo que nos podía haber pasado.

-¿Estáis bien, chicas?- nos pregunta nuestro salvador.

-Sí, gracias. Solo asustadas.- contesto por las dos.

-Venid conmigo.

Nos lleva hacia el lado opuesto de la plataforma y bajamos por unas escaleras. Raquel sigue compungida.

El chico nos guía hacia los baños y al pasar junto a un tío que hay detrás de la barra, le informa que hay demasiada gente en el local.

Entramos al baño de mujeres acompañado por el Drag y nos acercamos al lavabo para refrescarnos.

-Raquel, ¿estás bien?- pregunto.

-Sí.- musita mojándose el escote, cuello y nuca.- Pero creía que no lo contábamos.

-Lo siento mucho, chicas. Esto no pasa nunca, pero ha entrado un grupo de tíos descontrolados que están formando mucho caos. Esperad aquí hasta que los echen.

Abrazo al amable transformista antes de que se vaya y le doy las gracias repetidamente. Él me devuelve el abrazo.

Cuando nos separamos, una chica sale de uno de los aseos bajándose el vestido y al verlo, grita.

-¡Oye, que éste es el baño de mujeres!

El Drag la mira de arriba abajo y chasquea los dedos.

-Cariño.- le dice.- Yo soy más mujer que tú.

Ese comentario nos hace reír a carcajadas a Raquel y a mí, y tras guiñarnos un ojo, se marcha.

Recojo el pelo de mi amiga mientras ella se limpia el maquillaje corrido.

-Tía, qué mal lo he pasado. Creía que me moría.

-Lo sé, yo también.- murmuro.

Pasamos unos minutos más en el baño relajándonos y después regresamos con las chicas. Eso sí, sin pasar cerca de paredes u otro lugar contra el que nos puedan aprisionar.

Ellas al vernos llegar nos preguntan que ha pasado, que han visto como nos subían a una plataforma, y les contamos lo ocurrido.

-¿Queréis que nos vayamos?- pregunta Marisa.

-Lo prefiero.- contesta Raquel.- Se me han quitado las ganas de bailar.

-Antes necesito ir al baño. ¿Me acompañas?- pregunta Macarena, mirándome.

-Sí, claro.

Cojo mi bolso y agarradas de la mano, volvemos al sitio en el que he estado minutos antes. Ahora se encuentra más concurrido y mientras mi amiga hace su necesidad, yo me arreglo el gloss, el pelo y miro de nuevo el móvil.

Tengo otro mensaje de Tomás, de hace una hora.

“¿Lo estás pasando bien? No hago más que pensar en ti. Tomás.”
Guardo el móvil en el bolso y finjo darme gloss cuando Macarena sale de la cabina. Se acerca al lavabo, se aclara las manos y me percato a través del espejo, que tiene la mirada de “
tengo algo que contarte
”.

-Qué te pasa, suéltalo. Macarena coge papel para sacarse las manos y mira al resto de chicas que hay aquí.

-Es algo muy fuerte y no sé a quién contárselo. Las chicas no lo saben.- murmura bajito.

-¿Qué ocurre?- me preocupo.

-Tengo un retraso.- suelta de pronto.

Me quedo pasmada. ¿Un retraso de...? ¡Ay, señor!

-¿De cuánto retraso estamos hablando?

Macarena suspira y se pasa las manos por el pelo.

-Una semana.- contesta al cabo de un rato.

-¡Joder!- murmuro sin poder contenerme.- ¿Te has hecho alguna prueba?

Mi amiga niega con la cabeza. Su expresión me hace saber que está aterrada.

-¿Quieres que te acompañe?

Ella asiente.

-Vale, mañana por la mañana paso por tu casa y vamos a una farmacia.

-Una lejana donde no nos conozcan.- añade.

-Sí. ¿Te estás viendo con alguien?

-Con un gilipollas. Las chicas le conocen, pero no saben que he seguido viéndole porque no les gusta nada, pero yo... es que es decirme hola y ya me bajo las bragas prácticamente.

-Maca.- susurro en tono de reproche.

-Lo sé, soy imbécil. No pienso verle más. Le he contado este... problema y el muy mamón me ha tachado de puta.

-¡Hijo de puta!- gruño.- ¿Dime quién es ese cabrón que se va a enterar?

-Se llama Oscar, tiene treinta años y trabaja de camarero en una cafetería cerca de casa. Es muy atractivo, de esos que los ves y quedas prendada sin poder dejar de mirarlos. ¿Sabes a lo que me refiero?

¡Como para no saberlo, tengo uno en casa!

-Sí.- suspiro.

-Pero se acabó, ahora sí que sí, que le den por culo.

-Eso espero.

Maca me mira con ojos de cordero degollado y se abraza a mí.

-Te aconsejo, Vicky, que cuando conozcas a un chico que se porte bien contigo y sea dulce y cariñoso y... vayas a por él, sin pensar en nada más.

Sonrío y pienso en Tomás. ¿Estará dormido o pensando en mí todavía y en los intensos besos de antes?

Caminamos hacia la salida del aseo y veo tras la puerta algo que llama mi atención. No lo dudo y me lanzo. De la cartera saco cincuenta céntimos, los meto en la rendija y giro la manivela.

-Vicky, ¿qué haces?- se sorprende Maca.

Me giro hacia ella como si tal cosa.

-Pillando un condón.- digo sonriente mientras lo guardo en el bolso.- Por si conozco a ese buen chico, dulce y cariñoso del que me hablas.

Mi amiga se ríe y cogiéndome del brazo regresamos con las demás. Cuando me termino la coca-cola, salimos de la discoteca y disfrutamos de la poca brisa que corre en la calle.

-Que morenas estáis.- comento.- Me dais mucho asco.

Ellas se ríen a mandíbula batiente.

-Podíamos ir mañana a la playa.- propone Lucía.

Maca me mira cómplice y yo reacciono.

-Mejor otro día, chicas.- contesto.- Quiero estar unos días con mi padre que hace mucho que no lo veía.

Ellas asienten comprensivas y si no lo comprenden, no ponen pegas cuando menciono a mi padre. También han escuchado los rumores, pero nunca me han preguntado si eran ciertos. La versión que ellas creen es que mi padre es dueño del concesionario, lo demás son solo rumores.

-¡Pero, mira quién ha vuelto!- exclama una voz masculina detrás mía.- ¡La hija pródiga!

Me vuelvo y ante mí tengo a un antiguo rollo acompañado por un grupo de chicos. Un rollo de una noche y que jamás conté a mis amigas porque ellas también le conocen. Aunque pensándolo bien... ¿quién no conoce a Adrián Llanes?

-Victoria.- murmura ladeando la cabeza.

-Adrián.- respondo con tono neutro.

CAPÍTULO 6

 

 

Adrián Llanes es el típico chico carismático que a todo el mundo gusta, todo el mundo conoce y todo el mundo quisiera tener de amigo. Aunque seguramente también influya el hecho de que su padre sea dueño de medio Valencia. Tiene cerca de treinta años, es guapo, atractivo y hace años era el típico chulo de playa. Ahora solo es el típico chulo. Le apodan “el modelo” porque en sus años de juventud hizo varios reportajes en revistas.

Todas las chicas siempre han babeado por él y cómo no, nosotras también. Hace años incluso íbamos a la playa diariamente solo para verle. Él lo sabía perfectamente y le encantaba, le subía el ego. Solía hablar con nosotras solo para demostrar a sus amigos que nos tenía comiendo de su mano.

El día que le vimos acompañado por una chica, dejamos de ir a verle y de pensar en él como un posible novio. ¿Quién me iba a decir a mí que años después ligaría conmigo una noche?

-¿Has venido a pasar las vacaciones?- pregunta acercándose a mí.

Viste una camisa blanca de manga corta y con la mitad de los botones superiores abiertos, unos vaqueros desgastados y el perfecto pelo rubio que lucía antaño, cortado al uno. Sus ojos azules siguen siendo igual de impresionantes.

-¡Y a ti qué te importa!- espeto y me vuelvo hacia mis amigas, que ríen con mi contestación.

Él no parece querer dejarlo ahí y me agarra del brazo.

-¿Puedo hablar contigo? Os la robo un momento, chicas.

Tira de mí hacia un lado, apartándome de mis amigas, y me revuelvo molesta. ¿De qué va este tío?

-¡¿Qué cojones te crees que estás haciendo?!- gruño rabiosa.- ¡Todos nos están mirando!

-Pues que miren.

-Suéltame o...- amenazo.

-¿Uno de tus escoltas me dará una paliza?

-Yo sola me basto.

Él se carcajea y cuando comprueba que nos hemos alejado varios metros, me suelta. Yo me cruzo de brazos y le acribillo con la mirada.

-Te veo muy agresiva conmigo y eso que no nos vemos desde... la Nochevieja de hace dos años. Qué noche aquella, ¿la recuerdas? Sin duda la mejor de mi vida.

Sonríe ampliamente y me enseña todas las piezas dentales.

-Yo estaba muy bebida, ni me acuerdo.

Adrián vuelve a estallar en carcajadas.

-Si no supiera que mientes, eso habría destrozado mi ego. Recuerdo que no querías salir de mi cama.

-¿Para eso me has traído aquí, para rememorar el pasado?

-También recuerdo...- sigue hablando, haciendo oídos sordos a mis palabras.-...que quedamos en vernos el fin de semana siguiente.

-¿Qué?- pregunto perpleja.

-Íbamos a vernos el finde siguiente en el mismo bar, pero tú nunca apareciste.

-Eso es mentira, no volvimos a quedar.- murmuro confundida.- De todas formas, ¿a qué viene esto?

-A que yo sí te esperé. Y volví el siguiente por si te habías confundido de día. Y después te estuve buscando cada día que salía y en cada local en el que entraba. A día de hoy sigo haciéndolo, creo que se me ha quedado grabado, y mira tú por donde, hoy te encuentro frente a mis narices. Aún no me creo que te tenga delante.

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