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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Ciencia ficción

Marea oscura II: Desastre (6 page)

BOOK: Marea oscura II: Desastre
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Cuando Luke entró en el auditorio vio que había cometido un error táctico al dejar que Kyp se encargara de los preparativos. Las sillas y las mesas estaban en el escenario, frente al patio de butacas en el que tomaron asiento los Jedi. Las dos mesas del escenario estaban casi una frente a otra, formando una cuña con un podio en el vértice. A la izquierda estaban Kyp Durron, Ganner Rhysode, Wurth Skidder y la twi'leko Daeshara'cor. Su presencia en ese lado sorprendió a Luke, ya que ella siempre había considerado demasiado extremista la postura de Kyp.

En la otra mesa sólo había tres sillas. Corran Horn y Kam Solusar estaban junto a ella, hablando. Luke supuso que Mara ocuparía la tercera, pero luego percibió que no estaba tras él. Miró escaleras arriba y la vio en un oscuro rincón de la sala.

Luke sonrió.
Qué propio de ella observar quién está de mi parte quién no.

El Maestro Jedi subió sin ceremonia las escaleras que conducían al escenario y saludó a Kyp con una inclinación de cabeza. El joven Maestro Jedi le saludó con la mano, indicándole que tomara asiento en el podio; pero, en lugar de eso, Luke se giró y se inclinó ante los sesenta Jedi asistentes.

—Os doy la bienvenida. No hace mucho que tuvimos la última reunión, y ahora los acontecimientos vuelven a provocar un encuentro.

Kyp se acercó al podio y comenzó a ajustar el micrófono, lo que dejó escapar un chirrido ensordecedor.

—Maestro, la luz y el sonido son mejores desde aquí atrás. Luke se permitió una sonrisa de medio lado, asintió y se sentó en el mismo escenario, apoyando los pies en las escaleras.

—Quizá sea así, Kyp, pero aquellos que conocen la Fuerza preferirán fiarse de ella a hacerlo de sus ojos y oídos.

Una oleada de sorpresa recorrió a Kyp, pero la reprimió inmediatamente.

Desde las últimas filas, Mara asintió mirando a Luke. A su derecha, Kam y Corran se acercaron y bajaron del escenario para colocarse por debajo del nivel de Luke. Esto obligó a Kyp y a los suyos a hacer lo mismo, excepto Daeshara'cor, que se sentó en el borde del escenario y se envolvió en sus lekkus como si fueran un chal.

—Gracias por uniros a mí. Habéis trabajado mucho para montar esto, pero yo no quería que fuera tan formal. Se parece demasiado a una conferencia bélica. Lo que necesitamos aquí es seres pensantes que decidan el curso de nuestro futuro.

—Maestro, tú eres el primero entre los iguales —Kyp se inclinó ante Luke—. Tu sabiduría nos guiará.

Oh,
Kyp, qué sorpresa te daría si utilizara esas mismas palabras para decir lo que tenemos que hacer.
Luke percibió que Corran consideraba aquello una pequeña victoria, y le apremiaba a atraer a Kyp hacia su propia trampa, pero negó con la cabeza.

—El conocimiento otorgado por la Fuerza no me pertenece sólo a mí. Wurth Skidder sonrió cauteloso.

—Habéis dicho que esto no es una conferencia bélica, Maestro, pero nos encontramos en guerra con un enemigo cruel que pretende invadir la Nueva República. ¿Acaso no se crearon los Jedi para responder ante amenazas como ésta?

—Sí, ése es nuestro objetivo —Luke juntó las manos e hizo una pausa—. Los Jedi tienen que proteger y defender la galaxia. Pero para evitar la seducción del Lado Oscuro es crucial conocer la diferencia entre protectores y guerreros.

Ganner Rhysode, alto y moreno, de mirada dura de ojos azules, intervino, eclipsando a Skidder.

—Quizá, Maestro, nuestra confusión radica en el punto a partir del cual una acción ofensiva puede convertirse en defensiva. Un ataque preventivo a un objetivo, por ejemplo, es defensa preventiva.

Corran se pasó una mano por la boca antes de empezar a hablar.

—Ésos son juegos semánticos, Ganner. La manera de formular esa frase no tiene en cuenta el objetivo real de la hipotética operación. Sí, el ataque será defensivo en una situación donde la inhabilitación de la capacidad de respuesta del enemigo sea crucial para garantizar la seguridad de otros; por otra parte, desplegar un asalto planetario para exterminar a los vong antes de que puedan expandirse por otros mundos es estrictamente ofensivo.

—Corran, tu argumento me da la razón. ¿Cuándo se cruza la frontera entre lo defensivo y lo ofensivo? Yo pienso en la intención, tú hablas del numero. Es obvio que todas esas variables deben tenerse en cuenta, y creo que todos estamos de acuerdo en que la única llave es la sabiduría.

—Ahí tienes toda la razón, Ganner —Luke le sonrió y contempló a los Jedi allí reunidos, humanos y todo tipo de alienígenas, que proyectaban un gran interés salpicado de cierta preocupación. El Maestro Jedi asintió lentamente, notó que la preocupación se desvanecía y alzó la mirada—. El punto de equilibrio llega con la definición del peligro. Los yuuzhan vong se han apoderado de varios planetas. Ahora hay muchos seres en peligro, pero ese peligro no ha sido definido. Mientras la amenaza no pase de general a específica no podemos emplear técnicas de defensa preventiva contra ellas. El ejemplo de Corran no hace sino subrayar el hecho de que, desde una perspectiva táctica, encontrar el objetivo de la amenaza es más sencillo que actuar a una escala superior.

Los tentáculos verdosos de la twi'leko se estremecieron.

—¿Estás diciendo que mientras no averigüemos cuál es ese objetivo no podremos hacer nada?

Luke alzó la mano.

—Yo no he dicho eso en absoluto. Tenemos muchas cosas que hacer.

Tenemos que estar ahí fuera, en el frente, para poder reaccionar rápidamente en cuanto se detecte un objetivo claro. Tenemos que estar ahí para ayudar a tranquilizar a los refugiados, y servir de ejemplo para que no desesperen.

Kyp frunció el ceño.

—Pero, Maestro, ¿cómo vamos a servir de ejemplo a nadie sin enfrentarnos directamente a los yuuzhan vong? ¿No acabarán viéndonos como cobardes tan asustados del enemigo como cualquier refugiado?

—Esas preguntas, Kyp, dan por sentada una mala imagen de los Jedi —Luke suspiró—. Es culpa mía porque tras la Rebelión yo adquirí la imagen del guerrero que había destruido las
Estrellas de la Muerte,
a Darth Vader y al mismísimo Emperador. Las siguientes misiones ayudaron a aumentar el mito.

Si alguien se veía en la duda de llamar a un cazarrecompensas o a un Jedi, llamaba a los Jedi porque trabajamos gratis y porque nos preocupan los daños colaterales.

—Maestro, no has sido el único que ha colaborado en la creación de esa imagen.

—No, Kyp, pero yo tendría que haber sabido ver el error y haber hecho algo para contrarrestarlo. Y, de nuevo, ese fracaso ha sido mío. Por lo que ahora, más que nunca, nuestro deber es proyectar una imagen correcta de los Jedi. Tenemos que servir como ejemplo de esperanza para el pueblo.

Daeshara'cor dio un salto y bajó del escenario, cayendo ágilmente. Se enderezó despacio y luego se inclinó ante Luke.

—Con todos los respetos, Maestro, creo que te equivocas.

El Maestro Jedi mantuvo un tono de voz tranquilo.

—Daeshara'cor, explícate, por favor.

La hembra de ojos negros comenzó a hablar lentamente, con la voz lo suficientemente baja como para atraer la atención de todos los presentes.

—Se perdió mucho durante la época oscura del Imperio, Maestro, por lo que hay muchas cosas sobre los Jedi que desconocemos; pero lo que sabemos no tiene nada que ver con lo que estás diciendo. El Maestro Obi-Wan Kenobi y el Maestro Yoda te entrenaron para ser un guerrero. Te enfrentaste a Darth Vader tres veces, sobreviviste y le venciste. Decir ahora que los Jedi no son guerreros es negar tu éxito y la libertad que recuperaron miles de millones de seres gracias a ti.

La twi'leko contempló a la mujer de pelo blanco sentada en la tercera fila.

—Tionne ha recopilado sin descanso toda la historia Jedi que ha podido encontrar, y ¿qué es lo que encontramos en ella?: Baladas y cuentos que narran las grandes gestas de los Jedi. El aspecto marcial de nuestra tradición es innegable, Maestro, y opino que tenemos que regresar a la tradición para poder vencer a los yuuzhan vong.

Kam Solusar, con el pelo corto blanco, cruzó los brazos.

—Hay un error gigantesco en tu razonamiento, Daeshara'cor. Dices que hemos perdido mucho y después construyes un todo basándote en lo poco que nos queda. El hecho es que por cada gran batalla en la que participó un Jedi podría haber habido miles de pequeñas victorias. Victorias, como las que está mencionando el Maestro, necesarias para llegar a un acuerdo con los yuuzhan vong. Y lo que es más importante, lo que ha dicho sobre la definición del peligro es algo vital. Kyp casi pierde la vida luchando contra los yuuzhan vong. Miko Reglia murió en combate contra ellos. ¿Por qué? Porque se enfrentaron contra los yuuzhan vong sin saber todavía quiénes o qué eran.

Kyp sonrió burlón.

—Pero Corran ya sabía lo que yo sabía, además de su propia experiencia con los vong, y estuvo mucho más cerca de la muerte que yo.

Corran asintió.

—Sí. En Bimmiel el peligro estaba muy definido, y yo casi acabo muerto.

Cuando sepamos lo suficiente como para planificar buenas misiones, tendremos muchas más posibilidades de éxito. Más que con una serie de intentos aleatorios de luchar contra los vong y vencerlos.

Luke levantó una mano.

—Tenemos que calmarnos un poco. No queremos que las emociones se desaten y todo se descontrole. Independientemente de lo que creamos cada uno sobre una postura ofensiva o defensiva, todos estamos de acuerdo en que es una sabia decisión esperar a que el peligro se defina para luchar contra los yuuzhan vong, ¿no es así? Como ha dicho Corran, cuando sepamos cómo es nuestro enemigo mejor podremos planificar y hacer uso de nuestras capacidades para enfrentarnos al peligro. ¿Estáis de acuerdo?

Casi todos los Jedi asintieron con la cabeza, incluido Kyp, lo cual hizo que Luke se sintiera un poco mejor.
Quizá no esté de acuerdo con el curso de acción a seguir, pero ha admitido que su propuesta tiene limitaciones, y ése es un tanto que me apunto gustoso.
Daeshara'cor era la única que se mostraba un tanto reacia, aunque siempre se había caracterizado por ser razonable.

El Maestro Jedi sonrió lentamente.

—Y ahora he de deciros que tengo malas noticias. Vamos a tener unas cuantas limitaciones en lo que respecta a nuestra tarea. Mi hermana me comunicó ayer que la Nueva República no censurará ni apoyará las operaciones llevadas a cabo por los Jedi en la zona de la invasión.

—¿Qué? —la sorpresa de Kyp estalló como una supernova—. Eso es una locura. ¿Somos su única esperanza y no quieren que trabajemos con ellos?

Octa Ramis, una joven corpulenta de un planeta de elevada gravedad, negó con la cabeza.

—No les conviene nada hacer eso. Pero, una vez más, si ésa es la forma de pensar del Gobierno, es casi mejor habernos librado de ellos. Ganner frunció el ceño.

—Tenemos que hacerles cambiar de idea. Tienen que entrar en razón. Luke anuló el comentario con un gesto.

—Lo cierto es que a mí, en cierto modo, me alegra que tomaran esa decisión.

—¿Cómo, Maestro?

Luke suspiró.

—Octa ha dado en el blanco. Sin censura, sin apoyo, sin tener que responder ante los políticos, seremos libres para tomar nuestras propias decisiones para solucionar los problemas.

Ganner se pasó una mano por la perilla.

—Pero eso nos priva de recursos que podríamos necesitar para solucionar los problemas.

—Entonces tendrás que ser más creativo.

Daeshara'cor negó con la cabeza.

—¿Cómo pueden abandonarnos así, después lo que hemos hecho?

—Es mejor así —Luke abrió los brazos—. Quizá seamos unos cien. Un centenar de Jedi. Si la Nueva República contara con nosotros, seguro que nos lanzarían al campo de batalla y nos harían responsables de todo. Ya lo han hecho antes, muchas más veces de las que me gustaría recordar.

Apoyó las manos sobre el escenario.

—Hemos de admitir que nuestras últimas hazañas han sido cualquier cosa menos modélicas. El problema de Rhommamul, por ejemplo, e incluso la pérdida de Dantooine. Como Leia me dijo, los políticos no pueden dar su apoyo a los Jedi, pero eso tampoco significa que vayamos a estar completamente solos.

El ejército no podrá ayudarnos abiertamente, pero está de nuestro lado.

Kyp soltó una risita.

—Qué sorpresa. A los guerreros les caen bien los guerreros.

Luke negó con la cabeza.

—El alto mando sabe lo que está pasando realmente. Y si nos tienen a nosotros para encargarnos de los civiles, ellos podrán dedicarse plenamente a lo que mejor saben hacer.

Skidder gruñó.

—¿Así que nosotros vamos a hacer de canguros de los refugiados mientras otros plantan cara en la batalla?

—Les protegeremos y les guiaremos. Y, si surge el peligro, tomaremos las medidas necesarias.

Kyp Durron se pasó la mano por la oscura cabellera.

—¿Y nada más? ¿No tendremos misiones activas? ¿Ninguna incursión en territorio yuuzhan vong?

Luke se agitó nervioso.

—Una misión. Corran será enviado a Garqi.

—Era obvio que sería tu candidato.

—Pues no, Kyp, no lo era —Luke sonrió lentamente—. Yo no tomé esa decisión.

—¿Qué?

El regocijo de Corran ante la sorpresa de Kyp pudo palparse en la Fuerza.

—Yo volaba con el Escuadrón Pícaro y dimití de mi puesto hace cinco años.

Eso me dejó en reserva y me acaban de volver a llamar a filas.

Luke asintió.

—El coronel Horn llevará un equipo de seis comandos y dos observadores civiles a Garqi para estudiar a los yuuzhan vong, coordinar los posibles movimientos de resistencia y establecer las operaciones de salida de los habitantes del planeta.

Ganner apoyó los puños en las caderas.

—Media docena de comandos contra un planeta lleno de yuuzhan vong.

—Son noghris, Ganner —Corran se encogió de hombros—. Por otra parte, había pensado que tú fueras uno de los dos observadores civiles. Supuse que serías como el equivalente de otra docena de noghris, ¿no?

La dura expresión de Ganner se suavizó.

—Noghris. La misión tiene nivel.

Corran miró hacia el público.

—Jacen, he hablado con el Maestro Skywalker y ha aceptado que seas tú el otro observador. ¿Qué te parece?

Luke pudo sentir las distintas emociones fluyendo por Jacen, pero la inquebrantable obediencia al deber acabó imponiéndose.

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