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Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Ciencia ficción

Marea oscura II: Desastre (10 page)

BOOK: Marea oscura II: Desastre
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No me preocupa casi ningún otro, pero Octa Ramis podría ser un problema.

Luke recordó la imagen de la mujer morena.

—Era amiga de Miko Reglia, ¿no?

—Tionne me contó que estuvieron saliendo en la Academia. Según ella, después de graduarse se fueron alejando y tomaron caminos distintos, pero los registros de sus viajes indican que se vieron unas cuantas veces —Mara se encogió de hombros—. Yo no la recuerdo especialmente destrozada en el funeral en Yavin 4, aunque yo tampoco estaba en plena forma.

—Yo estaba preocupado. ¿Tú te fijaste en algo, Anakin?

—No la vi llorar, pero tampoco me fijé mucho en ella. Lo siento.

—No pasa nada. No era tu responsabilidad —Luke asintió—. ¿Crees que buscó esos archivos para intentar construir un arma contra los yuuzhan vong?

No creo que eso tenga ningún sentido.

Mara negó con la cabeza.

—La construcción de otra
Estrella de la Muerte
llevaría años. Lo más rápido de construir sería un
Triturador de Soles,
pero las instalaciones necesarias para ello ya no existen. Y no creo que nadie, por muy dolido que esté, quiera construir uno y provocar explosiones de estrellas sólo para librarse de los yuuzhan vong.

—Sí, eso sería extremo.

—¿Pero acaso no lo es lo que hizo Kyp? —Anakin frunció el ceño—. Destruyó Carida para vengar la muerte de su hermano a manos de los imperiales.

—Y después supo que su hermano no había muerto, sino que murió con la destrucción del planeta. Así es —Luke suspiró profundamente—, los fines nunca justifican los medios. ¿Has verificado la situación de Octa?

—Ha embarcado en su nave y está en camino.

Luke se apoyó en el respaldo y se acarició la barbilla.

—Interesante. ¿Y sus amigos?

Mara sonrió.

—Ha realizado unas cuantas misiones con Daeshara'cor.

—Pero Daeshara'cor está en el
Duraestrella,
de camino a Bimmisaari. Erredós me informó de que el
Duraestrella
había sufrido una avería, por lo que salió del hiperespacio antes de tiempo. Pero Corellia va a enviar naves para llevar a los pasajeros a su destino.

El androide chirrió para confirmar el comentario de Luke.

La mujer de Luke asintió.

—Si revisas el informe de rescate de emergencia estándar adjunto a la petición de ayuda verás algo muy interesante. No hay ninguna hembra twi'leko en la lista de pasajeros.

—¿Qué?

Anakin sonrió.

—Supongo que embarcó, introdujo algunos recuerdos en la tripulación y salió de la nave antes de que despegara. Confeccionamos nuestra lista de pasajeros según las personas que llamaron a las estaciones de evacuación.

—Y como tú sabrás, Luke, es muy difícil perder a un Jedi en ese tipo de situaciones de emergencia.

El Maestro Jedi cerró los ojos.

—Hay algo aquí que no encaja. Que Octa busque superarmamento cuadra, ya que los yuuzhan vong mataron a Miko. Puedo entender que busque venganza, incluso de parte del Lado Oscuro. Pero ¿qué motivos puede tener Daeshara'cor? ¿Miko y ella eran amigos?

Mara se encogió de hombros.

—No lo sé, pero creo que los motivos son ahora mismo secundarios. Tenemos que saber adónde ha ido.

Anakin rió.

—Eso no es problema. Tampoco hay muchos sitios donde construir superarmamento, ¿no? Los diques de Kuat…

El Maestro Jedi se levantó.

—La construcción de superarmamento es algo que ya no puede realizarse en secreto, y los recursos necesarios no están disponibles. Ella persigue otra cosa.

Miró al androide.

—Erredós, bájame los datos del hangar de despegue del
Duraestrella.
Quiero una lista de las naves, y sus destinos, que salieron desde ese hangar en las cuatro horas siguientes al despegue del
Duraestrella.

—Podrían ser docenas, Luke.

—Lo sé, Mara, pero por alguna parte tendremos que empezar —Luke cogió el sable láser del escritorio y se lo enganchó al cinturón—. No nos hace ninguna falta un Jedi errante, y menos uno que quiera destruir planetas.

Un deslizador les llevó rápidamente al hangar 9372. El sombrío recinto bullía de actividad. Las grúas trasladaban mercancías. Los pasajeros se movían en fila india por entre el caos. Los trabajadores descansaban y se reunían para beber, reír y jugar. Mara y Anakin se dividieron rumbo a las taquillas de venta de billetes para los vuelos comerciales que llevaban a la gente de la superficie a las naves que esperaban en órbita. R2-D2 se conectó a un nodo terminal local para extraer los datos que le pidió Luke.

Luke entró en la Fuerza y paseó por el hangar. Le inundó un torrente de emociones. Sonrió ante el enfado leve de una pareja cuyo sentido de la pun-tualidad variaba radicalmente. Se cruzó con gente que intentaba recordar ansiosa si había metido esto o lo otro en la maleta. Saludó con un gesto a capitanes de nave que calculaban el beneficio con cada caja cargada o des-cargada en los almacenes de sus cargueros. La excitación de aquellos que iban a viajar al espacio por primera vez le hizo sonreír aún más, y la pasión de una pareja que partía en luna de miel le hizo sonrojarse.

Al pasear, hizo todo lo posible por ponerse en el lugar de Daeshara'cor.

Estaba interesada en el superarmamento y tenía acceso a archivos de cierta confidencialidad relacionados con el tema. Ella sabía que tenía que estar en Bimmisaari en cinco días, así que sólo tenía ese tiempo para hacer lo que quisiera sin que cundiera la alarma. Y eso reducía sus posibles destinos.

Luke descartó inmediatamente que la twi'leko hubiera viajado a la instalación de las Fauces de Kessel. El
Duraestrella
la hubiera llevado a Bimmisaari, y Kessel no estaba muy lejos. Y, lo que es más, los archivos que consultó dejaban totalmente claro que el almirante Daala había destruido todo el complejo de laboratorios. Era probable que algunos restos siguieran flotando en el espacio, pero las posibilidades de que quedara algo útil eran mínimas.

Antes de que Luke pudiera averiguar qué era lo que buscaba Daeshara'cor, sintió algo a través de la Fuerza que estaba fuera de lugar. Comenzó como curiosidad, pero pronto se convirtió en miedo. La disciplina ocultó el miedo rápidamente, pero no lo logró del todo. Luke miró a la derecha y vio a un hombre que se ponía rápidamente la capucha de la túnica y se alejaba.

El Maestro Jedi hizo un gesto.

—Espera, no te vayas.

El hombre encapuchado se paró en seco, como si le hubieran congelado. Giró el torso, pese a que intentó luchar contra la sugerencia de Luke. Alzó la cabeza, dejando que se le cayera la capucha.

—¿Y… yo? —tartamudeó el hombre.

Luke asintió lentamente y sonrió al acercarse a él.

—Creo que puedes ayudarme.

—No sé nada.

—Puede —Luke se encogió de hombros—. Pero el hecho es que sueles estar aquí, y que te ganas la vida localizando necesidades y atendiéndolas, ¿no es así?

—Yo, eh, yo…, yo no he hecho nada.

Un oficial de seguridad se acercó a ellos.

—¿Le está dando problemas Chalco, Maestro Skywalker? Yo me encargaré de él, redactaré un informe.

Luke agitó una mano levemente.

—Gracias, no es necesario. Aquí no hay nada de lo que informar. El agente parpadeó y siguió su camino, pasando entre Luke y el sorprendido habitante del hangar.

—Lo que hagas aquí, Chalco, no es ahora mismo asunto mío, pero creo que podrías ayudarme.

El fornido hombre se pasó una mano por la calva.

—¿Cómo?

—Tú ves cosas. Hace dos días, una Jedi, una twi'leko estuvo aquí. Tenía que haberse ido en el
Duraestrella,
pero no llegó a embarcar. La viste, ¿verdad? El hombre asintió despacio.

—Me parece conveniente estar atento a los Jedi, ¿sabe?, eh, por si puedo serles útil.

—Muy amable por tu parte.

—Sí, bueno, apareció y me fijé en ella. Embarcó en la nave, pero no la vi bajar de ella —se rascó la garganta sin afeitar—. Luego, más tarde, la vi hablando con un colega en un carguero. Hizo lo mismo con la mano que acaba de hacer usted, y el colega se dio la vuelta y se marchó como si ella no estuviera. En ese momento miré para otro lado porque no quería que me viera y me hiciera lo mismo que le había hecho a él, ya sabe. Se oyen esas historias sobre gente que pierde la cabeza y eso.

Luke entrecerró los ojos.

—¿Cómo se llamaba el carguero?


Estrella Afortunada II.
Un carguero errante que se detiene en muchos lugares, la mitad de los cuales ni siquiera están en el itinerario. Creo que iban hacia Ord Mantell, pero no lo sé.

—Bien, gracias.

El hombre abrió las manos.

—Oiga, le he ayudado. ¿No va a hacer nada por mí?

Luke cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Qué te gustaría que hiciera, Chalco?

El hombre se encogió de hombros.

—No sé, por ejemplo, hacer que todos los de seguridad de aquí se olviden de lo que hago. Ya sabe, hacer que se olviden de mí.

—Si hiciera eso, seguirían estando las holocámaras de vigilancia —Luke contempló abiertamente al hombre, dándose cuenta de que, a pesar de la barriga y de ser algo bajito, seguía siendo un hombre de mucha fuerza—. Vamos a intentar algo. Creo que necesitaré a alguien que me ayude a encontrar a los Jedi. Si vienes conmigo y lo conseguimos, hablaré con las autoridades en tu nombre.

Chalco dudó.

—¿Haría eso?

—Hablar con ellos, sí.

—No, me refiero a confiar en mí para acompañarle —el hombre entrecerró los ojos marrones—. Ya sabe lo que soy, y que me gano la vida como puedo, haciendo lo que sea.

—Pues aquí tienes la oportunidad de hacer algo de provecho —Luke asintió una vez—. Así que sí, me fío de ti. Quedamos aquí en una hora, con el equipaje preparado y listo para partir.

Chalco lo pensó un momento y asintió.

—Aquí estaré.

Mara se acercó mientras Chalco se iba. Contempló a su marido.

—¿Estás recogiendo descarriados?

El Maestro Jedi la miró de reojo.

—La madre de Daeshara'cor era una bailarina que viajaba a menudo. De pequeña, Daeshara'cor pasó mucho tiempo en hangares y espaciopuertos. Son sitios en los que Chalco se maneja bien, y vamos a necesitar ayuda para encontrarla. Si Han no estuviera fuera de sí, le pediría que me ayudara; pero tal y como están las cosas, tendré que confiar en éste.

Mara asintió.

—Daeshara'cor estará atenta por si nosotros la perseguimos —dijo—, pero a él no se lo esperará. Lo entiendo. En la taquilla donde pregunté no habían visto a ninguna pasajera de salida que coincidiera con su descripción.

—Es normal. Chalco la vio merodeando por aquí. Lo más probable es que cogiera el carguero con destino a Ord Mantell, pero que hiciera varias paradas en el camino.

—Entonces podría estar en cualquier parte.

—No lo creo. Mi colección de mapas estelares no es infalible, pero hay un planeta en esa dirección que podría serle útil a Daeshara'cor —Luke sonrió a su esposa—. Tenemos que conseguir una nave. Nos vamos a Vortex.

—¿Vortex? —Mara le cogió de la mano—. Allí no hay nada más que la Catedral de los Vientos. ¿Daeshara'cor se ha ido allí a escuchar música?

—No —Luke sonrió y dio a su esposa un beso en la mejilla—. Ha ido a Vortex a hablar con alguien que ayuda a hacer la música.

Capítulo 9

Shedao Shai giró sobre sus talones antes de que el agudo e intenso grito resonara en la calle. Un esclavo humano destrozado, con la piel cubierta de polvo y una barba irregular, salió del taller y corrió hacia él. Los ojos del esclavo brillaron detrás de los tocones de coral que crecían en sus carrillos, mientras enarbolaba un escombro de durocemento con el que pretendía golpear al líder yuuzhan vong.

Dos jóvenes guerreros hicieron un amago tardío para interceptar al asesino, pero Shedao les ladró una firme advertencia para que se quedaran en su sitio. El líder yuuzhan vong no creía que pudiera herirle, al estar envuelto en una armadura de cangrejos vonduun y llevando el bastón de rango, el tsaisi, enredado en torno a su antebrazo derecho. Se echó hacia delante, manteniendo el centro de gravedad bajo, y luego se alzó, agarrando el cuello del esclavo con la mano derecha. Levantó sin esfuerzo al hombre, tirando al suelo el escombro con la mano izquierda.

El esclavo agarró la muñeca derecha de Shedao. Sus ojos se abrieron como platos al ver que el tsaisi silbaba y se erguía, preparándose para atacar. Los labios del humano se curvaron en una sonrisa deformada, y miró a Shedao a los ojos de forma desafiante. Incapaz de hablar por la presión del puño en su garganta, el hombre asintió una vez, rápidamente, como para exigir al yuuzhan vong que le matara.

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