Maestra del Alma (Spanish Edition) (18 page)

BOOK: Maestra del Alma (Spanish Edition)
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35. Los celos de Emir

 

—¿Qué le sucede? Es raro en el que esté tan callado –preguntó Mayra.

—Me hizo parte de una ilusión... como agradecimiento por haberlo ayudado mientras se encontraba enfermo... o algo así —respondió Alina todavía con la mirada fija en Dai.

—¡¿Y qué hay de mí?! Yo también ayudé –exclamó Hikaru corriendo hacia Dai y sacudiéndolo claramente indignado –¡Yo también quiero una ilusión! —pero lo único que obtuvo fue un empujón y un ronquido como respuesta.

—¿El demonio Dai dio muestras de agradecimiento? Bueno, eso es algo nuevo –comentó Elio con una risa burlona

—Debe haber sido una gran ilusión para quedar en este estado de cansancio… —notó Emir —¿qué te mostró?

—Fue realmente increíble, sumamente real. Primero caminamos sobre el lago... ¡Sobre el Agua! ¡Y luego volamos! Como en los sueños. Pasamos por arriba del campamento y ustedes nos saludaban y nos gritaban hasta el punto que pensé que eran reales.

Alina estaba hablando tan emocionada que no se dio cuenta que todos la miraban boquiabiertos. Especialmente Mayra que intuía algo más en sus excitadas palabras que simple admiración por la ilusión.

—¿No me creen? ¡Les juro que es verdad! —dijo haciendo caso omiso de la mirada de Mayra.

—¿Recorrieron toda la zona por el aire? —preguntó Emir fríamente– ¿Estaba todo igual que ahora pero ustedes volando?

—Sí, vimos toda la zona desde metros de altura.

—Pero seguramente él te guiaba para donde quisieras ir...

—No no, la que guiaba era yo, el simplemente me acompañaba para que no se acabara la ilusión.

—Es imposible, nadie tiene el poder como para modificar el estado de un entorno abierto tan grande y en tiempo real.

—Bueno, imposible o no, yo solo les cuento la ilusión que mostró.

—WOOW, la fama del demonio Dai realmente se encuentra fundada, después de todo —rio Elio sorprendido

—Alina, no es que no te creamos, es que ya de por si crear una ilusión en un entorno abierto es realmente muy difícil. En general, los que poseen el poder de la mente solo pueden modificar un entorno que tenga límites fijos y lo puedan controlar. Modificar toda la zona, y a medida que la ilusión avanzaba.... nunca había escuchado que fuese posible –comenzó a explicar Mayra.

—Ahhhh quiero ver eso, Dai DAI DAI, ¡despierta! Quiero volar e ir a las nubes –continuó Hikaru en su intento fallido por despertarlo.

—Es que nunca se ha escuchado antes porque es imposible, nadie tiene la fuerza del poder necesaria como para realizar esa ilusión. Al menos dos personas se necesitan, sino el esfuerzo mataría —continuó Emir un poco más agresivo mirando fijamente a los ojos de Alina como intentando descifrar alguna mentira oculta.

—¿Cuál es tu problema? ¡Últimamente estás en contra de todo! ¡No lo sabes todo sobre todo Emir!

—¡¿Quién eres tú para decir si se o no se todo?! ¿No hace ni un mes que estás en este mundo y ya crees que sabes más que yo? ¿Que he pasado toda mi vida estudiando sobre el poder e intentando saber más sobre él? ¿Que he practicado todos los días de mi vida? —espetó Emir que parecía erizado de furia

—No creo saber más que tú, pero soy lo suficientemente sabia como para reconocer que no siempre se puede saber todo sobre todo.

—Chicos... —comenzó a interrumpir Mayra un poco nerviosa.

—Tú no eres sabia, eres la persona más inútil de esta compañía. No sabes luchar, no sabes usar el poder, no sabes nada sobre este mundo. No entiendo por qué estás aquí. A veces pienso que Mayra no tiene ni idea qué estamos haciendo –eso fue como un balde de agua fría en el grupo, se hizo un silencio ofendido —Poder del alma o no, eres inútil si no sabes cómo usarlo.

—Emir, cálmate, no hay necesidad de ponerse así –intentó aplacar Elio, claramente molesto, mientras Mayra parecía que se iba a poner a llorar y Hikaru se encogía dentro de su abultada túnica.

—¿Por qué no? Míranos, somos la compañía más inútil de la historia de Babia. Una extraña que recién llegó al mundo, un niño, un enemigo, un chico que no se acuerda ni lo que desayunó y la iluminada que no tiene idea de qué plan seguir y sigue reclutando inútiles.

—El problema no somos nosotros, el problema es que todos aquí hemos crecido en estos días mientras que tu no. Te sientes amenazado. Tú y tu maldita manía por ser siempre mejor que el resto –gritó Elio sin poder contenerse.

—¡Yo soy mejor que ustedes! Ustedes pueden que tengan el poder, pero no lo usan. Lo esconden como si estuvieran avergonzados de él en lugar de usarlo. Esta misión es un fracaso —su cara estaba colorada, y temblaba de rabia y Alina sintió crecer en el de golpe algo realmente desagradable. Como un gusano que se cuela sin que nadie lo vea y luego crece de repente sin control. Era el mismo sentimiento que notó en Dai al conocerlo en el campo de batalla, una mezcla de odio, soberbia e indiferencia por el resto que invade todo el ser. Y entonces entendió, la sombra, esto era lo que carcomía a los hombres desde el interior, el reclutamiento de un nuevo soldado.

No fue la única que lo notó puesto que enseguida Mayra estalló en lágrimas y corrió hacia él suplicándole que se calmara.

—Por favor, Emir. No dejes que te consuma, por favor, cálmate.

Pero Emir simplemente se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia el bosque como si nada ni nadie de lo que dejaba atrás le importasen. Como guiado por una cuerda. Mayra lo siguió desesperada y lo abrazó desde la espalda intentando contenerlo. Emir simplemente se mantuvo quieto e indiferente.

—Suéltame.

—No, este no eres tu Emir, la Sombra estaba intentando entrar en ti desde hace varios días, por favor, lucha.

—La sombra no tiene miedo de usar su talento y puede enseñarme aquello que nadie en Babia se atreve.

—¡Basta Emir! Somos tus amigos.

—Y por eso mismo no los estoy atacando ahora, suéltame o tendré que hacerte daño.

—No lo haré.

Solo fue un instante que le tomó a Emir, con una velocidad impropia en él pero alentado por aquello que lo había invadido, sacar su cuchillo de punta curva y atacar a Mayra dando un giro. Mayra no fue lo suficientemente rápida, casi lo logró esquivar pero el cuchillo le hizo un tajo profundo en el brazo derecho.

La respuesta no se hizo esperar, por supuesto Elio saltó en defensa de Mayra como poseído lanzando ráfagas de viento y fuego a Emir mientras exclamaba insultos y perjurios. Hikarú imploraba desde el lado de Dai que pararan como el niño asustado que era y Dai se removió y se despertó desorientado sin entender lo que estaba ocurriendo. Alina miró a Dai solo por un segundo y luego miró hacia el lugar donde Emir y Elio luchaban como enemigos natos y Mayra se acurrucaba en el piso llorando intentando contener la sangre que le manaba del brazo inerte.

Todavía hay tiempo, pensó Alina. Todavía la sombra no está impregnada en él, no está unida. Ella podría ayudarlo, de la misma forma que había ayudado a Dai cuando esa extraña presencia intentó poseerlo, estaba segura. Sin pensarlo dos veces se lanzó hacia lucha gritándole Emir que ella sabía cómo ayudarlo, que pararan de pelear. Detrás de ella sintió un grito de advertencia pero lo ignoró y siguió camino hacia la lucha. Hizo a un lado a Elio y luego se propuso a abrazar a Emir para poder entrar en su interior y poder desplazar aquella presencia desagradable para volver a su amigo a la normalidad. Pero se encontró con unos ojos irracionales y despectivos y antes que siquiera pudiese tocarlo vio el cuchillo... e intentó voltearse para huir.

Sintió el dolor en un instante y algo liquido caliente que se esparcía en abundancia por su espalda. Cayó al piso y alcanzó a ver a Emir corriendo hacia el bosque con el cuchillo de punta curva ensangrentado, gritando de pavor antes de que todo a su alrededor se oscureciera.

36. Fuerza

 

Déjenme dormir.

Había tanto escándalo que Daesuke no podía descansar, la ilusión lo había dejado agotado y solo quería que lo dejaran en paz.

Hazlos callar.

No tenía la fuerza como para insultarlos, cuando ellos estuvieran durmiendo los molestaría de igual forma.

Hay gritos, están discutiendo... bueno ya era hora que todo dejase de ser color rosa.

Se sentía incómodo, había algo en esa discusión que le ponía en alerta, aunque realmente no le importaba de lo que estaban hablando.

El niño cara de rata está celoso. Eso es peligroso...

Sí, el niño cara de rata se estaba volviendo peligroso, ya se lo había advertido a la iluminada en la mañana. Tienen que controlarlo antes de que sea tarde, pero ahora era responsabilidad de ellos, él ya había avisado.

Váyanse discutir más lejos por todos los cielos...

Peligro.

Daesuke abrió los ojos, pero estaba desorientado. Algo había pasado, algo que lo puso alerta, la sombra estaba en algún lado pero no lograba enfocar la vista. Alguien temblaba a su lado, el niño encapuchado. Daesuke no se podía mover pero con mucho esfuerzo siguió la punta de la capucha del niño hasta distinguir una pelea de poderes.

Qué demonios....

El niño cara de rata ha caído...

Esta perdido...

La iluminada sangraba de un brazo en el piso.

Déjenlo ir, no tiene oportunidad.

Alina estaba frente a él, lo miró como buscando apoyo o consejo, o como si simplemente estuviera pensando.

¿Qué quiere? Ya tuve bastante con ella hoy...

Entonces la chica se dio media vuelta y empezó a correr hacia el niño cara de rata.

—¡NO! ¡PARA! —se sintió gritar sin saber por qué.

La matará...

Todavía no sabe controlarse...

La chica no entiende...

Daesuke vio como Alina se acercaba y el cara de rata levantaba un cuchillo de punta curva.

No...

La atacó por la espalda justo cuando Alina se volteaba, y la chica se desplomó en el suelo.

Aléjate de ella o te convierto el cerebro en pasta.

Con las últimas fuerzas que le quedaban se levantó decidido e invocó todo su poder en la mente del chico cara de rata, haciéndole ver todo aquello que lo aterrorizaba una y otra y otra vez. El chico gritó despavorido de miedo y salió corriendo intentando alejarse del demonio que se le acercaba. Llegó a Alina cuando ya estaba inconsciente en un charco de sangre y la volteó.

—¡Encapuchado! ¡Ven ya! —gritó, tanto con su voz como con su poder para obligar al aterrorizado niño a moverse.

¿Sobrevivirá?

¿Cómo voy yo a saberlo?

Hikaru trabajaba sin cesar pero poca esperanza se reflejaba en su rostro.

—Necesitamos irnos, no puedo curarla solo... Le ha tocado el hígado. Tenemos que llegar a las Logias.

—Además, Emir traerá nuevos amigos en breve. Vámonos. ¿Puedes cargar a Alina? –preguntó Elio ayudando a Mayra sin demostrar lo que pensaba en su rostro.

Daesuke tomó a Alina en sus brazos, parecía un contenedor vacío sin responder.

¿Cuánta fuerza te queda?

Muy poca, pero creo que la suficiente para llegar a las Logias, úsala.

37. La debilidad de la iluminada

Dolía. Mucho. Eso fue lo primero que sintió Alina cuando estaba despertándose de su ensueño. Cualquier pequeño movimiento que hacía le generaba un estallido de dolor en la espalda y náuseas, por lo que decidió quedarse quieta.

Se encontraba recostada boca abajo en una mullida y blanda cama con un poco de olor a humedad. Frente a ella solo veía una pared de piedra y por un momento no le importó mirar otra cosa. Sentía algo pesado y húmedo sobre su espalda.

Cuando encontró la fuerza de voluntad para girar su cabeza de lado, evitando gemir de dolor mientras lo hacía, se encontró con una silla antigua y grande en donde dormía, retorcido y emitiendo ronquidos suaves, Dai. En seguida de la silla venía otra pared de piedra que tenía una puerta de madera maciza con pestillos de hierro. Al otro extremo de la pequeña habitación podía ver un leve reflejo de una ventana, pero no mucho, todo estaba en penumbra.

Con cuidado estiró su brazo derecho hacia la silla y tiró gentilmente de la trenza de Dai, su espalda se quejándose si intentaba hacerlo de forma más brusca. El chico se despertó sobresaltado alejándose en seguida de su contacto.

—Al fin, pensamos que no te despertarías más —dijo mientras se desperezaba y bostezaba.

—¿Dónde estamos? —fue lo único que pudo pensar Alina para decir.

—En las Logias, logramos llegar lo suficientemente rápido, pensamos que te ibas a desangrar antes pero el encapuchadito tiene talento después de todo.

—¿Qué tan malo es?

—Depende a lo que llames malo, ¿te encuentras viva no es así?

—Detalles Dai, detalles.

—Tienes un corte de hombro derecho a cadera izquierda y una apuñalada al hígado. Sangraba mucho. Los hermanos de la razón te están tratando pero dicen que te quedará una cicatriz. Más fina de lo usual, pero no podrán eliminarla por completo. Has estado dormida durante un par de días y con fiebre.

—¿Hay alguna esperanza para Emir?

—No —respondió simplemente Dai.

En ese momento la puerta se abrió rechinando y Hikaru entró tambaleándose por el peso de un balde de agua, unos trapos y unos potes con un olor ácido y fuerte. Al verla despierta inclinó la cabeza y suspiró.

—Bueno, esa es una buena señal, la fiebre debe haber disminuido. Voy a cambiarte los vendajes —le dijo mientras bajaba la manta que la cubría hasta su cadera.

Alina razonó que no tenía nada que cubriera su pecho, aunque se encontraba boca abajo, y por instinto llevó los brazos a sus costados para cubrirse mientras se ruborizaba preguntándose que habrían visto Dai y Hikaru mientras ella se encontraba dormida.

—Quédate tranquila que no tenemos mucho para ver, tienes cuerpo de escoba —exclamó Dai al notar su reacción—. Voy a dar unas vueltas a ver si puedo encontrar ropas limpias.

Con estas palabras se fue de la habitación dejando al niño encapuchado trabajando rápidamente sobre su espalda quitando los vendajes viejos y limpiando la herida ignorando los gemidos de Alina. Por un momento, le pareció ver manchas rojas sobre las prendas de Dai.

—Sabes, no tuvimos tiempo a hacer una camilla, Dai te cargó en sus brazos durante todo el trayecto.

Entonces si eran manchas de sangre...

—Cuando llegamos estaba agotado, pero dijo que no confiaba en los "encapuchados", que para nosotros todo era un experimento y exigió estar mientras te tratábamos. Te ha acompañado estos días la mayor parte del tiempo, en esa silla.

—Dice que no hay esperanza para Emir, que los demonios no cambian una vez que son influenciados por la sombra... pero él ha cambiado. Cuando lo conocí estaba rodeado de algo opresivo y oscuro. A medida que fue pasando el tiempo noté que cambiaba y la sensación disminuía. No lo admite, pero ha cambiado. Quizás haya esperanzas después de todo para Emir.

—Quizás algunos quieran cambiar, quizás otros no. Eres una Maestra del alma, puede que tú puedas ayudar a cambiar, lo has hecho con Dai.

—No tengo ese poder, no puedo cambiar a las personas...

—No, pero funcionas como un catalizador.. mi teoría es que Dai quería cambiar en el fondo, pero no podía rodeado como estaba por esa atmósfera... tu poder debe ayudar a despejar las dudas... A veces hay sinergia en las personas, y eso ayuda a convertirlas en algo mejor de lo que antes eran. Tú puedes ver en lo más profundo del ser, esa sinergia debe ser aún más poderosa con Dai.

—Entonces si yo no estoy ¿volvería a hacer el mismo de antes? ¿Es todo lo que siente una mentira porque yo estoy cerca?

—¿Es una mentira cuando dos personas trabajan mejor juntas que separadas? No creo que conviertas a alguien en otras personas, simplemente traes lo mejor de ellas.

—Son muchos "quizás"...

—Si

—¿Y Emir? ¿Qué pasó...luego?

—Se fue corriendo como desquiciado hacia el bosque, ninguno de nosotros lo persiguió.

—¿Mayra?

—Está muy afectada, diría que deprimida pero es aún más que eso. Es como mirar un agujero oscuro. Esa luz que la rodeaba está apagada, casi no habla ni sonríe. Estamos en problemas Alina.

—Sabes Hikaru, no hablas como un niño –dijo Alina comenzando a dormirse nuevamente.

 

* * *

 

Pasaron un par de días sin que Alina se pudiese levantar de su cama. Hikaru venía a limpiarle las heridas, cada un par de horas y le hacía compañía pero realmente no había mucho más para hacer. Elio la mantenía al tanto del estado de Mayra, que no cambiaba, y se dejaba ver la preocupación que tenía. Tenía los ojos cansados y con ojeras, como si hiciera tiempo que no dormía y hablaba menos de lo usual. Decía que quería ir a hablar con los hermanos de la razón para encontrar alguna pista sobre la naturaleza de la iluminada y la sombra, pero no quería dejar a Mayra en ese estado.

Dai volvió a aparecer recién al segundo día, con ropas limpias, y se comió la mitad del desayuno de Alina haciendo caso omiso a sus protestas con la excusa de que no quería pedirles a los hermanos un desayuno tardío. Hikaru le había dicho que había dormido casi un día entero y arrasado con la comida de la cocina una vez que se fue de la habitación de Alina. Nadie de las logias vino a visitarla o a presentarse y, aunque Hikaru decía que los hermanos eran ermitaños, a Alina le pareció un poco grosero.

Finalmente, Alina pudo levantarse y salir de la cárcel de su habitación para conocer las famosas logias, pero primero iría a visitar a Mayra. Por suerte, el camino a la habitación de la iluminada era solo a unos metros y en seguida Alina decidió que no estaba pronta para caminar largos tramos.

Ya solo cuando posó su mano en el pestillo de la puerta para entrar en la habitación, notó la desolación que impregnaba el interior. Era sofocante y daba ganas de llorar. Titubeó un instante pero no le llevó tiempo tomar coraje para enfrentar lo que había adentro de la habitación, y abrió la puerta cuidadosamente.

La habitación era muy similar a la suya, mismo mobiliario, misma distribución, mismo tamaño. La única diferencia era el aire pesado que se respiraba y las náuseas hicieron flaquear las piernas de Alina. No era que oliese mal, era solo el repentino sentimiento de culpa, tristeza, impotencia e inseguridad que la atacó en el momento que abrió la puerta. Mayra se encontraba sentada en la cama, tapada hasta la cintura pero sin reposar su espalda en la cantidad de almohadas que le habían proporcionado. Tenía la vista perdida en un punto fijo y Alina no logró distinguir que parpadeara ni una sola vez. La luz que usualmente la rodeaba no estaba por ningún lado, solo sentía un vacío, como si alguien hubiese arrancado un trozo de ella misma.

Elio estaba a su lado en la misma silla que en la habitación de Alina había dormido Dai, pero Elio no dormía, tenía sus codos en las rodillas y apoyaba su rostro en sus manos.

—Mayra... —fue lo único que pudo decir Alina.

Fue hasta la cama y se sentó al lado de ella, era como estar al lado de una estatua. Las náuseas y el nudo en su estómago aumentaron.

—Mayra, mírame... —intentó con delicadeza girarla para enfrentarla, sin efecto.

—No logramos nada quedándonos así, tenemos que seguir, tiene que haber una forma de volver a encontrarnos con Emir, pero aquí encerrados no encontraremos nada.

No obtuvo respuesta. Mayra seguía inmóvil, sin parpadear.

—¿Cuánto tiempo puede estar en este estado? —preguntó a Hikaru.

—No lo sabemos —respondió con desesperanza.

—Mayra, sino despiertas todo estará perdido, ¿es eso lo que quieres? ¿Que gane la sombra? —exclamó un poquito más fuerte.

Nada.

De repente Alina no pudo soportarlo más, estaba a punto de vomitar, escapó de la habitación sin dar una mirada atrás y no paró hasta estar lejos. No le importaba su herida, no le importaba que casi no se podía mantener en pie, simplemente corrió. Cuando miró a su alrededor, no tenía idea de dónde estaba. No era que estuviese enojada, no era que no le importara, ella también se sentía traicionada e impotente por no haber podido ayudar a Emir. Si tanto poder tenía sobre las personas, ¿por qué no había logrado hacer algo por él? Los sentimientos de Mayra fueron muy fuertes, y si no salía de esa habitación sentía que iba a ser consumida por ellos. Solo necesitaba un rato para ella misma, necesitaba un poco de tiempo para pensar, un poco de tiempo para sacar ese vacío que le había transmitido Mayra antes de poder ayudarla.

Detrás de ella sintió que alguien venía corriendo, Hikaru la había seguido y se sintió un poco aliviada al verlo. Sin dejar que el chico emitiese ningún comentario exclamó.

—No quiero hablar de eso, Hikaru distráeme.

Hikaru inclinó a un costado su cabeza en cuestionamiento y, una vez más, Alina se preguntó cómo era posible que alguien tan cubierto pudiera ser tan expresivo.

—Te mostraré las logias. Pero primero déjame limpiarte la herida, estás sangrando de nuevo.

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