—¿Qué quería? —preguntó Shirla.
—El ecos había observado a los humanos cuando tenían relaciones sexuales. Sentía curiosidad por ese proceso. Pensaba que podría producir otro «nombre», como la clorofila que le había regalado Brion. Se volvió realmente seductora hacia el final.
Nos miró con ojos inquietos. Por primera vez, Salap parecía incómodo.
—¿Lo hiciste? —preguntó Shirla.
Salap sonrió y ladeó la cabeza.
—Tres meses después de vuestra partida, la semiesfera se marchitó —continuó—. Había fabricado los últimos globos y los había enviado con los vientos.
—¿Qué pasó con ella, con la imitación de Caitla? —preguntó Shirla.
—También se marchitó. Siguió interesada hasta el final, tratando de hablar, procurando sonsacarme secretos biológicos con la esperanza de crear más «nombres». Al fin dejó de moverse, y sólo emitía silbidos estridentes y ladridos.
»Cuando murió, la diseccioné para estudiarla, pero no había nada nuevo en su anatomía. La sepulté junto al cuerpo de Caitla Chung, en la nueva silva.
—Ella era una reina —dijo Shirla, tragando saliva, mirando el techo de fibra, mirándome a mí—. Viste a una auténtica reina, Olmy. Ojalá yo también hubiera podido verla. No creo que volvamos a tener esa oportunidad.
Shirla murió aquel invierno. Muchos murieron ese invierno, cuando el tiempo cambió y Petain empezó a decaer. El verdor llegó con su calamitosa primavera, pero entonces yo era otro hombre, sin Shirla. Fluía con la gente, con el río de la historia de Lenk.
Voy con Yanosh por la Vía en una fallonave, hasta la puerta de la pila geométrica. Los últimos evacuados de Lamarckia están subiendo a las naves de transporte. La situación se ha vuelto crítica allí, y el Hexamon ha ordenado que los evacuen a todos.
Dadas las dificultades de abrir una puerta en la pila geométrica, han pasado quince años desde que me rescataron. Rebecca ha muerto.
Todos salvo trescientos de los nueve mil lamarckianos restantes han pasado por la puerta. Mis dos hijos no están entre ellos. Han preferido quedarse, afrontar lo peor de los cambios, aunque sus probabilidades de supervivencia son casi nulas. En cierto modo, creo que les he dado una parte de mí mismo, haciéndolos como yo; un mal favor, a decir verdad.
Observo desde una nave deltoide mientras el último agente del Hexamon deja la puerta.
La puerta se cierra sola, y las pilas se vuelven inestables a pesar de los notables esfuerzos de los mejores abrepuertas.
La muralla de la Vía refulge con brillante luz violeta, luego parpadea verde y vibrante. El hoyuelo se llena y se alisa, y la superficie recobra el color del bronce recién fundido.
El fogonazo verde persiste en mis pupilas.
Me transformo en quien soy ahora.
FIN
Greg Bear, nacido en 1951, vive en Seattle, en el estado de Washington con su esposa Astrid (hija de Poul Anderson) y sus dos hijos. Bear se especializó en lengua inglesa por la Universidad de San Diego, aunque también utiliza los temas científicos en sus narraciones. Por ello ha sido considerado por algunos comentaristas y editores como uno de los modernos exponentes de una determinada ciencia ficción de tipo hard: la escrita por profesionales de la literatura interesados por la ciencia.
También es autor de varias novelas de fantasía:
THE SERPENT MAGE
e
INFINITY CONCERTO
, y ha sido ilustrador de revistas de ciencia ficción, lo que no suele ser habitual en los autores claramente encuadrados en la ciencia ficción hard, más caracterizados por su carrera profesional científica. Publicó su primera narración a los quince años de edad y, hasta la fecha, ha obtenido ya dos premios Hugo, cuatro premios Nébula y el premio Apollo de Francia. Entre 1988 y 1990 ha sido presidente de la
Science Fiction Writers of America (SFWA)
.
Los primeros Hugo y Nébula los obtuvo con el relato «Blood Music» (1983) cuya versión más extensa,
MÚSICA EN LA SANGRE
(1985), no obtuvo ningún galardón pese a lo que pueda sugerir la engañosa portada de la edición en castellano. Trata de un tema de biotecnología con la presencia de células capaces de pensar y que componen una especie de ordenador biológico que reconstruirá la humanidad.
Alcanzó un gran éxito con la novela
EÓN
(1985, prevista en
NOVA ciencia ficción
), que continúa en
ETERNITY
(1988, prevista en
NOVA éxito
). Trata de un nuevo mundo-universo descubierto en un asteroide hueco que se acerca a la Tierra. La fascinación por un universo alternativo y su nueva y enorme ingeniería aproxima esta obra a sus evidentes inspiradores: Clarke, Niven y Varley. Bear ha recuperado elementos de esa idea en la más reciente de sus novelas:
LEGADO
(1995,
NOVA éxito
, número 10), en torno a un mundo cuya biología permite la herencia de los rasgos adquiridos.
Otra obra de interés, una novela sobre una catástrofe planetaria, se titula
LA FRAGUA DE DIO
S (1987). Finalista al premio Hugo, su éxito popular fue la razón de que Bear escribiera la continuación en
ANVIL OF STARS
, que expande el último capítulo de
LA FRAGUA DE DIOS
.
También cabe citar la novela corta
HEADS
(1990) y la recopilación de relatos
THE VENGING
(1992), que incluye narraciones como
«Tangents»
(1986) que fue premio Hugo y Nébula, y
«Hardfought»
(1983) que fue premio Nébula. En colaboración con Martin Greenberg, Bear ha editado recientemente una antología de relatos de diversos autores con el título
NEW LEGENDS
(1995).
Con
MARTE SE MUEVE
(1993,
NOVA ciencia ficció
n, número 79), indiscutiblemente una de las mejores entre las recientes novelas sobre Marte, Bear ha obtenido el premio Nébula 1995. Su anterior novela,
REINA DE LOS ÁNGELES
(1990,
NOVA ciencia ficción
, número 5 4), fue finalista al premio Hugo de 1991 y obtuvo un gran éxito de crítica y público.
Datos actualizados a partir de CIENCIA FICCIÓN: GUÍA DE LECTURA de MIQUEL BARCELÓ, NOVA ciencia ficción, núm. 28, Ediciones B, Barcelona (1990).