La décima revelación (4 page)

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Authors: James Redfield

Tags: #Autoayuda, Aventuras, Filosofía

BOOK: La décima revelación
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La aparición del pájaro parecía haber aumentado mi energía y aun después de que hubo desaparecido en el horizonte seguí avanzando en la dirección de su vuelo. Caminé unos dos kilómetros más por una serie de colinas rocosas. En la cima de la tercera colina volví a paralizarme al oír otro sonido a lo lejos, un sonido muy semejante a agua que corre. No, era agua que caía.

Con cuidado bajé por la pendiente y atravesé una garganta profunda que me hizo evocar otra experiencia de dejavú. Escalé la siguiente colina y allí, más allá de la cima, estaba la laguna con cascadas, tal como las había imaginado, sólo que la zona era mucho más grande y más bella de lo que pensaba. La laguna en sí tenía casi una hectárea y albergaba en una cuna de pedrejones y salientes enormes su agua cristalina de un azul resplandeciente bajo el cielo de la tarde. Hacia la izquierda y la derecha había varios robles grandes, rodeados a su vez por un conjunto de arces más pequeños y árboles de caucho y sauces.

La orilla más alejada de la laguna era una explosión de rocío blanco y bruma, con la espuma acentuada por la agitación que generaban las dos cascadas más chicas que había en lo alto del cordón. Me di cuenta de que no había salida de la laguna. Desde allí el agua fluía bajo tierra, haciendo un recorrido silencioso hasta emerger como manantial de la gran vertiente junto al árbol de los cuervos.

Mientras admiraba la belleza del paisaje, la extraña sensación aumentaba. Los sonidos, los colores, la escena desde la colina… todo me resultaba de lo más familiar. Yo ya había estado en ese lugar. Pero ¿cuándo?

Bajé hasta la laguna y luego caminé por toda la zona hasta el borde, para probar el agua, pasando por las cascadas, para sentir el rocío de cada una de las cascadas hasta llegar a la cima de las grandes salientes, donde pude tocar los árboles. Quería sumergirme en el lugar. Por último, me recosté en una de las rocas más chatas, a seis metros de la laguna, y me volví hacia el sol de la tarde con los ojos cerrados, sintiendo sus rayos en la cara. En ese momento, otra sensación familiar invadió mi cuerpo: un calor especial y un afecto que no había sentido en meses. De hecho, hasta ese instante había olvidado su emoción y su carácter especiales, pese a que ahora me resultaba perfectamente reconocible. Abrí los ojos y me di vuelta, seguro de que estaba a punto de ver a alguien.

La revisión del viaje

En una roca situada más arriba, medio escondido por un borde que sobresalía, estaba parado Wil, con las manos apoyadas en las caderas y una amplia sonrisa. Lo veía ligeramente fuera de foco, de modo que parpadeé con fuerza y me concentré hasta que su cara de alguna manera se volvió más nítida.

—Sabía que estarías aquí —dijo. Bajó ágil del borde y saltó hacia donde estaba yo—. Te esperaba.

Lo miré incrédulo y me apretó en un abrazo; su cara y sus manos tenían un brillo luminoso, pero excepto eso parecía normal.

—No puedo creer que estés acá —balbuceé—. ¿Qué pasó cuando desapareciste en Perú? ¿Dónde has estado?

Me hizo un gesto para que me sentara frente a él en una roca cercana.

—Te contaré todo —dijo—, pero primero debo saber algo de ti. ¿Qué circunstancias te trajeron a este valle?

Le conté con todo detalle lo de la desaparición de Charlene, el mapa del valle y el encuentro con David. Wil quería saber más de lo que David había dicho, de modo que le conté todo lo que recordaba de la conversación.

Wil se inclinó hacia mí.

—¿Te dijo que la Décima tenía que ver con la comprensión del renacimiento espiritual en la Tierra a la luz de la otra dimensión? ¿Y con el aprendizaje de la verdadera naturaleza de las intuiciones?

—Sí —le dije—. ¿Es así?

Durante un instante pareció reflexionar y luego me preguntó:

—¿Cuál ha sido tu experiencia desde que entraste en el valle?

—Enseguida empecé a ver imágenes —respondí—. Algunas eran de otras épocas históricas, pero después empecé a ver visiones reiteradas de esta laguna. Vi todo: las rocas, las cascadas, incluso que alguien estaba esperando aquí, aunque no sabía que eras tú.

—¿Dónde te ubicabas tú en la escena?

—Era como que me acercaba y lo veía.

—O sea que era una escena de futuro potencial para ti. Lo miré de reojo.

—No sé si puedo seguirte.

—Como dijo David, la primera parte de la Décima tiene que ver con la comprensión más plena de nuestras intuiciones. En las primeras nueve revelaciones experimentamos las intuiciones como corazonadas fugaces o presentimientos vagos. Pero a medida que nos familiarizamos con estos fenómenos podemos captar con mayor claridad la naturaleza de estas intuiciones. Acuérdate de Perú: ¿acaso las intuiciones no se te presentaban como imágenes de lo que iba a ocurrir, imágenes de ti mismo y de otros en un lugar específico, haciendo determinadas cosas, llevándote a ir allí? ¿No fue ésa la forma en que supiste cuándo ir a las Ruinas Celestinas?

»Aquí, en el valle, ha estado pasando lo mismo. Recibiste una imagen mental de un hecho potencial: dar con las cascadas y encontrarte con alguien. Y pudiste vivirlo, provocando la coincidencia de descubrir de veras el lugar y encontrarme. Si hubieras ahuyentado la imagen o perdido la fe en buscar las cascadas, habrías perdido la sincronicidad y tu vida habría seguido siendo chata. Pero tomaste en serio la imagen; la mantuviste en tu mente.

—David dijo algo referido a aprender a
sostener
la intuición —comenté. Wil asintió.

—¿Y las otras imágenes —pregunté—, las escenas de épocas anteriores? ¿Y estos animales? ¿La Décima Revelación habla de todo esto? ¿Viste el Manuscrito?

Con un gesto de la mano Wil minimizó mis preguntas.

—En primer lugar, déjame hablarte de mi experiencia en la otra dimensión, lo que yo llamo la dimensión de la Otra Vida. Cuando pude mantener mi nivel de energía en Perú —empezó—, aun cuando todos ustedes sintieron miedo y perdieron su vibración, me vi en un mundo increíble de belleza y forma clara. Estaba allí, en el mismo lugar, pero todo era distinto. El mundo era luminoso y asombroso a un extremo que todavía no puedo describir. Durante mucho tiempo caminé por ese mundo increíble, vibrando aún más arriba, y luego descubrí algo muy sorprendente. Podía trasladarme a cualquier lugar del planeta, simplemente imaginando un destino en mi mente. Viajé por dondequiera que se me ocurría, buscándolos a ti y a Julia y los otros, pero no pude encontrar a nadie.

»Por fin empecé a detectar otra capacidad. Imaginando sólo un campo blanco en mi mente, podía salir del planeta y entrar en un lugar de ideas puras. Allí podía crear todo lo que quería, sólo imaginándolo. Hice océanos y montañas y paisajes fantásticos, imágenes de personas que se comportaban como yo quería, toda clase de cosas. Y cada una de las cosas era tan real como en la Tierra.

»No obstante, al final me di cuenta de que un mundo tan construido no era un lugar gratificante. El hecho de crear de manera arbitraria no me daba una satisfacción interior. Después de un tiempo volví a casa y empecé a pensar qué quería hacer. En ese entonces todavía podía volverme lo bastante compacto como para hablar en su mayor parte con personas de una conciencia superior. Podía comer y dormir, aunque no tenía por qué hacerlo. Por último me di cuenta de que había olvidado la emoción de evolucionar y experimentar coincidencias. La sensación de flotar era tan grande que creía erróneamente que por dentro seguía manteniendo mi conexión interior, pero de hecho me había vuelto demasiado controlador y había perdido mi camino. Es muy fácil perder el rumbo en este nivel de vibración, porque crear con la propia voluntad resulta muy simple e instantáneo.

—¿Qué pasó entonces? —pregunté.

—Me concentré en mi interior buscando una conexión más elevada con la energía divina, de la misma forma en que siempre lo hemos hecho. Era todo lo que hacía falta; mi vibración se elevó aún más y empecé a recibir otra vez intuiciones. Vi una imagen tuya.

—¿Qué estaba haciendo?

—No lo veía con exactitud; la imagen era borrosa. Pero al pensar en la intuición y sostenerla en mi mente empecé a ingresar en una nueva era de Otra Vida en la cual podía ver realmente otras almas, grupos de almas en realidad, y si bien no podía hablar con ellas, sí podía captar en forma vaga sus pensamientos y su conocimiento.

—¿Pudieron mostrarte la Décima Revelación? —pregunté.

Tragó y me miró como si estuviera a punto de arrojar una bomba.

—No. La Décima Revelación no se escribió nunca.

—¿Qué? ¿No forma parte del Manuscrito original?

—No.

—¿Existe siquiera?

—Ah, sí, existe. Pero no en la dimensión terrenal. Esta revelación todavía no entró en el plano físico. Este conocimiento existe únicamente en la Otra Vida. Sólo cuando un número suficiente de personas sientan en la Tierra esta información de manera intuitiva, podrá volverse real en la conciencia de todos como para que alguien lo escriba. Eso es lo que ocurrió con las primeras nueve revelaciones. De hecho, es lo que pasó con todos los textos espirituales, incluso nuestras más sagradas escrituras. Se trata siempre de información que existe primero en la Otra Vida y luego es captada con suficiente claridad en la dimensión física como para manifestarse a través de alguien que supuestamente la escribe. Por eso estos escritos se consideran de inspiración divina.

—¿Entonces por qué llevó tanto tiempo que alguien captara la Décima?

Wil me miró perplejo.

—No lo sé. El grupo de almas con el que me comunicaba parecía saberlo, pero yo no lo entendía muy bien. Mi nivel de energía no era lo bastante elevado. En cierto modo, tiene que ver con el miedo que surge en una cultura que pasa de una realidad material a una visión del mundo espiritual transformada.

—¿Entonces crees que la Décima ya está lista para llegar?

—Sí. Los grupos de almas vieron que la Décima está llegando ahora, poco a poco, a todo el mundo, a medida que vamos adquiriendo una perspectiva más elevada proveniente de un conocimiento de la Otra Vida. Pero debe ser captada por cantidades suficientes de personas, igual que las nueve primeras, para superar el miedo.

—¿Sabes de qué trata el resto de la Décima?

—Sí. Al parecer, conocer las primeras nueve no basta. Debemos comprender cómo cumpliremos ese destino. Dicho conocimiento deriva de captar la especial relación entre la dimensión física y la Otra Vida. Debemos comprender el proceso del nacimiento, de dónde venimos, el panorama más amplio de lo que la historia humana trata de realizar.

De pronto me vino una idea a la mente.

—Espera un momento. ¿No pudiste ver el texto de la Novena Revelación? ¿Qué decía de la Décima? Wil se agachó.

—Decía que las primeras nueve revelaciones describían la realidad de la evolución espiritual, tanto personal como colectiva, pero que en verdad, llevar a la práctica esas revelaciones, vivirlas y cumplir este destino requiere una comprensión más plena del proceso, una Décima Revelación. Esta Revelación nos mostrará la realidad de la transformación espiritual de la Tierra no sólo desde la perspectiva de la dimensión terrenal sino también desde la perspectiva de la dimensión de la Otra Vida. Decía que comprenderemos con mayor plenitud por qué estamos uniendo las dos dimensiones, por qué los seres humanos deben cumplir con este propósito histórico, y esta comprensión, una vez integrada a la cultura, asegurará su resultado final. También mencionaba al Medio, diciendo que al mismo tiempo que va emergiendo una nueva conciencia espiritual, una polarización reactiva surgiría en temible oposición, tratando de controlar en forma intencional el futuro con diversas tecnologías nuevas, tecnologías aún más peligrosas que la amenaza nuclear, que ya se descubrieron. La Décima Revelación resuelve esta polarización.

Se detuvo bruscamente y miró hacia el este.

—¿Oíste eso?

Intenté escuchar pero lo único que oía eran las cascadas.

—¿Qué? —pregunté.

—Ese sonido inarticulado.

—Ya lo había oído antes. ¿Qué es?

—No sé. Pero también se oye en la otra dimensión. Las almas que vi parecían muy perturbadas al respecto.

Mientras Wil hablaba, vi con claridad la cara de Charlene en mi mente.

—¿Crees que el sonido inarticulado se relaciona con esta nueva tecnología? —pregunté, como distraído.

Wil no respondió. Noté que tenía una mirada perdida.

—¿La amiga que estás buscando tiene pelo rubio? —preguntó—. ¿Y ojos grandes… una mirada muy inquisidora?

—Sí.

—Acabo de ver una imagen de su cara. Lo miré.

—Yo también.

Se volvió y contempló las cascadas por un instante. Yo seguí su mirada. La espuma y el rocío blancos daban un marco majestuoso a nuestra conversación. Podía sentir cómo crecía la energía en mi cuerpo.

—Todavía no tienes energía suficiente —advirtió—. Pero como este lugar es tan poderoso, creo que si yo colaboro y los dos nos concentramos en la cara de tu amiga, podemos pasar del todo a la dimensión espiritual y tal vez descubramos dónde se halla y qué está sucediendo en este valle.

—¿Estás seguro de que puedo hacerlo? —dudé.

Podrías irte, quizás, y yo te esperaría aquí. Su cara iba saliéndose lentamente de foco. Wil me tocó la parte inferior de la espalda para darme energía, otra vez sonriendo.

—¿No ves lo significativo que es el hecho de que estemos aquí? La cultura humana empieza a entender la Otra Vida y captar la Décima. Creo que tenemos una oportunidad de explorar juntos la otra dimensión. Sabes que esto es como un destino.

En ese momento oí el ruido inarticulado en el fondo, aun por sobre el ruido de las cascadas. De hecho, lo sentía en mi plexo solar.

—El sonido inarticulado aumenta —dijo Wil—. Tenemos que irnos. ¡Charlene podría encontrarse en problemas!

—¿Qué hacemos? —pregunté. Wil se acercó un poco más, sin dejar de tocar mi espalda.

—Debemos recrear la imagen que recibimos de tu amiga.

—¿Sostenerla?

—Sí. Como te dije, estamos aprendiendo a reconocer nuestras intuiciones y a creer en ellas en un nivel superior. Todos queremos que las coincidencias se presenten de manera más consecuente, pero para la mayoría de nosotros esta conciencia es nueva y estamos rodeados de una cultura que todavía actúa mucho según el viejo escepticismo. De ahí que perdamos la expectativa y la fe.

No obstante, empezamos a damos cuenta de que cuando prestamos plena atención e inspeccionamos los detalles del futuro potencial que nos es mostrado y sostenemos expresamente la imagen en el fondo de nuestras mentes, creyendo en forma intencional, todo lo que imaginamos tiende a ocurrir de una manera más fácil.

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