Kolonie Waldner 555 (8 page)

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Authors: Felipe Botaya

Tags: #Intriga, #Ciencia Ficción, #Bélico

BOOK: Kolonie Waldner 555
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»Señores, han pasado tres años desde esos cálculos y puedo garantizarles que nuestra tecnología ha avanzado lo suficiente para afirmar que tenemos la capacidad técnica para llevar a cabo ese Rayo Solar en muy poco tiempo. —Schutz parecía exultante ante la idea de una máquina como aquella. Cogió un tubo portaplanos y sacó un dibujo técnico de un metro y medio de largo por uno de alto y lo clavó en la pared con unas chinchetas. El dibujo realista que aparecía en él dejó a todos sin habla. Ni siquiera Helmut lo había visto previamente. Cuando hubo colocado el dibujo, Schutz comenzó a hablar—. Bien, aquí tienen el aspecto que tendrá el Rayo Solar del que les he estado hablando. Este dibujo es una primicia y ha sido realizado por uno de los delineantes técnicos, que también sabe dibujar de forma artística. ¿Qué les parece? —Todos observaban con gran detenimiento y sorpresa la excelente recreación gráfica de la increíble máquina espacial—. Es una pequeña sorpresa del departamento,
herr
Hauptsturmführer
Langert —dijo Schutz mirando a Helmut. Este sonrió.

El dibujo, a todo color, mostraba el planeta Tierra con un hemisferio de día y otro de noche. Sobre la Tierra y en órbita estaba una especie de satélite que era como la rueda de una bicicleta y conectado al eje central de esa rueda, sobresalía un eje sobre el cual un largo y estrecho brazo sostenía una parábola inmensa que apuntaba y emitía luz sobre una zona determinada del hemisferio de noche.

—Es increíble, doctor Schutz. ¿Realmente cree que es factible en poco tiempo? —preguntó con mucho interés Siegfried. Schutz no tenía dudas.

—Sí y precisamente por el motor antigravitatorio que estamos desarrollando. No será necesario lanzar varios cohetes y montar en el espacio toda la nave y su parábola. Es un tiempo precioso del que no disponemos. Se construirá en la Tierra y se pondrá en órbita por sí misma, hasta una altura superior a los treinta mil kilómetros. Al igual que la nave Andrómeda, tendrá su tripulación y las comodidades necesarias para la vida a bordo. Tenemos desarrollado todo el sistema interno de control y las diferentes dependencias a lo largo de esta parte. —Señaló la parte que correspondía al «neumático» de esa rueda—. La parte habitable de la nave sería todo esto y aquí la tripulación haría su vida y controlaría todo el mecanismo. Aquí debajo tendría la zona de recepción de naves discoidales que les proporcionarían todo lo necesario para su trabajo y vida diaria.

—Doctor Schutz, ¿hasta qué nivel de desarrollo han llegado? —preguntó Neustadt.

—En este momento, además de planos, tenemos construidas dos secciones de ese «neumático» de la rueda a escala 1:1, concretamente la que sería el puente de mando y habitaciones para la tripulación. Luego se lo mostraré. Siegfried también preguntó con indisimulado interés:

—Doctor Schutz, ¿qué hay del espejo parabólico? ¿Cómo será? —Schutz tomó el dosier con la información—. Con referencia al espejo, estamos trabajando el material y la dimensión. En el primer caso creo que trabajaremos natrio metálico como base reflectante y en cuanto a la dimensión, los últimos cálculos indican que con una parábola desplegable en etapas de dos kilómetros cuadrados es suficiente.

—He de reconocer que el dibujo impresiona, doctor Schutz. Ahora sólo falta que sea realidad y poder utilizarlo lo antes posible —dijo Neustadt—. De todas maneras, ¿qué plazo temporal de disponibilidad han calculado? ¿Es decir, cuándo puede estar en órbita? —Helmut intervino tras esta pregunta lógica de Neustadt.

—Doctor Neustadt, tal como estamos desarrollando el proyecto y teniendo en cuenta su magnitud, nuestra estimación abarca un período de un año y medio como mínimo. Estamos hablando de mediados o finales de 1945. Hablar de un período más corto sería engañarnos todos, máxime cuando estamos involucrados en varios desarrollos, todos ellos importantes para la victoria final.

Siegfried movió la cabeza negativamente:

—Tienes razón técnicamente hablando, Helmut, pero el tiempo es nuestro gran enemigo. Ese cañón solar en órbita a finales de 1944 o principios de 1945, sería un arma formidable. Más tarde de esas fechas es perder una gran oportunidad militar. —Helmut entendía la respuesta de Siegfried—. Sé que no es excusa, pero estamos involucrados en más de veinte proyectos todos ellos de la máxima importancia. Estamos en medio de la selva, en condiciones extremas y con problemas de suministros técnicos como se ha dicho al principio de la reunión. Puedes creerme si te digo que se ha avanzado muchísimo en muchos proyectos, pero esto no es Europa y las distancias siguen siendo un gran problema para nuestro trabajo. Dependemos de proveedores en toda Sudamérica, que trabajan para nosotros con determinación, eficacia y discreción. Pero también debemos desplazar a muchos técnicos a esos lugares para el control de la producción, de las calidades minimamente adecuadas y para conocer de primera mano qué sucede con nuestras solicitudes. No es fácil y así y todo vamos avanzando a buen ritmo.

Siegfried se sintió algo azorado ante aquella defensa de Helmut de sus hombres y su trabajo:

—No me malinterpretes Helmut, es cierto todo lo que dices, pero te garantizo que el trabajo en Europa no es fácil. Aquí no teneis que sufrir bombardeos continuamente, ni que las líneas del frente se estén acercando peligrosamente a nuestra patria. Si bien esto es la selva, hasta cierto punto vuestro ambiente de trabajo es más civil que el nuestro. Estamos cambiando instalaciones a toda marcha, lugares que antes eran seguros ya no lo son, vivimos como topos bajo tierra. Aquí también tenéis una instalación subterránea muy importante, pero esta reunión la hacemos casi al aire libre, sin estar preocupados por un bombardeo o los partisanos o cualquier otra amenaza que allí es real. —Helmut asintió las palabras de Siegfried. Era un buen amigo desde hacía años y sabía que no tenía nada contra él, sino el disgusto ante una nueva arma que podría acabar con las penurias del ejército alemán en todos los frentes.

El doctor Schutz intervino cuando Siegfried acabó la frase anterior:

—Bien,
Oberführer
Becker, creo que nadie trata de ser mejor que el otro o trabajar en condiciones diferentes. Sin duda no es un momento fácil para Alemania ni para los intereses de nuestro
führer,
pero volviendo a nuestro Rayo Solar, creo que será bueno que vean hasta dónde hemos llegado con las maquetas a tamaño real que ya hemos desarrollado y que he citado antes. —Y mientras recogía la documentación de ese proyecto y el excelente dibujo de la pared, continuó—. Vamos a entrar en el último apartado «Otros» donde hemos puesto, para esta reunión, aquellos proyectos de menor entidad pero que también son importantes para la victoria final. Por ejemplo el
Himmelstürmer
o
Einpersonnenfluggërat
. Como saben esta es una vieja solicitud de la Wehrmacht para zapadores, ingenieros y tropas de montaña, que ahora podemos convertir en realidad. Quiero que vean algo. —Schutz llamó por teléfono indicando que ya se podía hacer la prueba—. Si me quieren acompañar por favor —invitó a los visitantes a salir de la cabaña. Una vez fuera y mientras el sol y el calor se notaban con fuerza, un sonido potente se oyó detrás de unos árboles a poca distancia, incluso parecía que ascendía dicho sonido. De repente una visión increíble apareció ante ellos sobrevolando el árbol más alto.

—No puede ser cierto lo que veo… —exclamó asombrado Siegfried. Neustadt también miraba con incredulidad. Todos los demás asistían sonriendo a la sorpresa de los dos oficiales.

Un hombre sobrevolaba sin dificultad sobre ellos, tras pasar limpiamente sobre los árboles a su izquierda. No se apreciaban alas, ni nada que recordase a un avión o un planeador. Sencillamente volaba. Lentamente bajó hasta el suelo y se posó sin dificultad. El ruido era ensordecedor hasta que pulsó un botón y el motor se paró al instante con un leve bufido. A su espalda llevaba una especie de mochila cilíndrica con unos tubos flexibles que unían dos cilindros más pequeños al central.

—Quiero presentarles a nuestro piloto de helicópteros August Stukenbrok, que también es nuestro
Himmelstürmer
. —Tras esta introducción de Schutz, Stukebrok levantó su brazo y realizó el saludo hitleriano. Dos asistentes le ayudaron a desmontar la mochila que llevaba a su espalda y la dejaron sobre una mesa al lado de la cabaña de Helmut—. Bueno caballeros, lo que acaban de ver es un prototipo de un sistema personal de vuelo cuyo objetivo es que nuestros ingenieros o soldados de primera línea puedan pasar por encima de campos de minas, cruzar ríos, volar sobre búnkeres, zonas alambradas, etc. —Luego, acercándose a la mochila que descansaba sobre la mesa, indicó las diferentes partes que la componían—. Tenemos dos modelos, este es el más operativo y sólo se sitúa sobre la espalda. El que estamos desarrollando, que mejorará mucho el vuelo, dispondrá de una tobera estabilizadora en la parte frontal, también será más ligero, más silencioso y con mucho menor consumo. Este prototipo consume ochenta centímetros cúbicos de carburante por segundo. —Luego señaló algunas partes del equipo—. Aquí lleva la tobera central y dos tanques de aprovisionamiento, unidos por estos tubos. Uno es el combustible y el otro es el oxígeno que es alimentado a presión en la cámara de combustión. Aquí hay un giróscopo automático que hace que el usuario siempre vaya en posición vertical como han visto. Si se inclina, el sistema tiende a volver a la posición vertical. En estas dos varillas metálicas, a ambos lados, descansan los brazos y están los controles de vuelo. Este mando a la derecha es el velocímetro y aquí el botón de paro. Aquí debajo se halla el botón de arranque que activa un pequeño motor eléctrico y un sistema de ignición rápida. Para el despegue, el soldado debe recorrer una pequeña distancia, con pequeños saltos hasta que el sistema se enciende y empieza el vuelo. Hemos logrado saltos de hasta cincuenta metros de altura y casi cien de distancia. El nuevo modelo superará estas cifras. El tiempo de vuelo es corto y por ello apenas se calienta y por ahora no requiere una ropa especial anticalórica.

—Es impresionante, señores —dijo Siegfried con convicción—. ¡Puedo imaginarme un batallón de Fliegende Stürmtruppen atacando con estos propulsores un objetivo! —Helmut reía ante la ocurrencia de Siegfried, que ya veía escuadrillas de soldados voladores en el frente.

—Es una idea excelente, pero de todas formas —dijo Helmut— deberán ser mucho más silenciosos o los cazarán como pájaros… —Con algunas risas, pero teniendo claro que así debería ser, volvieron a la sala de la reunión en la cabaña de Helmut.

—Esto es otra cosa… —dijo Neustadt, agradeciendo el aire acondicionado— Ahora podemos trabajar bien. —Todos tomaron asiento y Schutz continuó su explicación—. El Himmelstürmer que acaban de ver en su versión superior mejorada y codificada como
HS21
estará disponible en tres meses, es decir en octubre de 1943. Creemos que su fabricación en serie podrá empezar a principios de 1944, seguramente en enero. —Luego entregó un sobre con el membrete GEKADOS a los visitantes—. Aquí tienen la información técnica y fotografías del prototipo
HS21
, para su conocimiento. Por nuestra parte ya hemos informado al OKW en Berlín de los adelantos de este proyecto. Están muy interesados. —Siegfried cogió el sobre agradeciéndole a Schutz la información.

—Nos parece muy interesante este desarrollo, pero tal como ha comentado Helmut en tono humorístico, debe ser mucho más silencioso. Por lo demás, adelante y seguiremos en contacto.

Helmut estuvo de acuerdo con Siegfried añadiendo:

—De hecho y sobre el papel cuando sea posible, este sistema personal de vuelo deberá ser impulsado por un sistema antigravitacional, sin consumo, silencioso e ilimitado en el tiempo. El problema es que el tamaño, hoy por hoy, no lo permite. Recordemos que lo carga una persona y eso tiene límites. —No hubo discusiones en este punto, estaba muy claro.

Schutz tomó de nuevo la palabra:

—Siguiendo con este apartado llamado «Otros», tenemos un proyecto que consideramos muy importante, el cual está en fase de inicio y que se trata de lo que llamamos «aire líquido» como arma y sistema de propulsión. Se tratará de un sistema de energía que podremos fabricar y almacenar. —Neudstadt mostró mucho interés.

—En qué consiste, doctor Schutz. —Este señaló una de las páginas del dosier, donde aparecía un estudio de viabilidad.

—Bien doctor Neustadt, si partimos de la base de que el aire es la combinación de muchos gases, donde destacan por su importancia y presencia el oxígeno en un sesenta y nueve por ciento y el nitrógeno en un veintiuno por ciento. El resto, como decía, son varios gases que representan sólo el diez por ciento restante del total. Si tenemos en cuenta este principio, para convertir un gas en líquido, el gas debe ser enfriado artificialmente hasta una temperatura que lo transmuta de gas a líquido. Sabemos que hay gases cuya conversión a líquido es muy compleja y difícil. De hecho, el problema es encontrar un sistema de frío suficiente para hacer la transmutación. Una vez que el gas, en este caso el oxígeno, ha sido convertido en líquido, podemos almacenarlo a presión en depósitos de acero y utilizarlo a conveniencia.

Schutz veía la cara de interés de sus interlocutores mientras continuaba con su disertación sobre el aire líquido.

—Hay versiones técnicas que dicen que el hidrógeno líquido y el aire líquido no pueden ser almacenados a presión debido a sus puntos bajos de ebullición. Nosotros hemos hecho pruebas que determinan sin duda alguna de que puede ser almacenado en termos, con algunas mejoras técnicas. Una botella metálica se encaja en otra igual algo más grande y en el espacio intermedio se crea el vacío. La botella interior se rellena con el aire líquido para que se mantenga frío. Es un excelente aislante y el interior se mantiene sin problemas durante años si es necesario. Por descontado que la botella térmica dispondrá de una válvula para la extracción del aire líquido necesario. Imaginen esto en depósitos aplicables a motores de submarino o aviación. —Schutz extrajo de un sobre un diagrama de un obús de artillería de ciento cinco milímetros—. De hecho y como seguramente sabrán, hemos utilizado el aire líquido como explosivo en obuses de artillería como el que les muestro en este plano. El nombre es Pressluft. El cañón que lo dispara tiene medio metro más de longitud que el convencional de ciento cinco milímetros y a ambos lados del deflector de salida dispone de unas ventilaciones de dos a tres centímetros de amplitud. El obús mismo es algo más largo que el convencional.

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