Kolonie Waldner 555 (11 page)

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Authors: Felipe Botaya

Tags: #Intriga, #Ciencia Ficción, #Bélico

BOOK: Kolonie Waldner 555
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—¿Han hecho pruebas sobre animales o seres humanos? Si es así, ¿cuáles han sido los resultados? —preguntó vivamente interesado Siegfried, adivinando los pensamientos de Neustadt.

—Creo que su pregunta debe ser respondida por el doctor Ingeniero Kurt Schroder que ha llevado a cabo dichas pruebas. Doctor Schroder, por favor —dijo Schutz dando la palabra al doctor. Este extrajo de una carpeta algunas fotos sobre la máquina y sus resultados.

—Como ha comentado el doctor Schutz, tras acabar los estudios teóricos del comportamiento de la Jaula Electromágnetica y su desarrollo físico con los elementos que ha comentado mi colega, hicimos varias pruebas con animales, simios y peces concretamente, ya que queríamos comprobar su funcionamiento en el medio acuático también. En el caso de los simios se comprobaba a los pocos minutos, entre tres y cinco dependiendo del tamaño, que el animal sufría una especie de parálisis facial y muscular general, que le impedía casi totalmente los movimientos normales. Su rostro adquiría una mueca que permanecía hasta su muerte y continuaba con el animal muerto. También había envejecido notablemente en ese corto espacio de tiempo. En el caso de los peces de río, duraban sobre los dos minutos tras sufrir también parálisis en sus aletas y membranas respiratorias. Creemos que en agua salada, que es un excelente conductor, el fin sería más rápido. El cuerpo del pez también adelgazaba rápidamente.

Neustadt intervino en este punto:

—Doctor Schroder, pero antes se ha comentado que el dispositivo se activa con el calor humano y en el caso de los peces que son de sangre fría y el agua también está fría, la cosa parece más difícil. —Schroder afirmó con la cabeza las palabras de Neustadt.

—Cierto y así lo pensamos, pero también sabemos que incluso el movimiento corporal del pez y sus aletas, provocan calor suficiente en un medio frío como para que el sistema lo detecte y se ponga en marcha. Eso hace este sistema de seguridad muy efectivo en cualquier medio. De hecho, cuanto más frío, mejor detecta el calor no sólo corporal, sino de movimientos. Imagínense en un barco hundido con material secreto en alguna de sus cámaras. El sistema sería operativo y si un buceador entrase sufriría la muerte en poco tiempo.

—Y en cuanto a seres humanos, ¿dispone de alguna información sobre resultados? —El doctor Schroder señaló unas fotos.

—Ahora les mostraré las fotos de un sujeto sometido a la Jaula Electromagnética. Primero vean esta. —Les mostró la foto de un hombre jóven, de aspecto europeo y vestido con ropa tropical—. Se trata de Alan Wilcox, un espía norteamericano, un tipo rudo que logró entrar en nuestras instalaciones ayudado por un brasileño. Mató a uno de nuestros guardias. Ambos fueron capturados. Se trata del único caso que hemos tenido por ahora. Bien, Wilcox fue encerrado en una cabaña; utilizamos como cebo a uno de nuestros hombres que habla inglés perfectamente, pues su madre es americana, que le indicó dónde podía obtener información sin demasiados riesgos. Luego le indicó que le dejaría libre con la información obtenida. Queríamos que Wilcox actuara de forma totalmente espontánea. Nuestro hombre le facilitó dinero para la huida y dejó la puerta de Wilcox sin cerrar. Todo esto lo seguimos con la máxima discreción. Tal como cabía esperar de un espía, Wilcox se dirigió en plena noche a la cabaña donde estaban los supuestos documentos que debía robar y que estaban dentro de un armario.

»Entró sigilosamente y se dirigió con una linterna que le había facilitado nuestro cebo hacia el armario. Nosotros no estábamos dentro, pero Wilcox, que no era precisamente un
boy scout
, se encontró con el horror en estado puro. Tras unos minutos pudo salir penosamente de la cabaña con claros síntomas de rigidez en su cuerpo. Su rostro mostraba una mueca horrible que no se le iba y que se convirtió en una deformidad permanente. No sólo estaba desfigurado facialmente, sino corporalmente ya que sus brazos se le habían quedado como fijados a su espalda en una posición muy forzada. Cayó al suelo tras franquear la puerta, con las piernas inmóviles y en una posición grotesca. Había adelgazado notablemente y había envejecido ¡más de quince años en unos escasos siete u ocho minutos! Vean las fotos de su transformación. —Neustadt y Siegfried quedaron visiblemente impresionados por el documento gráfico aportado. Compararon la foto de un hombre joven, con la de alguien consumido al borde de la muerte y con una mueca de terror indescriptible—. Y algo a añadir es que en el escaso tiempo de vida que le quedó, no recordaba absolutamente nada y casi no podía hablar. Estamos seguros de que no era amnesia temporal, sino definitiva. El sistema había absorbido su mente. Todo esto sucedió sin ruido alguno, ni gritos de la víctima. Con el brasileño ocurrió exactamente lo mismo, aunque fue introducido a la fuerza. Los efectos sobre este segundo ser humano fueron los mismos, aunque en menos tiempo.

Mientras miraba las fotos del desventurado Wilcox, Neustadt preguntó:

—Y ¿cómo se detiene la energía de la Jaula Electromágnetica? Supongo que se podrá entrar en el recinto en algún momento… —El doctor Schroder sonrió y señaló una pieza del sistema de funcionamiento en uno de los diagramas.

—Esta es una de las placas de cobre ultrapuro que desconectamos sin dificultad y la jaula deja de actuar. De todas maneras, estamos trabajando un sistema para su puesta en marcha y su detención a distancia. —El interés era creciente en los dos SS llegados desde Alemania.

—Le aseguro que lo que han desarrollado es de nuestro máximo interés. Es el sistema absoluto en seguridad —dijo Siegfried—. Nos gustaría verlo, pero no funcionando… —Hubo algunas risas entre los presentes.

—No hay problema, ya lo habíamos previsto también —indicó Schutz.

—Si les parece, podemos entrar en el tercer apartado de la reunión: «Estación Espacial» —dijo Schutz, tras un breve intervalo—. Es cierto que trabajamos sobre naves discoidales que hasta la fecha están siendo diseñadas para vuelos operativos en nuestra atmósfera, pero también es cierto que por su diseño y estructura, son capaces de hacer vuelos suborbitales y orbitales sin problemas, de ahí nuestra búsqueda de un propulsor que pueda trabajar en un medio como el espacial. Por ello, y siguiendo la cosmovisión de nuestro
führer,
un proyecto como el de una estación espacial fija, responde políticamente y militarmente a su deseo y visión de una Alemania fuerte e independiente. Le llamamos Andromeda-Gërat y actuará como nave nodriza en órbita, conteniendo en su interior varios
Haunebu
, espacio para las tripulaciones y zona de mando y control para la tripulación. La idea es que desde esta base se puede alcanzar cualquier punto de la Tierra en pocos instantes y detener cualquier ataque que vaya a producirse. —Schutz puso en la pared un plano de la estación Andromeda, donde se podían apreciar muchos de sus detalles internos—. Estamos trabajando sobre una base de forma cilíndrica de unos 275 metros de eslora, por quince de alto y una manga de quince también. Es decir, la sección es cuadrada. Los cálculos nos indican un peso de unas doscientas cincuenta toneladas para una estación óptima operativa y una tripulación fija de unas sesenta personas entre técnicos y militares. —Luego señaló un punto en el interior—. Aquí pueden ver el motor antigravitacional que propulsará y pondrá en órbita el ingenio. A ambos lados pueden ver la sección de mando con forma cilíndrica y que rodea al motor que les he indicado. En la parte más alta del conjunto se hallan las escotillas de entrada de las naves discoidales
Haunebau
que reposarán en el interior, aquí concretamente. Puede contener hasta seis naves. —Señaló el lugar dentro de la inmensa base—. La tripulación de la nave y los tripulantes de los diferentes discos que se hallen a bordo, tienen su lugar de descanso en los extremos del conjunto. Aquí pueden ver los depósitos de agua, comida, cocina, comedor, baños, sistema de climatización, sala de gimnasio, sala de reuniones, municiones, armamento, sistema de radar, etc. Puede estar hasta tres años en órbita sin necesidad de regresar a la Tierra. Sin lugar a dudas es el proyecto más ambicioso y complejo en términos de puesta en marcha y vuelo hasta su órbita. Sin duda alguna, Sudamérica es el lugar ideal para la construcción del mismo y su lanzamiento—. —Schutz se sentó en su lugar y prosiguió con su explicación—. En este proyecto estamos involucradas varias de nuestras bases en Sudamérica. De hecho, aquí trabajamos el motor, para una vez acabado ensamblarlo en el lugar del despegue. La parte metalúrgica, es decir los paneles metálicos exteriores y material de fundición necesario los estamos desarrollando en una empresa metalúrgica alemana en Brasil Metales Brasileiros, S. A., que una vez acabados y en diferentes envíos, se transportan a Chile hasta el enclave Dignidad, donde estamos ensamblando todo el ingenio y su despegue posterior, tal como he dicho hace un momento. Por altitud y lejanía es el sitio ideal. Desde allí despegará a mediados del año que viene. El enclave Heide en territorio argentino y el más próximo a nosotros, está trabajando todo el tema del aprovisionamiento y desarrollando alimentos preparados para aguantar mucho tiempo en condiciones óptimas de consumo. Nuestra base Antártica 211, nos ha ayudado mucho en estos avances alimenticios. También en Argentina y junto a la ciudad de Córdoba en el Instituto Aerotécnico, dirigido por compatriotas que nos ayudan secretamente, se está preparando la tripulación que pasará la mayor parte del tiempo en la estación. Hemos calculado un máximo de setenta y cinco días a bordo y un mes en tierra. En el enclave Atlantis, que dispone de un potente sistema de radar y localización de las flotas enemigas en todo el Atlántico sur, se está habilitando la base de control del lanzamiento y seguimiento en vuelo. Pueden ver todos estos puntos geográficos en el dosier que les he entregado.

Capítulo 4
Un anillo. Una historia

Inicios de 1944

—¿Cómo lo ves, Manuel? —preguntó el doctor Burton al joyero que examinaba con profesionalidad el anillo con una lupa de aumento. Este lo giraba pausadamente observando todos y cada uno de sus detalles.

El doctor Burton aprovechó aquellos dos días que tenía libre para intentar averiguar por su cuenta de qué iba todo aquel asunto misterioso y qué representaba ese anillo. Creía que podría ser una clave que quizás le ayudase a ver algo de luz. Conocía a Manuel Coelho, el joyero, desde hacía algún tiempo ya que le había comprado algunas joyas para su mujer y se había entablado una buena amistad entre los dos hombres. No era la joyería más lujosa de Manaos, era más bien de barrio, pero Burton vio enseguida que aquel hombre sabía mucho de su profesión y parecía abordable ante un tema «diferente».

—No creo que a mis amigos judíos de esta profesión les guste. Bueno. —Sonrió—. Es plata de ley de primera calidad. Está trabajado sobre un molde y acabado a mano. Es decir, ¿ve esta junta soldada tras la calavera? —Burton afirmó lo que Manuel le mostraba—. El anillo, antes de su realización, podía ajustarse a su usuario y se cerraba con la medida exacta. Estos símbolos que acompañan a la calavera son runas nórdicas, pero no sé qué quieren decir. He visto alguna vez algún anillo con runas pero era más un tema esotérico, creo recordar. Creo que algunos adivinos y brujas utilizan las runas para leer el futuro de sus clientes ¡Tonterias, créeme! —dijo casi enfadado— Incluso hay un símbolo que se repite a ambos lados de la calavera. No tengo muchas dudas de que se trata de algún símbolo nazi y concretamente SS. Y no lo digo por la cruz gamada, sino porque en el lado opuesto de la calavera hay una runa que en realidad son dos enmarcadas en un círculo. —Acercó la lupa a Burton que miró con atención—. A pesar del desgaste se adivina claramente a la izquierda la doble S junto a una runa que desconozco, con forma de flecha. —Burton afirmó lo que decía el joyero.

—Es cierto que aparece esa imagen a pesar del desgaste. ¡Qué curioso!

—No puedo entrar en muchos detalles sobre el origen de este anillo y cómo ha llegado a mis manos pero lo que explicas, Manuel, tiene coincidencias, en algunos puntos, con lo que yo sospechaba. —Manuel Coelho volvió al anillo y lo colocó de nuevo bajo la lupa, pero analizando su escritura interior.

—Hay dos iniciales que no soy capaz de adivinar qué letras son y luego claramente el nombre Stukenbrok, 20/4/40. Seguramente es el nombre del portador, aunque sólo es una suposición. —Burton recordaba las palabras del general Robert White y su irrupción en el hospital para llevarse a August Stukenbrok. El joyero había dado en el clavo—. Seguidamente se ve una firma, o lo que yo creo que es una firma. Destaca claramente una H mayúscula, como una inicial y lo que debe ser el apellido, que también empieza por H. Es una letra de trazo firme y puntiagudo en sus extremos. Con un poco de esfuerzo se puede leer. —Pasaron unos segundos—. Te parecerá increíble Edward, pero yo leo Himmler… H. Himmler. —Edward Burton se recostó en la silla desde donde observaba el trabajo del joyero junto a él. Resopló sonoramente.

—¿Sabes de alguien, Manuel, que pueda ayudarme a desentrañar la historia o lo que representa este anillo?

Sin decir palabra, Manuel se levantó y fue hacia un pequeño mueble de escritorio tras su mesa. Abrió un cajón y extrajo una caja con fichas escritas. Burton pensó que eran fichas de clientes de la joyería.

—Es posible que tenga a la persona que pueda ayudarte a saber de qué se trata. Recuerdo un cliente de Manaos mismo, el profesor en historia Lamberto da Silva, que ha vivido en Alemania hasta el inicio de la guerra en Europa y que regresó y trabaja para las universidades de Manaos y Río de Janeiro, en la cátedra de Historia de ambos centros. Habla alemán muy bien. Lo sé bien porque entablamos una buena amistad. Ahora hace tiempo que no le veo por aquí. ¡Aquí está! —Extrajo una ficha con varias anotaciones— Exacto, profesor Lamberto da Silva. La última vez que estuvo aquí compró un collar de perlas para su mujer. Bien, aquí tienes su dirección en la universidad de Manaos e incluso el teléfono de la cátedra de Historia. Perdona que no te dé su dirección privada. Creo que no sería ético. Es un hombre de confianza. —Burton sonrió.

—No te preocupes, es verdad. Creo que con esto tengo suficiente para seguir mi camino. Muchas gracias Manuel.

La Universidad Federal do Amazonas fue fundada en 1909 y aún conservaba la estructura imponente típica de algunos edificios de la ciudad, como el de la Ópera de Manaos. Burton había llamado a la cátedra de Historia desde el hospital y le habían pasado sin problemas con el profesor Lamberto da Silva. Por la voz se notaba un hombre adulto, pero rápido en las respuestas, de mente ágil. La verdad es que se sintió sorprendido por la llamada y la poca información que Burton le pudo dar al teléfono, pero no tuvo inconveniente en encontrarse con él al día siguiente. Burton aparcó su coche lo más cerca que pudo de la puerta principal y tras pasar por varias zonas ajardinadas con árboles inmensos y centenarios, accedió al recinto. La atmósfera universitaria del lugar le hizo recordar sus experiencias universitarias en medicina en la Universidad de Saint Louis. Le llamó la atención que no se veía a mucha gente. Oía sus pasos sobre el mármol del suelo mientras se acercaba al mostrador de recepción donde se hallaba un bedel. Este le indicó que subiese al primer piso. La cátedra de Historia estaba en la puerta número dos.

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