KOHAN, SILVIA ADELA

BOOK: KOHAN, SILVIA ADELA
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Cómo narrar

una historia

 

 

De la imaginación a la escritura:

todos los pasos para convertir una
i
dea

en una novela o un relato

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guías del escritor

 

 

 

Alba

 

© Silvia Adela Kohan, 2001

© de esta edición:
Alba Editorial,
s.l.u.

Camps i Fabrés, 3-11, 4.

08006 Barcelona
www.albaeditorial.es

© Diseño: P.
M
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Primera edición: junio de 2001

Segunda edición: marzo de 2003

Tercera edición: julio de 2004

Cuarta edición: junio de 2007

 

ISBN: 978-84-8428-104-7

Depósito legal:
B
-30 158-07

Impresión: Liberdúplex, s.l.u.

Ctra. BV 2241, Km. 7,4

Polígono Torrentfondo

08791 Sant Lloren
ç
d'Hortons (Barcelona)

 

Impreso en España

 

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas por las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.

(Contraportada)

El ser humano siente necesidad de contar lo que le pasa y lo que les pasa a otros. Sin embargo, transformar la idea en narración requiere una técnica precisa. Cómo narrar una historia explica paso a paso cómo a partir de una sensación, una imagen o un recuerdo es posible generar un argumento y darle forma literaria.

Con un enfoque eminentemente práctico, este volumen trata aspectos como:

· Trabajar con las ideas.

· Los pasos para la construcción del relato.

· Crear una atmósfera.

· Formas de narrar.

 

Las Guías del escritor son una serie de manuales prácticos ideados como ayuda y apoyo para todos los que deseen dominar el oficio de escribir. A través de ejemplos, ejercicios y utilísimas orientaciones, cada volumen cubre algún aspecto fundamental de la creación literaria. Una colección imprescindible para escritores noveles, redactores y estudiantes en general.

Sumario

 

1
El acto de contar

Entre la idea y la escritura

La narración literaria

El estilo propio

El proceso del relato escrito

Los momentos previos

Las fuentes productivas

Trabajar con la idea

La dificultad más común

Detenerse y delinear

2
Modos de plantear un relato

El ciclo narrativo

Una guía útil

Pasos de la construcción

Planteamiento, nudo y desenlace

Trazarse un esquema de funciones

Elaborar y planificar

Por qué un desarrollo y no otro

Cómo comienza la historia escrita

Cuándo acaba la historia escrita

3
El tratamiento de la intriga

Formas de narrar

Una escena, ¿por qué?

El resumen

La acción

Recurrir a las unidades

Distender el clima

Distintos tratamientos narrativos en el mismo relato

El mismo argumento contado de distintas maneras

4
Saber describir escenarios y actores

Se describe para contar algo

Crear una atmósfera

Las técnicas y el ritmo

Conviértete en un gran observador

5
La voz que narra

Qué hace el narrador

El narrador protagonista

El narrador testigo

El narrador omnisciente

Dos modalidades opuestas de narrador

Diálogo

Monólogo

6
El personaje es tu aliado

Su creación

7
Las funciones del tiempo y el espacio

Artificios literarios

Principales cometidos

8
Conclusión

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1

 

El acto de contar

 

El acto de contar es esencialmente humano. Sentimos necesidad de contar lo que nos pasa y lo que les pasa a otros para encontrar el sentido de la vida. Una forma de contar es escribir, narrar por medio de la escritura.

Pero muy a menudo dudamos a la hora de hacerlo, porque no sabemos cómo trasladar nuestras ideas al papel.

Cómo llevar a cabo el paso de la idea a la narración escrita, de qué depende que esa idea o ese sentimiento inicial -que puede ser una sensación, una imagen, una evocación- generen un argumento y cómo darle forma de cuento o novela, es de lo que trata este libro.

 

 

Entre la idea y la escritura

 

Al narrar contamos experiencias particulares o recontamos historias ajenas. El escritor retoma estas experiencias, parcial o totalmente, en forma consciente o inconsciente, parte del desorden de la vida y lo recrea, agregando, quitando, inventando lo que necesita para constituir un mundo novedoso y coherente que el lector disfruta, siempre que la historia (haya ocurrido o no) sea convincente.

Pero ¿es la idea -que para algunos es revelación y para
otros
,
invasión de algo que se necesita expulsar- previa a la escritura o se parte de un motivo, una palabra, una imagen, y sólo entonces empieza a entreverse su desarrollo?

Ambas posibilidades ocurren. Por ejemplo, Javier Marías es de los que necesitan escribir primero para encontrarse después con la idea. Dice al respecto: «En mi novela
Corazón tan blanco
he logrado averiguar sólo tras terminarla que trataba del secreto y de su posible conveniencia, de la persuasión y la instigación, del matrimonio, de la responsabilidad de estar enterado, de la imposibilidad de saber y la imposibilidad de ignorar, de la sospecha, del hablar y el callar».

La narración literaria

 

Una narración literaria es la construcción de
una historia ficticia (cuento o novela) a partir de una serie de convenciones que la ficción exige, trabajadas de tal modo que al lector le resulte tan creíble que llegue a olvidarse que tiene en sus manos sólo palabras que configuran personajes de papel.

Para su elaboración, numerosos son los puntos de partida y la forma de desarrollarla. Se puede partir de una idea simple o compleja, apenas perfilada o completa, ocurrida o imaginaria; que se ha experimentado y sufrido o que se ha inventado en su totalidad o mezclando parte de una historia ajena con parte de una vivida; y se puede enfocar desde la perspectiva que uno prefiera.

Innumerables son las chispas que encienden la idea;
unas pueden dar de sí más que otras, pero, en cualquier caso, una buena historia escrita sugiere algo que supera o va más allá de lo explícito o evidente. Si vas a contar las vicisitudes amorosas de un hombre y una mujer, por ejemplo, porque has seguido durante un tiempo los altibajos de una relación entre dos personas cercanas a ti y te impresionaron ciertos aspectos de la misma, deberás encontrar un significado universal que atraviese dicha experiencia, una intención que sustente el relato, conectada a la idea inicial. Para ello es un buen método preguntarte acerca de esos aspectos que te impresionaron, las causas de tu impresión, la inquietud que te provoca y te lleva a transformarla en narración literaria, y si realmente tus preocupaciones pueden ser las del género humano (factor universal, imprescindible) o se remiten a la mera anécdota privada (factor anecdótico, personal, prescindible).

Es decir, una narración literaria no es la copia de una historia que sucede en la realidad, la trasciende. Para ello su orden cronológico difiere del real y se adecúa a los fines del escritor.

El estilo propio

 

Desde el punto de vista literario no existe una idea mala o buena, sino que su eficacia depende de la forma en que la idea es tratada como relato, de la forma lingüística que se le da a los pensamientos. De dicha forma se desprende el estilo personal; cuanto mejor definido esté el estilo más nítidamente se percibirá la idea tratada. Hubo escritores como Kafka, Faulkner, Borges que consiguieron un estilo tan exclusivo que abrieron vías de experimentación para muchos otros.

No es necesario recurrir a una idea complicada, la más sencilla puede dar los mejores resultados siempre que exista una armonía entre qué se cuenta y cómo se cuenta. Como dice Mario Vargas Llosa en
Cartas a un joven novelista
: «Es la forma en la que se encarna lo que hace que una historia sea original o trivial, profunda o superficial, compleja o simple, la que da densidad, ambigüedad, verosimilitud a los personajes o los vuelve unas caricaturas sin vida, unos muñecos de titiritero. Esa es otra de las pocas reglas en el dominio de la literatura que, me parece, no admite excepciones: en una novela, los temas en sí mismos nada presuponen, pues serán buenos o malos, atractivos o aburridos, exclusivamente en función de lo que haga con ellos el novelista al convertirlos en una
realidad de palabras organizadas según cierto orden».

Cuando se habla del estilo del escritor se alude al lenguaje empleado, que responde a su modo de ver y sentir las cosas, y a una musicalidad interna que impone al texto.

Para encontrar el ritmo propio puedes hacer como Gao Xingjian, que graba el texto en un magnetófono y luego lo escucha a oscuras. Le preocupa la musicalidad, busca los efectos que nacen de la sonoridad de la lengua, de la repetición de ciertas palabras; de allí nace su estilo.

 

El proceso del relato escrito

 

Para escribir un relato hace falta tener una historia que por alguna razón merezca ser contada, pero tener una
buena idea no es tener una buena historia, y tener una buena historia no garantiza escribir un buen relato.

Por otra parte, existe una serie de dificultades que suelen presentarse cuando se plasma la idea; por ejemplo, la idea se deshilacha en muchas otras ideas, o su transformación en escritura resulta pobre. Para afrontarlas hace falta conocer las condiciones que rigen el proceso, imprescindibles en la tarea del escritor, como imperativos a la hora de pasar de la idea a la narración escrita.

Entre las principales, las siguientes:

1)
Pasar de lo general a lo particular y de lo particular a lo universal: prensar el tema y sus componentes
.

El escritor debe saber tomar la suficiente distancia de su experiencia personal, la que le aporta información de todo tipo para alimentar su idea, y tratarla de un modo trascendente. Distanciarse del «yo soy yo» para poder llegar al «yo soy otro» de los escritores clásicos.

De la multiplicidad en que estás inmerso extraes una experiencia particular que será el motor o el alimento de tu narración escrita.

Pero, aunque se trate de experiencias propias, el mundo escrito debe tener un significado universal. Esa es la clave para llegar al lector.

2)
Ir d
e
la totalidad al mundo narrado: construir la intriga
.

De todas las ideas posibles se toma una como hilo conductor que sufre una transformación entre su principio y su final. Se concretan los hilos que compondrán la trama, su intensidad y sus momentos de tensión o de cambio. Se selecciona el material respondiendo a un objetivo claro para conseguir una ficción creíble e interesante.

3)
Conectar el argumento con su forma: trabajar la trama
.

Contar implica transmitir una serie de informaciones sobre acontecimientos, personajes o momentos especialmente importantes o significativos para el emisor.

Para que la historia narrada pueda ser captada por un lector y para que el máximo número de lectores se sientan interesados por la misma debes articular la información contenida en esa historia, darle una valoración especial (y universal, para que pueda ser leída en distintas geografías y tiempos) mediante un entramado argumenta
l
que responda a una forma que consideres pertinente sólo para esa historia.

Las combinaciones que se operan con los materiales originan la forma interior de la obra narrativa. El escritor debe combinar y distribuir el material lingüístico componiendo un conjunto, probar nuevas formas de presentar la historia para conseguir el tono justo.

 

Delimita tu idea, concreta la historia a narrar y plantéate si prefieres una trama uniforme o una discontinua y fragmentaria para desarrollar esa idea que necesitas convertir en relato.

 

 

Los momentos previos

 

Los pasos inmediatamente anteriores a la escritura de la historia pueden aparecer sin que los busques o pueden ser programados por ti. Básicamente, estos pasos son los siguientes:

 

Estímulo impulsor

Muchos lo llaman inspiración, pero no
c
onsiste en algo mágico, sino que es el resultado de la predisposición a crear, de un móvil que domina al escritor y cada tanto debe ser expulsado.

Puede provenir de un sueño, de la lectura de un libro o un periódico, de la observación de una persona o un personaje del cine. Pero también puede tratarse de un germen que reside en la mente y de pronto toma forma.

Ricas canteras del escritor de novelas y cuentos están constituidas por las pasiones o los sentimientos extremos que haya experimentado en determinados momentos, debido a una necesidad íntima, una carencia, una inquietud.

Muchas veces, para la producción de una idea escrita, para su «puesta en texto», se usa la metáfora del parto. Parir requiere una espera previa: si se fuerza, se corre el riesgo de abortar. Con la idea ocurre algo parecido, la diferencia es que ésta no es una espera pasiva, sino que su aparición se puede provocar mediante actividades que despierten la necesidad de su expulsión, tanto para desarrollar la idea inicial como para superar los bloqueos (una idea interesante deja de serlo después de unas cuantas páginas, o simplemente no se sabe continuar la historia).

En resumen, provocar el estímulo es posible, pero no hay que forzar su aparición.

 

El momento en que percibes un fogonazo, un impulso emocional, es el momento de disponerte a escribir. Lleva siempre contigo una pequeña libreta y no te canses de apuntar aunque lo que se te ocurra te parezca banal. Apunta todo: acumula objetos, sensaciones, descripciones...

 

Documentación

Las fichas de documentación sobre la materia a tratar y los bocetos previos a la escritura definitiva son instrumentos que suelen facilitar la tarea. Muchos escritores se documentan durante largo tiempo sobre aspectos que, los citen posteriormente o no, conocerán lo suficiente como para que el lector perciba una ambientación, el entorno que rodea a los personajes con sus mínimos detalles, aunque no esté descrito en el texto.

La documentación consiste en reunir detalles específicos sobre la situación a desarrollar para que esa situación resulte creíble. Por ejemplo, si se quiere plantear un envenenamiento, es conveniente conocer la mayor cantidad posible de productos, sus indicaciones de uso, sus efectos, etc. Si se desea transmitir cierta atmósfera, es necesario confeccionar un inventario de olores, sabores, tipos de plantas, colores del cielo, etc. A medida que recogen más datos, algunos escritores rehacen tres, cuatro y cinco veces sus bocetos sobre el futuro relato.

No inicies la escritura definitiva hasta que no sepas cómo es cada uno de tus personajes; su atuendo, su estatura, su edad, su forma de pensar y de hablar, a qué clase social pertenecen; cómo es el lugar en el que suceden los hechos: las texturas, los matices, el espacio cerrado con sus muebles u objetos, los exteriores, etc.; en qué momento actúan, así como quién es el narrador.

Puedes recoger información suficiente en fichas encabezadas con cada temática a tratar, como: «Contenido de una cocina», «Especies de un bosque», «Armas de fuego», etc. En esta tarea son útiles los diccionarios temáticos especializados, te aportarán abundante información. Patr
ick
O'Brian, autor de algunas de las mejores novelas
náuticas, se inventó así una experiencia de navegación que no tenía; nunca navegó, ni siquiera sabía hacer un nudo marinero. Sin embargo, marinos consumados releen sus novelas.

Al mismo tiempo, la documentación puede aportarte ideas. El contenido de las fichas te puede ofrecer una vía a transitar en un momento de estancamiento.

Sin embargo, ninguna documentación que no puedas hacer pasar por «tu corazón y por tu estómago» te será realmente útil. Esto quiere decir que te servirá en su aspecto técnico o informativo solamente cuando puedas vivenciar los datos recogidos y sentirlos tal como los siente el personaje concebido.

 

Una vez que tienes el tema y la base argumental, te conviene documentarte: ver, leer, investigar sobre el tema. Aunque después no utilices toda la documentación recogida, es imprescindible que conozcas en detalle el mundo que construyes.

 

Base argumental

En la base argumental se une el estímulo impulsor con la documentación.

Es el planteamiento de una historia coherente, una anécdota, una narración cronológica de los hechos principales, la materia reforzada por la documentación recogida, que manipularás hasta otorgarle un sentido particular.

Sin embargo, no es conveniente desarrollar la base argumental a partir de la lógica, sino de las emociones
que una anécdota, una idea, una visión te provocan y generan ese argumento. Tus vivencias, más que tu razón, deben rellenar los huecos.

Puedes partir de un incidente, tener clara la historia hasta un punto determinado y luego, para encontrar nuevos caminos y continuar, formularte hipótesis. Así, puedes aplicar la conocida fórmula de Gianni Rodari, «qué pasaría si», consistente en imaginar distintas variantes de los hechos a partir de lo último que has escrito y elegir la adecuada. Si lo haces de este modo, lo ideal es elegir la respuesta que con más fuerza perciben tus sentidos: conseguirás que la historia resulte más convincente.

 

Un argumento no es la narración literaria. Es la base de la intriga, una historia que atraviesa tus sentidos, y que podrás organizar en una trama, desmontándola y otorgándole la forma que prefieras.

 

 

Las fuentes productivas

 

Evidentemente, provengan de donde provengan, espontáneas o motivadas, las ideas suelen ser el resultado de un proceso interior.

Gustavo Martín Garzo vincula el encuen
tro
de la idea con la actitud de un ladrón que va a la aventura: «Sucede antes de escribir y mientras estás escribiendo. Pero el primer momento es aquel en que tú, de pronto, recibes esa especie de llamada, de advertencia acerca de que ahí hay
algo que es valioso para ti, que tienes que recogerlo y tienes que irte con ello a otro lado. Es difícil de explicar. Hay una figura que a mí me gusta mucho como metáfora. Es la figura del ladrón. Pero un ladrón que saliera a robar sin una idea exacta de lo que anda buscando. Que no va buscando el dinero, aquello que es fácilmente convertible, lo que un sistema determinado considera el paradigma del valor. Sino que va buscando aquello que es valioso de otra forma, de una manera más secreta, de una forma más misteriosa. Sería un ladrón que entra en una casa llevado por la intuición, por el presentimiento, que no sabe muy bien lo que busca, pero que sí que sabe, cuando de pronto se encuentra con algo valioso, reconocerlo».

¿De dónde provienen las ideas que pueden ser el primer impulso para escribir una historia, la base sobre la que se sustenta la misma o la continuación de una historia que has iniciado y dejado interrumpida?

Entre otras fuentes, de las siguientes:

 

De un episodio vivido

La situación más insignificante puede conducirte a una novela.

Cuenta Patricia Highsmith que cierta vez unos chiquillos invadieron con su griterío su espacio de trabajo. Al principio se sintió molesta, y unos meses después escribió una historia protagonizada por un arquitecto que se veía incordiado por unos chiquillos que se burlaban de él. La situación fue creciendo en su imaginación; las relaciones entre los chiquillos y el protagonista se complican hasta que lo acaban asesinando. La tituló
Los bárbaros
.

Sugerencia: Presta atención a todos aquellos incidentes que afecten tu ánimo, toma nota de ellos y verás que se irán espesando hasta ser el origen de una larga historia.

 

De la prensa diaria

Si lees como un detective a la caza de un objetivo, la prensa diaria contiene numerosas sugerencias para narrar una historia. Entre las noticias recopiladas puedes seleccionar las que te traen ciertas evocaciones, las que te remiten a un lugar o a unos personajes, las que te aportan datos para una historia. El origen de
Lolita
, según cuenta su autor, Vladimir Nabokov, está en un periódico: «Según recuerdo, el primer estremecimiento de inspiración, en cierto modo, lo provocó de manera un tanto misteriosa un relato de un periódico, creo que del
Paris-Soir
, acerca de un mono del zoológico de París, el cual, después de diez meses de haber sido adiestrado con halagos por los científicos, produjo el primer dibujo al carbón trazado por un animal, y ese esbozo, reproducido por el periódico, mostraba los barrotes de la jaula de la pobre criatura».

La propuesta general es que copies los titulares que atraigan tu atención en una libreta cada día; pueden servirte como lista de ideas.

¿Cómo se aprovechan después?

Como matriz de una historia o como historia secundaria dentro de la principal.

 

Las propuestas específicas son las que siguen, con sus correspondientes sugerencias.

1) Lees la noticia, rescatas una evocación y estableces una cadena de asociaciones a partir de la evocación.

 

Ejemplo:

La noticia:

 

Manifestación de estudiantes para reclamar la enseñanza gratuita
.

 

Sugerencia: Te evoca tu etapa estudiantil.

Cadena de asociaciones: Recuerdas al compañero que encabezaba los actos
/
imaginas cuál habrá sido su destino, lo conviertes en personaje y escribes su historia.

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