El hombre unidimensional (23 page)

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Authors: Herbert Marcuse

BOOK: El hombre unidimensional
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Los principios de la ciencia moderna fueron estructurados
a priori
de tal modo que pueden servir como instrumentos conceptuales para un universo de control productivo autoexpansivo; el operacionalismo teórico llegó a corresponder con el operacionalismo práctico. El método científico que lleva a la dominación cada vez más efectiva de la naturaleza llega a proveer así los conceptos puros tanto como los instrumentos para la dominación cada vez más efectiva del hombre por el hombre
a través
de la dominación de la naturaleza. La razón teórica, permaneciendo pura y neutral, entra al servicio de la razón práctica. La unión resulta benéfica para ambas. Hoy, la dominación se perpetúa y se difunde no sólo por medio de la tecnología sino
como
tecnología, y la última provee la gran legitimación del poder político en expansión, que absorbe todas las esferas de la cultura.

En este universo, la tecnología también provee la gran racionalización para la falta de libertad del hombre y demuestra la imposibilidad «técnica» de ser autónomo, de determinar la propia vida. Porque esta falta de libertad no aparece ni como irracional ni como política, sino más bien como una sumisión al aparato técnico que aumenta las comodidades de la vida y aumenta la productividad del trabajo. La racionalidad tecnológica protege así, antes que niega, la legitimidad de la dominación y el horizonte instrumentalista de la razón se abre a una sociedad racionalmente totalitaria:

Se podría llamar filosofía autocràtica de las técnicas a aquella que toma el conjunto técnico como un lugar en el que las máquinas son usadas para alcanzar el poder. La máquina es sólo un medio; el fin es la conquista de la naturaleza, la domesticación de las fuerzas naturales mediante un primer avasallamiento: la máquina es un esclavo que sirve para hacer otros esclavos. Una inspiración dominante y esclavista puede encontrarse paralelamente a la búsqueda de libertad para el hombre. Pero es difícil liberarse trasfiriendo la esclavitud a otros seres, hombres, animales o máquinas; reinar sobre una población de máquinas que someten a todo el mundo es todavía reinar, y todo reino implica la aceptación de esquemas de servidumbre.
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La incesante dinámica del progreso técnico ha llegado a estar impregnada de contenido político, y el Logos de las técnicas ha sido convertido en un Logos de continua servidumbre. La fuerza liberadora de la tecnología —la instrumentalización de las cosas— se convierte en un encadenamiento de la liberación; la instrumentalización del hombre.

Esta interpretación ligaría el proyecto científico (método y teoría),
anterior
a toda aplicación y utilización, a un proyecto social específico, y vería el nexo precisamente en la forma interior de la racionalidad científica, esto es, en el carácter funcional de sus conceptos. En otras palabras, el universo científico (es decir, no las proposiciones específicas sobre la estructura de la materia, la energía, etc., sino la proyección de la naturaleza como materia cuantificable, guiando el tratamiento hipotético hacia la objetividad y su expresión lógico-matemática) sería el horizonte de una práctica social concreta que se
preservaría
en el desarrollo del proyecto científico.

Pero, incluso aceptando el instrumentalismo interno de la racionalidad científica, esta asunción no establecería todavía la validez
sociológica
del proyecto científico. Concediendo que la formación de los conceptos científicos más abstractos todavía mantiene la interrelación entre sujeto y objeto en un universo dado del discurso y la acción, el nexo entre la razón teórica y la práctica puede ser entendido en formas muy diferentes.

Esta interpretación diferente es ofrecida por Jean Piaget en su «epistemología genética». Piaget interpreta la formación de conceptos científicos en términos de diferentes abstracciones de una interrelación general entre sujeto y objeto. La abstracción no procede ni del mero objeto, de tal modo que el sujeto funcione sólo como el punto neutral de observación y medida, ni del sujeto como vehículo de la pura razón cognoscitiva. Piaget hace una distinción entre el proceso de conocimiento en matemáticas y en física. El primero es abstracción «en el interior de la acción en cuanto tal».

Contrariamente a lo que se dice a menudo, los entes matemáticos no son el resultado de una abstracción a partir de los objetos, sino más bien de una acción efectuada en el seno de las acciones como tales. Reunir, ordenar, mover, etc., son acciones más generales que pensar, empujar, etc., porque se refieren a la coordinación misma de todas las acciones particulares y entran en cada una de ellas como factor coordinador.
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Las proposiciones matemáticas expresan así una adecuación general al objeto», en contraste con las adaptaciones particulares que son características de las proposiciones verdaderas en física. La lógica y la lógica matemática son una acción sobre un objeto cualquiera, es decir, una acción adecuada de forma general»,
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y esta «acción» es de validez general en tanto que

esta abstracción o diferenciación se extiende hasta el mismo centro de las coordinaciones hereditarias, porque los mecanismos coordinadores de la acción siempre se refieren, en sus orígenes, a coordinaciones reflejas e institutivas.
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En física, la abstracción procede del objeto pero esto se debe a acciones específicas por parte del sujeto, así la abstracción asume necesariamente una forma lógico-matemática porque,

las acciones particulares dan lugar al conocimiento sólo si están coordinadas entre ellas y si esta coordinación es, por su propia naturaleza, lógico-matemática.
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La abstracción en física remite necesariamente a la abstracción lógico-matemática y la última es, como pura coordinación, la forma general de la acción: ola acción como tal» (
«l'action comme telle»
). Y esta coordinación constituye la objetividad porque conserva estructuras hereditarias, «reflexivas e instintivas».

La interpretación de Piaget reconoce el carácter práctico interno de la razón teórica, pero lo deduce de una estructura general de acción que, en última análisis, es una estructura hereditaria, biológica. El método científico descansaría finalmente en una fundación biológica que es supra —(o más bien infra—) histórica. Es más, si se concede que todo conocimiento científico presupone la coordinación de acciones particulares, no veo por qué tal coordinación es, «por su misma naturaleza» lógico-matemática, a no ser que las «acciones particulares» sean las operaciones científicas de la física moderna, en cuyo caso la interpretación sería circular.

En contraste, con el análisis más bien psicológico y biológico de Piaget, Husserl ha ofrecido una epistemología genética que está centrada en la estructura socio-histórica de la razón científica. Me referiré aquí a la obra de Husserl
144
sólo en tanto que acentúa el grado en que la ciencia moderna es la «metodología» de una realidad histórica dada, dentro de cuyo universo se mueve.

Husserl comienza por afirmar que la matematización del universo llevó a un conocimiento práctico válido: en la construcción de una realidad «ideal» que podía ser «correlacionada» efectivamente con la realidad
empírica
(pág. 19; 42). Pero el logro científico llevaba de rechazo a una práctica precientífica que constituía la base original (el
Sinnesfundament
) de la ciencia galileana. Esta base precientífica de la ciencia en el mundo de la práctica (
Lebenswelt
), que determina la estructura teórica, no había sido puesta en duda por Galileo; es más, fue disimulado (
verdeckt
) por el desarrollo posterior de la ciencia. El resultado fue la ilusión de que la matematización de la naturaleza creaba una «verdad absoluta autónoma» (
eigenständige
) (págs 49 s), cuando en realidad, permanecía como un método y una técnica específicos para la
Lebenswelt
. El
velo
ideal (
Ideenkleid
) de la ciencia matemática es así un velo de
símbolos
que representan y al mismo tiempo enmascaran (
vertritt
y
verkleidet
) el mundo de la práctica (pág. 52).

¿Cuál es el intento y contenido precientífico original que se preserva en la estructura conceptual de la ciencia? La
medida
en la práctica descubre la posibilidad de utilizar ciertas fórmulas, configuraciones y relaciones básicas, que están universalmente «disponibles como siempre iguales, para determinar y calcular exactamente objetos y relaciones empíricas» (pág. 25). A través de toda abstracción y generalización, el método científico conserva (y enmascara) su estructura técnica precientífica; el desarrollo de la primera representa (y enmascara) el desarrollo de la segunda. Así, la geometría clásica «idealiza» la práctica de acotar y medir la tierra (
Feldmesskunsi
). La geometría es la teoría de la objetificación práctica.

Sin duda, el álgebra y la lógica matemática construyen una realidad ideal absoluta, libre de las incalculables incertidumbres y particularidades de la
Lebenswelt
y de los sujetos que la viven. Sin embargo, esta construcción ideal
es
la teoría y la técnica de «idealizar» la nueva
Lebenswelt
:

En la práctica matemática alcanzamos lo que nos es negado en la práctica empírica; esto es, la
exactitud
. Porque es posible determinar las formas ideales en términos de
identidad absoluta..
. Como tales, se hacen umversalmente alcanzables y disponibles… (pág. 24).

La coordinación (
Zuordnung
) de lo ideal con el mundo empírico nos permite «proyectar las regularidades anticipadas de la
Lebenswelt
práctica»:

Una vez que se poseen las fórmulas, se posee la
visión anticipada
que se desea en la práctica.

—la visión anticipada de aquello que se espera en la experiencia de la vida concreta (pág. 43).

Husserl subraya las connotaciones técnicas precientíficas de la exactitud y la fungibilidad matemática. Estas nociones centrales de la ciencia moderna salen a la superficie no como meros subproductos de la ciencia pura, sino como pertenecientes a su estructura conceptual interna. La abstracción científica de lo concreto, la cuantificación de las cualidades, que da exactitud tanto como validez universal, envuelven una experiencia concreta específica de la
Lebenswelt
: un modo específico de «ver» el mundo. Y este «ver» a pesar de su «puro», desinteresado carácter, es ver sin un determinado contexto práctico. Es anticipar (
Voraussehen
) y proyectar (
Vorhaben
). La ciencia galileana es la ciencia de la anticipación y proyección metódica y sistemática. Pero —y esto es decisivo— de una anticipación y proyección específicas, o sea, aquella que experimenta, abarca y configura el mundo en términos de relaciones calculables, predecibles, entre unidades exactamente identificables. En este proyecto, la cuantificación universal es un prerrequisito para la
dominación
de la naturaleza. Las cualidades individuales no cuantificables se levantan en el camino de una organización de los hombres y las cosas de acuerdo con el poder medible que debe ser extraído de ellas. Pero es un proyecto sociohistórico específico, y la conciencia que asume este proyecto es el sujeto oculto de la ciencia galileana; la última es la técnica, el arte de la anticipación extendida hasta el infinito (
ins Unendliche erweiterte Voraussicht
: pág. 51).

Pero precisamente porque la ciencia galileana es, en la formación de sus conceptos, la técnica de una
Lebenswelt
específica, no
trasciende
y no puede
trascender
esta
Lebenswelt
. Permanece esencialmente dentro del marco experimental básico y dentro del universo de fines establecido por su realidad. Según la formulación de Husserl, en la ciencia galileana el «universo concreto de la causalidad se convierte en matemáticas aplicadas» (página 112); pero el mundo de percepción y experiencia,

en el que vivimos toda nuestra vida práctica, permanece como lo que es, en su estructura esencial
inalterado
en su propia y concreta causalidad… (pág. 51, cursivas mías).

Una declaración sugestiva, que se corre el riesgo de minimizar, y sobre la que me tomo la libertad de hacer una posible interpretación. La declaración no se refiere simplemente al hecho de que, a pesar de la geometría no euclidiana, nosotros percibimos y actuamos todavía en un espacio tridimensional; o que, a pesar del concepto «estadístico» de causalidad, todavía actuamos, con sentido común, de acuerdo con las «antiguas» leyes de causalidad. Ni tampoco contradice la declaración los perpetuos cambios en el mundo de la práctica diaria como resultado de las «matemáticas aplicadas». Lo que está en juego es mucho más: el límite inherente de la ciencia y el método científico establecido gracias al cual ellos extienden, racionalizan y aseguran la
Lebenswelt
prevaleciente sin alterar su estructura esencial; esto es,
sin plantear un modo cualitativamente nuevo de
«ver» y sin plantear relaciones cualitativamente nuevas entre los hombres y entre el hombre y la naturaleza.

Con respecto a las formas de vida institucionalizadas, la ciencia (tanto la pura como la aplicada) tendría así una función estabilizadora, estática, conservadora. Incluso sus logros más revolucionarios serían sólo una construcción y destrucción de acuerdo con una experiencia y organización específica de la realidad. La continua autocorrección de la ciencia —la revolución de sus hipótesis que es construida dentro de sus métodos— propaga y extiende en sí propia el mismo universo histórico, la misma experiencia básica. Conserva el mismo
a priori
formal, que lucha por un contenido práctico muy material. Lejos de minimizar el cambio fundamental que ocurrió con el establecimiento de la ciencia galileana, la interpretación de Husserl señala el rompimiento radical con la tradición pre- galileana; el universo instrumentalista del pensamiento era en realidad un nuevo horizonte. Creó un nuevo mundo de razón teórica y práctica, pero ha permanecido comprometido con un mundo específico que tiene sus límites evidentes; en teoría tanto como en la práctica, en sus métodos puros tanto como en los aplicados.

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