Efecto Mariposa (30 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Efecto Mariposa
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Había mucha gente, algunos que conocía de la despedida de soltero, pero a la mayoría no los había visto en su vida. Tommy le había comentado que la mitad del pueblo estaría allí, que era la costumbre invitar a todos los vecinos.

«Casarse es algo muy audaz —se dijo. Pero luego se concentró en Richie y estuvo a punto de cambiar de idea. No había tenido ocasión de verlo junto a Cindy, pero no podía negarse que hacían una linda pareja—. Maldita sea, ambos tienen esos ojos de carnero típicos de los enamorados.»

Cuando llegó el momento de los votos, el sacerdote hizo la tradicional petición de que si alguien tenía algo en contra del matrimonio, que hablara ahora o callara para siempre, y Tommy trató de contener una risita cuando se imaginó a sí mismo levantándose y gritando a pleno pulmón: «¡No pueden casarse, al novio le gusta mi polla!»

—Ni se te ocurra —dijo Sasha como si le hubiera leído el pensamiento.

—No estoy haciendo nada —susurró Tommy.

—Y espero que no lo hagas. Mira a Richie, se ve muy feliz.

Era cierto. En ese momento, los novios se besaban y los invitados aplaudían y avanzaban para felicitarlos.

Richie les hizo un gesto para que se acercaran. Ya les había advertido que tras las bendiciones tendrían que pasar a la sacristía, donde se celebría el matrimonio civil.

Sasha fue el primero en llegar y le dio un prolongado abrazo a Richie y otro bastante discreto a Cindy.

Tommy también abrazó a ambos aunque notó cierto rechazo por parte de la novia que le supo un tanto amargo.

«Malagradecida —pensó—. Si no fuera por mí, no lo tendrías a él. Y yo te follé primero.»

El matrimonio civil se celebró rápidamente y Tommy y Sasha estamparon sus firmas junto con Brenda y Carol, las amigas más cercanas de la novia.

«Y que también han probado al novio. ‘El matrimonio tiene caminos misteriosos…’», se dijo Sasha evocando las palabras del sacerdote, y se reunió con Tommy en la puerta.

—Uf, ya está. —Tommy le sujetó el brazo y suspiró—. Ya está casado, no se puede volver atrás.

—Quién lo diría… —murmuró Sasha—. Nuestro Richie ha sentado cabeza. Ya nos llegará el turno…

—¿El turno de casarnos?

—No, tonto. El turno de sentar cabeza. Los hombres no se casan entre ellos, hasta donde yo sé.

Tommy lo siguió, rumiando esas palabras. Los hombres no se casaban, aunque sería bueno que pudieran hacerlo. Esa había sido una de las pocas creencias que compartía con Randy en el grupo.

4

Caminaron hacia la granja de los Porter, donde se iba a celebrar el festejo. La familia había instalado amplios toldos en el jardín para proteger tanto del sol como de la siempre presente llovizna inglesa.

Bajo los toldos cientos de fuentes y bandejas con comida había sido dispuesta a modo de
buffet
para que los invitados se sirvieran lo que quisieran. En otro toldo habían colocado el bar donde un camarero servía las bebidas.

Una curiosa costumbre había sorprendido a Sasha: los invitados tenían que pagar las bebidas, Tommy le explicó que con lo aficionados que eran los británicos a la bebida cualquiera podría arruinarse si tenía que pagárselas a todos los invitados y con este arreglo todos estaban contentos: la gente bebía lo que quería y los novios no se salían del presupuesto.

Ryan los llamó al alegre grupo que formaban las amigas de Cindy y el resto del clan Porter. Se sentaron juntos y la hermana menor de Richie se quedó hablando con Tommy, mientras Sasha era acaparado por Brenda, la mejor amiga de la novia.

«Querida, tú y Richie tenéis los mismos gustos», pensó Tommy cuando Rachel comenzó a coquetearle de un modo tímido y el flamante esposo le cuchicheó al oído que su hermana le había dicho que lo encontraba absolutamente divino.

Sasha, en cambio, dejó muy claro a todos que era gay, y aunque nadie dijo nada, notó las miradas curiosas que varias de las señoras le dieron, especialmente la madre de Cindy. Indiferente, siguió hablando con Brenda y con Robert mientras bebía un vaso de vodka.

—Lo pedí especialmente para ti —dijo Richie señalando la bebida—. Compré unas botellas para ti y por si alguien más quería probarlo.

—¡Yo quiero! —se animó Brenda y Alice la miró escandalizada.

Sasha le sirvió un vaso medio lleno, sonriéndole mientras se lo tendía:

—Debes beberlo de golpe. Esa es la costumbre.

—Y tirar el vaso a la chimenea, pero me da que eso va estar más difícil —dijo Tommy.

—Si le rompes uno de sus vasos a mi madre, te matará —dijo la menor de los Porter—. En serio, matará a cualquiera que le estropee la vajilla o la cristalería.

Brenda miró el vaso, dudosa. No quería decepcionar a Sasha, así que tomó aire y bebió el vodka de un trago, luchando con el ardor que bajaba por su garganta y por no soltar el vaso y exponerse a la ira de la señora Porter. Sus ojos se abrieron mucho pero disimuló bien el efecto apoyándose en el brazo de Sasha.

—Eso es —aprobó el ruso—. ¿Sientes cómo quema tu garganta y se desliza hacia tu estómago? Se puede beber con arándano, pero yo lo prefiero puro.

—Ryan, por favor tráele un vaso de agua a esta mujer que se está poniendo morada. —Tommy disimuló la risa con una tos—. Es mejor dejar a los rusos con sus maneras de beber el vodka, yo te recomendaría beberlo con bastante naranja —añadió con una sonrisa amable.

Algún alma caritativa alcanzó a Brenda un refresco que ella bebió rápidamente. La música invitaba a bailar y, animada por el vodka, tomó a Sasha de la mano y lo llevó hacia la zona donde bailaban los más jóvenes.

Tommy se apoyó en el hombro de Richie y se acercó a susurrarle en el oído.

—Ésa es una chica que no se rinde. Se ha sorprendido cuando Sasha ha dicho que es gay, pero estoy seguro de que cree que puede cambiarlo. Como suele decirse «no ha encontrado a la chica adecuada». ¿O será que cree que tendrá la suerte de Cindy?

Richie le guiñó un ojo y salió a bailar con su flamante esposa, que se veía radiante y segura de sí misma. Tommy la odió por un segundo: le había robado a Richie.

—¡Vamos a bailar! —pidió Rachel tomándolo del brazo y se dejó arrastrar hacia el alegre grupo.

Tommy bailó con las amigas de Cindy que eran muchas y se enzarzó con los pocos jóvenes de su edad en una amistosa competencia por quién bailaba mejor. Nadie habría dicho que era la pena de separarse de Richie la que lo hacía lanzarse en esa espiral de alegría fingida.

5

La confesión de Sasha de su opción sexual había tenido un efecto devastador en su popularidad con las amigas de la novia. Sólo Brenda permanecía junto a él, mirándolo con sus hermosos ojos color avellana, como si quisiera descifrarle la mente.

Cuando dejaron de bailar, ella se animó a preguntarle:

—¿Por qué vistes de blanco?

—Me gusta el color. Hace contraste con Tommy.

—¿Y qué tiene eso que ver?

—Todo —repuso Sasha deliberadamente y al verla sonrojarse, añadió—: Además, en noviembre trabajaré en un laboratorio farmacéutico y me estoy adaptando desde ahora. —Sus ojos risueños desmintieron la seriedad de sus palabras y Brenda se echó a reír.

—¿En cuál laboratorio obligan a sus empleados a vestir de blanco en una boda? —replicó, siguiéndole el juego.

—Thot Labs —respondió con orgullo—. Estuve allí por tres años pero lo dejé para hacer un postgrado. Ahora regresaré.

El rostro de Brenda se ensombreció un poco.

—Dicen cosas terribles de la industria farmacéutica. ¿Eres médico?

—No. Soy licenciado en administración de empresas. ¿Qué cosas dicen?

—Er... sobornos y corrupción, contratos millonarios para introducir medicamentos a países en vías de desarrollo. Opiniones compradas...

—No todo funciona así —se defendió Sasha, aunque lo que decía Brenda era la cruda realidad del sector—. También se destina mucho dinero a la investigación de enfermedades y a abaratar los costos para que las medicinas estén al alcance de todos.

—Pero no habéis encontrado la cura para el SIDA o el cáncer.

Los pensamientos de Sasha volaron hacia Freddie y replicó con pesar:

—No. Se hacen avances importantes, se aprende cada día más, pero aún no hemos tenido éxito en eso.

—¿Sabes qué creo? Creo que el dinero tiene la culpa de todo. Las farmacéuticas prefieren invertir en desarrollar lo que les dé más dinero. Por eso los medicamentos para el SIDA cuestan tanto aunque todos sepan que no se curarán. Y sólo están al alcance de pocos.

Sasha tuvo que reconocer que tenía razón. Incluso en Thot Labs pasaba eso y había sido la causa de algunas discusiones entre Alex y Angel.

—El dinero no es malo —aseguró—. Lo malo es lo que algunas personas hacen con él.

—Y quizá algún día, cuando tengas tu propio laboratorio, puedas cambiar eso. —Brenda le sonrió y lo que había sido un comentario casual fue asumido por Sasha como un compromiso.

6

Tommy se alejó de la fiesta aprovechando que Rachel había sido acaparada por un primo al que no veía hacía años. De pronto se sentía abrumado y tenía necesidad de estar a solas.

«Son tantas cosas juntas… Tantos recuerdos…»

Caminó hacia la casa y desde allí contempló a los invitados. Los Porter charlaban con los padres de Cindy, Robert y su esposa iban de un lado a otro atendiendo a los invitados, Ryan bromeaba con las amigas de la novia. Incluso Sasha se veía muy entretenido hablando y bailando con Brenda. Era la primera chica heterosexual, después de Angel, con quien el ruso parecía hallarse a gusto.

Su vista se posó en Richie y Cindy, que se sonreían el uno al otro mientras iban tomados de la mano a buscar algo para beber.

«Parece que sobro aquí.»

Se sentía vacío y era un sentimiento egoísta. Pero no podía evitarlo viendo a Richie interactuar despreocupadamente con sus familiares, como si el Richie que mostraba fuera el verdadero cuando Tommy sabía perfectamente que no era así.

«Y por eso prefiere irse lejos. Ya nada será lo mismo. Estará solo con Cindy y luego… seguramente querrán tener hijos. Un hijo…»

Pensó en un pequeño Richie pelirrojo y sonrió al imaginarlo corriendo por el jardín y escondiéndose en la casa luego de hacer una travesura. Su mirada recorrió los escalones que llevaban al porche y los subió con lentitud, mientras el deseo de conocer los lugares donde Richie había pasado su infancia se hacía más fuerte.

Casi sin darse cuenta entró y comenzó a recorrer las habitaciones, buscando…

—Es aquí —susurró al ver la puerta entreabierta de una cálida habitación en la parte delantera. Unas maletas junto a la cama eran la evidencia del inminente viaje de luna de miel de los novios.

Sus ojos se humedecieron mientras acariciaba el cuero de una de ellas, despidiéndose de ese objeto inanimado como le habría gustado despedirse de Richie, aunque ya no habría tiempo para eso. Los novios partirían a Escocia y luego Richie se iría a Nueva York a hacer todos los arreglos mientras Cindy volvía a Londres por unos días más antes de partir definitivamente.

Quién sabe cuándo volvería a ver a Richie. Ese Richie tan suyo y a la vez tan ajeno. Ese Richie que había elegido una vida lejos de él…

—Dragón.

Se volvió bruscamente, limpiándose las lágrimas. Allí estaba Richie, con una sonrisa agridulce.

—Te busqué en la fiesta. —Cerró la puerta y avanzó hacia él—. ¿Qué pasa?

—Nada.

—Estás llorando.

—Qué tonto, ¿verdad? No debería llorar en tu boda. Quiero que seas feliz, que tengas toda la felicidad del mundo…

—¡Tommy!

Se abrazaron sin más, como habían hecho tantas veces, buscando refugio el uno en el otro como si no quisieran separarse.

«Esta es la verdadera despedida, la definitiva. Ya no habrá marcha atrás», se dijo Tommy y con un esfuerzo enorme pronunció:

—Deberías volver a la fiesta. Cindy te echará de menos.

—Vine a buscar el equipaje. Nos iremos en unos minutos. Conoceré Escocia sin ti, Dragón.

—Tienes que ir al castillo de Eilean Donan, en la isla Skye. Cuando mires desde sus almenas los tres ríos que rodean la isla, con su azul interminable, piensa en mí.

—Oh, Tommy.

—Ahora vete.

—No puedo. No sin antes decirte algo. —Richie lo aprisionó entre sus brazos y susurró muy quedo en su oído—: Te amo, pero eso ya lo sabes, ¿verdad? Te he amado desde el día en que te vi en el sexshop y ese amor no ha hecho más que aumentar con los años.

—Richie…

—Déjame terminar. Sé que me amas, pero también sé que hay distintas formas de amar. Y también sé que amas a Sasha de un modo en el que no me amarás a mí jamás. Quédate con él, Tommy. Mereces ser feliz, ambos lo merecen.

—No te entiendo, Richie…

—Yo amo a Cindy también, cielo. Y tengo la necesidad de alejarme para darme la oportunidad de ser feliz.

—Es que no tienes que irte… por mí…

—¿No lo entiendes? El que atraviese tu fuego no puede salir indemne. Yo sólo quiero…

—Lo que sea. Pídeme lo que sea y lo haré.

Richie sonrió aflojando el abrazo para quitarle las gafas y perderse en esos ojos azules por un momento.

—Lo primero: debes quedarte con Sasha. Y lo segundo, quiero un beso de los tuyos. Algo que me haga recordarte hasta que nos volvamos a ver.

—Eso último puedo hacerlo. —Tommy lo besó lentamente, dulcemente, tratando de poner donde ya no habría palabras los sentimientos que se le desbordaban y amenazaban con ahogarlo.

Se besaron con la agridulce ternura de la próxima despedida, dejándose llevar hacia un lugar que por ese breve instante sería sólo de los dos.

Entonces la puerta se abrió y se separaron bruscamente.

—Aquí estás. —Sasha estaba en el umbral con una expresión indescifrable—. Cindy pregunta por ti, Richie.

El pelirrojo retrocedió, avergonzado. Pero no había reproche en la mirada de Sasha, sólo entendimiento.

—Fue una suerte que entrara yo primero o se habría liado una buena. Ryan viene hacia aquí, os llevará a la estación.

—¿Necesitas ayuda con las maletas? —Tommy se puso las gafas e hizo amago de coger el equipaje.

—Descuida, tengo mucha ayuda.

Ryan y Robert entraron y cada uno tomó un par de maletas. Cuando se quedaron solos de nuevo, Richie se volvió hacia Sasha, lo abrazó con fuerza y le susurró muy quedo:

—Ya sabes lo que tienes que hacer. —Dicho esto, los miró a ambos con los ojos húmedos y avanzó hacia la puerta—. Os llamaré apenas pueda. Adiós, hasta siempre.

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