Authors: Isaac Asimov
Tags: #Ciencia Ficción, Misterio, Fantástica, Cuentos
Henry acababa de terminar con el ritual del café y los interrumpió con voz levemente agitada.
—Gracias, Sr. Avalon —dijo—. Aprecio su preocupación. Sin embargo, la situación podría aclararse si le explicara algo al Sr. Gordon. —Se volvió hacia el invitado y continuó animadamente—. Sr. Gordon, en media docena de ocasiones he podido señalar uno que otro punto respecto de algún problema que surgió durante las comidas. Los misterios en sí mismos eran bastante triviales y no en absoluto del tipo que podría interesarle a un policía. Sé muy bien que para solucionar el tipo de casos que le interesa a la policía, lo más importante son antecedentes, informantes, tareas relacionadas con procedimientos más bien tediosos y la cooperación de muchos hombres y organismos diferentes. Todo esto está mucho más allá de mis habilidades. En verdad, no habría podido hacer incluso lo que hice si no hubiera sido por los otros miembros del club. Los Viudos Negros son hombres ingeniosos que encuentran respuestas complicadas a cualquier problema. Cuando han terminado y suponiendo que ninguna de esas complicadas respuestas sea la correcta, algunas veces puedo sortear las complicaciones y llegar a la simple verdad. Eso es todo lo que hago, y le aseguro que no vale la pena que me ponga a prueba.
Gordon asintió con la cabeza.
—En otras palabras, Henry, si hay un asesinato de una patota, y tenemos que seguir a media docena de delincuentes e investigar sus coartadas o intentar conseguir algunos testigos que no estén demasiado asustados para que nos cuenten lo que sucedió, usted no podría ayudarnos.
—En absoluto, señor.
—Pero si tengo una extraña hoja de papel que contiene algunas palabras que pueden tener algún sentido, o pueden no tenerlo, pero que requieran pensar un poco y evitar las respuestas complicadas para buscar la simple verdad, ¿entonces usted podría ayudarnos?
—Probablemente no, señor.
—¿Pero le echaría una mirada al papel para decirme lo que piensa?
—¿Es ésa la prueba, señor?
—Supongo que la podemos llamar así —dijo Gordon.
—Bien, entonces. El Sr. Gonzalo es quien preside esta noche —dijo Henry asintiendo lentamente con la cabeza—. Si él está dispuesto a permitirle que presente ese problema, puede usted hacerlo con arreglo a las normas del club.
Gonzalo estaba incómodo.
—Adelante, teniente. Muéstreselo —dijo con tono desafiante.
—Un momento —dijo Trumbull, apuntando a Gonzalo con su grueso dedo—. ¿Lo has visto tú, Mario?
—Sí.
—¿Pudiste entender algo?
—No —dijo Gonzalo—, pero es el tipo de cosas que Henry puede solucionar.
—No creo que debiéramos poner a Henry en un aprieto como éste —intervino Rubin.
—El anfitrión tiene derecho, señor —dijo Henry—. Estoy dispuesto a echarle una mirada.
Gordon sacó un pedazo de papel, doblado en cuatro, del bolsillo superior del chaleco, lo levantó por encima de su hombro y Henry lo tomó. El camarero lo miró un momento y luego lo devolvió.
—Lo siento, señor —dijo—, pero no veo otra cosa fuera de lo que está escrito.
Drake extendió la mano.
—¿Puede pasarlo alrededor? ¿Tiene algún inconveniente, Sr. Gordon?
—No tengo ningún inconveniente en que lo vean —dijo Gordon, y se lo dio a Halsted, que estaba a su derecha. Halsted lo leyó y lo pasó. Hubo silencio absoluto hasta que el papel completó la ronda y volvió a Gordon. Este lo miró un instante y lo guardó nuevamente en su bolsillo.
El mensaje, escrito con pésimos trazos, decía: ¡Ay de vosotras, Jezabeles! Rahab ha de morir.
—Suena a algo bíblico —dijo Gonzalo—, ¿no es cierto? —y miró automáticamente a Rubin, que era la autoridad bíblica del grupo.
—Suena a algo bíblico —confirmó Rubin—, y puede ser que lo haya escrito algún fanático de la Biblia, pero no es una cita de ella. Les puedo asegurar eso.
—Nadie pone en duda tu conocimiento de la Biblia, Manny —dijo Avalon conciliatorio.
—Esa nota le fue entregada a una chica a la entrada de un restaurante en el cual las candidatas a Miss Universo celebraban una conferencia de prensa —informó Gordon.
—¿Quién la entregó? —preguntó Trumbull.
—Un vagabundo. Le dieron un dólar por entregársela a una chica y no pudo describir a la persona que se la dio, aun cuando dijo que era un hombre. No hay ninguna razón para pensar que el vagabundo fuera nada más que un intermediario. Lo investigamos.
—¿Hay huellas digitales? —preguntó Halsted.
—Una cantidad de manchas superimpuestas. Nada útil.
—¿Supongo que las Jezabeles mencionadas en la nota son las jóvenes del concurso de Miss Universo? —inquirió Avalon con su tono más adusto.
—Me parece un razonamiento natural —dijo Gordon—. El problema es, ¿cuál de ellas?
—Todas, diría yo —observó Avalon—. En la nota se utiliza el plural, y el tipo de persona que aplica ese término en tal contexto no hace diferencias muy finas. Cualquiera que presente su belleza para que sea juzgada a la vista públicamente sería una Jezabel. Todas ellas serían Jezabeles.
—Pero, ¿y la segunda frase? —preguntó Gordon.
—Les explicaré —dijo Rubin con cierto aire de importancia—. Supongamos que el que escribe es un fanático de la Biblia… Me refiero a esos que la leen todos los días y que oyen que Dios les susurra al oído para darles instrucciones y luchan contra la inmoralidad. Un tipo así escribiría automáticamente en un estilo bíblico. Sucede que el principal recurso poético, en los tiempos bíblicos, era la repetición de la misma frase en forma un poco diferente, como… —Pensó un momento y luego dijo—: Por ejemplo: Tema a Jehová toda la tierra. Teman delante de Él todos los habitantes del mundo. O, si no, Oíd, sabios, mis palabras; prestadme, hombres doctos, vuestro oído.
La barba rala de Rubin pareció aun más rala cuando sus labios se abrieron en una amplia sonrisa, y sus ojos brillaron detrás de sus gruesos lentes mientras decía:
—El segundo ejemplo es del Libro de Job.
—Paralelismo —musitó Avalon.
—¿Quieren decir que este tipo está diciendo lo mismo dos veces? —inquirió Gordon.
—Así es —dijo Rubin—. Primero predice un dolor, y luego el dolor postrero: la muerte. Primero los llama Jezabeles y luego las llama Rahabs.
—No me parece —dijo Gordon—. "Jezabel" está en plural; "Rahab", no. El tipo que lo escribió habla de "Jezabeles", en plural, cuando dice "¡ay, de vosotras!"; pero sólo dice "Rahab", en singular, cuando le anuncia la muerte.
—¿Puedo ver ese papel otra vez? —preguntó Rubin. Se lo alcanzaron y lo estudió. Luego dijo—: Por la forma en que este tipo escribe, no sé si podemos esperar una buena ortografía. Puede ser que haya querido poner una "s".
—Puede —dijo Gordon—, pero no podemos confiar en eso. La ortografía y la puntuación son correctas a pesar de su letra descuidada, y la otra "s" se ve claramente.
—Me parece —dijo Avalon— que sería más seguro suponer que lo que el autor quiso decir es en singular, a menos que tengamos buenas razones para creer lo contrario.
Drake intentó hacer un anillo de humo (empresa en la que nadie le había visto tener éxito jamás) y dijo:
—¿Toma esto en serio, Sr. Gordon?
—No se trata —dijo Gordon— de lo que yo en particular piense. La nota evidencia ciertas cualidades psicóticas y tengo la certeza de que si el autor no ha querido hacer una broma estúpida, entonces está loco, y la gente loca debe ser tomada en serio. Suponga que el que la escribió se considere un vocero de la ira de Dios. Naturalmente, él la anuncia, él predica la palabra de Dios porque eso es lo que hicieron los profetas bíblicos.
—Y la anuncia en términos poéticos —comenzó a decir Halsted.
—Porque eso es lo que los profetas bíblicos hicieron también —dijo Gordon asintiendo—. Un hombre como ése puede ser que decida justamente querer ser el brazo de Dios, además de su voz. No podemos correr el riesgo. Ustedes comprenderán que el concurso de Miss Universo implica una situación aun más delicada que el concurso de Miss Estados Unidos de América.
—Porque hay concursantes extranjeras, supongo —dijo Rubin.
—Así es. Hay casi sesenta candidatas en total y sólo una —Miss E.U.A.— es de aquí. Preferiríamos que nada les pasara a ninguna de ellas, ni siquiera un pequeño inconveniente. No digo que provocaría una crisis mundial si algo sucediera, pero el Departamento de Estado estaría bastante molesto. De modo que una nota como ésta significa que la policía debe dar protección a esas sesenta chicas, pero con los tiempos que corren no podemos distraer tanto personal.
—Si no le molesta —dijo Trumbull frunciendo el ceño—, ¿qué diablos espera que nosotros hagamos?
—Es posible que él no planee matar a todas las chicas. Es probable que tenga a una en mente y que por eso utilice el singular cuando habla de muerte. Quizá Henry pueda darnos alguna idea para concentrarnos en alguna. Preferiríamos concentrarnos en diez señoritas y no en sesenta. En realidad, preferiríamos concentrarnos en una sola.
—¿En base a esa nota? —inquirió Trumbull evidentemente disgustado——. ¿Usted quiere que Henry elija a una de las candidatas a Miss Universo a partir de esa nota?
Se volvió a mirar a Henry y éste dijo:
—No tengo la menor idea, Sr. Trumbull.
Gordon volvió a guardar la nota.
—Pensé que ustedes podrían decirme quién es Rahab. ¿Por qué habrá llamado a una chica en particular Rahab y amenazado matarla?
—¿Por qué tenemos que suponer que la palabra Rahab se refiere a la chica que él busca? —dijo de pronto Gonzalo—. Quizá sea su firma. Quizá sea un pseudónimo por haber sido Rahab algún importante profeta o verdugo citado en la Biblia.
Rubin dejó escapar el aliento con un resoplido.
—¡Por favor, Mario! ¿Cómo puede ser que incluso un artista sepa tan poco? Rahab es parte del verso. Si fuera la firma la pondría al final. Si fuera el tipo de persona que quiere hacer bajar la ira de Dios públicamente, la firmaría orgullosamente y sin equivocación posible. Y si lo hiciera, jamás elegiría el pseudónimo de Rahab, o por lo menos no lo haría si conociera un poco la Biblia. Rahab fue… No, hagamos algo mejor. Henry, tráiganos de la biblioteca la edición de la Biblia del Rey James. Ya que estamos en esto, tratemos de interpretar las palabras correctamente.
—¿Quieres decir que no te sabes la Biblia de memoria? —preguntó Trumbull.
—Me olvido de una que otra palabra de vez en cuando, Tom —dijo Rubin dignamente, y tomó la Biblia de manos de Henry—. Gracias, Henry. Les diré que la única persona llamada Rahab en la Biblia era una prostituta.
—¿De veras? —dijo Gonzalo, incrédulo.
—Así es. Aquí está… El primer versículo del segundo capítulo del Libro de Josué. Y Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Setim dos espías, diciéndoles: "Id a explorar la tierra y Jericó". Los cuales fuéronse y entráronse en casa de una ramera llamada Rahab y se posaron allí.
—Y eso forma parte del paralelismo —dijo Avalon, pensativamente—. ¿Es eso lo que crees?
—Por supuesto. Y es por eso que pienso que "Jezabel" y "Rahab" se refieren a todas las muchachas y que ambos nombres tendrían que estar en plural. Tanto Jezabel como Rahab son las representantes bíblicas de las mujeres inmorales y, por lo que entiendo, el que ha escrito la nota, quienquiera que sea, piensa que todas las candidatas para Miss Universo son justamente eso.
—¿Son? —preguntó Gonzalo—. Quiero decir, ¿son inmorales?
—No puedo garantizar sus vidas privadas —dijo Gordon sonriendo levemente—, pero no creo que se destaquen por su inmoralidad. Son mujeres jóvenes, cuidadosamente seleccionadas para representar a sus países. Dudo que nada notorio se les pueda haber escapado a los jueces.
—Cuando un fundamentalista que ya ha pasado la juventud —dijo Avalon— comienza a hablar de inmoralidad o llama a alguien Jezabel, no es necesario, según mi opinión, que haya inmoralidad realmente. Probablemente sea algo puramente subjetivo. Cualquier mujer que provoque en él sensaciones de excitación sexual le parecerá inmoral, y la que más los suscite le parecerá la más inmoral.
—¿Quiere decir —preguntó Gordon, dirigiendo la mirada hacia Avalon— que busca a la más hermosa y que la matará?
Avalon se encogió de hombros.
—¿Qué es la belleza? Puede ser que busque a la que él considera la más hermosa, pero, ¿cuáles son sus pautas? Es probable que, incluso, no sea la belleza en el sentido más literal. Tal vez alguna de ellas le recuerde a su madre muerta, a la novia de la infancia o a alguna de las maestras que tuvo. ¿Cómo saberlo?
—Está bien —dijo Gordon—, quizá tenga usted razón en todo lo que dice, pero eso no importa. Dígame a quién busca; dígame quién es esa Rahab y nos ocuparemos de los motivos después.
Avalon sacudió la cabeza.
—No sé si podemos descartar los motivos tan fácilmente —dijo—, pero en todo caso no lograremos nada si tomamos el camino equivocado. A pesar de lo que Manny diga, no creo que haya ningún paralelismo entre Jezabel y Rahab.
—Claro que lo hay —dijo Rubin de inmediato, levantando la barbilla.
—¿Dónde está? En primer lugar, Jezabel no era una cortesana. Era la reina de Israel; y no hay ninguna indicación en la Biblia de que ella fuera, en modo alguno, inmoral sexualmente. Era, simplemente, una idólatra, lo contrario de los que adoraban a Yavé, o a Jehová, para usar el nombre más común, aunque menos exacto.
—Te lo explicaré, si quieres —dijo Rubin—. Jezabel era hija del rey de Tiro, que además era sacerdote de Astarté. Es probable que también ella fuese sacerdotisa. En cuanto a Rahab, quizá no haya sido una prostituta común, sino una sacerdotisa que participaba en los ritos de la fertilidad. Para los israelitas, eso era ser prostituta.
—No todos han estudiado la Biblia como tú, Manny —intervino Halsted—. La Biblia llama Jezabel a una reina y Rahab a una prostituta, y el lector común no iría más allá.
—Pero eso no es lo que quiero decir —dijo Avalon—. Jezabel, cualquiera que fuera su posición, terminó mal. Murió en un golpe palaciego y fue devorada por los perros. Rahab, sin embargo, terminó bien. Después de la caída de Jericó fue salvada con vida porque escondió a los espías y los protegió. Se puede suponer que se había convertido a la fe del Dios de Israel y que había dejado de ser una prostituta o una sacerdotisa pagana. En realidad… Manny, permíteme la Biblia. —Avalon la tomó y volvió rápidamente las páginas—. Estaba justo al principio del Evangelio según San Mateo. Aquí está: y Salomón engendró a Bozz en Rahab; y Bozz engendró a Obed en Rut; y Obed engendró a Jesé, y Jesé engendró al rey David. Ahí tienen: esos son el quinto y sexto versículos del primer capítulo del Evangelio según San Mateo. Según éste, Rahab casó con un prominente israelita y fue tatarabuela de David, y, por lo tanto, lejana antecesora del mismo Jesús. Habiendo ayudado a los israelitas a tomar Jericó, habiéndose casado con un israelita y siendo una antecesora de David y Jesús, ningún fundamentalista podría utilizar a Rahab como símbolo de inmoralidad. De modo que, si queremos asociar a Rahab con una de las candidatas a Miss Universo, sería mejor que nos olvidáramos del paralelismo con Jezabel y buscáramos algo más.