Read Cuentos breves y extraordinarios Online

Authors: Adolfo Bioy Casares,Jorge Luis Borges

Tags: #Relato, #Cuentos

Cuentos breves y extraordinarios (8 page)

BOOK: Cuentos breves y extraordinarios
3.49Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Adler-Revon
,
Japanische Literatur
.

Vicisitudes del consuelo

Esto debió de ocurrir mil setecientos años antes del período clásico, en el reino de Hsia, que llegaba hasta la curva del río Amarillo. El pueblo estaba orgulloso de su religión; se había librado de la creencia, que reputaba burda, en las serpientes de mar, en los leones, en los dioses, en los brujos, en el mal de ojo y no había caído en un incrédulo materialismo. Mantenían allí un solo artículo de fe; pero en cuanto a ese artículo, nadie dudaba. Nadie dudaba de que además de su cabeza todo hombre disponía de una supuesta; es decir (¿quién lo ignora?), de una cabeza supuesta; y que además de su tronco, todo hombre disponía de un tronco supuesto y así sucesivamente con los brazos, con las piernas y con otras partes del cuerpo, por pequeñas que fueran.

De esto nadie dudó hasta que apareció un hereje, que las crónicas portuguesas registran como el letrado con una sola cara y las recopilaciones jesuíticas como el letrado sin cara. En su prédica este hombre encontró dificultades y obstáculos.

Cuando procuraba explicar que ningún rengo, aprovechando la pierna supuesta, prescindía de las muletas, le contestaban que esos casos de fe debilitada eran, por desgracia, frecuentes, pero que nada probaban contra la verdadera religión. Y en todo caso, le argumentaban con un ligero cambio de tono, ¿por qué va uno a desprenderse de una creencia tan poco onerosa y que en momentos tristes, que nunca faltan, puede confortarnos y consolarnos?

T. M. Chang
,
A Grove of Leisure
(Shanghai, 1882).

La verdad sobre Sancho Panza

Sancho Panza —quien, por otra parte, jamás se jactó de ello—, en las horas del crepúsculo y de la noche, en el curso de los años y con la ayuda de una cantidad de novelas caballerescas y picarescas, logró a tal punto apartar de sí a su demonio —al que más tarde dio el nombre de Don Quijote— que éste, desamparado, cometió luego las hazañas más descabelladas. Estas hazañas, sin embargo, por faltarles un objeto predestinado, el cual justamente hubiese debido ser Sancho Panza, no perjudicaron a nadie.

Sancho Panza, un hombre libre, impulsado quizás por un sentimiento de responsabilidad, acompañó a Don Quijote en sus andanzas, y esto le proporcionó un entretenimiento grande y útil hasta el fin de sus días.

Franz Kafka
.

Un doble de Mahoma

Ya que en la mente de los musulmanes las ideas de Mahoma y de religión están indisolublemente ligadas, el Señor ha ordenado que en el Cielo siempre los presida un espíritu que hace el papel de Mahoma. Este delegado no siempre es el mismo. Un ciudadano de Sajonia, a quien en vida tomaron prisionero los argelinos y que se convirtió al Islam, ocupó una vez este cargo. Como había sido cristiano, les habló de Jesús y les dijo que no era el hijo de José, sino el hijo de Dios; fue conveniente reemplazarlo.

La situación de este Mahoma representativo está indicada por una antorcha sólo visible a los musulmanes.

El verdadero Mahoma, que redactó el Corán, ya no es visible a sus adeptos. Me han dicho que al comienzo los presidía, pero que pretendió dominarlos y fue exiliado en el Sur. Una comunidad de musulmanes fue instigada por los demonios a reconocer a Mahoma como Dios. Para aplacar el disturbio, Mahoma fue traído de los infiernos y lo exhibieron. En esta ocasión yo lo vi. Se parecía a los espíritus corpóreos que no tienen percepción interior, y su cara era muy oscura. Pudo articular las palabras: "Yo soy vuestro Mahoma" e inmediatamente se hundió.

Emanuel Swedenborg
,
Vera Christiana Religio
(1771).

La salvación

Esta es una historia de tiempos y de reinos pretéritos. El escultor paseaba con el tirano por los jardines del palacio. Más allá del laberinto para los extranjeros ilustres, en el extremo de la alameda de los filósofos decapitados, el escultor presentó su última obra: una náyade que era una fuente. Mientras abundaba en explicaciones técnicas y disfrutaba de la embriaguez del triunfo, el artista advirtió en el hermoso rostro de su protector una sombra amenazadora. Comprendió la causa. "¿Cómo un ser tan ínfimo" —sin duda estaba pensando el tirano— "es capaz de lo que yo, pastor de pueblos, soy incapaz?".

Entonces un pájaro, que bebía en la fuente, huyó alborozado por el aire y el escultor discurrió la idea que lo salvaría. "Por humildes que sean" —dijo indicando al pájaro— "hay que reconocer que vuelan mejor que nosotros".

Adolfo Bioy Casares
.

En el insomnio

El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarro. Lee un poco.

Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormirse. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar.

Esta vez acude al médico. Como siempre sucede el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos.

El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.

Virgilio Piñera
(1946).

Distraerse

Un cazador para asustar la caza prendió fuego a un bosque. De pronto vio a un hombre que salía de una roca.

El hombre atravesó el fuego sosegadamente. El cazador corrió tras él.

—Diga, pues. ¿Cómo hace para pasar a través de la roca?

—¿La roca? ¿Qué quiere decir con eso?

—También lo vi pasar a través del fuego.

—¿Fuego? ¿Qué significa fuego?

Ese perfecto taoísta, completamente borrado, no veía las diferencias de nada.

Henri Michaux
,
Un Barbare en Asie
.

El indiferente

… Como el andaluz a quien le preguntaban si era Gómez o Martínez y contestaba: "Es igual; la cuestión es pasar el rato".

Pío Baroja
,
Memorias
. I (1952).

La tentación

Antes de ser librero, el jeque Ahmad no tenía otra ocupación que participar en las ceremonias religiosas llamadas
zikrs
, que consisten en la repetición coral de los nombres y atributos de Dios. Pertenecía entonces a la orden de los derviches
sadiyeh
, famosos por devorar serpientes vivas, y se dice que fue uno de los devoradores de serpientes, pero que no se atuvo a manjares de digestión tan fácil. Una noche, durante una reunión de derviches de la orden, en la que su jeque estaba presente, Ahmad cayó en un frenesí religioso, tomó una pantalla de vidrio que rodeaba a un candelero puesto en el suelo, y se comió un pedazo considerable. El jeque y los demás derviches, mirándolo asombrados, lo reprendieron por haber infringido las reglas de la orden, ya que comer vidrio no era uno de los milagros que les estaban permitidos, y lo expulsaron inmediatamente. Ingresó entonces en la orden de los
ahmediyeh
y como ellos tampoco comían vidrio resolvió no volver a hacerlo. Sin embargo, poco después, en una reunión, cayó de nuevo en un frenesí y, precipitándose sobre la araña, sacó una de las lamparitas de vidrio y se comió la mitad, tragando asimismo el aceite y el agua que contenía. Lo llevaron ante su jeque, para que éste lo juzgara, pero como juró que jamás volvería a comer vidrio, ni lo castigaron ni lo expulsaron. A pesar de su juramento, no tardó en ceder a la tentación y comió una lámpara. Otro derviche quiso imitarlo, pero se atragantó con un pedazo grande de vidrio, entre el paladar y la lengua, y a Ahmed le costó mucho sacárselo.

Edward William Lane
,
Manners and Customs of the Modern Egyptians
(1836).

Un retrospectivo

Cuando el Diluvio, mandaron hacer un arca de Noé, para que no se ahogaran los animales.

Clemente Sosa
,
Informe sobre la conducción de hacienda en pie en balsas entre Villa Constitución y Campana
(Campana, 1913).

El acusado

Cuentan:

En Viena el emperador proclamó un edicto que agravaría la ya miserable condición de los judíos de Galizia. Por aquellos años, un hombre serio y estudioso llamado Feivel vivía en la Casa de Estudio del Rabí Elimelekh. Una noche se levantó, entró en el cuarto del rabí y le dijo:

—Maestro, quiero entablar una demanda contra Dios.

Lo decía y sus propias palabras lo aterraban.

El rabí le contestó:

—Está bien, pero el tribunal no sesiona de noche.

Al día siguiente dos maestros llegaron a Lizhensk, Israel de Koznitz y Jacobo Yitzhak de Lublin y pararon en casa del rabí Elimelekh. Después de la merienda el rabí llamó al hombre que le había hablado y le dijo:

—Explícanos ahora tu demanda.

—Ahora no tengo fuerza para hacerlo —balbuceó Feivel.

—Yo te doy la fuerza —dijo el rabí.

Feivel empezó a hablar:

—¿Por qué nos mantienen en servidumbre en este imperio? Acaso no dice Dios en la Torah:
Los hijos de Israel son mis servidores
. Nos ha enviado a tierras extrañas, pero debe dejarnos en libertad, para que lo sirvamos.

A esto el rabí Elimelekh contestó:

—Ahora el demandante y el demandado deben salir del tribunal, como quiere la ley, para que no influyan en los jueces. Retírate, pues, rabí Feivel. A Ti, Señor del mundo, no podemos pedirte que te vayas, porque tu gloria llena la tierra y sin tu presencia no podríamos vivir un momento. Pero tampoco dejaremos, Señor, que influyas en nosotros.

Los tres deliberaron en silencio y con los ojos cerrados. Al atardecer llamaron a Feivel y le comunicaron el fallo: su demanda era justa. En esa misma hora el emperador canceló el edicto.

Martín Búber
.

El espectador

DON JUAN.— ¿Y aquel entierro que pasa?

ESTATUA.— Es el tuyo.

DON JUAN.— ¡Muerto yo!

ESTATUA.— El capitán te mató a la puerta de tu casa.

José Zorrilla
,
Don Juan Tenorio
(1844).

Peligros del exceso de piedad

Un día en que Abu Nonas visitaba a un amigo, el techo empezó a crujir.

—¿Qué es eso? —preguntó.

—No temas, es el techo que alaba al Señor.

En cuanto oyó estas palabras, Abu Nonas salió de la casa.

—¿Adónde vas? —le preguntó el amigo.

—Temo que aumente su devoción —contestó Abu Nonas— y que se prosterne estando yo adentro.

Nozhat el Djallas
.

Final de cuento fantástico

—¡Qué extraño! —dijo la muchacha, avanzando cautelosamente—. ¡Qué puerta más pesada!

La tocó al hablar, y se cerró de un golpe.

—¡Dios mío! —dijo el hombre—. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos ha encerrado a los dos!

—A los dos no. A uno solo —dijo la muchacha.

Pasó a través de la puerta y desapareció.

I. A. Ireland
,
Visitations
(1919).

Cuatro reflexiones

Leopardos irrumpen en el templo y beben hasta la última gota los cálices del sacrificio; esto sucede muchas veces; finalmente, se cuenta con ello y forma parte de la ceremonia.

Los cuervos afirman que un solo cuervo podría destruir los cielos. Indudablemente, así es, pero el hecho no prueba nada contra los cielos, porque los cielos no significan otra cosa que la imposibilidad de los cuervos.

Los perros de caza están jugando en el patio, pero la liebre no escapará, por velozmente que ahora esté huyendo por el bosque.

Les dieron a elegir entre ser reyes o correos de los reyes. Como niños, todos eligieron ser correos. Y así ahora hay muchos correos, se afanan por el mundo y, como no quedan reyes, se gritan sus insensatos y anticuados mensajes. Con alivio darían fin a sus vidas miserables, pero no se atreven, por el juramento profesional.

Franz Kafka
,
Reflexiones sobre el pecado, el dolor, la esperanza y el verdadero camino
(1917-1919).

Historia de zorros

Wang vio dos zorros parados en las patas traseras, y apoyados contra un árbol. Uno de ellos tenía una hoja de papel en la mano y se reían como compartiendo una broma.

Trató de espantarlos, pero se mantuvieron firmes y él disparó contra el del papel; lo hirió en el ojo y se llevó el papel. En la posada refirió su aventura a los otros huéspedes. Mientras estaba hablando, entró un señor, que tenía un ojo lastimado.

Escuchó con interés el cuento de Wang y pidió que le mostraran el papel. Wang ya iba a mostrárselo, cuando el posadero notó que el recién venido tenía cola.

—¡Es un zorro! —exclamó y en el acto el señor se convirtió en un zorro y huyó.

Los zorros intentaron repetidas veces recuperar el papel —que estaba cubierto de caracteres ininteligibles— pero fracasaron. Wang resolvió volver a su casa. En el camino se encontró con toda su familia, que se dirigía a la capital. Declararon que él les había ordenado ese viaje, y su madre le mostró la carta en que le pedía que vendiera todas las propiedades y se juntara con él en la capital. Wang examinó la carta y vio que era una hoja en blanco. Aunque ya no tenían techo que los cobijara, Wang ordenó:

—Regresemos.

Un día apareció un hermano menor que todos habían tenido por muerto. Preguntó por las desgracias de la familia y Wang le refirió toda la historia.

—Ah —dijo el hermano, cuando Wang llegó a su aventura con los zorros—, ahí está la raíz de todo el mal.

Wang mostró el documento. Arrancándoselo, su hermano lo guardó con apuro.

—Al fin he recobrado lo que buscaba —exclamó y, convirtiéndose en zorro, se fue.

Niu Chiao
,
Ling kuai lu
(siglo IX).

Por si acaso

Roedvald, rey de los sajones del Este, había sido admitido, en Kent, al sacramento de la fe cristiana, pero, al regresar a su reino se dejó seducir por su mujer y por ciertos maestros abominables, que lo desviaron de la sinceridad de su fe y, así, en el mismo templo erigió un altar dedicado a Cristo y otro, más chico, en el que ofrecía víctimas a los demonios
[4]
.

BOOK: Cuentos breves y extraordinarios
3.49Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Gestapo Mars by Victor Gischler
The Animal Girl by John Fulton
Blue Skies by Byrd, Adrianne
The Vampire Voss by Colleen Gleason
A Bridge Of Magpies by Geoffrey Jenkins
The Patchwork House by Richard Salter