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Authors: Edward Strosser & Michael Prince

Breve Historia De La Incompetencia Militar (40 page)

BOOK: Breve Historia De La Incompetencia Militar
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El tercer objetivo era la prisión de Richmond Hill, situada en lo alto de las incontables cimas de la isla. Un equipo conjunto del ejército Delta Force y los Rangers fue enviado a tomar la prisión y liberar a los prisioneros políticos, sin la conjunto del ejército Delta Force y los Rangers fue enviado a tomar la prisión y liberar a los prisioneros políticos, sin la información adecuada, planificación o preparación. Una vez localizado el objetivo, cinco helicópteros Black Hawk se adentraron rápidamente en el pequeño valle montañoso para descargar a los soldados en la prisión hasta que se dieron cuenta tardíamente de que allí no existían zonas de aterrizaje. Y lo que era aún peor, la cadena montañosa que estaba junto a la prisión era realmente más alta y estaba coronada por Fort Frederick (en cuyos túneles los dirigentes del CMR estaban ocultos e incomunicados), donde había armamento antiaéreo que tenía los helicópteros magníficamente a tiro.

Los Black Hawks se pusieron como blanco fácil para las armas del fuerte y del valle. Los granadinos siguieron disparando.

El fuego derribó a uno de los helicópteros y los demás soportaron numerosos disparos. Uno de los desafortunados pilotos que salió arrastrándose de los restos del helicóptero siniestrado agitando su gorra en señal de rendición fue abatido por un tirador granadino. Al final del día, los bombarderos de la armada finalmente dieron una buena paliza a Fort Frederick pero no consiguieron desalojar a los jefes del CMR escondidos en los túneles de los sótanos. Sin embargo, consiguieron volar un hospital psiquiátrico que había justo al lado del fuerte, mataron a veintisiete pacientes y otros muchos quedaron sueltos vagando por las calles.

En la Casa del Gobierno, los SEAL seguían atrapados.

Puesto que los problemas de las comunicaciones por radio seguían, se dice que un soldado llamó por teléfono desde la Casa del Gobierno al Pentágono para que les pusieran en contacto con los mandos del USS Guam. En cualquier caso, un claro sentimiento de que la invasión no estaba dando la talla ya estaba empezando a calar entre los mandos norteamericanos. Se reunieron para concebir un rápido plan para rescatar a los rescatadores de la Casa del Gobierno. El plan consistía en una compañía de marines que se dirigirían desde una zona de desembarco en una playa al norte, mientras otra compañía de helicópteros de la Marina volaría hacia allí, eso sí, sin ningún tipo de información previa. El desembarco anfibio se hizo a las 19.00 horas aquella tarde, y los marines rápidamente se adentraron en la oscuridad con tanques y vehículos de asalto anfibios destrozando las carreteras de una sola dirección que iban a la casa del gobernador general. Marcharon sin el comandante del batallón que, con las prisas, no fue informado de que sus soldados habían sido desplegados y que se pasó la mayor parte de la noche sobrevolando la isla en helicóptero en un desesperado intento de encontrar a sus hombres.

El primer día ya casi había terminado. Casi todos los objetivos aún estaban por cumplir. Junto con el rescate de todos los estudiantes, salvar al gobernador general británico había sido la primera prioridad, por la simple razón de que era británico.

No habían conseguido nada. Además, el campamento Calivigny, el principal campamento del ejército de Granada al este del aeropuerto, no había sido asaltado. Los soldados granadinos y cubanos aún estaban respondiendo con fuego y Coard y sus estalinistas caribeños seguían sin aparecer. Al final del día el resultado era: Minúscula Nación Turística 1, Superpotencia 0.

El resultado se mantuvo en secreto durante mucho tiempo ante la opinión pública norteamericana. Por primera vez en la historia de Norteamérica, los periodistas habían sido excluidos de una invasión. No obstante, sin el conocimiento de los mandos, siete periodistas se introdujeron en el puerto de St. George's despreocupadamente navegando en un bote, donde los lugareños les saludaron tranquilamente. Siete desaliñados periodistas habían triunfado allí donde todo el ejército de Estados Unidos había fracasado.

El segundo día de la misión de rescate, el 26 de octubre, amaneció con los granadinos habiéndose rendido más o menos.

Los americanos tardaron un poco en darse cuenta.

Los marines finalmente rescataron al gobernador general a primera hora de la mañana, después de que el ruido de los vehículos hiciese huir a los atacantes. Penetraron en la Casa del Gobierno y liberaron a los SEAL sin sufrir bajas. Tal como originalmente había planeado Oliver North, el gobernador general firmó una carta con fecha atrasada solicitando la invasión.

Los abogados del Pentágono podían estar tranquilos.

A primera hora de aquella misma mañana, en Fort Frederick los líderes del CMR creyeron que el concierto había acabado y dieron la orden a los soldados del ejército (PRA) de que se mezclasen con el populacho. Los líderes también se fueron disimuladamente esperando escapar de la isla y de la justicia. Los marines que aparecieron para atacar el fuerte entraron sin oposición.

Al sur de St. George's, la 82ª Compañía Aerotransportada finalmente empezó a salir del campo de aterrizaje. Atacaron las posiciones cubanas que quedaban al norte del campo aéreo por la mañana, mientras algunos de los cubanos estaban metiéndose en la embajada rusa. Entonces ya estaban en posición de rescatar a los estudiantes en el campo Grand Anse. Los soldados finalmente le cogieron el tranquillo a la descabellada invasión y desde el campus True Blue telefonearon a los estudiantes en el campus Grand Anse para informarse de las fuerzas del enemigo. Un estudiante de medicina radioaficionado en Grand Anse resultó ser una de las conexiones más fiables para los mandos del Guam. Aquel estudiante se convirtió en el nexo de comunicación de los invasores.

El primer plan de rescate era hacer que los rangers entrasen y se llevaran a los estudiantes al campo de aterrizaje en camiones. Pero el general Norman Schwarzkopf, que había sido incorporado rápidamente a la invasión como enlace del ejército, se puso a favor de los excesos de medios. Quería que la 82ª Compañía fuera enviada en helicópteros de los marines.

Las posiciones del ejército granadino tenían que ser previamente bombardeadas durante diez minutos. A los estudiantes se les dijo que se echasen al suelo mientras se ablandaba el terreno para el asalto. Aun cuando no encontraron oposición, Estados Unidos logró que se consiguieran bajas gracias al choque de dos de sus helicópteros contra las altas y agresivas palmeras. La operación duró aproximadamente treinta y tres horas, pero casi todos los estudiantes fueron finalmente rescatados.

El campamento Calivigny, residencia del ejército de Granada situada al este del aeropuerto cercano al campus True Blue, aún se erigía como una amenaza. Se suponía que debía haber sido atacado el primer día, pero aun así estaba en pie, indemne. Las estimaciones del servicio de inteligencia conjeturaban que en el campamento había 600 soldados cubanos y tal vez algunos consejeros rusos. ¡Rusos! ¡Tal vez con armas! Aquello era una vergüenza para los generales de Washington.

Tenían que sacarlos de ahí.

Situado en la punta de una estrecha península en el extremo meridional de la isla y colgado en la cima de una meseta rocosa que se alzaba a unos treinta metros sobre el mar, Camp Calivigny era inabordable desde el mar. Solamente una carretera comunicaba el fuerte con la ciudad, haciendo que acercarse por allí fuese inviable. Tendría que ser asaltado por helicópteros. Las Fuerzas Especiales se prepararon para una misión suicida.

El comandante de la operación sobrevoló con helicóptero el campamento antes del improvisado ataque para reconocer el terreno. Vio que no había actividad, pero no creyó que hubiese razón alguna para cancelar el ataque. El comandante ordenó que se procediese al bombardeo durante una hora con fuego de artillería por tierra y por mar, cañones navales, bombarderos de las fuerzas aéreas y cañoneras C-130. Este crescendo de cooperación interagencias, alimentada por años de presupuestos multimillonarios del Pentágono, sacaría a bombazos a los obstinados granadinos de su pequeño fuerte. Entonces los rangers salidos de los helicópteros tocarían suelo y sofocarían la resistencia. Sólo se les negó la participación en este derroche a los guardacostas.

El ataque empezó cuando los proyectiles de artillería de 105 mm del ejército que estaba en Point Salines fallaron el blanco y cayeron al mar. El comandante, que lo observaba desde su helicóptero, no pudo ajustar el tiro porque el observador de artillería no estaba sentado junto a él y los artilleros se habían dejado sus círculos de puntería en Estados Unidos.

Después le toco el turno de combate a la armada. Sus cañones abrieron fuego pero pronto fueron silenciados por el comandante cuando se dio cuenta de que podían alcanzar a los aviones que sobrevolaban la zona. De modo que le tocó el turno a los cañoneros de las Fuerzas Aéreas y a los bombarderos de la armada. Finalmente, los edificios fueron volados y saltaron los escombros. Los Black Hawks acudieron. Uno aterrizó en una zanja e hizo pedazos una pala del rotor. Como consecuencia, murieron tres soldados y cuatro más resultaron gravemente heridos. Los rangers irrumpieron en el lugar. Misión cumplida. Pero encontraron un campamento vacío. Los granadinos habían dejado de pelear por lo menos hacía dos días. Los rangers ni siquiera tuvieron que disparar sus armas.

Día tres, la Operación Exceso de Medios retumbaba. Un solitario francotirador granadino disparó a algunos soldados estadounidenses. Resultaron ser CCT (Equipos de Control de combate) que podían solicitar ataques aéreos. El procedimiento normal requería que consultasen los nuevos objetivos con el cuartel general. Sin embargo, no disponían de los códigos de radio correctos para contactar con el mando. Pero, vamos, pensaron, por qué no llamamos para que ataquen de todas formas.

Los aviones de la armada atravesaron ruidosamente el cielo y aplastaron su objetivo. ¡Oh, oh…! Era una posición del ejército de tierra norteamericano y tres soldados americanos resultaron heridos en el ataque.

Incluso esta metedura de pata no acabó con la Operación Exceso de Medios. Los generales en Washington se dieron cuenta de que solamente la mitad de los 1.100 cubanos que se esperaba que estuviesen en la isla habían sido capturados.

¡La otra mitad debía de estar oculta en las colinas! Se enviaron patrullas por las largas, calurosas y serpenteantes carreteras hacia la jungla interior de la isla. Los soldados americanos, sobrecargados con el equipo, lo estaban pasando realmente mal.

Caían por docenas a causa del calor puesto que iban vestidos con monos de poliéster. Los cubanos resultaron ser fantasmas.

En Fort Frederick, los americanos capturaron a Coard junto con su esposa y su familia, que permanecían ocultos desde el día siguiente a la ejecución de Bishop.

La invasión se acercaba tambaleándose a la línea de meta.

Estados Unidos había conquistado Granada. El peaje que pagaron fue de aproximadamente sesenta y seis bajas granadinas y 24 cubanos. Las fuerzas norteamericanas anunciaron 19 bajas, más de la mitad a causa de accidentes y más de cien heridos. Las bajas de las Fuerzas Especiales permanecen en secreto, excepto la de su orgullo, que sufrieron en público.

Los estudiantes de medicina volvieron a la facultad el siguiente semestre. Algunos de los alumnos que no estaban en el campus nunca se fueron.

Cuando todo hubo terminado, el Pentágono sacó la única arma que no había disparado. Entregó unas 30.000 relucientes nuevas medallas a los victoriosos soldados americanos.

El helicóptero Black Hawk

En esa guerra hizo su aparición la nueva arma del ejército estadounidense, el helicóptero Black Hawk. El Black Hawk ofrece una importante mejora sobre su predecesor: permite transportar a todo un escuadrón de once hombres directamente a la batalla a la vez que recoge a los heridos. Y tal como demostró en Granada, el helicóptero puede recibir muchos impactos de fuego enemigo y seguir operando. Lleva un puente de mando blindado y una cabina que resiste los choques. Debido a su dureza, los pilotos no se muestran reacios a volar a lugares que otros ni siquiera se plantearían. Incluso cuenta con dos motores por si uno de ellos queda fuera de combate. Su resistencia ha convertido al Black Hawk en una estrella internacional y es el helicóptero estándar de muchos de los ejércitos del mundo.

Eric Gairy

Si la gente no se tomó enseguida en serio lo que estaba sucediendo en Granada, la culpa probablemente fue del predecesor de Bishop, Eric Gairy. Durante su mandato como dirigente de Granada, Gairy se volvió bastante extraño y se entusiasmó excepcionalmente con los ovnis. Intentó declarar el año 1978 el año de los ovnis, aun cuando Encuentros en la tercera fase se estrenó en 1977. De hecho Gairy visitó la ONU en 1979 para organizar un panel internacional para investigar a los ovnis, y Bishop aprovechó para emprender su ligeramente sangriento golpe de Estado con su partido minimarxista. Después de doce años ocupando el poder, Gairy se quedó sin trabajo, convirtiéndose tal vez en la única persona realmente perjudicada por los ovnis. En 1984 regresó a Granada y se convirtió en un perenne perdedor de elecciones. Murió en Granada en 1997.

¿Qué sucedió después?

Cuando el último de los soldados regresó a casa, justo unos días antes de Navidad, Reagan declaró que el Ejército de Estados Unidos de nuevo iba «con la cabeza bien alta». Imagínense su orgullo si Estados Unidos hubiese derrotado a alguien realmente duro, como Barbados. Pero la invasión elevó la moral pública puesto que el pueblo sintió que el país había obrado bien, se había hecho valer y casi había matado a algunos rusos. Este clima optimista continuó y con ello ayudó a impulsar a Reagan hacia una aplastante victoria en 1984.

Oliver North se valió del papel desempeñado en Granada para desempeñar un papel estelar en el escándalo de Irán/Contra tres años después, cuando se hizo famoso por tener el saludo militar más rumboso del ejército. Posteriormente, hizo campaña para el Senado sin éxito y después se convirtió en escritor y comentarista de medios de comunicación. Aún odia a los comunistas dondequiera que se los encuentre.

Fawn Hall se convirtió en la secretaria más famosa de Estados Unidos al triturar lealmente los documentos para Olli North y después contárselo al mundo entero. Tras ser despedida, se casó con el representante musical Danny Sugerman y la pareja compartió una adicción a la heroína. Los dos finalmente solucionaron su problema y siguieron casados hasta la muerte de Sugerman en 2005.

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