Así habló Zaratustra (48 page)

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Authors: Friedrich Nietzsche

BOOK: Así habló Zaratustra
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{253}
Nietzsche juega con la expresión «volver en sí» (recobrar la cons­ciencia, despertarse); también ellos, quiere decirse, deben «volver a (en) ti», es decir, recobrar su consciencia, despertarse, viniendo a ti.

{254}
En la cuarta parte, El grito de socorro, Zaratustra recorda­rá esta comida a que aquí invita al adivino.

{255}
Todo este capítulo es un remedo del Evangelio de Mateo, 15, 29-31, donde se describe una escena similar: «Y marchándose de allí Je­sús, vino a la ribera del mar de Galilea, y subiendo a la montaña, se sentó allí. Y vinieron a él grandes muchedumbres llevando consigo cojos, ciegos, lisiados, sordomudos y otros muchos enfer­mos. Y él los curaba. De suerte que los mudos hablaban, los lisia­dos se curaban, los cojos andaban y los ciegos veían; y alababan al Dios de Israel».

{256}
Remedo de las preguntas de Jesús a sus discípulos (Evangelio de Mateo, 16, 13-15), cuando les interroga sobre «quién dicen las gentes que es el Hijo del hombre».

{257}
All mein Dichten und Trachten: Nietzsche toma esta expresión de la traducción luterana de Génesis, 8, 21.

{258}
En Ecce homo cita Nietzsche estas palabras y afirma que con ellas «define su tarea con tal rigor que no es posible equivocarse sobre el sentido: dice sí hasta llegar a la justificación, hasta llegar incluso a la redención de todo lo pasa­do».

{259}
También Mefistófeles dice en el Fausto (versos 1338-1340): «¡Yo soy el espíritu que siempre niega! Y con razón: pues todo lo que nace es digno de perecer.» Nietzsche ha citado estas últimas pala­bras ya antes, en el capítulo Del país de la cultura.

{260}
Reminiscencia de la Antigüedad clásica: el tiempo (Cronos) devo­ra a sus hijos. El principio de la frase contiene una alusión al frag­mento de Anaximandro: «De donde las cosas tienen su origen, hacia allí tiene lugar también su perecer, según la necesidad: pues dan justicia y pago unas a otras de la injusticia según el orden del tiempo».

{261}
Véase luego, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 16. Las «canciones de fábula» son sin duda las doctrinas expues­tas por Schopenhauer en el libro cuarto de su obra El mundo como voluntad y representación.

{262}
Véase, en esta segunda parte, De los compasivos.

{263}
La frase alemana aquí empleada por Nietzsche, aus der Schule schwátzen, significa en realidad: no poder callar la boca, divulgar un secreto. El jorobado acusa a Zaratustra de no manifestar a sus discípulos sus efectivos pensamientos.

{264}
Reminiscencia clásica: para no escapar hacia el superhombre, la voluntad de Zaratustra se aferra al hombre, como Ulises se ata al mástil de la nave para no sucumbir a los cantos de las sirenas.

{265}
Zaratustra aludirá a esta «primera cordura respecto a los hom­bres» en la cuarta parte, El mago, 2.

{266}
Zaratustra repite este reproche en varias otras ocasiones. Véase, por ejemplo, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 2, El convaleciente, 2; y en la cuarta parte, Del hombre superior, 5.

{267}
Nietzsche cita estas palabras en Ecce homo y añade: «De este pasaje, y no de otro, hay que partir para com­prender lo que Zaratustra quiere: esa especie de hombre que él con­cibe, concibe la realidad tal como ella es: es suficientemente fuerte para hacerlo, no es una especie de hombre extrañada, alejada de la realidad, es la realidad misma, encierra todavía en sí todo lo terrible y problemático de ésta, sólo así puede el hombre tener grandeza».

{268}
Véase antes, De los sacerdotes, y, en la tercera parte, El con­valeciente, 2.

{269}
«Endurecer el corazón contra alguien» es expresión bíblica. Como tantas otras veces, Nietzsche usa en alemán la traducción de Lutero. Véase Deuteronomio, 15, 7: «No endurezcas el corazón ni cierres la mano a tu hermano pobre».

{270}
Lo que viene a continuación es un remedo de la conversación en­tre Dios y Moisés narrada en Éxodo, 4, 10 y ss. En ella Moisés re­curre a diversos pretextos para negarse a ejecutar el mandato de Yahvé; también aquí Zaratustra se niega a «decir la palabra» del eterno retorno.

{271}
Paráfrasis de las palabras de Juan el Bautista en el Evangelio de Mateo, 3, 11: «El que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no merezco ni quitarle las sandalias.»

{272}
Véase la nota 184.

{273}
Sarcasmo de Zaratustra contra sí mismo, remedando las palabras del Prólogo del Evangelio de Juan, 1,11: «La Palabra vino a su casa, y los suyos no la recibieron.»

{274}
Párrafo citado por Nietzsche en Ecce homo, como ejemplo del «sonido alciónico» que sale de la boca de Zaratustra.

{275}
Paráfrasis del Evangelio de Juan, 16, 12: «Todavía muchas cosas tengo que deciros, pero ahora no podríais con ellas» (palabras de Jesús en la Cena).

{276}
Véase la nota 240.

Notas Tercera parte

{277}
Véase Más allá del bien y del mal, aforismo 70: «Si uno tiene carácter, tiene también una vivencia típica y propia, que retorna siempre.»

{278}
Cita de Éxodo, 3, 8, donde de la Tierra Prometida se dice que en ella «corren leche y miel.»

{279}
Véase la nota 71.

{280}
Otro título para este apartado, anotado por Nietzsche en sus ma­nuscritos, fue La visión del más solitario de los hombres. Es la pri­mera exposición de la idea del eterno retorno.

{281}
La descripción del ascenso de Zaratustra por el sendero pedrego­so, llevando sobre sus hombros «el espíritu de la pesadez», guar­da un extraordinario parecido con lo que, según Las mil y una no­ches, le ocurrió a Sindbad el marino en el quinto de sus viajes: también Sindbad carga sobre sus hombros a un anciano que lue­go se niega a bajar de allí y martiriza a su portador. Sindbad se li­bera de él emborrachándolo.

{282}
Reminiscencia de Hamlet, I, 5 (palabras de la Sombra a Ham­let): «Durmiendo, pues, en mi jardín según mi costumbre, des­pués del mediodía, en esa hora de quietud, entró tu tío furtivamente con un pomo de maldito veneno en las manos y lo vertió en mi oído».

{283}
En la cuarta parte, La canción del noctámbulo, 1, «el más feo de los hombres» repitirá esta frase. Ortega puso estas palabras como motto al frente del apartado VII (titulado «Las valoraciones de la vida») de su obra El tema de nuestro tiempo (Obras Comple­tas, volumen III).

{284}
Una vivencia profundamente grabada en Nietzsche fue la del tras­lado de su familia, tras la muerte de su padre, desde Röcken, don­de Nietzsche había nacido, a Naumburgo. El traslado se hizo un día de abril de 1850, mucho antes del amanecer. Mientras los ca­rros cargados esperaban en el patio, un perro empezó a ladrar tristemente a la luna. Véase la descripción de esta escena en los es­critos autobiográficos recogidos por K. Schlechta en el tomo III de su edición de las Obras de Nietzsche.

{285}
Una escena similar aparece en Las mil y una noches en el séptimo viaje de Sindbad el marino. En Las mil y una noches es la serpien­te la que «llevaba en la boca a un hombre, al que se había tragado hasta el ombligo». Sindbad golpea la cabeza de la serpiente con su vara de oro y la serpiente vomita al hombre.

{286}
Recuérdese lo dicho en la nota 280 sobre el proyectado título de este capítulo.

{287}
«El que ha de venir», «el que viene detrás de mí» es expresión evangélica aplicada por Juan el Bautista a Jesús; véase Evangelio de Mateo, 3, 11: «El que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no merezco ni quitarle las sandalias».

{288}
Véase, en esta tercera parte, El convaleciente, 2.

{289}
Otro título previsto por Nietzsche, en sus manuscritos para este apartado era Hacia alta mar.

{290}
Véase, en la primera parte, Del arbol de la montaña, y De la virtud que hace regalos.

{291}
Primera alusión a los que Zaratustra llama «sus hijos» y que serán el objeto de su gran anhelo en la cuarta parte. Véase El saludo.

{292}
En el Prólogo de Zaratustra, 9, aparecen idénticas calificaciones aplicadas a los hombres deseados por Zaratustra como compañe­ros.

{293}
Esta expresión ya ha aparecido en la segunda parte, De grandes acontecimientos, y volverá a aparecer en la cuarta parte, El grito de socorro, y A mediodía.

{294}
Respecto a este capítulo quizá tenga interés citar el siguiente tex­to de Freud: «No puede hacérseme responsable de la monotonía de las soluciones psicoanalíticas si ahora afirmo que el sol no es, nuevamente, más que un símbolo sublimado del padre. El simbo­lismo se sobrepone aquí al género gramatical, por lo menos en alemán, pues en la mayoría de los demás idiomas el sol es de gé­nero masculino. Su compañera en este reflejo de la pareja paren­tal es la generalmente llamada “madre tierra”. En la solución psi­coanalítica de las fantasías patógenas de sujetos neuróticos halla­mos constantemente comprobada esta interpretación. Sólo una observación dedicaremos a su relación con los mitos cósmicos. Uno de mis pacientes, que había perdido tempranamente a su pa­dre e intentaba volver a encontrarlo en todos los elementos gran­des y sublimes de la naturaleza, me hizo vislumbrar que el himno de Nietzsche Antes de la salida del sol daba expresión a igual nos­talgia.» Y Freud añade en nota: «Tampoco Nietzsche conoció de niño a su padre.» Véase Freud, «Observaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia (dementia paranoides) autobiográfica­mente descrito», en Obras Completas (Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, 11, p. 772).

{295}
La traducción «la tristura y la pavura y la hondura» pretende re­flejar de alguna manera la aliteración existente en el original ale­mán: Gram und Grauen und Grund.

{296}
Véase el aforismo 181 de Más allá del bien y del mal: «Es inhumano bendecir cuando se nos ha mal­decido».

{297}
De casualidad: Von Ohngefähr, en alemán. La partícula von, signi­ficativa de ascendencia aristocrática cuando precede al apellido, permite a Nietzsche decir que ésta (la casualidad, el azar) es la más vieja aristocracia del mundo.

{298}
El tema de la levadura es de procedencia evangélica. Véase el Evangelio de Mateo, 13, 33 (parábola de la levadura): «Semejante es el reino de Dios a la levadura que metió una mujer en medio quintal de harina; todo acabó por fermentar».

{299}
Aquí es el cielo la mesa sobre la que Zaratustra juega a los dados con los dioses; más adelante lo será la tierra; véase, en esta tercera parte, Los siete sellos, 3.

{300}
Aquí emergen aislados dos versos pertenecientes a la poesía que aparecerá luego en La otra canción del baile, y que será glosada en la cuarta parte, La canción del noctámbulo.

{301}
Otro título anotado por Nietzsche para este apartado era Del em­pequeñecimiento de sí mismo.

{302}
Alusión a la escena evangélica en que las madres acercan a Jesús unos niños para que les imponga las manos y rece por ellos; véase Evangelio de Mateo, 19, 13. Aquí, por el contrario, los apartan de Zaratustra a fin de que éste no les cause daño.

{303}
Imagen bíblica de la mujer de Lot al huir del incendio de Sodoma; véase Génesis, 19, 26.

{304}
La expresión «son queridos» (werden gewollt) no significa «son amados», sino: «son conducidos por una voluntad ajena a la suya». Es decir: no son sujeto de una voluntad propia, sino objeto de una voluntad ajena. Zaratustra repite este mismo pensamiento más tarde, en De tablas viejas y nuevas, 16.

{305}
Alusión a la conocida frase de Federico II de Prusia: «Un príncipe es el primer servidor y el primer magistrado del Estado.»

{306}
«Yo no he venido a...» es frase empleada por Jesús y repetida nu­merosas veces en los Evangelios.

{307}
Véase, en esta tercera parte, De los apóstatas, 2.

{308}
Véase la nota 28.

{309}
En la cuarta parte, Jubilado, Zaratustra discutirá con el papa jubilado sobre cual de ellos dos es más ateo.

{310}
Paráfrasis, con inversión del sentido, del Evangelio de Mateo, 12, 50: «Pues todo el que cumple la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

{311}
Paráfrasis de Evangelio de Mateo, 22, 39: «¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Según la Biblia, éste es el «segundo» manda­miento. Y el «primero» es: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo co razón, con toda tu alma y con toda su mente.» Zaratustra, conservando el «segundo» mandamiento, invierte el «primero», que para él dice: «Te amarás a ti mismo.»

{312}
Reminiscencia bíblica: véase Isaías, 5,24: «Por eso, como la lengua de fuego devora un rastrojo, y la hierba seca inflamada se desplo­ma...»

{313}
Véase la nota 137.

{314}
Otro título anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era La canción del invierno. El «monte de los olivos» es ciertamente expresión evangélica (Evangelio de Mateo, 26, 30). Mas aquí no aparece la angustia de Jesús en la noche anterior a su pasión. Por el contrario, su monte de los olivos le ofrece a Zaratus­tra un «rincón soleado» donde se ríe del invierno. La escena evan­gélica del monte de los olivos tiene propiamente su correspon­dencia en el capítulo titulado La más silenciosa de todas las horas.

{315}
Remedo del Evangelio de Mateo, 19,14: «Dejad que los niños ven­gan a mí».

{316}
Remedo del Evangelio de Mateo, 10, 14-15: «Si alguno no os reci­be o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el pol­vo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más lleva­dero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo».

{317}
Véase, en la primera parte, Del nuevo ídolo, donde Zaratus­tra emplea una expresión similar para referirse a los periódicos.

{318}
Expresión de origen bíblico. Véase el Salmo 103, 21: «Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos».

{319}
Un desarrollo de estas ideas puede verse en el 199 de Más allá del bien y del mal. «Arriba» significa aquí el soberano, pero también el cielo; y el «pecho sin estrellas» es aquel en el que no lucen todavía las condecoraciones.

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