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Authors: Friedrich Nietzsche

Así habló Zaratustra (50 page)

BOOK: Así habló Zaratustra
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{400}
Nuevo juego de palabras: el verbo versprechen significa «prome­ter» y también «equivocarse (al hablar) »; Nietzsche lo enlaza con versehen, de formación similar, que significa «equivocarse (al mirar) ». Es decir: tes que nuestra equivocación al hablar (o también nuestro prometer) es ya también una equivocación al mirar?

{401}
Véase la nota 250.

{402}
Alusión á la teoría del «contrato social» de Rousseau.

{403}
Este «uno» aludido por Zaratustra es evidentemente jesús, lo que se corrobora con la posterior referencia a la crucifixión.

{404}
Véase la nota 29.

{405}
Este «segundo» descubridor del fariseísmo de los buenos y justos es Zaratustra-Nietzsche.

{406}
Véase la nota 33.

{407}
Véase el Prólogo de Zaratustra, 5, y la nota 22.

{408}
«Nacer en la mentira» (en el pecado) es expresión bíblica. Véase el Salmo 51,7: «Mira, en culpa nací y en pecado me engendró mi ma­dre».

{409}
El texto de este 29 es reproducido por Nietzsche al final de su obra Crepúsculo de los ídolos, como epílogo de ella, con el título de «Habla el martillo».

{410}
Nietzsche comenta este precepto en Ecce homo con las siguientes palabras: «El imperativo “¡endureceos!”, la más honda certeza de que todos los creadores son duros, es el autén­tico indicio de una naturaleza dionisiaca».

{411}
Véase la nota 129.

{412}
Juego de palabras, en alemán, entre Schickung (providencia) y Schicksal (destino), de idéntica raíz.

{413}
Otro título pensado por Nietzsche para este capítulo fue La evoca­ción. El presente apartado desarrolla la idea del «eterno retorno de lo idéntico», ya aparecida en De la visión y enigma.

{414}
Alusión irónica al comienzo del acto tercero de la ópera Sigfrido, de Wagner, en que el dios Wotan saca de su sueño a Erda, la Ma­dre Primigenia, la cual vuelve a quedar dormida tras un breve co­loquio.

{415}
La más completa autodefinición de Zaratustra y uno de los textos capitales de esta obra.

{416}
La «manzana de rosa» es fruto que aparece varias veces en Así ha­bló Zaratustra. Quizá sea un símbolo del mundo. Esto puede que­dar corroborado por el paralelismo entre la frase que viene poco después: «Zaratustra... tomó en la mano una manzana de rosa, la olió y encontró agradable su olor», y la frase del Génesis, 1, 31: «Entonces vio Dios todo cuanto había hecho, y encontró que esta­ba bien.»

{417}
Estos dos corderos son los que más tarde serán sacrificados para que Zaratustra y los «hombres superiores» que han acudi­do a su caverna celebren la Cena. Véase, en la cuarta parte, La Cena.

{418}
Véase, en la segunda parte, La canción de la noche.

{429}
Véase, en la tercera parte, De la visión y enigma, 2.

{420}
Véase la nota 248.

{421}
Véase, en la segunda parte, De los sacerdotes, 146.

{422}
Remedo de la confesión de Pedro a Jesús: «Simón Pedro respon­dió: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente»; véase el Evange­lio de Mateo, 16, 16.

{423}
Véase lo que Zaratustra dice al volatinero al comienzo de la obra, Prólogo de Zaratustra, 6, y la nota 26.

{424}
Véase la nota 6.

{425}
Otro título anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era el de Ariadna, al que correspondía más adelante otro apartado titulado Dioniso (que ahora es Los siete sellos).

{426}
«Oh alma mía» es invocación bíblica que aparece en los salmos. Véase, por ejemplo, el Salmo, 103, 1.

{427}
Sobre «viraje de la necesidad» véase la nota 129.

{428}
De manera encubierta hay en estas palabras una alusión a Dioni­so. Este, en efecto, es representado en ocasiones como un viñador que viene en barco con una podadera en la mano para podar sus vides (así está representado en la copa de Exekias, del siglo VI, que se conserva en Munich). La vid, cargada de racimos, que anhela la llegada del viñador, es Ariadna (alma de Zaratustra). El viñador con la podadera es imagen que aparece también en el Apocalipsis. Véase Apocalipsis, 14, 18: «¡Echa tu afilada podadera y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues llegaron a sazón sus uvas!» Es posible que en el ánimo de Nietzsche se fundiesen ambas evo­caciones.

{429}
Con estas mismas palabras comienza La canción del baile.

{430}
Aquí reaparece el «látigo» al que se alude en la primera parte, al fi­nal del capítulo De viejecillas y jovencillas.

{431}
Esta campana de medianoche reaparecerá en la cuarta parte, La canción del noctámbulo.

{432}
Dos de los versos de esta poesía (el quinto y el sexto) han apareci­do ya con anterioridad, aisladamente, en Antes de la salida del sol. En la cuarta parte, La canción del noctámbulo, Zaratustra ofrecerá un amplio glosario, verso por verso, de esta poesía y al final invitará a su acompañante a cantarla con él. Allí la califica de «canto de ronda», le da el título de Otra vez y dice que su sentido es «¡Por toda la eternidad!»

{433}
Tanto «Los siete sellos» como «Sí y amén» son expresiones toma­das del Apocalipsis. Véase Apocalipsis, 5, 1 y 1, 7, respectivamen­te.

{434}
Las cuatro líneas anteriores son paráfrasis de Apocalipsis, 10, 1-2: «Y vi otro ángel fuerte, que bajaba del cielo, envuelto en una nube, y el arco iris por encima de su cabeza, y su semblante como el sol, y sus piernas como columnas de fuego, y tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquier­do sobre la tierra, y clamó con voz potente, como cuando ruge el león». Estas cuatro líneas se repetirán luego en La canción del noctámbulo, 2.

{435}
Véase, en la segunda parte, De los sacerdotes.

{436}
Expresión del Apocalipsis, 1, 8: «Yo soy el alfa y la omega, dice el Señor Dios, el que es y era y ha de venir, el soberano de todo».

Notas Cuarta parte

{437}
Esta piedra situada junto a la salida de la caverna de Zaratustra volverá a ser mencionada en el último capítulo de esta parte, El signo. Allí la llama la «gran piedra». Quizás encierr re una maliciosa alusión a la «piedra» sobre la que está asentada la Iglesia. Véase antes, La ofrenda de la miel, nota 445.

{438}
Zaratustra repetirá estas mismas palabras al final de obra. Véase El signo.

{439}
La palabra alemana Pech empleada por Zaratustra tiene el doble sentido de «pez» y de «mala suerte».

{440}
Véase la nota 27.

{441}
«Llega a ser el que eres» es frase de Píndaro (Píticas, II, 72). Nietz sche la utilizó como subtítulo de Ecce homo: «Cómo se llega a ser lo que se es».

{442}
Los signos que Zaratustra aguarda son la bandada de palomas y el león riente. Véase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 1, y la nota 364.

{443}
En La genealogía de la moral describe Nietzsche a «ese que ha de venir» con las siguientes palabras: «Ese hombre del futuro, que nos liberará del ideal existente hasta aho ra y asimismo de lo que tuvo que nacer de ese ideal, de la gran náu sea, de la voluntad de la nada, del nihilismo, ese toque de campa na del mediodía y de la gran decisión, que de nuevo libera la vo luntad, que devuelve a la tierra su meta y al hombre su esperanza, ese anticristo y antinihilista, ese vencedor de Dios y de la nada -alguna vez tiene que llegar».

{444}
«Hazar» significa período de mil años. Al usar la expresión bíbli ca de «reino de los mil años» (Apocalipsis, 20) Zaratustra contra pone implícitamente el «reino del hombre» al «reino de Dios», como en otra ocasión opuso el «reino de la tierra» al «reino de los cielos».

{445}
Sigue la contraposición implícita entre el «reino del hombre» y el «reino de Dios». También la Iglesia está «edificada sobre una pie dra» (véase Evangelio de Mateo, 16, 18).

{446}
Véase la nota 53.

{447}
Sobre este «grito de auxilio» dice Nietzsche en Ecce homo: «Permanecer aquí dueño de la situación, lograr aquí que la altura de la tarea propia permanezca limpia de los im pulsos mucho más bajos y mucho más miopes que actúan en las llamadas acciones desinteresadas, ésta es la prueba, acaso la últi ma prueba que un Zaratustra tiene que rendir -su auténtica de mostración de fuerza».

{448}
Véase, en la segunda parte, El adivino.

{449}
Véase la nota 248.

{450}
La expresión alemana ¡ni Trocknen sitzen tiene un doble sentido; uno, literal: «estar (una barca) fuera del agua (en seco) », y otro, fi gurado: «no tener alguien nada de dinero». Esto le permite a Zaratustra dar su irónica respuesta, pues quiere decir: ¿Es que yo soy un insolvente, sin nada de dinero?

{451}
Véase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 11; y en esta cuarta parte, El grito de socorro, El más feo de los hombres, y El signo.

{452}
Véase, en la segunda parte, De grandes acontecimientos; en la tercera parte, De la bienaventuranza no querida, y, en esta cuarta parte, A mediodía.

{453}
Posible réplica de Nietzsche a Goethe, quien, a la muerte del prín cipe de Ligne, escribió un requiem «por el hombre más alegre de este siglo».

{454}
«¡No! ¡No! ¡Tres veces no!» Zaratustra repetirá varias veces en lo sucesivo esta misma exclamación; véase El más feo de los hombres, El saludo, y Del hombre superior, 6.

{455}
Esta afirmación de Zaratustra de que éstos son «sus dominios» será contradicha más tarde por «el concienzudo del espíritu». Véase La sanguijuela.

{456}
Véase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 12. Allí Zaratustra aplica este calificativo a los cortesanos.

{457}
Véase, en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 12.

{458}
Expresión bíblica, tomada del Evangelio de Lucas, 18, 13: «El pu blicano... se daba golpes de pecho, diciendo: ¡Oh Dios, sé propicio a mí, pecador!»

{459}
Alusión a la entrada del «señor supremo» en Jerusalén, montado en un asno, entre cantos de júbilo. Véase el Evangelio de Mateo, 21.

{460}
Véase la nota 359.

{461}
En Crepúsculo de los ídolos afirma Nietzsche: «No sin sutileza se ha dicho: il est indigne des grands coeurs de répandre le trouble qu'ils ressentent: sólo hay que añadir que puede ser asimismo grandeza de alma el no tener miedo de las cosas más indignas. Una mujer que ama sacrifica su honor; un hombre del conocimiento que “ama” sacrifica acaso su humani dad; un Dios que amaba se hizo judío».

{462}
Véase, en la segunda parte, El niño del espejo.

{463}
Véase, en la primera parte, De la guerra y el pueblo guerrero.

{464}
Zaratustra utiliza esta misma fórmula en los capítulos siguientes para despedirse «a toda prisa» de los personajes con que va encon trándose; véase La sanguijuela, Jubilado, y El men digo voluntario.

{465}
Otro título anotado por Nietzsche para este capítulo era El con cienzudo del espíritu.

{466}
Véase antes, El grito de socorro, la nota 455.

{467}
Véase, en la segunda parte, De los sabios famosos.

{468}
Más adelante, La fiesta del asno, 1, el «concienzudo del espíritu» empleará esta misma fórmula para ironizar sobre Zaratustra.

{469}
Otro título anotado por Nietzsche para este apartado era El peni tente del espíritu.

{470}
El largo «lamento» del mago que viene a continuación fue com puesto por Nietzsche en el otoño de 1884 y llevaba entonces el tí tulo de El poeta. - El tormento del creador. En otra copia manus crita le puso estos dos títulos: De la séptima soledad, luego borra do, y El pensamiento. De hecho este poema no se hallaba destinado originalmente a Así habló Zaratustra, pero Nietzsche lo insertó en él al componer la cuarta parte. De la importancia que este poema tenía para Nietzsche da idea el hecho de que más tar de lo incorporase a los Ditirambos de Dioniso, bajo el título de La mento de Ariadna. Allí lleva al final una «respuesta» de Dioniso, quien, tras un rayo, «se hace visible con una belleza de esmeralda». La citada respuesta dice así:

¡Sé inteligente, Ariadna!... Tienes oídos pequeños, tienes mis oídos: ¡Introduce en ellos una palabra inteligente! ¿No tenemos que odiarnos primero a nosotros mismos cuando debemos amarnos a nosotros mismos?... Yo soy tu laberinto...

{471}
Ya en su juventud (en el otoño de 1864) había compuesto Nietz sche una poesía con el título Al dios desconocido. El «dios desco nocido» alude al Dios encontrado por Pablo en el Areópago de Atenas (véase Hechos de los Apóstoles, 17, 23).

{472}
Ya en su juventud (en el otoño de 1864) había compuesto Nietz sche una poesía con el título Al dios desconocido. El «dios desco nocido» alude al Dios encontrado por Pablo en el Areópago de Atenas (véase Hechos de los Apóstoles, 17, 23).

{473}
Véase, en la segunda parte, De la cordura respecto a los hombres.

{474}
Nietzsche juega en alemán con las palabras versuchen (tentar) y suchen (buscar), de idéntica raíz.

{475}
Alusión a la conocida fábula narrada por Fedro.

{476}
Véase, en la segunda parte, De los sacerdotes.

{477}
El papa jubilado viene en busca del eremita con el que Zaratustra se encontró al bajar por vez primera de las montañas. Véase Pró logo de Zaratustra, 1,, y la nota 5.

{478}
Frase evangélica, empleada por Jesús en su respuesta a Pilato. Véase el Evangelio de Marcos, 15, 2: «Pilato lo interrogó: ¿Tú eres el rey de los judíos? Jesús le contestó: Tú lo has dicho».

{479}
Véase, en la tercera parte, De la virtud empequeñecedora, 3.

{480}
Un poco más tarde, en La fiesta del asno, el papa jubilado volverá a replicarle a Zaratustra que, en asuntos de Dios, él es «más ilustrado».

{481}
El «Dios escondido» es expresión bíblica; véase Isaías, 45, 15: «Es verdad, Tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador».

{482}
Una ampliación de esta afirmación puede verse en El Anticristo, 34

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