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Authors: Friedrich Nietzsche

Así habló Zaratustra (47 page)

BOOK: Así habló Zaratustra
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{194}
Sobre las «manzanas de rosa» véase luego la nota 416.

{195}
La primera edición de La gaya ciencia llevaba como motto esta cita de Emerson: «El poeta y el sabio consideran amigas y sagra­das todas las cosas, útiles todas las vivencias, santos todos los días, divinos todos los hombres.» En la segunda edición sustituyó esta cita por los cuatro versos siguientes:

Yo habito en mi propia casa,

jamás he imitado a nadie en nada,

y siempre me he reído además de todo maestro

que no se haya reído de sí mismo

Sobre la puerta de mi casa.

No es esta la única cita, literal o variada, que Nietzsche hace de Emerson en esta obra.

{196}
Nietzsche remeda aquí unas palabras de Isolda en el acto segun­do, escena segunda, de Tristán e Isolda. Dice Isolda:

Wie ertrug ich's nur?

Wie ertrag ich's noch?

¿Cómo soporté aquello?

¿Cómo continúo soportándolo?

{197}
Al revés de Aquiles, vulnerable únicamente en su talón.

{198}
En sus manuscritos Nietzsche había previsto para este capítulo también el título: Del bien y del mal. En él desarrolla ampliamen­te Nietzsche el tema de la «voluntad de poder», ya aparecido an tes; véase, en Los discursos de Zaratustra, el titulado De las mil me­tas y de la única meta; y la nota 94.

{199}
Posible alusión irónica a La nave de los locos, el poema alegórico y satírico de Sebastian Brant.

{200}
Recuérdese lo dicho en la nota 198 sobre el primitivo título de este apartado.

{201}
La expresión «voluntad de existir» es de Schopenhauer.

{202}
En Ecce homo, «¿Por qué soy un destino?», 2, cita Nietzsche esta frase, con una significativa varia­ción: donde aquí dice: «tiene que» (muss), allí dice: «quiere» (will).

{203}
El «penitente del espíritu» alude irónicamente, entre otros, a Wagner. Es un concepto importante en esta obra, que aquí apare­ce por vez primera. Se lo vuelve a citar más adelante, en De los poe­tas, y alcanza su pleno desarrollo en la cuarta parte, El mago.

{204}
Véase Humano, demasiado humano, II, «Opiniones y sentencias mezcladas», el 170, titulado «Los alemanes en el teatro», al final: «¡Bienaventurados los que tienen un gusto, aunque sea un mal gusto! - y no sólo bienaventurado, sino también sabio es cosa que sólo se puede llegar a ser en virtud de esa cualidad: por eso los griegos, que en tales cuestiones eran muy finos, designaron al sa­bio con una palabra que significa el hombre de gusto, y llamaron a la sabiduría, tanto artística como cognoscitiva, “gusto” (Sophia).»

{205}
Véase la nota 9.

{206}
Otro título previsto por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era: De los hombres del presente.

{207}
Expresión bíblica; véase el Salmo 7,10: «Dios, justo, escrutador del corazón y de los riñones». Aquí es una parábola del «psicólogo», entendido en el sentido de Nietzsche. Véase Ecce homo.

{208}
Nietzsche se burla aquí del «historicismo», tal como lo había ata­cado ya en la segunda de sus Consideraciones intempestivas, titu­lada Sobre la utilidad y la desventaja de la ciencia histórica para la vida.

{209}
Paráfrasis de las palabras de Aquiles a Ulises en la Odisea, canto XI, versos 489-491: «No intentes consolarme de la muerte, ilustre Ulises; preferiría ser labrador y servir a otro, a un hombre indigen­te que tuviera pocos caudales para mantenerse, a reinar sobre los muertos, que ya no son nada.»

{210}
Palabras de Mefistófeles en el Fausto, versos 1339-1340. Véase, en esta segunda parte, De la redención, y la nota 259.

{211}
Alusión a Génesis, 2, 21: «Entonces Yahvé Dios hizo caer un pro­fundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas... y con ella formó una mujer.»

{212}
Vaterland, Mutterland: «patria» y «matria» sería también otra traducción posible de esas dos palabras alemanas. Mas este intento de lograr en castellano el mismo juego verbal que en alemán queda roto por el Kinderland que aparece a continuación. De ahí la traducción: «país de los padres», «país de las madres» y «país de los hijos».

{213}
Véase la nota anterior. Al «país de los hijos» vuelve Nietzsche a aludir en la tercera parte, De tablas viejas y nuevas, 12, y 28. En La pedagogía social como programa politico Orte­ga alude a esta idea (véase Obras Completas, 1): «Hay, em­pero, otra noción de patria. No la tierra de los padres, decía Nietzsche, sino la tierra de los hijos. Patria no es el pasado y el pre­sente... Es algo que todavía no existe...»

{214}
El título alemán, Von der unbefleckten Erkenntnis, es, por su seme­janza fonética, una parodia de Von der unbefleckten Empfängnis ­(De la Inmaculada Concepción). Otro título pensado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado decía: A los contempla­tivos.

{215}
Juego de palabras en alemán, basado en que en este idioma Mond (luna) es de género masculino. Por otro lado, la creencia de que «hay un hombre en la luna», cuyo rostro puede percibirse en ella, es leyenda popular e infantil común a varios pueblos.

{216}
Un amplio desarrollo del «conocimiento objetivo» como espejo puede verse en el 207 de Más allá del bien y del mal.

{217}
Paráfrasis del Evangelio de Mateo, 12, 34: «De lo que rebosa el co­razón habla la boca.»

{218}
Alusión al Evangelio de Lucas, 16, 21 (parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro): «Lázaro deseaba hartarse de lo que caía deba­jo de la mesa del rico.»

{219}
Esta diatriba contra los doctos es, sin duda, transposición de las vivencias tenidas por Nietzsche durante sus años de catedrático universitario. En la «oveja que pace de la corona de hiedra» de la cabeza de Zaratustra se ha querido ver a Wilamowitz von Möllendorff y a los otros profesores que, tras la aparición de El na­cimiento de la tragedia, decretaron que Nietzsche «no era un doc­to». La «corona de hiedra» con la que se adorna Zaratustra y con la que se adornaban también Dioniso y sus acompañantes es antí­tesis de la «corona de laurel» que suelen llevar en su cabeza los «doctos».

{220}
Véase antes De los virtuosos.

{221}
Véase Ecce homo. «La desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tam­poco me han visto siquiera... Me basta hablar con cualquier “per­sona culta” de las que en verano vienen a la Alta Engadina para convencerme de que yo no vivo...»

{222}
Véase, en esta segunda parte, De las tarántulas, donde ya aparece esta frase.

{223}
Parodia de la conocida frase del final del Fausto de Goethe (versos 12104-12105). Dado que este capítulo De los poetas es una paro­dia constante de ese pasaje, se lo reproduce a continuación en su integridad. Se trata de las palabras del Chorus mysticus, que cons­tituyen los ocho versos finales del Fausto:

Todo lo perecedero

Es sólo un símbolo.

Lo insuficiente

Se hace aquí acontecimiento;

Lo indescriptible

Se ha hecho aquí;

Lo eterno-femenino

Nos arrastra hacia lo alto.

{224}
Véase antes En las islas afortunadas, la nota 153.

{225}
Hay aquí un eco de la paradoja lógica llamada de Epiménides. Za­ratustra dice que los poetas mienten; mas también Zaratustra es un poeta; luego miente al decir que los poetas mienten, etc.

{226}
Cita, invirtiendo el sentido, del Evangelio de Marcos, 16, 16: «El que crea... será bienaventurado» (palabras de Jesús a sus discípu­los poco antes de su ascensión al cielo). El texto alemán (selig ma­chen), con su posibilidad de significar también «embobar», encie­rra un matiz irónico. Véase, en la tercera parte, De los apóstatas, 2.

{227}
Véase la nota 223. Continúa la parodia del texto de Goethe.

{228}
Véase la nota 223.

{229}
Reminiscencia de Shakespeare, Hamlet, acto I, escena 5, palabras de Hamlet a Horacio: «Hay algo más en el cielo y en la tierra, Ho­racio, que lo que ha soñado tu filosofía.»

{230}
Nietzsche juega aquí en alemán con las palabras de sonido muy si­milar Gleichnis (símbolo) y Erschleichnis (amaño); esta última es invención suya, derivada del verbo erschleichen (obtener algo capciosamente). Nietzsche había empleado ya este mismo juego verbal en la poesía A Goethe, de las Canciones del Príncipe Vogel­frei (apéndice de La gaya ciencia):

¡Lo imperecedero no es más que símbolo tuyo! Dios, el capcioso, es amaño de poetas...

{231}
Véase la nota 223.

{232}
Véase la nota 223. Aquí termina la parodia del Chorus mysticus del Fausto. Como se ve, Nietzsche ha citado en su integridad los ochos versos del Fausto.

{233}
Cita y a la vez antítesis de Job, 8, 9: «Nosotros somos de ayer, no sa­bemos nada; pues nuestros días son una sombra sobre el suelo». Zaratustra reivindica para sí el ser también del mañana y del fu­turo.

{234}
Reminiscencia de Evangelio de Mateo, 7, 9: «¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le da una piedra?»

{235}
Véase, en la cuarta parte, El mago, 2, donde Zaratustra vuelve a emplear la misma imagen para referirse al mar.

{236}
Véase la nota 203.

{237}
Un primer título pensado por Nietzsche para este capítulo era Del perro de fuego. El título definitivo, De grandes acontecimientos, encierra un matiz irónico.

{238}
Nietzsche recogió sin duda del folklore italiano estas ideas, las cuales se remontan probablemente a la Antigüedad. En sus viajes había visto el Vesubio, durante su estancia en Sorrento, y también el Etna, cuando estuvo en Mesina (1882). En Sicilia se llama al Etna «casa del diavolo».

{239}
En la descripción de este extraño «vuelo» de Zaratustra, el narra­dor utiliza como marco la descripción de un suceso parecido que Nietzsche había leído en su juventud. El texto leído por Nietzsche fue publicado en 1833 en los Blätter von Prevorst, de Justinus Ker­ner, y se basaba en el diario de a bordo de un navío inglés duran­te su singladura por el Mediterráneo en 1686. Sobre este aparente plagio llamó ya la atención en 1902 el psicólogo C.G. Jung, que lo calificó de «criptomnesia». Es posible que también sean ejemplos de criptomnesia las reminiscencias de Las mil y una noches que aparecen en esta obra; véanse las notas 281, 285 y 486.

{240}
Nietzsche hace realizar aquí a Zaratustra una acción parecida a la que Jesús realizó alguna vez en los Evangelios: apartarse de sus discípulos y dejarlos solos. Véase, por ejemplo, el Evangelio de Juan, 6, 15: «Jesús... se retiró otra vez al monte, él solo».

{241}
Reminiscencia evangélica. También los discípulos se alegran cuando Jesús se les aparece después de muerto. Véase el Evangelio de Juan, 20, 20: «Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron de ver al Señor.» Todo este capítulo descri­be una especie de «bajada de Zaratustra a los infiernos» y su pos­terior «resurrección».

{242}
El «perro de fuego», además de aludir al can Cerbero, vigilante del Hades, es símbolo de la plebe; y las explosiones y erupciones de ese perro, símbolo de las revoluciones sociales.

{243}
En La genealogía de la moral, Nietzsche, hablando de Buckle, se expresa en forma similar: «El plebeyismo del espíritu moderno, que es de procedencia inglesa, explotó aquí una vez más en su suelo natal con la violencia de un volcán enlo­dado y con la elocuencia demasiado salada, chillona, vulgar, con que han hablado hasta ahora todos los volcanes.»

{244}
«Cita» de una frase ya aparecida antes. Véase, en la primera par­te, De las moscas del mercado.

{245}
Quizás alusiones a Pompeya, la ciudad convertida en «momia» por la erupción del Vesubio el año 79 después de Cristo, y a la co­lumna Vendôme, derribada durante la Comuna de París, el 16 de mayo de 1871.

{246}
El caminante y su sombra es el título de una obra de Nietzsche, añadida posteriormente al segundo volumen de Humano, dema­siado humano. «El caminante y su sombra» desempeña un papel importante en la cuarta parte de esta obra; véase allí La sombra.

{247}
Nietzsche remeda aquí la expresión con que en el Apocalipsis se inician las diferentes divisiones: «Y vi...»

{248}
Estas palabras, que son variación de la sentencia del Eclesiastés, l, 2: «¡Vanidad de vanidades -dice Qohelet-; vanidad de vanidades, todo es vanidad!», aparecen literalmente, o con modificaciones, en varios pasajes de esta obra. Véase, en la tercera parte, De los tres males, 2. De tablas viejas y nuevas, 13, y 16. El convaleciente, 2; y en la cuarta parte, El grito de so­corro, y El saludo.

{249}
Los comentaristas suelen identificar a este «adivino» con Schopenhauer, profeta del pesimismo. Pero esta figura alude no sólo a él, sino también, sobre todo, a Dühring.

{250}
«De aquí a poco»: remedo de la expresión empleada por Jesús en el Evangelio de Juan,14, 19: «De aquí a poco el mundo no me verá más...»

{251}
Este extraño sueño fue soñado por Nietzsche en el verano de 1877, según el testimonio de Reinhart von Seydlitz. La enigmáti­ca palabra Alpa carece aún de explicación satisfactoria. Se la sue le relacionar con el primer verso, también enigmático, del Canto VII del Infierno, en la Divina Comedia de Dante. Este primer ver­so dice así, en el original italiano:

Papè Satàn, papè Satàn, aleppe!

No son palabras pertenecientes a ninguna lengua, sino que quie­ren dar una idea del lenguaje de los demonios. Leídas del modo como están escritas se parecen, por el sonido, a una expresión griega. Alpa podría estar también relacionado con la palabra alemana Alp: el fantasma nocturno que, según la leyenda popular, se posa sobre el pecho del durmiente y produce en él sueños de angustia. De ahí Alpdruck (literalmente, presión del Alp) y Alptraum (sue­ño de Alp), traducido de ordinario por «pesadilla».

{252}
Expresión evangélica para designar a Juan, discípulo predilecto de Jesús. Véase el Evangelio de Juan, 13, 23: «Uno de los discípulos, aquel al que él más amaba, estaba reclinado a su derecha».

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