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Authors: Inger Wolf

Tags: #Intriga, Policíaco

Un oscuro fin de verano (28 page)

BOOK: Un oscuro fin de verano
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Los pies empezaban a quedársele insensibles.

—Levántate —ordenó.

Su voz, adquiría firmeza a medida que iba tomando forma su decisión. Sería defensa propia. Dos dolorosos disparos en el hígado; con toda la sangre que había perdido estaría muerta antes de que llegara la ambulancia. La mujer se puso en pie. Era poco más baja que él y, a pesar de su estado, seguía pareciendo ágil como un gato. El comisario empuñó de nuevo la pistola y apuntó hacia la mujer, pero entonces vaciló. No era asunto suyo, ya se ocuparía otro. Resopló con fuerza y, una vez recuperada la energía, se llevó la mano al bolsillo.

—No sé qué hora es, pero quedas detenida.

Se disponía a colocarle las esposas cuando, con un sonido gutural, Isa se abalanzó sobre él. Cuando su cuerpo le alcanzó como un peso muerto, se oyó una detonación y Trokic se desplomó de espaldas con ella encima. Sin pensárselo dos veces disparó el arma y una sangre que fluía densa y cálida le mojó los pantalones hasta empaparle. Apartó a Isa con un brusco empujón y se puso en pie. Seguía viva, movía una mano; pero ya no le daba miedo. No tenía nada más que hacer. Retrocedió unos pasos para recoger del suelo las esposas, se incorporó y se quedó contemplando cómo se le escapaba la vida a la mujer que tenía delante. Algo más allá, tras los árboles, seguían aullando las sirenas.

Capítulo 73

Era un final y un principio, y quedaron en ir juntos a tomar una cerveza en el Buddy Holly. Aunque era poco más de mediodía, la multitud de los viernes se afanaba en entrar y salir del establecimiento. Como música de fondo, un apacible zumbido. Seguía afectada, lo notaba, igual que él; todo estaba muy reciente. Pero lo principal era que Jacob había salido de aquélla. Había adivinado que estaban juntos antes de que ella misma se lo contara. Levantó el vaso mirándola. Le dolió cuando su peso le contrajo los músculos del pecho alrededor de la herida, pero al menos seguía con vida y había podido dejar la cama en pocos días. Brindaron.

—Bienvenida a la Sección A. Me han dicho que te van a dar un despacho al lado del mío.

—¿En serio? ¿Voy a dejar de ser una sin techo?

Trokic se echó a reír sacudiendo la cabeza.

—¿Has llevado los documentos al psiquiátrico? —preguntó.

Lisa asintió. Habían encontrado la aportación de Christoffer Holm a la investigación neuroquímica dentro de un sobre en el coche de Isa Nielsen.

—Espero que los empleen como es debido —comentó.

—Estuve un buen rato charlando con el médico jefe. Se ve que él también tiene escrúpulos y no creo que haga públicos los resultados de Christoffer así como así.

—¿Por qué no?

—Yo misma me he leído todo el material —le explicó— y el médico también, claro. Christoffer no quería que la industria farmacéutica hiciera un mal uso de sus investigaciones, debía de tener sentimientos muy encontrados. Trataba de mejorar los antidepresivos y de pronto se encontró con el resultado definitivo y preguntándose adonde nos llevaría. Su colega nos contó a Jacob y a mí que disponer de un antidepresivo sin efectos secundarios sería muy problemático. Demasiado sencillo.

—¿Qué quieres decir?

—Sí, Christoffer temía que pudiera tener consecuencias sociales. Es más complicado de lo que parece y sé por dónde iba. ¿Qué pasaría si ya nadie se quejara del estrés que lleva a la depresión porque de pronto existiera una solución definitiva, una solución exenta de problemas y sin ningún efecto secundario? Es importante que la gente grite y se rebele contra un progreso que implica que las cosas vayan cada vez más y más rápido.

—Da qué pensar —admitió él.

—Sí, quién podría predecir qué ocurriría.

El comisario vació su vaso y levantó la mano para llamar la atención del camarero.

—¿Te apetece otra cerveza?

—Me muero por ella —sonrió ella.

—¿Y ahora qué? ¿Piensan archivarlo todo?

—Dijo que intentarían encontrar la manera de que las cosas estuvieran más controladas —le explicó Lisa—, que iba a reunirse con los de Sanidad.

—Entonces, el tiempo dirá.

—Algo así.

Un camarero les dejó dos cervezas en la mesa. De pronto sonó el móvil de Trokic. Era imposible oír algo en medio de aquel ruido, de modo que salió a la calle, desde donde veía a Lisa a través del cristal. Tenía un aire triste porque pensaba en Jacob, por supuesto, pero saldría adelante. Ya se había dado cuenta de lo fuerte que era. La llamada era de Agersund.

—¿Molesto? —preguntó.

—Tú siempre molestas.

Agersund gruñó de mala gana.

—Una patrulla ha estado echando un vistazo por un sembrado no muy lejos de Smedegárden. Un jinete ha encontrado un montón de trozos de espejo muy curiosos. Una auténtica porquería.

Trokic daba pataditas en la acera.

—¿Y?

No estaba de servicio, era viernes y ya tenía planeado su ritual culinario.

—¿Puedes ir para allá?

—El lunes.

Silencio al otro lado del teléfono. Contempló una procesión de personas disfrazadas que se acercaba, una despedida de soltero; al novio le habían puesto cresta y colmillos. Oía la pesada respiración de Agersund.

—El lunes —repitió su jefe con resignación.

INGER WOLF (Hering, 1971) vive desde el año 2001 en Ahrus, la ciudad donde pasó sus primeros diez años. Largos paseos por el bosque fueron el punto de partida de Un oscuro fin de verano, su primera y aclamada novela. De la que la crítica ha dicho: «Una novela negra de la mejor factura», Altfor damerne; «Un oscuro fin de verano es un debut prometedor que debe continuar, por favor», Week-end avisen Berlingshe; «Hay que dar la bienvenida a una autora de novela negra que conoce muy bien su oficio», Jyllandsposten.

«Frost og Aske» [Hielo y cenizas], publicada en 2008, es la segunda novela de la autora, en la que el protagonista es de nuevo el detective Daniel Trokic.

Notas

[1]
NEC: National Efterforskningsstottecenter, Centro Nacional de Apoyo a las Investigaciones de la Policía Nacional.
(N. de la T.)
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[2]
Uno de los platos más característicos de la cocina danesa; consiste en una rebanada de pan negro untada con mantequilla y recubierta con los más diversos ingredientes.
(N. de la T.)
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[3]
El hombre de Grauballe, una de las momias mejor conservadas del mundo, fue descubierto en 1952 en la misma zona en la que se desarrolla la acción de la novela.
(N. de la T.)
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