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Authors: Donna Leon

Tags: #Intriga

Piedras ensangrentadas (33 page)

BOOK: Piedras ensangrentadas
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—Guido, ¿ya has salido a comprar los periódicos? —preguntó el conde, de entrada.

—No —contestó un adormilado Brunetti.

—Pues ve enseguida. Compra
Il Sole 24 Ore
y mira el suelto al pie de la página once. Quizá te dé la respuesta a ciertas preguntas. —Antes de que Brunetti pudiera pedir una explicación, el conde ya había cortado.

Dejando a Paola inerte bajo las mantas, Brunetti se levantó e hizo lo que le había dicho su suegro. Al volver del quiosco, entró a comprar pastas para casa. Las dejó en la encimera de la cocina y preparó café, demorando deliberadamente el momento de abrir el diario y leer lo que el conde quería que supiera. Hecho el café, se sentó a la mesa, miró los negros titulares sobre el fondo naranja y buscó la página once.

Entre los anuncios de la parte inferior, había dos artículos a una columna, de unos quince centímetros cada uno. El titular del primero rezaba:
UBS DESPIDE A SEISCIENTOS EMPLEADOS POR EL PLAN DE REESTRUCTURACIÓN
. No se molestó en seguir leyendo.

El segundo titular decía:
CONSORCIO MILANÉS CONTRATA DERECHOS DE EXPLOTACIÓN DE MINERALES EN ÁFRICA
. Brunetti dejó la taza en la mesa y se acercó el diario. El artículo decía que un grupo de empresas milanesas dedicadas a la prospección de yacimientos minerales y petrolíferos había firmado con el Gobierno de Angola un contrato de diez años que les otorgaba derechos exclusivos de exploración y explotación de «productos y materiales extractivos» en la zona oriental de la antigua colonia portuguesa de Angola. El acuerdo, explicaba el artículo, había sido posible gracias a las recientes victorias conseguidas por las fuerzas gubernamentales en la guerra civil que desde hacía años libraban contra los insurgentes de las tribus chokwe y luanda. Era de esperar que la desaparición del líder del movimiento rebelde, muerto presuntamente durante los últimos combates, contribuiría al restablecimiento de la paz en una región que durante más de una década había sido escenario de las matanzas perpetradas por los rebeldes.

Giorgio Mufatti, primer vicepresidente del conglomerado, había manifestado en una entrevista que el contrato crearía por lo menos quinientos puestos de trabajo para empleados europeos de las empresas a las que se adjudicaran los contratos y más del doble para la población local. «Esos puestos de trabajo contribuirán a llevar la paz a aquella nación devastada por la guerra», dijo Mufatti.

El
dottor
Mufatti agradecía la ayuda y el impulso que había dado al proyecto el Ministerio de Asuntos Exteriores, cuyo «apoyo al Gobierno legítimo de Angola ha sido esencial para la obtención de este contrato para la industria italiana».

Aún no se conocían los detalles del convenio, pero era de prever que la exploración empezara al término de las lluvias de primavera.

Brunetti levantó la mirada hacia Paola, que entraba en la cocina, aún ebria de sueño. Ella se frotó la cara con las manos y lo miró.

—¿Ha sonado el teléfono esta mañana? —preguntó yendo hacia el fregadero para hacer más café.

—Sí —dijo él.

—¿Quién era?

—Oh, nadie, uno que se equivocaba de número.

Moviéndose como un autómata, ella llenó de agua el recipiente, puso el café y ajustó la parte superior de la cafetera. Mientras su mujer andaba por la cocina, Brunetti dobló el periódico, lo puso a un lado y abrió el
Gazzettino.
Ella se acercó por detrás y apoyó los codos en los hombros de él.

—¿Por qué has madrugado tanto?

—No sé. No podía dormir.

Ella vio el paquete de la encimera, se acercó y lo abrió.

—Guido, eres un santo.

El café acabó de pasar y ella lo echó en una taza, añadió leche caliente de la que él había dejado detrás del fogón, fue a la mesa y se sentó a su lado.

Tomó un sorbo de café, luego otro y preguntó:

—¿Quién ha llamado?

—Tu padre —respondió él preguntándose por qué, al cabo de tantos años, todavía era tan mal embustero.

—¿Por qué, tan temprano?

—Para darme información sobre el africano.

—Ah. ¿Y te ha sido útil?

—Creo que sí.

—¿Para qué?

—Para descubrir quién era y por qué lo mataron.

Ella tomó otro sorbo.

—¿Y qué más? —preguntó.

—Pues que Patta tenía razón. No hay nada que hacer.

—¿Nada? —preguntó ella con sincera sorpresa.

Él movió la cabeza negativamente.

Al cabo de un rato, Paola preguntó:

—¿Y los diamantes?

La pregunta sorprendió a Brunetti, que se había olvidado de ellos por completo.

—En un banco —dijo.

—Eso ya me lo figuro. Pero, ¿qué harás con ellos?

Él levantó la taza y la encontró vacía, pero le dio pereza hacer más café. El hombre que había traído las piedras había muerto y, al parecer, la causa para la que debían servir había fracasado. Los diamantes estaban en un banco, inertes, sin valor real, y no lo tendrían hasta que alguien se lo diera.

—No sé.

—¿Qué quieres hacer?

—¿Te refieres a los diamantes?

—No; me refiero a hoy.

Al oírla, Brunetti descubrió que, a pesar de que hacía una hora había ido hasta Sant'Aponal, no se había fijado en qué tiempo hacía. Miró por la ventana y, al divisar las montañas a lo lejos, comprendió que el día era despejado.

—Me gustaría bajar hasta Sant'Elena, cruzar al Lido y pasear por la playa —dijo.

—¿Rito de purificación? —preguntó ella con su primera sonrisa.

Él se encogió de hombros. Estuvieron un rato en silencio hasta que Brunetti dijo:

—Si Claudio los vendiera, don Alvise podría encargarse de que el dinero fuera a parar a la gente que necesita ayuda.

—Mejor eso que dejarlos en el banco —dijo Paola.

—Y también mejor que el fin al que estaban destinados —terminó Brunetti, pero enseguida añadió—: O eso creo.

De pronto, se sintió más animado y se levantó para hacer más café. Se detuvo frente a la ventana y miró otra vez las lejanas montañas, ahora cubiertas por la nieve, puras, altivas, ajenas a las miserias y las ansias de los humanos.

—Esperaré a que te vistas —dijo—. Y luego iremos a dar un paseo.

Notas

[1]
«Mala, cafre y corta.» Se ha dejado en inglés para preservar el doble sentido de
short
, que se aplica tanto a la extensión como a la estatura.
(N. de la t.)

[2]
Divisioni Investigacioni Generali de Operazioni Speciali.
(N. de la t.)

Autor
[*]

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