Papel mojado (3 page)

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Authors: Mongolia,

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En cambio, mientras Cebrián se prodigaba anunciando cada día la muerte y la inutilidad de
El País
, un directivo de la empresa filtró a CC. OO. que el diario preparaba un ERE que iba a afectar a ciento veinte trabajadores, más del 30 por ciento de lo que queda de plantilla tras las múltiples segregaciones. Los trabajadores dijeron «¡Basta!» y empezaron a redactar un comunicado de reprobación a su primer ejecutivo, un hecho insólito que provocó una reacción también insólita: Cebrián visitó la redacción y, a su manera, se disculpó. Tanto por sus comentarios como incluso por cobrar los bonos que, según dijo sin ruborizarse ante la asamblea de redactores, le habían obligado a percibir.

El máximo ejecutivo de Prisa negó incluso que el ERE estuviera en marcha, aunque finalmente se concretó a los pocos meses exactamente con la dureza filtrada. Fue entonces cuando la reprobación de Cebrián y del director, Javier Moreno, se materializó en sendas votaciones históricas: es muy difícil encontrar precedentes en un gran medio de referencia de que la plantilla exija la dimisión de sus directivos. Y por amplísima mayoría.

La evolución de Cebrián tras la muerte de Polanco es comparada entre redactores de
El País
con Nerón y Calígula. Las víctimas abundan: la vieja guardia empezó a ser purgada de forma inmediata tras la muerte del empresario cántabro y el hombre fuerte de la empresa —que ha ido apartando de puestos ejecutivos a los directivos con apellido Polanco— se ha atrevido a reescribir la propia historia minimizando el papel del empresario clave ahora que ya no puede responder.

En febrero de 2011, Cebrián publicó un largo artículo en
El País
rememorando el 23-F:

 

Ese fue el momento en el que comuniqué a los reunidos en mi despacho que en mi opinión debíamos sacar una edición especial de inmediato, de acuerdo con lo acostumbrado por
El País
cuando sucedía una noticia de extraordinario interés. ¿Una edición para qué?, me preguntaron. Para lo que un periódico como el nuestro tiene que hacer: contar lo que pasa y emitir una opinión al respecto. El debate se convirtió en discusión y luego en caos. José Ortega y Jesús Polanco no estaban seguros de que aquella fuera una buena decisión. Javier Baviano, gerente del diario, puso de relieve que no habría furgonetas para distribuirla y que los quioscos habían cerrado ya que las gentes, atemorizadas, se habían recluido en sus casas. (…) Delkáder y Martín Prieto, mis dos subdirectores, me urgían a tomar una decisión, la única posible según ellos: sacar el diario cuanto antes. El consenso parecía imposible y el guirigay de alteradas voces, incontrolable, o sea que al fin di un manotazo sobre la mesa de cristal de mi despacho y dije: aunque sea lo último que haga como director, vamos a sacar esta edición. A partir de ahí cesó el desorden y todos se pusieron a lo suyo.
2

 

O sea: el consejero delegado (Polanco) y el presidente (Ortega) no querían sacar el periódico y en cualquier caso no eran más que subordinados del director del periódico.

Cada año y durante varias semanas,
El País
publica un anuncio promocionando un programa para universitarios: «Buscamos consejero delegado por un día». ¿De verdad que solo por un día?

 

 

Cómo fabricarse un sueldo de 12 millones de euros

 

El astronómico salario del presidente de Prisa, Juan Luis Cebrián, que en 2011 se embolsó doce millones de euros pese a que la empresa perdió cuatrocientos cincuenta en el mismo ejercicio, no hubiera sido posible sin la ayuda desde dentro de una persona clave a la sombra del poder: Gregorio Marañón y Beltrán de Lis, nieto del célebre médico.

El marqués de Marañón, en el que siempre habían confiado las familias de referencia que crearon
El País
—es patrón de la Fundación Santillana e incluso ha fusionado la Fundación Marañón con la Ortega— fue el ariete utilizado por Cebrián para expulsar de la presidencia ejecutiva a Ignacio Polanco y llegar finalmente a la cima, según fuentes conocedoras de lo sucedido. Y, sobre todo, para asegurarse una retribución solo al alcance de los grandes tiburones de las finanzas.

La liquidación del hijo del difunto patriarca Polanco se materializó en una cena entre Marañón, Cebrián, y los hermanos Ignacio y Manuel Polanco, antes de la junta de accionistas de verano de 2012, que culminó con la entrada en el capital de CaixaBank y el Banco Santander, entre otros. Marañón le espetó que los consejeros independientes —colocados a propuesta de Cebrián o de sus socios financieros— exigían su salida porque «no están los tiempos para un gasto tan elevado» en un puesto en la práctica representativo. «O dimites o tendremos que destituirte», le advirtió, según las mismas fuentes.

En 2011, Prisa pagó a Ignacio Polanco, cuyo patrimonio se ha evaporado como consecuencia del hundimiento de la acción de Prisa con la gestión de Cebrián, un total de 1,68 millones de euros, según la memoria sobre retribución de directivos presentada a la CNMV. El mismo documento registra que Cebrián se embolsó en el mismo ejercicio siete veces más —doce millones de euros— con el aval del presidente del Comité de Nombramientos y Retribuciones del grupo: el propio Gregorio Marañón.

Como las investigaciones que abre la CNMV son secretas, nadie sabe si el órgano de control ha investigado el papel de Marañón en el pelotazo de su amigo en detrimento de los accionistas. Pero hay dos elementos especialmente polémicos del aval del Comité de Retribuciones al salario de Cebrián.

El primero es la propia retribución de Marañón: pese a no ser un consejero ejecutivo, en 2011 ingresó de Prisa un mínimo de quinientos mil euros, el equivalente a veinte redactores júnior de
El País
.

Marañón fue con mucha diferencia el consejero no ejecutivo que más ingresos percibió por su asistencia a las múltiples comisiones y consejos a los que había sido promocionado.

En 2011, Marañón percibió noventa y seis mil euros por dietas de asistencia, doscientos sesenta mil euros de retribución fija por su adscripción a múltiples comisiones, cuarenta mil euros en acciones y cien mil por un informe jurídico que facturó a Prisa TV, de la que también es consejero.

Y todo ello destinando a Prisa una minifracción de su tiempo, que debe distribuir en los consejos de otras cinco empresas y el patronato —a menudo con funciones ejecutivas— de once fundaciones, algunas de tanto relumbrón como la del Teatro Real, Santillana, Ortega-Marañón, El Greco 2014 y la Real Fábrica de Tapices.

Que el presidente de la comisión que sugiere el sueldo del primer directivo sea a su vez el mejor retribuido de los no ejecutivos es ya de por sí un elemento extraño en una empresa cotizada. Pero existe una segunda característica que quizá ha llamado la atención a la CNMV: la retribución de Cebrián se fijó tras solicitar un informe a la consultora Spencer Stuart, cuyo Consejo Asesor está presidido… por el propio Marañón.

El Consejo Asesor de la citada multinacional incluye también a Juan Arena de la Mora, al que Marañón y Cebrián cooptaron para el Comité de Nombramientos y Retribuciones tras la marcha de Diego Hidalgo, pata negra de la primera hornada que acompañó a Ortega y a Polanco y que invirtió toda su fortuna en acciones del grupo que hoy no valen nada. A diferencia de Matías Cortés —otro histórico ahora indignado—, Hidalgo renunció a la batalla y se marchó en julio de 2012. Arena de la Mora —ex presidente de Bankinter, banco del que Cebrián fue consejero— ha sido promovido a la presidencia de la Comisión de Auditoría.

Marañón es también una pieza clave en la luna de miel que Cebrián vivió con algunos capitostes del PP, al menos hasta que estalló el escándalo de la presunta contabilidad B de Bárcenas en el partido. Y muy significativamente con María Dolores de Cospedal, con quien Marañón coincide en fundaciones de Castilla-La Mancha, y también con el núcleo duro del PP madrileño, que le ha aupado a la cúspide de fundaciones tan importantes como la del Teatro Real. La red empresarial de la que participa le es también muy útil al respecto: Logista, empresa cuyo Consejo de Administración preside, fichó en 2012 a Eduardo Zaplana cuando su influencia en Telefónica estaba de capa caída.

 

 

Y todo ello sin renunciar a su relación privilegiada con el
establishment
del PSOE vinculado a Prisa. No debe de resultarle difícil: durante años ha compaginado sin ningún problema la presidencia en España de Roche Farma, líder de medicamentos contra el cáncer, con el consejo de la tabacalera Altadis.

 

 

Los tiburones de Prisa

 

En noviembre de 2010, en pleno asedio de los mercados contra España,
El País
entrevistó a un portavoz de Man Group, uno de los mayores
hedge funds
europeos, para mostrar el modus operandi de los tiburones financieros: «El estilo de Man no es hacer dinero con las desgracias ajenas. Lo que ocurre es que nuestros fondos están diseñados para seguir las tendencias del mercado. Creemos en la eficiencia de este para encontrar un valor justo a los activos. Por tanto, ponerse corto [ganar dinero gracias al hundimiento de un determinado valor] es una estrategia legítima», explicaba el portavoz en el diario de Prisa.

El hombre fuerte de Man Group es hoy Emmanuel Roman. Y este reconocido tiburón francés también se sienta en el consejo de Prisa desde noviembre de 2010, cuando los fondos de Liberty, promovidos por Nicolas Berggruen y Martin Franklin, le inyectaron 650 millones de euros.

Prisa cambió entonces para siempre: dejó de ser la empresa de la familia Polanco y empezó a ser devorada por los tiburones. El penúltimo capítulo —por ahora— es el ERE de
El País
: el grupo despidió a un tercio de la plantilla sin haber registrado ni un solo ejercicio de pérdidas en tres décadas.

Roman es uno de los grandes en su mundo: pasó diecisiete años en Goldman Sachs antes de incorporarse a GLG Partners, el agresivo fondo que Berggruen y Franklin adquirieron en 2007 en una operación similar a la que luego iban a repetir con Prisa, con una SPAC —vehículo inversor para una operación única— llamado Freedom en lugar de Liberty.

GLG, luego fusionado con Man Group, es uno de los agentes más activos en las apuestas a corto contra las empresas españolas: invierte en la depreciación de su valor y gana dinero si efectivamente cae. Estas operaciones han estado a veces prohibidas por la CNMV, pero en el primer semestre de 2012 —cuando eran posibles— el fondo controlado por el consejero de Prisa mantenía posiciones cortas contra tres empresas españolas: Acciona, Gamesa e Indra.

En aquellos meses, Roman se prodigaba mucho en conferencias subrayando el sombrío panorama español: pronosticaba el aumento del paro en España, el
default
de empresas privadas y la supuesta insostenibilidad del modelo de pensiones. Justo cuando sus fondos podían obtener beneficios si se hundía la cotización de las empresas citadas.

Las posiciones cortas para provocar el desplome de la acción encajan muy bien con la tradición de Berggruen, quien ha explicado en entrevistas que empezó a especular a los diecisiete años cuando estudiaba Finanzas, tras una etapa «muy radical». En 1999,
Forbes
elogió su instrumento de entonces, Alpha Investment, que destinaba al menos un 40 por ciento de sus fondos a posiciones cortas contra bonos, monedas o
commodities
: «Solo pondrá dinero en mánagers con resultados excelentes en venta a corto», subrayaba la revista.

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