Pantaleón y las visitadoras (19 page)

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Authors: Mario Vargas Llosa

Tags: #Erótico, Humor, Relato

BOOK: Pantaleón y las visitadoras
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C
ARACTERÍSTICAS
: secreto.

F
ECHA Y LUGAR
: Iquitos, 16 de octubre de 1957.

El suscrito, capitán
EP
(Intendencia) Pantaleón Pantoja, jefe del Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines, respetuosamente se presenta ante el contralmirante
AP
Pedro G. Carrillo, jefe de la Fuerza Fluvial del Amazonas, lo saluda y dice:

1. Que deplora profundamente el imperdonable descuido por el cual la letra del Himno de las Visitadoras no hace mención explícita de la gloriosa Armada Nacional y de la esforzada marinería que la integra. Que no como justificación sino como simple cociente informativo quiere hacerle saber que este himno no fue encargado por la jefatura del
SVGPFA
, sino espontánea creación del personal y de forma y contenido. Que en todo caso, si no en la letra, en el espíritu de dicho Himno, al igual que en la mente y en el corazón de quienes laboramos en el
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, se hallan siempre presentes las bases de la Armada y su marinería, a quienes todos en este Servicio profesamos el mayor cariño y el más alto respeto.

2. Que se ha procedido a solventar las deficiencias del Himno, enriqueciéndolo con las siguientes modificaciones:

a
. El coro o estribillo, que se canta cinco veces intercalado a las estrofas, se cantará tres veces (la primera, la tercera y la quinta) en su factura original, es decir:

Servir, servir, servir

Al Ejército de la Nación

Servir, servir, servir

Con mucha dedicación

La segunda y la cuarta vez, el coro o estribillo se cantará renovado en su segundo verso de esta manera:

Servir, servir, servir

A la Armada de la Nación

Servir, servir, servir

Con mucha dedicación

b
. La primera estrofa del Himno queda definitivamente modificada, anulándose el tercer verso que decía «Y a los sargentos y a los cabitos» y reemplazándolo del siguiente modo:

Hacer felices a los soldaditos

— ¡Vuela volando, chuchupitas!—

Y a los valientes marineritos

Es nuestra honrosa obligación

Dios guarde a Usted.

Firmado:

capitán
EP
(Intendencia) P
ANTALEÓN
P
ANTOJA

c.c. al general Felipe Collazos, jefe de Administración, Intendencia y Servicios Varios del Ejército y al general Roger Scavino, comandante en jefe de la V Región (Amazonía).

*

Parte estadístico

El coronel
EP
Máximo Davila se complace en enviar al
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el siguiente informe sintético sobre la visita que su convoy número 32 efectuó a la Guarnición de Barranca (sobre el río Marañón):

Fecha de la visita del convoy número 32
: 3 de noviembre de 1957.

Medio de transporte y personal
: Barco
Eva
. Jefe del convoy: Chino Porfirio. Visitadoras: Coca, Pechuga, Lalita, Sandra, Iris, Juana, Loreta, Brasileña, Roberta y Eduviges.

Permanencia en la Guarnición
: seis (6) horas, de las 14 a las 20.

Número de usuarios y desarrollo de las prestaciones
: Ciento noventidós (192) usuarios, divididos y servidos del siguiente modo: un grupo de diez (10) hombres, consignado a la visitadora Brasileña (pese a ser la más ambicionada por los hombres del regimiento se acató la disposición del
SVGPFA
de asignar a esta visitadora solo el número reglamentario mínimo de usuarios); un grupo de veintidós (22) hombres, consignado a la visitadora Pechuga (por ser la segunda en popularidad en el regimiento) y ocho grupos de veinte (20) hombres cada uno, consignados a las restantes visitadoras. Esta repartición se efectuó luego de cancelado el imprevisto que se refiere más adelante. Como era preciso que
Eva
zarpara antes del oscurecer debido a los rápidos nocturnos que en esta época se forman frente a Barranca, se acortó el tiempo máximo de permanencia del usuario en el emplazamiento de veinte a quince minutos, de modo que toda la operación terminara antes de ocultarse el sol, lo que felizmente se obtuvo.

Apreciación
: Las prestaciones fueron plenamente gratas a los usuarios, lamentando algunos, sólo, el recorte de tiempo debido a la razón ya expuesta, y siendo la conducta del convoy número 32 del todo correcta, como ha sido hasta ahora la de todos los convoyes del
SVGPFA
que hemos tenido el agrado de recibir en la Guarnición de Barranca.

Imprevistos
: La Asistencia Médica de esta unidad descubrió, viajando en el convoy número 32, tramposamente vestido de mujer, a un polizonte, quien, entregado a la Prevención e interrogado, resultó ser el individuo Adrián Antúnez, (a) Milcaras, el mismo que, se reveló, es protector o macró de la visitadora denominada Pechuga. El polizonte confesó haber sido introducido en el barco
Eva
por su protegida y haber obtenido bajo amenazas el consentimiento del jefe del convoy y el silencio de las demás visitadoras para llevar a cabo su estrambótico intento. Con el engaño de las ropas de mujer, se mintió a la tripulación que se trataba de una visitadora nueva llamada Adriana, descubriéndose la superchería cuando, al llegar a Barranca, la supuesta Adriana inventó una enfermedad ante su primer cliente, el número Rogelio Simonsa, para no brindar la prestación por el sitio debido, proponiendo en cambio realizarla de manera sodomita o contra-natura. El número Simonsa, entrando en sospechas, denunció lo ocurrido y la falsa Adriana fue examinada a la fuerza por el enfermero de guardia, haciéndose patente su verdadero sexo. El polizonte aseguró al principio haber ideado esta pantomima para controlar más de cerca los ingresos de la visitadora Pechuga (de los cuales recibe el 75%) pues sospechaba que ella le hacía cuentas mañosas a fin de retacearle su participación. Pero luego, ante la incredulidad de los interrogadores, confesó que siendo invertido pasivo desde hace muchos años, su verdadera intención había sido practicar su vicio con la tropa, para demostrarse a sí mismo que podía suplantar con creces a una mujer en funciones de visitadora. Todo lo cual fue corroborado por su propia conviviente Pechuga. No siendo competencia de esta unidad tomar una decisión sobre el particular, el individuo Adrián Antúnez, (a) Milcaras, es devuelto esposado y custodiado en el barco
Eva
al centro logístico, para que la jefatura del
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adopte las medidas que más convengan.

Sugerencia
: Que se estudie la posibilidad de enviar los convoyes del
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a los centros usuarios con más frecuencias, por el buen efecto que las prestaciones tienen en la tropa.

Firmado:

coronel
EP
M
ÁXIMO
D
ÁVILA
,

jefe de la Guarnición de Barranca

(sobre el río Marañón)

Se adjunta: lista de usuarios con nombre, apellido, número de foja de servicios y boleta de descuento, y polizonte Adrián Antúnez, (a) Milcaras.

*

Iquitos, 1 de noviembre de 1957

Respetable señora Pantoja:

Muchas veces he llegado hasta su puerta para tocarla, pero arrepentida cada vez me he vuelto a casa de mi prima Rosita, llorando, porque acaso no nos ha amenazado siempre tu esposo diciendo han de ir al infierno antes que acercarse a mi hogar. Pero estoy desesperada y viviendo ya el infierno, señora, compadézcase de mí, hoy que es el día de nuestros muertos queridos. De aquí me voy a rezar a la iglesia de Punchana por todos tus muertos, señora Pantoja, sé buena, yo sé que usted lo es, he visto lo linda que es tu hijita con su carita tan santa como la del niño-mártir de Moronacocha. Le contaré que cuando nació tu hijita todas tuvimos tanta alegría allá en Pantilandia, le hicimos su fiesta a tu esposo y lo emborrachamos para que estuviera más feliz con la bebita, ha de ser como un angelito de alma blanca venido del cielo, nos decíamos entre nosotras. Así ha de ser, yo lo sé, me lo sé, me lo secretea el corazón. Usted me conoce, una vez me vio hace como un año o más, esa «lavandera» que hizo entrar a su casa por equivocación, creyendo que iba a lavarle la ropa. Esa soy yo, señora. Ayúdame, sea buena con la pobre Maclovia, estoy muriéndome de hambre y el pobre Teófilo allá en Borja, me lo tienen preso en el calabozo, a pan y agua me dice en una carta que me trajo un amigo, el pobrecito, todo su pecado es quererme, haga algo por mí, te lo voy a agradecer hasta mi muerte. ¿Cómo quiere pues que viva, señora, si su marido me botó de Pantilandia? Diciendo que me había portado mal allá en Borja, que yo lo había invencionado para que se escapara conmigo al Teófilo. No fui yo, fue él, me dijo huyámonos a Nieva, que me perdonaba que fuera puta, que me había visto llegar a Borja y el corazón le había hablado diciendo: «Apareció la mujer que andas buscando por la vida».

Tengo un techo gracias al corazón de mi prima Rosita, pero ella también es pobre y no puede mantenerme, señorita, ella te está escribiendo esta carta por mí porque yo no sé. Compadézcase que Dios te lo premiará en el cielo y lo mismo a tu hijita, la he visto en la calle dando sus pasitos y he pensado un niño dios, qué ojitos. Tengo que volver a Pantilandia, háblale a tu marido, que me perdone y me contrate de nuevo. ¿Acaso no le he trabajado siempre bien? ¿Qué disgusto le he dado al señor Pantoja desde que estoy con él? Ninguno, pues sólo éste, unito en un año acaso es tanto. ¿No tengo derecho a querer a un hombre? ¿A él no se le cae la baba cuando la Brasileña le hace sus mañoserías? Cuídate, señora, esa mujer es mala, ha vivido en Manaos y las putas de allá son bandidas, seguro le estará dando cocimiento a tu marido para tenerlo embrujado y aquí, en un puño. Además, ya se han matado por ella dos hombres, un gringuito santo, dicen y el otro un estudiante. ¿Acaso no lo tiene ya al señor Pan Pan que le saca lo que quiere? Cuídese, esa mujer es capaz de quitártelo y sufrirías, señora. Rezaré para que no te pase.

Háblale, ruégale, señora Pantoja. A mi Teófilo me lo van a tener preso todavía muchos meses y yo quiero ir a verlo pues, lo extraño, en las noches lloro dormida pensando en él. Es mi marido ante Dios, señora, nos casó un padre viejecito, allá en Nieva. Y en el Arca de allá clavamos una gallinita en prenda de amor y de fidelidad. Él no era «hermano» pero yo sí, desde que vino a Iquitos el Hermano Francisco, Dios lo bendiga, fui a oírlo y me convertí. Yo lo convertí a Teófilo, y se hizo «hermano» al ver cómo los «hermanos» nos ayudaron allá en Nieva. Los pobres, por darnos de comer y prestarnos una hamaca han tenido que irse al monte, dejando sus casas y sus animalitos y las cositas que tenían. ¿Es justo que se persiga así a la gente buena que cree en Dios y hace el bien?

¿Cómo voy a ir a ver a Teófilo si no tengo plata para el barco? Y dónde voy a trabajar, el Moquitos es muy rencoroso, no quiere recibirme porque lo deje para entrar a Pantilandia. De lavandera otra vez no quiero, es matador el cansancio y se tiene encima a la policía que se tira todo lo que una gana. No hay donde ir, señora. Bésalo y amáñate bien, como las mujeres sabemos, harás que me perdone y yo iré de rodillas a besarte tus pies. Pienso en mi Teófilo allá en Borja y quiero matarme, clavarme una espinita de chambira en el corazón como hacen los chunchos en las tribus y se acabó la pena, pero mi prima Rosita no me deja y además sé que ni Dios nuestro Señor ni el Hermano Francisco, su capataz aquí en la tierra, me lo perdonarían, ellos quieren a todas las criaturas, hasta a una puta la quieren. Apiádese de mí y que me contrate de nuevo, nunca más le daré el menor colerón, te lo juro por tu hijita, voy a rezar por ella hasta ponerme ronca, señora. Me llamo Maclovia, el ya sabe.

Le agradezco tanto, pues, señora Pantoja, que Dios se lo pague, le beso los pies y lo mismo a tu hijita, con toda mi devoción,

M
ACLOVIA

*

Solicitud de baja del Ejército del comandante (
CCC
) Godofredo Beltrán Calila, jefe del Cuerpo de Capellanes Castrenses de la V Región (Amazonía).

Iquitos, 4 de diciembre de 1957

General de Brigada Roger Scavino

Comandante en jefe de la V Región (Amazonía)

Presente.

Mi general:

Cumplo el penoso deber de solicitar por su intermedio mi baja inmediata del Ejército Peruano, en cuyas filas tengo el honor de servir hace dieciocho años, es decir desde el mismo año en que me ordené sacerdote, y en el que he alcanzado, quiero creer que por mis merecimientos, el grado de comandante. Asimismo, cumplo el tristísimo imperativo moral de devolver al Ejército, a través de Usted, mi superior inmediato, las tres condecoraciones y las cuatro citaciones honrosas con las que, a lo largo de mis años de servicio en el sacrificado y postergado Cuerpo de Capellanes Castrenses (
CCC
), las Fuerzas Armadas han querido alentar mis esfuerzos y rendir mi gratitud.

Siento la obligación de dejar claramente puntualizado, que la razón de mi apartamiento de esta institución y de estas medallas y diplomas, es la ominosa existencia, como organismo semi-clandestino de nuestro Ejército, del llamado Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines, eufemístico nombre que cintura, en realidad, un activo y creciente tráfico de rameras entre Iquitos y los campamentos militares y bases navales de la Amazonía. Ni como sacerdote ni como soldado puedo admitir que el Ejército de Bolognesi y de Alfonso Ugarte, que ha constelado la Historia del Perú de acciones nobles y de héroes insignes, descienda al vergonzoso extremo de prohijar en su seno, subvencionándolo con su propio presupuesto y poniendo a su servicio su logística y su cuerpo de Intendentes, al amor mercenario. Sólo quiero recordar la paradoja contrastante que hay en el hecho de no haber conseguido yo, en dieciocho años de insistentes ruegos y gestiones, que el Ejército crease una sección movilizable de sacerdotes, a fin de llevar periódicamente a los soldados de las apartadas guarniciones donde no hay capellán, que son las más, los sacramentos de la confesión y la comunión, y el de que el mencionado Servicio de Visitadoras disponga en la actualidad, apenas al año y medio de creado, de un hidroavión, un barco, una camioneta y un modernísimo equipo de comunicaciones para repartir por todo lo dilatado de nuestra selva, el pecado, la lascivia y, sin duda, la sífilis.

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