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Authors: Mari Jungstedt

Tags: #Intriga, Policíaco

Nadie lo ha oído (26 page)

BOOK: Nadie lo ha oído
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Se quedó mirándolos muy seria.

—¿Qué creéis que le ha ocurrido?

La cara de Knutas parecía preocupada cuando contestó.

—No lo sabemos —le dijo—. La verdad es que no lo sabemos.

K
nutas llamó a Tom Kingsley y le ordenó que se presentara en la comisaría. Parecía reacio, pero prometió estar allí al cabo de una hora.

—Kingsley quizá sea el novio secreto —le dijo Knutas a Karin cuando se sentaron cada uno con su café y su bocadillo a esperar que Tom Kingsley apareciera.

—No sería tan raro —comentó Karin entre dos bocados—. ¿Por qué no nos dijo nada de su relación cuando hablamos con él en la cuadra?

—Tal vez le dio vergüenza. Al menos a mí me la daría si estuviera con una chica de catorce años.

—Si es cierto que mantienen una relación, sólo eso lo convierte en sospechoso. Si uno tiene treinta años e inicia una aventura con una chica de catorce, entonces hay algo que no funciona bien, eso está claro.

T
om Kingsley parecía tenso y forzado cuando por fin se presentó después de casi dos horas. Llevaba puesta la ropa de la cuadra y a Knutas le desagradó el olor a caballo.

—Perdonen que me presente vestido así, pero vengo directamente del trabajo —se disculpó Kingsley como si le hubiera leído el pensamiento.

—Está bien —mintió Knutas—. El otro día, cuando nos vimos en la caballeriza, describió su relación con Fanny como superficial. Dijo que no se conocían mucho. ¿Mantiene esa declaración?

—Sí… Así es.

—¿Ya no parece tan seguro?

—Depende de a lo que uno se refiera.

Knutas sintió una creciente irritación. La gente que le mentía a la cara le sacaba de quicio.

—¿Qué quiere decir?

—¿Qué significa conocer bien a alguien? Yo no lo sé.

—Dijo que sólo solían hablar un poco.

—Es cierto.

—Es decir, ¿que no tienen una relación más personal?

—No, no me lo parece.

—Pues resulta que hemos recibido información que contradice esa afirmación. Hemos oído que están juntos. Es decir, que mantienen una relación.

A Tom Kingsley se le ensombreció el rostro.

—¿Quién demonios anda diciendo semejantes mentiras?

—Eso no podemos decirlo, pero ¿es así?

—¿Quién coño puede asegurar una cosa así? ¡Joder, eso es una locura!

—Por favor, conteste a la pregunta. ¿Tiene o ha tenido una relación con Fanny Jansson?

—Esto es una locura —Kingsley negaba con la cabeza—. ¿Me están preguntando que si tengo una relación amorosa con Fanny? Pero si no es más que una niña, por favor.

Knutas estaba a punto de perder la paciencia.

—Sí, eso es precisamente lo que queremos saber y tenemos nuestras razones —dijo con decisión—. Conteste a la pregunta.

—Es evidente que no la tengo. Fanny y yo somos amigos, pero nada más. Nadie puede ir por ahí propagando un montón de mentiras diciendo que estamos liados.

—¿Por qué no nos habló de los abrazos que le da a menudo cuando hablamos con usted la primera vez?

—Es que no solemos abrazarnos, joder.

—¿Pero lo han hecho alguna vez?

—Sí que le he dado alguna vez un pequeño abrazo, pero fue para consolarla. Ella necesitaba apoyo. La situación familiar de esa chica es terrible. Su madre bebe y no tiene padre ni hermanos. No tiene amigos, está sola. ¿Lo entienden? ¡Está tan sola!

Tom Kingsley se había cabreado de verdad.

—Así pues, niega tener una relación con Fanny, ¿lo he entendido bien? —insistió Knutas.

Sólo obtuvo una negación con la cabeza en respuesta.

—¿Cómo se explica entonces que la gente haya pensado que estaban juntos?

—Eso es cosa suya y de su fantasía enferma. ¿Es que no vamos a poder los hombres mostrar un poco de amabilidad y consideración hacia una chica? ¡Joder, esto es una locura! ¿Es Agneta quien ha dicho eso? ¿Agneta Stenberg?

Knutas y Karin se miraron sorprendidos.

—¿Por qué lo piensa? —preguntaron al unísono.

—Porque está celosa, evidentemente. Lleva unos cuantos meses detrás de mí, pero le he dicho que no estoy interesado. No hace mucho organizaron una fiesta para el personal de las cuadras y entonces se puso muy pesada, de manera que al final me vi obligado a mandarla a paseo.

Knutas quedó impresionado por lo bien que se expresaba Tom Kingsley. Hablaba sueco perfectamente. De no haber sido por su ligero acento, cualquiera lo habría tomado por sueco.

Cuando terminó el interrogatorio, Knutas se sintió desconcertado. Había contado con poner a Kingsley contra las cuerdas y dejarlo indefenso, pero no había sido así.

Lunes 3 de Diciembre

A
l final Johan no viajó a Gotland. «Tal vez sea lo mejor», pensó malhumorado. Emma no había dado señales de vida en todo el fin de semana. Con lo bien que habían estado la última vez. No acababa de entenderla. Ojalá no hubiera empezado a dar marcha atrás otra vez.

En ese momento sentía la isla muy lejana, incluso a nivel profesional. Justo cuando Grenfors, por fin, parecía haberse fijado en el asesinato de Gotland, la investigación policial se encontraba, a todas luces, en punto muerto. Además, se había producido un crimen demencial en la plaza Medborgarplatsen, en el barrio de Södermalm. El lunes ya avanzada la tarde recibieron un aviso en la redacción de que un loco andaba suelto por las calles con una barra de hierro en las manos y había matado por lo menos a una persona. Había otras cinco heridas, entre ellas un bebé.
Noticias Regionales
se enteró de la noticia gracias a un soplo prácticamente en el mismo instante en que se estaban produciendo los hechos. Johan salió a toda prisa con una fotógrafa, y en el coche hasta allí fue todo el tiempo con el móvil pegado a la oreja hablando, bien con el policía de guardia, bien con la central de emergencias, bien con la redacción.

La fotógrafa era rápida y ágil conduciendo, cambiaba constantemente de carril para ganar tiempo y por momentos se saltaba el código de circulación, lo cual era inevitable si uno quería llegar rápido. Cuando llegaron a Medborgarplatsen aparcó descaradamente el coche en mitad de la plaza y montó la cámara en un suspiro.

Ya había en el lugar ambulancias y coches de policía. Habían empezado a acordonar la zona y había grupos de gente que miraban con consternación cómo se hacían cargo de los heridos.

Johan entrevistó tanto a los policías corno a los testigos, quienes contaron que el hombre, sin mediar provocación alguna, se había lanzado contra la gente que se encontraba en su camino. Al final había tirado la barra de hierro y había desaparecido escaleras abajo por la boca del metro que había junto al parque Björns Trädgård. Habían cortado el metro y la policía estaba buscándolo dentro de los vagones y en los andenes con la ayuda de perros.

L
a redacción era un hervidero de actividad cuando Johan regresó. Grenfors estaba con dos auriculares en las manos; el productor del programa corría entre los aparatos de videoedición para hacer que todos estuvieran listos a tiempo y además se ocupaba de los contactos con los informativos nacionales, que naturalmente también trabajaban a marchas forzadas con la tragedia de Södermalm.

La idea era que hubiera colaboración entre los diferentes programas informativos; las entrevistas se repartían entre los reporteros, intercambiaban imágenes. Las tomas grabadas por
Noticias Regionales
estaban evidentemente muy solicitadas, ya que su fotógrafa había sido la primera en llegar al lugar. El director del programa estaba ocupadísimo tratando de encontrar a las personas adecuadas a las que entrevistar en el estudio; llamó al jefe de la policía provincial, así como al director de la ONG Stadmissionen, ya que muchos creían que el hombre que había sufrido aquel arrebato de violencia era un sin techo. Sin embargo, aún andaba libre.

La noticia ocupó casi toda la emisión. Se había producido un caos tremendo como consecuencia de la interrupción del servicio de metro, puesto que los hechos habían ocurrido justo un poco antes de la hora punta, cuando cientos de miles de personas volvían a casa después del trabajo.

Noticias Regionales
emitió directamente desde Medborgarplatsen, hacia donde la gente ya había empezado a dirigirse para encender velas y depositar flores. El número de víctimas se había elevado a dos, el bebé había muerto a consecuencia de las lesiones.

De vuelta a casa en el metro, Johan volvió a pensar una vez más en las especiales condiciones de trabajo de los periodistas. Cuando ocurrían los sucesos más terribles dejaban los sentimientos a un lado y lo primordial era informar. Predominaba lo profesional, pero no tenía nada que ver con la mentalidad carroñera que algunos les echaban en cara cuando descargaban su ira contra los medios de comunicación. Johan pensaba que la mayoría de sus colegas, al igual que él, actuaban de este modo movidos por las ganas de informar, sencillamente. Se trataba de contar lo que había sucedido de la manera más rápida y correcta posible. La responsabilidad de los periodistas era reunir todo el material que pudieran para ofrecer la información más fidedigna.

De vuelta en la redacción, revisaban el material y lo comentaban con el redactor. ¿Qué era relevante emitir y qué no lo era? Se retiraban las imágenes de los heridos tomadas demasiado cerca, las entrevistas con personas que se encontraban en evidente estado de choque se suprimían y cualquier cosa que se considerara un atentado contra la integridad se eliminaba.

Cada día surgían nuevas discusiones éticas y detrás de cada reportaje había meticulosas deliberaciones, en especial en estos casos delicados. Por supuesto, a veces se cometían errores, se difundía un nombre o una imagen que no debería haberse hecho público. Al redactor no siempre le era posible ver los reportajes antes de que se emitieran, porque los márgenes de tiempo eran muy pequeños. Con todo, la mayoría de las veces las cosas funcionaban debidamente conforme a las normas éticas a las que estaban sujetos todos los periodistas. Siempre había algún mal profesional que se pasaba de la raya, claro. Algunas cadenas de televisión y algunos periódicos habían ido demasiado lejos, pero de momento sólo eran unos pocos.

Martes 4 de Diciembre

A
l día siguiente, cuando la policía detuvo al autor de los crímenes de Medborgarplatsen mientras dormía escondido en un garaje en Skärholmen, la noticia volvió a cobrar actualidad.

Así funcionaba también el día a día de una redacción de noticias: lo de más rabiosa actualidad primero, todo lo demás tenía que esperar. Algo podía ser de máxima actualidad un día y al día siguiente quedar obsoleto. Se estaba dando prioridad a unas noticias o a otras constantemente, en las reuniones de la mañana, a lo largo del día, ante cada nuevo suceso. El trabajo de los reporteros, cambiaba incesantemente, ante cada nueva toma de decisión tenían que reorganizar o modificar totalmente sus reportajes. Una cosa tenían segura, el trabajo rara vez era monótono.

Por eso Johan se había pasado todo el día sin pensar en Emma. Ya en casa, ella volvió a ocupar sus pensamientos. La llamó aunque sabía que no debía. Parecía cansada.

—¿Qué tal?

—Bueno, mejor. Hoy he ido a buscar a los niños a la escuela.

—Qué bien.

—Sí.

Se quedaron en silencio. La inquietud de Johan iba en aumento.

—¿Has hablado con Olle?

—Ahora estoy en casa. Les está leyendo un cuento a los niños.

—¿Qué haces allí? ¿Has vuelto otra vez con él?

—No, pero como comprenderás tenemos que poder estar juntos.

Emma hablaba irritada y en voz baja, como si temiera que alguien la oyera.

—¿Ya no está tan enfadado?

—Claro que lo está, pero se ha tranquilizado lo suficiente como para que podamos hablar, lo cual significa muchísimo para mí. Ahora no quiero correr ningún riesgo si me oye hablando contigo. ¡Adiós!

Johan se quedó mirando fijamente el teléfono sin saber qué hacer, al tiempo que la temperatura bajo cero del exterior se instalaba bruscamente en su corazón. Así que ahora, de repente, Olle volvía a ser más importante para ella; y eso que parecía que le importaba una mierda. La amenaza lo dejaba sin fuerzas. No soportaba volver a perderla.

Miércoles 5 de Diciembre

E
mma clavó los ojos en la tira del dispositivo que tenía en las manos. Aquello era absurdo. No podía ser cierto. ¿Dos rayas azules en cruz, como el signo de más, significaban realmente que estaba embarazada? Hacía mucho tiempo que no se hacía un test de embarazo. Agarró el paquete con el corazón desbocado. Las instrucciones no podían ser más claras. Una raya azul en la ventanita = no embarazada. Dos rayas azules en cruz = embarazada. ¿Cómo era posible? Johan y ella sólo habían hecho el amor una sola vez hacía unas semanas y ya ni se acordaba de cuándo fue la última vez que se había acostado con su marido. Inquieta, empezó a hacer memoria. Olle, ¿cuándo fue la última vez? Tuvo que ser en el verano. Empezó a contar. Agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre. ¡Madre mía!, en ese caso tendría que estar ya de cinco meses, y debería tener más barriga. ¿Y la menstruación entonces? La regla sólo se le había retrasado tres semanas. Además, había tenido el período todo el otoño. Se le nubló la vista cuando cayó en la cuenta. Tenía que ser de Johan. Aquel viernes de octubre. Estaba trabajando en Gotland y la llamó. Ella estaba algo decaída y se encontraron en la redacción antes de que él volviera a Estocolmo. Habían hecho el amor en el sofá. Joder. No podía tener tan mala suerte. Se había saltado el período de reflexión una sola vez y va y se queda embarazada. Eso sólo le podía pasar a ella.

Sintió cómo las lágrimas asomaban en sus ojos. Esto era más de lo que podía sobrellevar.

Estuvo a punto de pegar un salto cuando llamaron a la puerta. La voz de Olle al otro lado:

—Emma, ¿te falta mucho?

—No, espera un momento.

Tiró el dispositivo y la caja vacía a la papelera. No podía decir nada ahora. Necesitaba tiempo para pensar. Se lavó las manos a toda prisa y abrió la puerta.

—¿Qué te pasa? Estás muy pálida.

Olle la miró preocupado.

—¿Estás enferma?

—Quizá podría llamarse así. Estoy embarazada.

Jueves 13 de Diciembre

L
a catedral de Visby estaba a rebosar aquella mañana del día de Santa Lucía. Knutas estaba sentado junto a Line y Nils en el tercer banco a la derecha del pasillo central. La alta bóveda del crucero y los magníficos arcos lanzaban sombras alargadas a la luz de cientos de velas encendidas. Los asistentes susurraban expectantes en voz baja, sólo alguna que otra tos o taconeo rompía el suave murmullo en las hileras de bancos.

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