La morada de la Vida (18 page)

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Authors: Lee Correy

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: La morada de la Vida
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—Un minuto —anunció Spock.

—Sulu, pase la visión de Mercaniad a la pantalla principal —ordenó Kirk.

Mercaniad estaba elevándose por el horizonte de Mercan, la Morada de la Vida. Cuando apareció completamente a la vista, pudo observarse que el disco de la estrella palpitaba, despidiendo largas serpentinas de materia incandescente. Tenía la superficie jaspeada de manchas solares. Invisible en la pantalla, estaba la corriente de partículas con carga que provocaba un enorme incremento de los vientos estelares. Sin la protección de los escudos de la
Enterprise
, los humanos y humanoides que se hallaban a bordo se habrían extinguido como la llama de una vela en el viento.

—Treinta segundos. Torpedos en ruta. Los sensores los perderán dentro de diez segundos, cuando comiencen a entrar en la corona.

—No estoy muy seguro de que me guste la idea de tener un asiento de primera fila para contemplar una posible supernova —murmuró Chekov.

—Quince segundos. ¿Tiene intención de advertir a la tripulación, capitán?

—Negativo, señor Spock. Si se convierte en supernova, los que estamos aquí dispondremos de unos dos segundos para darnos cuenta de lo ocurrido. Son lo suficientemente disciplinados como para esperar el fin en cualquier momento entre las estrellas…

—Cero. Los dos torpedos han penetrado ya en Mercaniad —anunció Spock.

La atención de todos los del puente estaba clavada en la pantalla frontal, excepto Spock que tenía la cara metida en el visor cubierto de la biblioteca de la computadora. Aparte del palpitar de los sistemas internos de la nave estelar
Enterprise
, no se oía sonido alguno en el puente.

En la apariencia de la estrella que estaba en la pantalla no se produjo ningún cambio.

Kirk hizo girar el sillón, se levantó y se acercó a Spock.

—¿Algún cambio, Spock?

El vulcaniano no apartó la cara del visor.

—Negativo, capitán. Los torpedos liberan una cantidad de energía tan pequeña comparada con la de una estrella, que no veremos cambio alguno durante por lo menos nueve minutos. Incluso una estrella de clase G es una masa muy grande y no puede cambiar de inmediato… a menos que se convierta en supernova… cosa que ésta no ha hecho… y que no va a hacer después de todo porque a estas alturas ya habría despedido la fotosfera con una explosión.

Se oyó un enorme suspiro de alivio proferido por el alférez Chekov, pero Sulu permaneció tan impasible como siempre. Uhura, que era un poco más emotiva, simplemente se cubrió el rostro con las manos mientras cerraba los ojos.

Kirk le dio a Spock una palmada en un hombro con júbilo y alegría evidentes.

—¡Lo ha conseguido, Spock!

Sólo en ese momento levantó el vulcaniano la cara del visor y levantó quejosamente una ceja.

—Señor, ¿había alguna duda? Los números eran correctos. Las matemáticas constituyen una ciencia lógica, capitán, y la lógica de nuestros cálculos era indiscutible. Las probabilidades estaban a favor de este resultado. Realmente no comprendo este despliegue de emociones, señor.

Kirk sacudió la cabeza.

—Spock, es usted probablemente la primera persona que se entromete en el funcionamiento de una estrella con pleno conocimiento de que podría hacernos desaparecer a todos… y consigue hacerlo bien. Puede estar seguro de que me encargaré de que ese logro suyo sea adecuadamente incluido en su historial, junto con una adecuada recomendación por su lógica de sangre fría…

—Capitán, ¿cómo es posible agradecer la lógica?

Ni Kirk, ni el resto de la tripulación que se hallaba en el puente de la
Enterprise
, fueron capaces de contener la risa, que no estaba tan relacionada con la réplica de Spock como con el alivio de la tensión soportada durante los últimos minutos pasados.

No pasó mucho tiempo antes de que pudiera verse en la pantalla principal que a Mercaniad le estaba sucediendo realmente algo. Spock activó los registros espectrales para observar la longitud de ondas de los ultravioletas y los rayos–X de la estrella, tras lo cual echó un vistazo a los campos magnéticos y gravitatorios. Estaban cambiando. Era perfectamente evidente que Mercaniad ya no latía, ni arrojaba los fuegos artificiales de sus prominencias estelares, ni incrementaba ya su emisión mediante estallidos de actividad, cada uno más poderoso que el anterior. Estaba estabilizándose, pulsando ocasionalmente, aplacándose.

—Puente, aquí ingeniería —resonó la voz de Scotty a través del silencio del centro de control de la nave—. Capitán Kirk, el nivel de radiación está disminuyendo rápidamente y los rayos hiper–Berthold están reduciendo su intensidad. Si esto se mantiene, nuestras pantallas resistirán sin necesidad de aumentar la potencia para asegurar su capacidad protectora. ¿No me diga que Spock se había equivocado con respecto a Mercaniad?

—En absoluto, Scotty. De hecho, Spock es ahora el único oficial científico de la Flota Estelar que ha conseguido hacerle cosquillas a una estrella y vivir para contarlo —replicó Kirk con una sonrisa.

—¿Han sido los torpedos de fotones quienes lo han conseguido?

—Así es ciertamente, Scotty. Ya puede relajar el control de alerta de los escudos. Probablemente Spock ha conseguido tranquilizar a esa estrella equívoca hasta convertirla en una de clase G de buen comportamiento.

—Orun dice que eso no es posible —replicó la voz del ingeniero—. Ninguna Prueba ha sido de tan corta duración.

—Dígale que las cosas han cambiado, Scotty.

DIARIO DEL CAPITÁN: FECHA ESTELAR 5077.5

Quiero que conste en los registros que el intento de estabilizar la estrella variable irregular de clase G llamada Mercaniad, mediante la introducción de una descarga de energía detonante en forma de dos torpedos de fotones, fueron debidos tanto la idea como el acto del comandante Spock, primer oficial y oficial científico de la Enterprise. Las probabilidades de éxito eran marginales, y la operación se llevó a cabo con mi total autorización y con pleno conocimiento, por mi parte, de todas las posibilidades, incluidas las asociadas con el éxito de la empresa. La ayuda capaz y la disposición a cooperar de tres habitantes humanoides de Mercan, miembros del grupo Técnica —Thallan, Othol y Orun—, resultaron vitales para la ejecución de este acto porque les proporcionaron a Spock y a la biblioteca de la computadora la mayoría de los datos del historial de Mercaniad de que se dispone. El comportamiento de Mercaniad durante las explosiones, denominadas la Prueba entre los mercanianos, fueron también datos importantes que nos proporcionaron los tres expertos de Mercan.

A pesar de que esa acción fue concebida y llevada a cabo por Spock, fue realizada con mi absoluta autorización, y acepto toda la responsabilidad de las posibles consecuencias que pueda acarrear.

La constante observación de Mercaniad desde el momento de la detonación de los torpedos en su núcleo, ha revelado que las conclusiones iniciales de Spock eran totalmente correctas. La estrella está estabilizándose rápidamente hasta un estado que parece ser el de una estrella regular de clase G0, con todas las características que presentan ese tipo de astros existentes en nuestro sector de la galaxia. La emisión de rayos hiper–Berthold ha disminuido casi hasta cero; los datos completos de ese fenómeno, hasta ahora sin precedentes, están almacenados en la biblioteca de la computadora para posterior análisis e interpretación por parte de los especialistas estelares de la Federación.

No obstante, esta estabilización de Mercaniad tendrá el inevitable resultado de la desestabilización de su civilización humanoide. Hemos destruido intencionadamente un acontecimiento astronómico irregular sobre el que se basaba la estabilidad de su cultura. En las circunstancias en las que nos hallábamos, no tenía otra alternativa u opción que me permitiera salvar a la Enterprise y su tripulación de una destrucción segura. Por ese motivo, asumí la responsabilidad de violar abierta e intencionadamente la Primera Directriz y la Orden General Número Uno, sabiendo de antemano que cualquier estabilización de esta estrella alteraría la cultura y el estilo de vida de los habitantes humanoides de Mercan más allá de cualquier restauración posible.

La línea de acción que seguiré en el futuro inmediato no está clara para mí en este momento. Tengo a bordo de la Enterprise a líderes de dos de los tres grupos políticos y sociales de la cultura mercaniana: el primer procurador Lenos, y el líder de la Técnica, Thallan. Por lo tanto me parece que mi deber es convocar y moderar una reunión entre los guardianes, los procuradores y los miembros de la Técnica con la esperanza de ayudarles a que creen por sí mismos un nuevo orden estable sobre el planeta, ante la total ausencia de la principal influencia poseída hasta ahora por los guardianes para mantener su posición dentro de la sociedad: el misterio de la Prueba, la capacidad de los guardianes para prever con precisión las explosiones de Mercaniad.

Mercaniad ya no amenazará con la Prueba, debido a nuestras acciones.

A pesar de que posiblemente he salvado a la Enterprise y a su tripulación, me veo obligado a formularme una pregunta: ¿para qué la he salvado?

La ciencia y la tecnología mercanianas podrían ciertamente estar a la altura de la tarea de proporcionarles al oficial Scott y a la división de ingeniería el apoyo necesario para reparar el motor hiperespacial que nos permitirá regresar al brazo de Orión y el territorio de la Federación. Pero ¿nos ayudarán los mercanianos? ¿O sus energías se verán, en cambio, desviadas hacia una guerra civil que abarcará todo el planeta a causa de mis acciones y decisiones?

11

El timbre de la puerta del camarote de Kirk, sonó. —Adelante —dijo él.

La puerta se deslizó con un sonido neumático y apareció la alta silueta de Spock dibujada por las luces del pasillo. Kirk no se levantó de su litera, en la que se hallaba tendido de espaldas.

—No quiero molestarlo, capitán.

—Entre, Spock. No me molesta.

La puerta se cerró detrás del primer oficial.

—Tengo algunos datos que deben ser sometidos a su atención, señor —comenzó Spock—. Su intercomunicador parece que no funciona.

—Necesitaba algo de calma. He estado pensando, Spock.

La ceja derecha del primer oficial se alzó.

—No se muestre tan sorprendido, Spock. Incluso un capitán de nave estelar necesita ocasionalmente un momento de paz y silencio. E incluso un capitán de nave estelar puede entregarse al pensamiento lógico…

—Soy bien consciente de la ocasional necesidad humana de contemplación silenciosa. Ése es un rasgo que comparten tanto los humanos como los vulcanianos —le dijo Spock—. La nave no requiere su atención inmediata en la órbita estándar mientras esperamos a que los mercanianos descubran que la Prueba ha concluido. No obstante, tengo dos cosas que desearía someter a su consideración. Una: Mercaniad se está asentando en forma de estrella de clase G0 como habíamos predicho, y alcanzará el estado estable dentro de aproximadamente ocho horas coma tres. A partir de ese momento probablemente se mantendrá como estrella estable de clase G0 durante cerca de un billón de años…

—Eso quiere decir que los guardianes comenzarán a salir de sus agujeros para averiguar qué es lo que está ocurriendo —comentó Kirk—, y para entonces necesitaremos tener trazado un plan de acción.

—Cierto, capitán —arguyó Spock—. Pero estamos comenzando a detectar señales ocasionales de radiación de transportador/desplazador en la superficie de las vecindades de Celerbitan. Los guardianes podrían salir al exterior antes de lo previsto si han detectado ya la rápida disminución de la intensidad estelar.

Kirk suspiró y se incorporó hasta sentarse en el borde de la litera.

—Gracias, Spock. Esos datos me proporcionan un margen de tiempo dentro del cual tendré que trabajar.

Pero Spock no se encaminó hacia la puerta una vez transmitido su informe.

—Capitán… Jim, ha faltado del puente durante dos turnos, lo cual es insólito en usted dadas unas circunstancias como las presentes. Yo supongo que, lógicamente, que está extremadamente preocupado por la posibilidad de haber violado la Orden General Número Uno, así como porque se pregunta si los mercanianos, en particular los de la Técnica, se trabarán o no en una guerra civil en lugar de permitir que los ayudemos como pago por la ayuda que nos presten para reparar el motor hiperespacial. ¿Estoy en lo correcto respecto a la valoración de sus preocupaciones?

Kirk levantó la mirada hacia el oficial de elevada estatura que, con su herencia medio humana y medio vulcaniana, podía frecuentemente penetrar en lo más hondo de los pensamientos de sus colegas humanos con una empatía mucho mayor que los seres humanos mismos. No era con mucha frecuencia que Spock se permitía dirigirse a su muy íntimo amigo James Kirk por el nombre de pila, ni siquiera en privado. En ese sentido, los modales del primer oficial tenían un carácter muy mercaniano.

—Siéntese, Spock. Ha descrito usted mi problema con absoluta precisión. Puede que haya manejado todo esto tan mal hasta el momento, que no sé si podré continuar a partir de este punto… ni siquiera en el caso de que olvidara completamente la Primera Directriz y me concentrara exclusivamente en salvar a la
Enterprise
y su tripulación.

Spock no respondió de inmediato, sino que pareció meditar cuidadosamente sobre las palabras pronunciadas por el capitán.

—Jim —dijo luego—, fuimos puestos en una posición tremendamente insólita por circunstancias sobre las que no teníamos ningún control. No tenía usted otra alternativa que la de actuar de forma oportunista en el manejo de esta cultura mercaniana totalmente única…

—No, Spock, no se trata únicamente de eso —objetó Kirk con un vaivén de la mano—. Debería de haberlo escuchado a usted con más atención cuando me advirtió acerca de las anomalías gravitacionales cercanas a la grieta espacial…

Resultó obvio que Spock no aceptaba aquella premisa.

—Era algo totalmente impredecible. Estábamos operando en un espacio no cartografiado…

—Sea como fuere, hemos encontrado la civilización mercaniana.

—… Y yo operé sobre la ingenua suposición de que se trataba de humanoides lógicos y racionales. Me dejé llevar hacia todo esto por la extremada cortesía de las costumbres sociales vulcanianas. No actué con el vigor suficiente ni la rapidez necesaria. Los mercanianos, en especial los guardianes, no son más racionales ni lógicos que cualquier otra especie humanoide… incluidos los vulcanianos —agregó cautelosamente.

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