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Authors: Jude Watson

La lucha por la verdad (10 page)

BOOK: La lucha por la verdad
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Capítulo 17

Qui-Gon y Adi entraron en su transporte. Adi se puso a los mandos y, mientras encendía el motor, observó con frialdad a los cazas escolta.

—Son tan antiguos que deberían llevarlos al desguace —dijo ella—. No tendremos problemas para despistarlos.

—Esperemos que esos cañones láser sean igual de antiguos —comentó Qui-Gon con suavidad.

La nave se elevó lentamente y se dirigió hacia la atmósfera superior, con los cazas flanqueándola de cerca. Adi era uno de los mejores pilotos que conocía Qui-Gon. Su tiempo de reacción era increíblemente breve, y pilotaba la nave casi por instinto. Si había alguien capaz de despistar a cuatro cazas sin arriesgarse a dañar su nave, ésa era Adi.

Porque había una cosa que era segura: no iban a marcharse de Kegan sin sus padawan.

Qui-Gon había pensado que Adi era demasiado precavida en algunos momentos de la misión. En ese momento se dio cuenta de lo determinada que podía ser.

—¿Preparado para dar un paseo? —preguntó a Qui-Gon.

Él comprobó que el cinturón de seguridad estaba bien abrochado.

—Preparado.

Con un movimiento hábil, Adi dio la vuelta a la nave, pasando a escasa distancia del caza que tenían al lado. Ella descendió a gran velocidad y dio varias vueltas. Uno de los cazas intentó seguirla y entró en barrena. El piloto intentó estabilizar su nave.

—Ese modelo no tiene la maniobrabilidad de éste —murmuró ella—. Qué pena.

Adi colocó la nave a máxima velocidad y efectuó un giro cerrado a la derecha, llevando la nave al límite de sus capacidades. Un disparo láser de advertencia les pasó rozando, pero Adi ya estaba girando a medida que ascendía, así que el ala no sufrió ningún daño. Pero el otro caza sí. Uno de los motores comenzó a arder.

—Esperaba que pasara eso —murmuró Adi. El segundo caza regresó corriendo al planeta para ser reparado.

Adi cambió de dirección. En lugar de intentar escapar de las dos naves que quedaban, se dirigió hacia ellas. Pensando que iba a estrellarse contra ellos, ambos cazas giraron y dispararon al mismo tiempo.

Adi evitó fácilmente los disparos con unos cuantos giros rápidos. Ahora tenía los cazas bajo ella, todavía girando. Adi aceleró al máximo. Los motores rugieron y enseguida perdió a ambas naves.

—Buen vuelo —le aduló Qui-Gon—. Y yo que pensaba que Yoda te había enviado a esta misión sólo para vigilarme. Quizá sabía que nos harían falta tus habilidades de pilotaje.

Adi le miró divertida con sus ojos oscuros y almendrados.

—Yoda no me envió para vigilarte. No como tú piensas. Siri y yo somos un equipo nuevo. Yoda quería que ella viera cómo coopera un buen equipo de Maestro y padawan.

—¿Así que Yoda no nos está vigilando?

—Al contrario. Obi-Wan y tú habéis demostrado vuestra eficiencia. Yoda pensó que Siri también necesitaría aprender a cooperar con otro padawan.

Qui-Gon pensó en ello.

—Creo que yo he aprendido la misma lección —dijo en voz baja.

Adi le dedicó una de sus infrecuentes sonrisas.

—Yo también.

Qui-Gon introdujo las coordenadas de la elevada llanura de Kegan y ambos se pusieron cómodos para el corto trayecto. Muy pronto estaban sobrevolando el área. Había niebla sobre el horizonte. Qui-Gon observó primero los monitores y luego contempló el paisaje con su aguda vista. La niebla se abrió y ahí estaba. Un gran recinto rodeado de una elevada muralla de piedra,
dentro
de la cual se elevaban edificios grandes de cúpulas bajas, así como zonas cultivadas y espacios abiertos.

—La niebla es un buen escondite —dijo Adi—. Aterrizaré fuera del muro, junto a esas rocas.

Tomaron tierra y ocultaron la nave tras un parapeto de rocas y maleza. Escalaron, cruzaron parte del terreno y treparon por el muro.

La niebla estaba baja y tan espesa que apenas se veía a corta distancia. Qui-Gon y Adi exploraron el recinto, dejando que sus aguzados instintos les dijeran cuándo había Guías cerca. Los dos se movían como sombras entre la niebla.

Subieron al tejado de los edificios y miraron por los tragaluces. Escudriñaron todas las ventanas, pero no vieron nada.

—No están aquí —dijo Adi Gallia—. Quizás estaban aquí y se los llevaron a otro sitio. No hay duda de que O-Vieve y V-Tan ya han dado la alerta. Saben que íbamos a venir aquí. Creo que deberíamos marcharnos y pensar en el siguiente paso. Quizá deberíamos volver a Kegan y ver si Melie y Nen han conseguido algo.

Qui-Gon se detuvo. Levantó la cabeza y cerró los ojos.

Sintió la Fuerza a su alrededor. La invocó, esperando que le dijera si su padawan estaba cerca.

No sintió nada.

—De acuerdo —dijo, no muy convencido—. Vámonos.

Capítulo 18

Al principio luchó por bloquear la voz.
Confía en los Guías para que te muestren el caminó al Bien General. Ellos lo controlan. Lo conocen. Confía en ellos. No te fíes de tus amigos o vecinos
.

Entonces se dio cuenta de que no debía luchar contra ello. Eso sólo hacía que la voz fuera más insistente. Utilizó el método Jedi y aceptó. La voz le resbalaba como el agua. No tenía que beberla.

¿Cuánto iba a durar aquello? Parecía que llevaba horas. Podía encontrar su centro de calma. La voz no entraría allí. Sabía que Siri podía hacer lo mismo. No iban a volverse locos escuchando aquella voz monótona y melódica que decía una mentira tras otra.

Pero ¿qué pasaría con Davi?

Finalmente, su Guía le quitó el traje de privación sensorial. Al principio sólo podía parpadear. Los suaves ruidos de la gente y el movimiento al otro lado de la puerta, así como la respiración del Guía, eran estruendosos y molestos. Obi-Wan pensó que era como si acabara de nacer.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí? —preguntó Obi-Wan.

—Eso no te lo puedo decir —dijo el Guía amablemente—. Es la hora del aseo. Yo te llevaré si no puedes ver bien todavía. Es normal.

—Puedo ver —los ojos de Obi-Wan se estaban adaptando. Los muros y el suelo grises eran como una extensión de la oscuridad en la que había estado sumergido durante horas.

Caminó junto al Guía por los pasillos, y se cruzaron con un Guía Médico, distinto al que había visto en la superficie hacía tantos días.

No. Hoy. He visto a un Guía Médico hoy.

Se lo dijo a su noción del tiempo. Encontraría la forma de medirlo en su habitación.

No estaré aquí mucho tiempo. Vinimos a por Davi. Le encontraremos y nos iremos de aquí.

Habían ido porque sentían que le debían algo a Davi. Habían ido para ayudar a un amigo. Pensaron que sería fácil rescatarle y salir. Estaban equivocados. No iba a ser fácil.

Obi-Wan se dio cuenta de que había sido impulsivo por su parte. Y en el Templo se había hecho la promesa de no volver a ser impulsivo. Iba a ser precavido.

Quizá fuera la influencia de Siri. Ella siempre estaba lista para saltar, moverse, reaccionar. No debía haberla escuchado.

No escuches a otros. Escucha sólo a los Guías.

Obi-Wan negó con la cabeza, bloqueando el recuerdo de aquella voz.

El Guía le metió en la sala de aseo. Luego le señaló el chorro caliente y el frío, las toallas y una túnica limpia.

—Volveré dentro de tres minutos —dijo.

Obi-Wan sintió la presión del agua templada en su espalda y percibió una conexión repentina con la tierra que estaba sobre él, y con las criaturas vivas y los seres que le rodeaban. Qui-Gon estaba allí. Le estaba buscando.

Él lo sabía. Sintió la conexión fuerte, segura.

Estoy aquí, Qui-Gon. Debajo. No dejes de buscar.

En el pasado tuvieron esa conexión, pero se había roto. ¿Le oiría Qui-Gon? ¿Le respondería?

No sintió nada.

Obi-Wan pasó a la ducha fría, se secó y se vistió.

Estaba solo. No podía confiar en nadie. Sólo los Guías eran dignos de confianza...

Obi-Wan se detuvo mientras se abrochaba el cinturón. No había oído esas palabras en la voz de su mente. Las había oído en su propia voz.

El miedo creció en su interior. Le habían afectado en una sola sesión.

Obi-Wan respiró hondo, recordó su formación, se concentró en la calma interior y expulsó el miedo.

No estoy solo
, se dijo firmemente.
Tengo a Siri. Y confío en ella
.

Capítulo 19

El servicio de comidas se ofrecía en una gran sala repleta de estudiantes. Obi-Wan no podía verles la cara. Al igual que él, llevaban máscaras. Había un silencio estricto. Los Guías de Seguridad patrullaban los pasillos entre las largas mesas, asegurándose de que nadie comenzara una conversación.

El Círculo de Aprendizaje era disciplinado. No permitían hacer amistades. Si un estudiante intimaba con otro, era trasladado a otra zona; pero la conversación se permitía en el comedor, y los estudiantes podían interactuar.

Aquí, todo estaba pensado para desanimar a los alumnos. El aislamiento era la herramienta clave.

Obi-Wan intentó mirar por debajo de las máscaras para comprobar si Siri le estaba buscando. Buscó a alguien delgado para ver si encontraba a Davi. No podía adivinar si alguno de sus dos amigos estaban allí.

Un timbre estridente resonó. Las sillas crujieron cuando todos se levantaron, hubieran terminado o no. Obi-Wan se puso en fila con los otros. ¿Cómo podría ponerse en contacto con Siri? Tenía que encontrar la forma de hacerlo. Podía fingir que estaba enfermo. Había muchos guardias médicos en aquel edificio...

Sus ojos captaron un rápido movimiento más adelante.

Una cola saliendo del bolsillo de una túnica. El estudiante metió la mano dentro del bolsillo rápidamente.

¡Davi!

Recorrieron el largo pasillo gris en una fila. Uno a uno, los alumnos se fueron introduciendo en las celdas. Obi-Wan bajó la cabeza, pero no quitó la vista de Davi. Se fijó en la celda en la que se metía. No estaban numeradas, así que contó las puertas hasta que llegó a la suya.

Esa noche se pondría en contacto con él. No había tiempo que perder. Davi era sensible. Le daba miedo estar solo. ¿Qué le estaría provocando aquel lugar?

¿Y cómo iba a encontrar a Siri? Obi-Wan consideró el problema. Tendría que confiar en la Fuerza para guiarle. No podía esperar ni un segundo más. Emplearía el sable láser para abrir la puerta cuando se apagaran las luces.

Esa noche, cronometró el paseo regular de los Guías de Seguridad. Calculó la distancia del pasillo. Tendría el tiempo justo para ir a por Davi, meterse en su celda hasta la siguiente patrulla, y después salir a buscar a Siri. Sería arriesgado. Tenía que confiar en que el Guía no se diera cuenta de las puertas rotas. Pero la luz era tan tenue que era probable que no lo viera.

Un zumbido anunció la hora de dormir, y tres segundos después la luz se apagó. Obi-Wan se sentó con las piernas cruzadas en el suelo de la celda. Esperaría hasta que estuviera seguro de que los alumnos estaban dormidos.

Apenas llevaba unos minutos esperando cuando oyó un susurró que le resultaba familiar.

—¡Obi-Wan! ¿Qué haces? ¿Te estás echando una siestecita?

—¿Siri?

—¿Quién iba a ser, V-Tarz? Aléjate de la puerta.

El resplandor del metal derretido iluminó la habitación. Siri estaba cortando un agujero en la puerta con su sable láser. Obi-Wan acudió en su ayuda. Al cabo de un rato, habían abierto un agujero lo suficientemente grande como para que él saliera.

Los ojos de Siri brillaron al verle.

—¿A qué estabas esperando? ¿Te está empezando a gustar esto?

Obi-Wan ya estaba acostumbrándose a su sentido del humor.

—Vamos —dijo él—. Sé dónde está Davi.

Bajaron corriendo por el pasillo.

—Creo que Qui-Gon está en alguna parte del Círculo de Aprendizaje —dijo él—. Puedo sentirlo.

—Yo no siento nada —dijo Siri—, pero todavía no tengo esa conexión con Adi. Quizás algún día funcionemos juntas tan bien como tú y Qui-Gon.

Era un cumplido un tanto ambiguo, pero era la primera vez que ella reconocía que Obi-Wan tenía más experiencia.

Llegaron a la puerta de Davi. Cortaron un agujero rápidamente y entraron. Davi se apoyó en los codos, atónito al ver a Obi-Wan y a Siri colándose en su celda.

—¿Qué hacéis aquí? —susurró—. Nos vais a meter a todos en problemas.

—¿Más problema que esto? —preguntó Siri, pasando el sable láser por la celda vacía.

Davi no sonrió. Se volvió a tumbar y se hizo un ovillo.

—Seguro que sí —dijo—. Marchaos de aquí.

—Davi, tienes que venir con nosotros —dijo Obi-Wan rápidamente.

—Tienes que confiar en nosotros —añadió Siri.

—Yo sólo confío en los Guías —dijo Davi—. Ellos me muestran el camino hacia el Bien General. Ellos lo controlan. Ellos lo conocen. Yo confío en ellos.

—Es esa voz la que habla —dijo Obi-Wan.

—No confío en mis amigos ni en mis vecinos —susurró Davi—. Confío en los Guías —les miró con gesto suplicante—. Eso es todo lo que sé. Por favor, marchaos.

Siri dio un paso adelante y se sentó en el suelo junto a Davi.

—Hay muchas cosas buenas en la galaxia, Davi. Si Kegan dejara entrar las cosas buenas, sería un lugar mejor. Quizás exista ya una cura para alguna de las enfermedades que seguís teniendo aquí. Como el virus Toli-X.

Davi se apoyó de nuevo en los codos.

—Pe... pero eso es incurable. Mis padres murieron de eso.

—Se descubrió la vacuna poco después de que el virus comenzara a propagarse por la galaxia —dijo Siri con suavidad—. Si Kegan hubiera estado en contacto con el resto de la galaxia, se habrían salvado muchas personas. Siento tener que contarte esto.

—No te creo —Davi movió la cabeza de un lado a otro—. Los Guías no mienten. Los Guías no mienten.

—Davi, ¿por qué hay tantos médicos aquí en el Círculo de Reaprendizaje? —le preguntó Obi-Wan.

—Porque no se puede curar a los niños —dijo Davi—. Si están a la vista de los otros, es malo para el Bien General.

—Si un animal estuviera herido, ¿lo encerrarías o intentarías curarlo? —le preguntó Obi-Wan—, Este sitio está mal, Davi. Y tú lo sabes.

Davi les miró, consternado.

—Somos tus amigos —dijo Siri rápidamente—. Nosotros no te mentiríamos. Sabes que venimos de otro planeta. Hemos visto esas cosas —se levantó—. ¿Vienes con nosotros?

Davi dudó. Oyeron los pasos de un guardia en el pasillo. ¿Les delataría Davi?

Oyeron las pisadas pasar de largo y desaparecer.

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