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Authors: Jude Watson

La lucha por la verdad

BOOK: La lucha por la verdad
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La mayor parte de la población de Kegan no quiere tener nada que ver con el resto de la galaxia. Pero cuando se descubre que allí hay un bebé que puede albergar un tremendo potencial en la Fuerza, Qui-Gon Jinn, Adi Gallia, y sus aprendices, Obi-Wan y Siri, se ven obligados a visitar el extraño y aislado planeta. No son bienvenidos. Nada más llegar Qui-Gon y Adi se encuentran atrapados en una telaraña de engaños, y Obi-Wan y Siri son capturados y conducidos a una escuela en la que se dice lo que tienen que pensar, se les prohíbe estar en desacuerdo y el arresto es permanente. En este planeta los Jedi tendrán que luchar por la verdad, aunque nadie quiera enfrentarse a ella.

Jude Watson

La lucha por la verdad

Aprendiz de Jedi 9

ePUB v1.0

LittleAngel
01.11.11

Título Original:
Jedi Apprentice: The Fight for Truth

Año de publicación: 2003

Editorial: Alberto Santos Editor

Traducción: Virginia de la Cruz Nevado

ISBN: 84-95070-09-X

Capítulo 1

La oscuridad era total. Ni un atisbo de luz penetraba en la capucha que le cubría por completo la cara. El sonido le llegaba velado. Obi-Wan Kenobi llevaba el peso de un pie a otro, mantenía el sable láser en posición de defensa y se concentraba. No podía ver ni oír bien, así que tenía que fiarse por completo de la Fuerza.

Fue hacia la izquierda, giró y golpeó con el sable láser. Sólo atravesó el aire, pero sabía que había estado cerca.

A su derecha, escuchó un zumbido y el retumbar del metal en el suelo.

—Un punto para Siri —dijo Qui-Gon, el Maestro de Obi-Wan, en voz baja.

Obi-Wan sintió una gota de sudor que resbalaba por su cuello. Mientras notaba el calor de su aliento en la capucha, agarró con más fuerza el sable láser. Su oponente en este ejercicio de prácticas era Siri, otra aprendiz de Jedi. Ella ya había destruido a dos androides rastreadores, pero él no había derribado ninguno.

—Recuerda tu objetivo, Obi-Wan.

El muchacho escuchó el firme consejo de Qui-Gon. Aunque el Maestro no podía ver el rostro de su aprendiz, sabía que Obi-Wan había perdido concentración. Obi-Wan era consciente de que el propósito de aquel ejercicio era la cooperación. La cantidad de androides derribada por Siri o por él era irrelevante. Se juzgaría su forma de trabajar juntos. Cada uno debía prever las intenciones del otro por el movimiento, el instinto y la Fuerza. Tendrían que ser generosos y estar pendientes del otro para descubrir sus intenciones.

Pero ¿cómo podía estar pendiente de una persona que sólo luchaba por sí misma?

Siri se concentraba en el enemigo e ignoraba a Obi-Wan. Ella era hábil y elegante en el combate, y tenía un único objetivo. Cada partícula de su ser estaba concentrada en la victoria. Eso la convertía en una de las mejores luchadoras del Templo. Aunque tenía once años, dos menos que Obi-Wan, eran compañeros en clase de combate.

Escuchó los pasos apagados de Siri tras él. Luego, cuando ella atacó, oyó un pie arrastrándose. Otro zumbido y el metal golpeó el suelo.

—Buen juego de pies, Siri —exclamó Adi Gallia.

Obi-Wan apretó los dientes. Adi acababa de tomar a Siri como padawan. La había escogido porque la chica era una auténtica promesa. Ahora, superando a Obi-Wan, un padawan más experimentado que ella, Siri estaba demostrando lo que valía.

Obi-Wan se sentía cada vez más irritado y frustrado, y perdía su conexión con la Fuerza. Buscaba en el aire la ligera vibración que provocaba el androide rastreador. Oyó el sonido, giró a la derecha y chocó contra Siri.

—Cada uno a su esquina —les reprendió Adi—. Volved a empezar.

Obi-Wan regresó a su esquina y se secó la palma de la mano en la túnica. La tenía sudorosa, y el sable láser casi se le resbalaba. Dejar caer el sable peleando con Siri hubiera sido muy humillante.

Deseó tener la paciencia de Qui-Gon, pero aún le quedaba mucho por aprender. Por mucho que lo intentara, no podía alcanzar el nivel de entrega de Siri. La batalla y el desafío eran de ella. No había sitio para él.

Volvieron a avanzar hacia el centro. Obi-Wan iba muy despacio, utilizando la Fuerza para adivinar por dónde volaban los androides rastreadores. Escuchó otro sonido metálico. Otro androide había caído.

—Confía en tu compañero, y en la Fuerza —exclamó Adi—. La agresividad y la competitividad no tienen cabida en este ejercicio.

Obi-Wan notó que Siri se movía un poco junto a él, pero no percibía nada en ella. Otro androide rastreador golpeó el suelo. La irritación de Obi-Wan aumentó y le sacó de sus casillas. El aprendiz, sin tener en cuenta a Siri, dio un golpe al aire.

Hubo un zumbido seguido de un chasquido. Un androide rastreador fue a parar al suelo mientras Obi-Wan, apoyado sobre una rodilla, hacía un barrido con su sable láser. Rodó a la izquierda y giró hacia arriba. Sonó un nuevo chasquido y otro androide cayó al suelo. ¿Por qué tenía que esperar a que Siri cooperara mientras ella destruía todos los androides por su cuenta? Él iba a quedar como un tonto.

Obi-Wan dio un giro, asestó un golpe y atacó de nuevo. Oyó la respiración y el susurro de los pies de Siri, que hacía lo mismo que él. En cuestión de minutos, los dos habían acabado con todos los androides rastreadores de la sala.

Obi-Wan estaba henchido de satisfacción cuando se quitó la capucha. Habían acabado con sus oponentes en un tiempo récord. Siri se quitó su capucha y se pasó el pelo dorado por detrás de las orejas. Sus vivos ojos azules brillaban de satisfacción. Se inclinaron a modo de saludo y luego se volvieron hacia sus Maestros.

—Ambos habéis suspendido el ejercicio —dijo Qui-Gon con dureza.

Adi se levantó y sus ropajes crujieron. Su elevada estatura y su porte autoritario le daban un aspecto intimidante. Llevó a Siri aparte y comenzó a hablar con ella en voz baja. Qui-Gon le tiró una toalla a Obi-Wan para que pudiera secarse el sudor de la frente.

—Sé que sabes pelear —le dijo Qui-Gon—. Lo has demostrado un combate tras otro, pero ése no era el objetivo del ejercicio, padawan.

—Lo sé —admitió él—, pero ella... Qui-Gon no esperó a que terminara.

—Siri tiene sus propios puntos fuertes y sus debilidades, y descubrirlos dependía de ti. Uniendo fuerzas habrías cubierto tus propias debilidades. Juntos sois más fuertes.

—Siri no lo hizo mejor que yo —dijo Obi-Wan. Sabía que era una chiquillada, pero no podía evitarlo. Era Siri quien había alterado las normas del ejercicio.

—Siri no es mi padawan —le dijo Qui-Gon con firmeza—. Estamos hablando de ti. Recuerda, Obi-Wan, tener miedo de aparentar ser tonto nunca es una razón para hacer algo. O para no hacerlo. Es un temor que nace de la debilidad.

Obi-Wan asintió. Sabía muy bien que no debía seguir discutiendo con Qui-Gon. Al menos se irían pronto y no tendría que repetir el ejercicio con Siri. Yoda iba a ordenarles una misión.

En ese momento, Yoda entró en la sala de entrenamiento. Guardó las manos en el interior de su túnica y esperó a que le miraran.

—Un llamamiento hemos recibido —dijo—. Unos padres con los Jedi en contacto se han puesto. Que su hija puede ser sensible a la Fuerza ellos piensan. Kegan, el planeta es. ¿Conocéis este planeta?

Yoda dirigió la pregunta a Qui-Gon y Adi. Ambos Maestros Jedi negaron con la cabeza. Obi-Wan estaba sorprendido. Entre ambos, la cantidad de viajes que habían realizado era considerable.

—Lejos Kegan está —dijo Yoda—. Un sistema de un planeta en órbita con el sol es. Es un planeta del Borde Exterior, separado de la galaxia. Acuerdos comerciales no tienen. Viajes a otros planetas no hacen. Extranjeros no admiten. En el planeta en treinta años nadie ha aterrizado.

—Eso es bastante inusual —observó Qui-Gon.

Yoda parpadeó. Había vivido mucho y había visto mucho. No se sorprendía con cualquier cosa.

—Una buena señal esta petición podría ser —dijo—. Al dar este paso, Kegan desea entablar relaciones con los planetas del Núcleo Interior, pensamos. Al Senado Galáctico le complace esto. Las relaciones entre los planetas fomentan la paz. Así que dos partes vuestra misión tiene. Iniciar relaciones con Kegan y determinar el potencial del niño debemos. Un planeta que se aísla puede estar repleto de sospecha y miedo. Diplomacia debéis emplear. Trastornos no debéis permitir.

Yoda contempló a Adi y a Qui-Gon. Obi-Wan estaba confundido. ¿Iba a enviar a los dos Maestros Jedi en lugar de enviar un solo equipo de Maestro y padawan?

—Dos equipos enviar hemos decidido —dijo Yoda.

—¿Te refieres a nosotros cuatro? —exclamó Obi-Wan incrédulo.

Yoda ignoró su tono.

—Para completar esta misión cooperar debéis.
¿Cooperar con Siri?
, quería gritar Obi-Wan. ¡Necesitaría mucho más que la Fuerza para conseguirlo!

Capítulo 2

¿Por qué dos equipos?
, se preguntaba Obi-Wan mientras Adi pilotaba la nave hacia la superficie de Kegan. La misión de identificar a un niño sensible a la Fuerza era meramente rutinaria.

¿Significaría aquello que el Consejo le seguía teniendo a prueba?

Tras haber abandonado a los Jedi durante un tiempo, Obi-Wan había sido puesto a prueba. Él había empleado ese tiempo para profundizar su estudio de la senda Jedi. El periodo de prueba había terminado y él era ya de nuevo un alumno padawan oficial, pero ¿seguía el Consejo sin confiar en él?

En los últimos meses, el proceso de restauración de la relación con su Maestro había sido satisfactorio para ambos. Habían pasado mucho tiempo en el Templo, y también habían viajado juntos por la galaxia, observando otros mundos y sus costumbres y ayudando en lo que podían. Su relación se había hecho más fuerte.

¿No lo veía así el Consejo? ¿Por qué se les había unido a Adi y Siri?

—Tomaremos tierra en tres minutos —anunció Adi, interrumpiendo sus pensamientos.

Obi-Wan miró de reojo a Siri. La joven contemplaba el paisaje por la ventanilla con gesto distraído. Parecía totalmente tranquila, pero quizá sabía ocultar su nerviosismo. Obi-Wan recordó lo nervioso que estaba antes de su primera misión. Abandonar el Templo y ser arrojado a la galaxia, que a veces podía estar llena de dificultades y resultar violenta, era una nueva experiencia. Obi-Wan se acercó a ella.

—Llegar a un planeta por primera vez puede causar un poco de confusión —le dijo—. Suele haber tanto que ver que es difícil concentrarse. Pero en los primeros minutos, se puede aprender mucho.

Ella no le miró, sino que mantuvo la mirada fija en la plataforma de aterrizaje.

—Yo nunca pierdo la concentración, Obi-Wan. Ni la lealtad.

Aquellas palabras fueron como una bofetada. Obi-Wan, con la cara roja de vergüenza, volvió a apoyarse en el respaldo. Siri se había puesto furiosa con él cuando había abandonado la senda Jedi y le había acusado de minar el compromiso moral del resto de los padawan con su decisión. Le hizo ver que su compromiso con los Jedi era más fuerte que el suyo.

No era justo. Había cometido un error. Su Maestro y el Consejo le habían perdonado. ¿Por qué no le perdonaba ella?

La nave se posó lentamente en la plataforma de aterrizaje. Obi-Wan vio a un grupo de gente esperándoles. Tanto los hombres como las mujeres llevaban túnicas similares a las de los Jedi.

Adi activó la rampa de descenso y desembarcaron. Un hombre y una mujer se adelantaron inmediatamente para recibirles.

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