Read La inteligencia de las flores Online
Authors: Maurice Maeterlinck
[2]
Entre Las plantas que ya no se defienden el caso más sorprendente es el de la Lechuga. "En el estado silvestre, como lo hace observar el autor arriba citado, si se corta un tallo o una hoja, se ve salir un jugo blanco, lechoso, formado de materias diversas, que defienden vigorosamente la planta contra los ataques de las babosas. Por el contrario, en la especie cultivada que dimana de la precedente, el jugo lechoso casi no existe; así es que la planta, con gran desesperación de los hortelanos, es ya incapaz do luchar y se deja comer por las babosas". Sin embargo, convendría añadir que ese jugo lechoso no suele faltar sino en las plantas jóvenes, mientras que se vuelve muy abundante cuando la Lechuga se pone a "repollar" y cuando echa la simiente. Como la planta necesitaría sobre todo defenderse al principio de su vida, en el momento de sus primeras y tiernas hojas, diríase que al ser cultivada pierde un poco la cabeza, si así cabe expresarse, que no sabe a punto fijo lo que le pasa.
[3]
Al principio de este estudio que podría venir a ser el libro de oro de bodas de la flor (cuidado que dejo a otros mas sabios que yo), quizá no sea inútil llamar la atención del lector sobre la terminología defectuosa, desconcertante, que se usa en Botánica, para designar los órganos reproductores de la planta. En el órgano femenino, el pistilo, que comprende el ovario, el estilo y el estigma que lo corona todo es del género masculino y todo parece viril. En cambio, la antera, la parte de órgano masculino que encierra el polen o polvo fecundante, es del género femenino. Bueno es penetrarse de una vez de esta antonimia.
[4]
Sigo hace algunos años una serie de experiencias sobre la hibridación de las Salvias, fecundando artificialmente, con las acostumbradas precauciones para apartar toda intervención del viento y de los insectos, una variedad cuyo mecanismo floral es muy perfeccionado, con el polen de una variedad muy atrasada, e inversamente. Mis observaciones no son todavía bastante numerosas para poderlas detallar aquí. Sin embargo, parece que ya empieza a desprenderse de ellas una ley general, a saber: que la Salvia atrasada adopta fácilmente los perfeccionamientos de la Salvia adelantada, mientras ésta toma raramente los defectos de la primera. Podría hacerse, a propósito de esto, un curioso estudio sobre los procedimientos, las costumbres, las preferencias, la inclinación a lo mejor de la Naturaleza. Pero estas experiencias son necesariamente lentas y largas a causa del tiempo perdido en reunir las variedades diversas, de las pruebas y contrapruebas necesarias, etc. Sería pues, prematuro sacar de todo eso la menor conclusión.
[5]
Acababa de escribir estas líneas, cuando Mr, E. L. Bouvier hizo en la Academia de Ciencia (Acta del 7 de mayo de 1906) una comunicación acerca de dos modificaciones al aire libre observabas en París, una sobre un Sophora Japónica, y otra sobre un Castaño de Indias. Esta última, suspendida de una pequeña rama provista de dos bifurcaciones bastante vecinas, era la más notable, a causa de la adaptación evidente e inteligente a circunstancias particularmente difíciles. "Las abejas (cito el resumen del Sr. de Parville en la Revista de Ciencias del Journal des Débats, 31 de mayo de 1906) establecieron pilares de consolidación y recurrieron a artificios verdaderamente notables de protección y acabaron por transformar en un techo sólido la doble horca del Castaño. Un hombre ingenioso sin duda no lo hubiera hecho tan bien".