La caza de Hackers. Ley y desorden en la frontera electrónica (54 page)

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Authors: Bruce Sterling

Tags: #policiaco, #Histórico

BOOK: La caza de Hackers. Ley y desorden en la frontera electrónica
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En 1993, había estimadas en América, unas 60000 BBS; la población de BBS se ha duplicado completamente desde la «Operación Sundevil» en 1990. El
hobby
era trasmutar de vez en cuando en una industria genuina. La comunidad de BBS no eran más que oscuros aficionados; si bien algunos lo eran y estaban orgullosos de serlo, pero los administradores de BBS y los avanzados usuarios, se habían vuelto una comunidad mucho más cohesiva y políticamente consciente, sin más intención de ser oscuros.

El espectro del
ciberespacio
al final de los años 80, de autoridades engañadas que temblaban de miedo ante fenomenales
hackers
adolescentes, parecía claramente anticuado en 1993. El énfasis en la imposición de la ley ha cambiado, y el villano electrónico favorito de 1993 no era el chico vándalo, sino el victimario de niños, el pornógrafo infantil digital. La «Operation Longarm»
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, una caza en pornografía infantil, llevada a cabo por los previamente poco conocidos vigilantes del
ciberespacio
, del servicio de aduanas de U.S.A., fue casi del mismo tamaño que la «Operación Sundevil», pero en comparación, tuvo muy poca cobertura en la prensa.

La gran y bien organizada «Operation Disconnect»
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, un golpe del FBI contra artistas estafadores de teléfono, fue realmente más grande que la «Operación Sundevil». La «Operation Disconnect» tuvo su breve momento de atención de la prensa, y luego se desvaneció rápidamente. Fue desafortunado que un asunto de fuerza legal, aparentemente tan bien conducido como «Operation Disconnect», que persiguió criminales de telecomunicaciones adultos, cientos de veces, moralmente más repugnantes que los
hackers
adolescentes, recibiera tan poca atención y fanfarria, especialmente comparada con el abortivo «Sundevil», y los esfuerzos básicamente desastrosos, de la fuerza de fraudes y abusos informáticos de Chicago. Pero la vida de un policía electrónico es raramente fácil.

Si algún evento de imposición legal, mereció realmente plena cobertura de prensa —aunque de algún modo ingeniándoselas para evitarla—, fue la asombrosa historia del investigador senior de la policía estatal de New York, Don Delaney contra los
finger-hackers
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de la calle Orchard.

Esta historia probablemente represente el verdadero futuro del crimen profesional de telecomunicaciones en América. Los
finger-hackers
vendieron, y aún venden, servicio telefónico de larga distancia robado, a una clientela cautiva de extranjeros ilegales en la ciudad de New York. Esta clientela está desesperada por llamar a sus hogares, pero como grupo, los extranjeros ilegales tienen pocos medios de obtener servicio telefónico estándar, ya que su presencia en los Estados Unidos es ilegal. Los
finger-hackers
de la calle Orchard, eran
hackers
no muy comunes, con una sorprendente falta de cualquier clase de conocimiento tecnológico. Y aún estos bandidos, mostraban una ingenuidad de nivel callejero pasmoso, en su unilateral sentido del hurto.

No había una retórica de
hackers
disidentes, acerca de la libertad de información entre los
finger-hackers
. La mayoría de ellos provenía de la fraternidad del manejo de la cocaína, y vendían las llamadas robadas con las mismas técnicas criminales callejeras de chorizo y carterista, que emplearía una banda organizada. Esto era crimen bajo y sucio, urbano, étnico y organizado, llevado a cabo por dinero por familias criminales, día a día, sobre la tapa del barril, en el áspero mundo de la calle. Los
finger-hackers
dominaron ciertos teléfonos públicos, en ciertos vecindarios notablemente insípidos. Ofrecieron un servicio, que ningún otro podía dar a clientes con poco que perder.

Con tal vasto suministro de crimen electrónico a mano, Don Delaney con experiencia en homicidios, se lanzó a enseñar crimen en telecomunicaciones en el FLETC, en menos de 3 años. Muy pocos le superan en experiencia a nivel de calle, en fraude telefónico. Cualquiera en 1993 que todavía crea que el crimen en telecomunicaciones sea algo raro y secreto, debería tener algunas palabras con el señor Delaney. Don Delaney ha escrito dos finos escritos sobre fraude en telecomunicaciones y crimen informático, en el ‘Manual de Investigaciones Civiles y Criminales’ de Joseph Grau (McGraw Hill 1993).

PHRACK
se sigue publicando en 1993, ahora bajo la hábil editorial de
Erik Bloodaxe
. Este llevó a cabo, un decidido intento de obtener acción legal y seguridad corporativa, para obtener dinero real por sus copias electrónicas de
PHRACK
, pero como es usual, estos valientes defensores de la propiedad intelectual, prefirieron piratear la revista.
Bloodaxe
no ha recuperado nada de su propiedad, de los allanamientos del primero de Marzo de 1990. Ni tampoco ha recuperado nada
The Mentor,
quien sigue siendo el administrador editorial de Steve Jackson Games, Inc.

Ni lo tiene Robert Izenberg, quien suspendió su forcejeo judicial para recuperar su maquinaria. El Sr. Izenberg calculó que sus $20,000 de equipos confiscados en 1990 están a lo sumo valorados en $4,000. El
software
perdido, que también salió por su puerta, lo reemplazó hace tiempo. Él dice que debería demandar por principios, pero siente que la gente que confiscó su maquinaria ya fueron desacreditados y no llevarán a cabo más confiscaciones. Incluso si su maquinaria fuera devuelta —y en buen estado, cosa dudosa— no tendrá ningún valor en 1995. Robert Izenberg no trabaja más para IBM, pero tiene un trabajo programando para la mayor compañía de telecomunicaciones en Austin.

Steve Jackson ganó su caso contra el Servicio Secreto el 12 de Marzo de 1993, nada menos que tres años después del asalto federal a su empresa. Gracias a las demoradas tácticas disponibles, en la doctrina legal de
inmunidad calificada
, Jackson fue tácticamente forzado a retirar su demanda frente a los individuos William J. Cook, Tim Foley, Barbara Golden y Henry M. Kluepfel. —Cook, Foley, Golden y Kluepfel, sin embargo, testificaron durante el juicio.

El Servicio Secreto luchó vigorosamente en el caso, batallando a los abogados de Jackson en el —previamente no experimentado— césped legal de la «Ley de Comunicaciones Electrónicas Privadas» y la «Ley de Protección de la Privacidad de 1980». El Servicio Secreto denegó que fueran legal o moralmente responsables, de confiscar el trabajo de un editor. Ellos afirmaron que:

  1. Los libros para jugar
    de Jackson no eran verdaderos libros reales.
  2. El Servicio Secreto no se habían dado cuenta de que SJG Inc. era una
    editorial
    cuando asaltaron sus oficinas.
  3. Los libros desaparecieron por accidente, porque dio la casualidad de que estaban dentro de los ordenadores que se apropiaron los agentes.

El Servicio Secreto también negó, cualquier agravio en la lectura y borrado, de todos los supuestos mensajes de correo electrónico,
privados
, dentro de la BBS intervenida a Jackson, Illuminati. Los abogados del USSS
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afirmaron, que la intervención no violaba el ‘Acta de Privacidad en Comunicaciones Electrónicas’, porque ellos realmente, no estuvieron
interceptando
la actividad privada del correo electrónico, sino solamente mensajes de correo electrónico, que estaban alojados en el disco de un ordendador de Jackson. Además, afirmaron, que los agentes de la USSS, no habían leído ninguno de los correos privados en Illuminati; y de cualquier forma, aún suponiendo que ellos lo hubieran hecho, tenían el permiso de hacerlo con una orden legal.

El caso Jackson se tornó aún más peculiar, cuando los abogados del Servicio Secreto, fueron tan lejos como para alegar que la incursión federal contra la compañía de juegos, realmente había beneficiado el negocio de Jackson, gracias a la consiguiente publicidad a lo largo de toda la nación.

Fue un juicio largo y algo complicado. El Juez pareció sumamente perturbado, no por los asuntos arcanos de la ley electrónica, sino por el hecho de que el Servicio Secreto podría haber evitado casi todo el problema, simplemente devolviendo rápidamente a Jackson su ordendador. El Servicio Secreto, podría fácilmente, haber visto todo lo que tenía el ordendador de Jackson, grabarlo todo y devolverle la máquina. Podría haberse evitado cualquier demanda o escándalo mayor con el Tribunal Federal. Así, todo el mundo se habría limitado a soltar unas carcajadas.

Desafortunadamente, parece ser que esta idea nunca pasó por las cabezas de los investigadores afincados en Chicago. Parecían haber concluido unilateralmente y sin el debido curso de la Ley, que el mundo sería mejor si Steve Jackson no hubiese tenido ordenadores. Golden and Foley, afirmaron que ninguno de los dos, había oído hablar nunca de la ‘Ley para la Protección de Privacidad’. Cook había oído hablar de dicha ley, pero había decidido a su manera, que la ‘Ley para la Protección de la Privacidad’ no tenía nada que ver con Steve Jackson.

El caso Jackson fue también un juicio muy politizado, con los dos partes intentando presentar el caso desde su ángulo, para ofrecer un precedente legal duradero y fundamentar sus intereses en el
ciberespacio
. Jackson y sus asesores de la EFF intentaron establecer, que el mínimo examen del e-mail
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, del solitario panfletista electrónico, merece las mismas protecciones desde los derechos civiles, que las ofrecidas al ‘The New York Times’. Por contraste extremo, los abogados del Servicio Secreto argumentaron severamente, que el contenido de una BBS, no tenía más expectativas de privacidad que un montón de tarjetas postales.

En el análisis final, muy poco fue aclarado con firmeza. Formalmente, los reglamentos legales en el caso Jackson, se aplican solamente en el Distrito Federal Oeste de Texas. Sin embargo, fue establecido que se trataba de cuestiones reales, sobre libertades civiles, por las cuales, gente poderosa estaba dispuesta a ir a juicio; el ataque a las BBS, aunque aún continúa, puede ser un acto peligroso para el atacante. El Servicio Secreto debe a Steve Jackson $50,000 por daños y miles de dólares a cada uno de los molestos y ofendidos usuarios del la BBS de Jackson.

Steve Jackson, en lugar de ser propietario de una BBS con una sola línea —Illuminati— arrebatada en 1990, ahora se deleita con la posesión de un enorme nodo de Internet, privado y propietario,
www.io.com
, con docenas de líneas telefónicas con su propia T-1. Jackson ha realizado la narración completa y minuciosa de su caso; disponible electrónicamente, para los interesados. Y quizás el caso Jackson aún no haya terminado todavía; una apelación del Servicio Secreto parece plausible y la EFF está también seriamente descontenta con la decisión sobre la intercepción electrónica.

The WELL, casa del movimiento americano defensor de la libertad civil electrónica, consiguió dos mil usuarios mas y reemplazó su envejecido ordenador Sequent por una novísima Sun Sparcstation.

Las discusiones sobre búsqueda y arresto en the WELL están ahora tomando una decidida posición secundaria, frente al tópico actual en libertades civiles digitales, con cifrado de clave pública inquebrantable para ciudadanos privados.

La EEF dejó su modesta casa en Boston, para moverse al interior de Washington Beltway de la Administración Clinton. Su nuevo director ejecutivo, Jerry Berman, pionero con la ECPA y durante largo tiempo un activista de la ACLU, ganó la reputación de hombre adepto a cenar con tigres, mientras la EFF dedicó su atención a las conexiones en red, de los más altos niveles de los ordenadores y la industria de las telecomunicaciones. El grupo de presión pro-crifado de la EFF y la inicitativa contra los pinchazos telefónicos, fueron especialmente impresionantes, ensamblando exitosamente una muchedumbre de importantes y variadas industrias, bajo la misma tienda de la EFF, en oposición potente y abierta a las ambiciones electrónicas del FBI y de la NSA.

La EFF se había transformado a la velocidad de la luz, desde una insurrección hasta una Institución.
Mitch
Kapor, cofundador de la EFF, evitó una vez más las consecuencias burocráticas de su propio éxito, permaneciendo en Boston y adoptando el rol de
Gurú
y eminencia gris de la EFF. John Perry Barlow, por su parte, dejó Wyoming, se retiró del partido republicano y se trasladó a New York, acompañado por su enjambre de teléfonos. Mike Godwin dejó Boston por Washington, como asesor legal oficial de la EFF para los afectados electrónicamente.

Tras la tentativa de Neidorf, Dorothy Denning adicionalmente demostró su firme y escolástica independencia mental, hablando atrevidamente sobre la utilidad y valor social del pinchazo federal. Muchos libertarios civiles, que juzgaron la práctica del pinchazo con oculto horror, cayeron al nivel de comedia, cuando se supo a nivel nacional, que la
simpatizante hacker
Dorothy Denning, defendía a la policía y a los intereses políticos y públicos, en relación a las escuchas furtivas. Sin embargo, ningún escándalo público parecía desviar lo mínimo a la
pintoresca
Dra. Denning. Élla no solamente se había mentalizado, lo había hecho en público y luego se había aferrado a sus pistolas.

En 1993, los seguidores leales de
Masters of Deception
,
Phiber Optik
,
Acid Phreak
y
Scorpion
, salieron finalmente de la maquinaria de la persecución legal.
Acid Phreak
y
Scorpion
fueron condenados a seis meses de arresto domiciliario, 750 horas de servicio comunitario y curiosamente, a una multa de $50 por conspiración para cometer crimenes mediante ordenadores.
Phiber Optik
, quizás con el perfil
hacker
, más conocido por el público en todo el mundo, es el que más tiempo tardó en declararse culpable, pero encarando la posibilidad de 10 años de prisión. Finalmente fue sentenciado a un año y un día de prisión.

Por lo que respecta al ala de Atlanta de la
Legion of Doom
,
Prophet
,
Leftis
y
Urvile
...
Urvile
ahora trabaja para una compañía de
software
en Atlanta. Aún está a prueba y pagando multas enormes. Dentro de 15 meses, se le permitirá poseer un ordenador personal. Todavía es un criminal federal convicto, pero no ha tenido dificultades legales desde que abandonó la prisión. Ya no sigue en contacto con
Prophet
y
Leftist
. Desafortunadamente, yo tampoco, pero no por falta de esfuerzo...

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