—Ya veo. Siendo así, tendrán pocas fuerzas para Kaliban. Si está en lo cierto. ¿Pero cómo de seguro puede estar de que los síndicos van a despreciar la posibilidad de que usted opte por ir a Kaliban? —preguntó Rione.
—No creo que la vayan a despreciar —la corrigió Geary—. Creo que van a considerarla, con mucho, nuestro objetivo menos probable, por lo que la contemplarán como un problema menor comparado con la posibilidad de que vayamos a Yuon o Voss. Si vamos a una de esas dos estrellas les crearíamos un problema inmediato. Si vamos a Kaliban, seguimos siendo un problema, pero la diferencia es que, en ese caso, creerán tener tiempo suficiente para ocuparse de nosotros. —Geary bajó la vista hacia la representación de Kaliban.
Ojalá supiera qué tienen los síndicos en Kaliban. Los escasos datos de Inteligencia que tenemos datan de hace más de medio siglo. Joder, ojalá supiera qué tienen en Corvus.
—¿Por qué me está explicando todo esto? —espetó Rione.
Geary se quedó mirándola.
—Como ya he dicho, quiero conocer su opinión —respondió el capitán.
—Por cómo habla parece que ya ha tomado una decisión —repuso la copresidenta.
Geary trató de que su voz no sonase irritada.
—No. Estoy tratando de formular un plan y estoy barajando opciones. Usted tiene un modo distinto de ver las cosas, así que valoro mucho sus impresiones —corrigió Geary.
Por un momento, Geary habría jurado que Rione parecía estar divirtiéndose.
—En ese caso le digo que yo iría por Yuon —apuntó Rione.
—Ya veo…
—No he acabado. Yo iría por Yuon. Pero lo que ha dicho usted es cierto y eso que yo le he advertido de que tenemos que evitar a toda costa una gran batalla. Ahora creo, igual que usted, que Kaliban será la mejor opción —apostilló Rione.
Geary esbozó una sonrisa forzada.
—¿Entonces debo dar por sentado que las naves de la República y del Rift obedecerán mis órdenes y se dirigirán a Kaliban? —preguntó Geary.
—Sí, capitán Geary. —Rione cambió el gesto—. Conseguir que el resto de la flota de la Alianza llegue hasta allí será una tarea que tendrá que lograr en solitario, me temo.
Ella cree que eso va a ser un problema. Ni me había planteado pensar tan a largo plazo. Los comandantes de las naves de la flota me siguieron cuando los saqué del sistema interior síndico. Pero en ese momento estaban afrontando una muerte inminente e incluso entonces alguno quería discutir ciertas cosas.
Ahora están todos cansados y se quieren ir a casa.
De nuevo Rione parecía estar estudiando el paisaje estelar.
—Lamento comunicarle que sé muy poco de su vida personal, capitán Geary —señaló Rione—. ¿Dejó a alguien atrás?
Geary se pensó la pregunta.
—Depende de lo que quiera decir con eso. Mi padre y mi madre estaban aún vivos. Mi hermano estaba casado, aunque todavía no tenía hijos. —Resultaba curioso pensar en cómo podía decir eso y, en cierto modo, suscribir un divorcio emocional entre aquello y la imagen de aquel hombre mayor que había sido nieto de su hermano y que había muerto a bordo del
Resistente.
—¿Ninguna pareja? —inquirió la copresidenta.
—No. —Geary se dio cuenta de que Rione lo miraba y se preguntaba cómo una respuesta monosilábica podía revelar tantas cosas—. Nada que funcionase.
—¿Una bendición, quizá? —apuntó Rione.
—A juzgar por lo que me ocurrió, sí. —Geary meneó la cabeza—. Siempre pensé que, al final, acabarían descubriendo cómo aumentar la esperanza de vida a estas alturas.
—Por desgracia, no. —Rione estaba, sin ningún género de dudas, estudiando el paisaje estelar de nuevo mientras seguía hablando—. Ya sabe lo que ha ocurrido siempre que lo hemos intentado. La naturaleza nos permite ser humanos fuertes y saludables prácticamente hasta el final, pero el final sigue llegando, a pesar de que los científicos han conseguido reducir el cuerpo humano hasta el nivel cuántico y reconstruirlo, en un esfuerzo por cambiar eso.
Geary se volvía a sentir cansado nuevamente, por lo que se sentó y se reclinó hacia atrás, dejando los ojos cerrados durante un momento.
—Es como para hacerse creyente —señaló Geary.
—Ciertamente, es como para darle a uno qué pensar. —Rione volvió la vista hacia Geary—. Y la casa de sus antepasados, ¿existe?
—No, a no ser que construyeran una desde la última vez que estuve allí —repuso Geary.
—¿Adonde irá cuando regresemos al espacio de la Alianza? —indagó Rione.
—No lo sé. —Geary se quedó con la mirada perdida, pensativo—. Tengo que buscar a una persona de la
Impertérrita,
dondequiera que se encuentre esa nave.
Rione no ocultó su sorpresa.
—¿Conoce a alguien que está en una nave del espacio de la Alianza? —dijo la copresidenta.
—La verdad es que no. Aun así, alguien me pidió que le hiciera llegar un mensaje. —Geary se quedó mascando aquello durante un momento mientras Rione terminaba por encogerse de hombros—. Después de eso tal vez vaya a Kosatka.
—¿Kosatka? —dijo Rione.
—Hace tiempo era un lugar agradable. Me han dicho que sigue siéndolo —explicó Geary.
—Kosatka —repitió Rione—. No creo que su futuro esté ligado a Kosatka, capitán Geary.
—¿Predice el futuro igual que lee las mentes? —masculló Geary.
—Lo único que leo es a las personas, capitán. —La copresidenta Rione caminó hacia la escotilla, deteniéndose en la entrada—. Gracias por su tiempo y por sus confidencias.
—De nada. —Geary se medio levantó al marcharse Rione y después volvió a sentarse dejándose caer pesadamente, de nuevo cansado y preguntándose por qué tendría ese nudo en el estómago.
—¿Kaliban? —La capitana Desjani se quedó mirando a Geary—. Pero si el camino de vuelta a casa es por Yuon.
—Capitana, los síndicos saben que eso es lo que usted está pensando. Allí es donde estarán —explicó Geary.
—Pero no con la suficiente fuerza…
—¿Y eso cómo lo sabe? —Geary se dio cuenta de que estaba contestando bruscamente a Desjani, así que moderó el tono—. Usted misma me lo dijo. Las naves síndicas en su sistema interior pueden usar la hipernet para ir a, esto, Zaqi y después saltar a Yuon en menos tiempo del que tardaríamos nosotros en llegar a Corvus, transitar por ese sistema y saltar a Yuon. En ese tiempo ellos podrían haber mandado a toda su puta flota hasta allí, a excepción de las naves que nos están persiguiendo, que aparecerían por la salida del salto y nos golpearían por la retaguardia.
—Pero Yuon… —La voz de Desjani se fue apagando.
Al notar el cansancio y la desesperación de Desjani, Geary sintió una punzada de vergüenza por su arrebato de furia anterior.
—Lo siento, Tanya —se excusó Geary—. Sé lo mucho que quiere volver a casa. Yo también quiero que lleguemos allí.
—La Alianza necesita esta flota, capitán Geary. Y necesita al
Intrépido
y lo que hay dentro del
Intrépido
. Cuanto antes mejor —advirtió Desjani.
—Los síndicos estarán esperándonos en Yuon, Tanya. Si vamos por ese camino, no llegaremos a casa.
Desjani asintió finalmente.
—Nos conocen demasiado bien, ¿no? —Como Geary no respondió inmediatamente, Desjani prosiguió—. Los síndicos sabían que saltaríamos a por el cebo que nos ofrecieron, la oportunidad de golpearles en su propio suelo, y ahora saben que nos iremos a casa como locos a través de Yuon.
—Eso me temo —asintió Geary.
—Sin embargo usted ha sido capaz de adelantarse a eso. Usted sabe que tenemos que ir por la ruta más larga —continuó Desjani.
Geary evitó un gruñido de exasperación. ¡Tal vez es solo que, a diferencia de todos vosotros, no tengo la misma necesidad emocional de llegar a casa a toda costa!
—Voy a notificar a todas las naves de cuál es nuestro destino antes de que terminemos nuestro salto…
—¡Capitán! —exclamó Desjani.
—¿Qué? —repuso Geary.
La capitana Desjani adoptó una postura formal.
—Señor, debería informar a los oficiales al mando de las naves de esta decisión en persona —expuso Desjani.
Geary trató de aplacar el fuego de la ira que se formó inmediatamente en su interior.
—Me han dicho que si transmitimos el mensaje mientras estamos saltando no hay ninguna posibilidad de que los síndicos lo intercepten. Y en ningún caso voy a someterlo a votación —avisó Geary.
—No estoy diciendo que deba someterlo a votación, capitán, pero necesita decírselo en persona. —Desjani debió de leer los pensamientos de Geary a través de su cara—. Ya sé que no es así como se hacían las cosas en los viejos tiempos, pero es como estamos acostumbrados a hacerlas ahora. —Nueva pausa—. ¡Señor, debe ejercer su mando de manera personal! No puede hacerlo mandando un breve mensaje de texto.
Lo último que deseaba era mirar cara a cara a aquella multitud de oficiales otra vez, sabedor de que algunos creían en él con todo el fervor de la capitana Desjani, pero que otros lo veían como un fósil viviente al que no había que tener en cuenta.
—Tanya, es muy probable que vayamos a estar tremendamente ocupados durante el tiempo que esta flota esté en el sistema Corvus. Incluso si los síndicos no envían naves a perseguirnos, van a acabar llegando en algún momento. No sabemos qué tipo de defensas tienen los síndicos en Corvus. Vamos a tener que decidir qué cosas saqueamos y cuáles no, además de estar preparados para aplacar cualquier tipo de resistencia que pueda surgir…
Desjani se limitó a devolverle la mirada con terquedad. Asumámoslo. Mi instinto me dice que Desjani tiene razón. He tenido que convencerla a ella en persona sobre lo de Yuon. Si se está resistiendo a aceptar mi plan ahora es porque su juicio profesional le dice que tengo que tratar de convencer a los demás comandantes de las naves para que acepten ir a Kaliban.
Está bien saber que Desjani no se va a arredrar cuando piense que estoy equivocado, incluso si cree que soy el regalo que le han hecho los antepasados a esta flota.
Geary asintió con la cabeza, sin preocuparse por ocultar su renuencia.
—Está bien, Tanya. Usted gana. En cuanto estemos seguros de que no hay ningún perseguidor síndico cerca del punto de salto, convocaré una conferencia y le diré a todo el mundo en persona que vamos a ir a Kaliban y no a Yuon. —Desjani no respondió—. Vale. También les diré por qué vamos a ir a Kaliban y no a Yuon.
—Gracias, capitán. Espero que lo entienda…
—Lo hago. Y gracias por dejarme clara su recomendación —reconoció Geary.
—Sea lo que sea lo que nos espere en Corvus no puede ser demasiado peligroso, capitán Geary. Ni siquiera sabrán el resultado de la batalla en el sistema interior síndico.
—Sí. —
Tal vez podamos usar eso en el futuro de alguna manera
—. Pero Corvus está tan cerca del suelo síndico que podría ser un hueso duro de roer.
Desjani hizo un gesto de desdén.
—No está en la hipernet síndica —apuntó Desjani.
Geary pensó en cómo había dicho aquello la capitana.
—Es obvio que eso significa algo más de lo que soy capaz de comprender ahora mismo. Explíquemelo, por favor —solicitó Geary.
Desjani parecía sorprendida, pero acabó asintiendo con la cabeza.
—Di por supuesto que lo sabía, ¿pero cómo iba a hacerlo? La hipernet permite que alguien vaya muy rápido del sitio en el que esté al sitio que quiere ir. No hay que pasar por los demás sitios para ir a donde se quiere —explicó Desjani.
—Oh. —
Joder. Lo ha vuelto a decir
—. Con los propulsores del sistema de salto tienes que saltar a través de sistemas que se encuentren dentro de tu alcance para llegar finalmente al punto al que te diriges.
—Sí. —Desjani asintió de nuevo—. Había un buen número de sistemas cuya importancia solo estribaba en que había gente que tenía que pasar por ellos para llegar a alguna otra parte. No tenían ningún recurso especial ni nada significativo. Sin embargo, cuando se puso en marcha la hipernet, todos esos puntos de paso se desvanecieron.
Geary se quedó pensando en lo que le había dicho Desjani.
—No creo que eso beneficiara a los sistemas de paso —apuntó Geary.
—No —coincidió Desjani—. La única razón por la que alguien iría allí ahora es porque le empujen motivos personales o porque el sistema tenga algo de especial. Pero si el sistema tuviera algo especial, estaría en la hipernet.
Geary vio en su mente un montón de ramas fulminadas incluso a pesar de que el tronco principal del árbol seguía floreciendo.
—¿Qué pasó con esos sitios? —preguntó Geary.
Desjani se encogió de hombros.
—Algunos de ellos han volcado sus esfuerzos en intentar conseguir puertas hipernéticas, pero pocos lo han conseguido. Otros han tratado de hacerse especiales por algo, de tal forma que los demás pudieran hacer presión para conseguirles una puerta. Igualmente, pocos lo han conseguido. La mayoría ni siquiera fueron nunca tan ricos como para empezar tal empresa, así que iniciaron un lento declive a medida que los intercambios comerciales empezaron a pasarlos por alto y ellos comenzaron a perder el contacto con los desarrollos culturales y tecnológicos que se compartían a través de la hipernet. Los mejores y más brillantes ciudadanos de esos sistemas siempre están contemplando la posibilidad de emigrar a sistemas vinculados a la hipernet, por supuesto —aseguró Desjani.
—Ya veo. —Un poco como yo. Aislado y cada vez más desfasado. Ignorados por la hipernet y por la historia. Me pregunto cómo reaccionarán algunos de esos sistemas síndicos cuando meta allí a la flota de la Alianza. Al menos volverán a ser parte de la historia.
Concluiremos nuestro salto y llegaremos a Corvus en una semana y entonces descubriremos el peaje que ha tenido que pagar ese sistema desde que quedó fuera de la hipernet síndica. Más me vale empezar a trabajar el discurso que voy a pronunciar ante los comandantes de las naves y seguir rezando para que el plan síndico no haya sido tan retorcido como para tendernos una trampa dentro de Corvus que reciba a las naves de la Alianza que se las han apañado para saltar fuera de su sistema.
La estrella que la humanidad conocía como Corvus refulgía como una moneda diminuta y brillante en medio de la oscuridad salpicada de estrellas del espacio exterior en el momento justo en el que la flota de la Alianza salía de su salto interestelar. Geary, que trataba con todas sus fuerzas de no mostrar lo tenso que estaba, bajó la vista hacia los mandos de su butaca y vio que estaba sujetando la silla con tanta fuerza que los dedos se le habían puesto blancos. Respiró hondo y miró al visualizador, deseando que este le facilitase la información que necesitaba.