Intrépido (19 page)

Read Intrépido Online

Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

BOOK: Intrépido
5.39Mb size Format: txt, pdf, ePub

—El crucero y las corbetas siguen dando vueltas alrededor del planeta. Es una señal esperanzadora.

—Eso los convierte en objetivos más fáciles, de todos modos.

Había transcurrido una hora más cuando se recibió la respuesta del comandante síndico.

—Efectúo acuse de recibo de su última comunicación —precisó el directivo con uniforme usado—. Las instrucciones de combate de la flota síndica prohíben la rendición en su artículo siete. El artículo nueve exige la defensa de todas las instalaciones militares de la manera más enérgica posible. El artículo doce estipula que no hay situaciones excepcionales para los artículos siete y nueve. Por ende, debo denegar su petición de nuevo.

Geary se quedó mirando aquella imagen durante un buen rato.

—¿Cómo puede ser tan estúpido? —se preguntó en voz alta.

La copresidenta Rione le respondió:

—Es un burócrata, capitán Geary. Mírele. Escúchele. Su modus vivendi se basa en hacer cumplir las leyes independientemente de que tengan o no sentido. —A juzgar por su tono de voz, Rione ya se había topado con más gente de ese tipo de la que podría desear.

Geary casi soltó una risotada ante lo absurdo de todo aquello. Un burócrata. Un tipo que probablemente se ha pasado toda su carrera asegurándose de que cada letra de cada instrucción dispuesta hace décadas y a años luz de allí se cumplían a rajatabla, hasta el último subepígrafe. El tipo de tíos que se creen que la observancia de la norma más insignificante importa más que cualquier otra cosa. ¿Quién si no acabaría al mando de un sistema al que se suponía que la guerra no iba a llegar nunca? ¿Quién si no querría mantener ese mando año tras año sumido en el mismo vacío?

En ese momento a Geary le volvió a la mente la realidad de lo que la insistencia pétrea del burócrata que invocaba el cumplimiento de las instrucciones de combate de la flota síndica, artículos siete, nueve y doce podría provocar. Iba a tener que cargarse a unos cuantos súbditos de este chupatintas para forzar una rendición.
Cabrón.

Geary pulsó los botones de su intercomunicador con avidez.

—Este es un mensaje para el comandante síndico del sistema Corvus. No le queda más opción que rendirse. Si nos obliga a destruir sus defensas, puede dar por sentado que me esforzaré al máximo para asegurarme de que usted sufre el mismo destino que su personal del frente de batalla. —Geary cortó la conexión y se giró hacia la capitana Desjani—. Haga que su personal de comunicaciones intente filtrar mensajes directamente a las corbetas y al crucero indicándoles que aceptaremos su rendición. —Desjani dejó entrever un gesto de desaprobación por un momento, pero acabó asintiendo con la cabeza y dio la orden correspondiente.
Date un respiro
,
Tanya Desjani. Machacar a gente que no tiene posibilidades de vencer no reporta gloria alguna.

Aún quedaban tres horas para que la flota se acercase lo suficiente a la base como para comprometer a sus defensas. Los ojos de Desjani se dirigieron a la parte del visualizador en la que se podían ver los cruceros de batalla reunidos alrededor del punto de salto y a Geary no le costó mucho leerle el pensamiento. Las naves de Duellos y Tulev iban a poder disfrutar de un baño de sangre, pero según parecía el
Intrépido
se iba a tener que conformar con aceptar la rendición de unas pocas naves anticuadas. Desjani no estaba muy contenta con aquel asunto.

La flota de la Alianza se adentró aún más en el sistema Corvus, mientras que las naves iban dirigiéndose con una amplia variedad de velocidades y precisión a las posiciones que se suponía debían ocupar en relación con el buque insignia. Por su parte, las imágenes con retardo de las corbetas síndicas titubeaban en torno a su base y el crucero ligero síndico parecía seguir orbitando alrededor del cuarto mundo. Geary observaba todos estos movimientos con una irritación cada vez mayor. Trató de apuntar qué naves de la Alianza se estaban quedando a la zaga a la hora de desplegar sus movimientos y adoptar su posición en la nueva formación, pero no tardó mucho en darse cuenta de que acabaría antes si se fijaba en las naves que estaban ejecutando la orden con relativa velocidad. La cosa era bastante sencilla: había demasiados rezagados como para llevar la cuenta de todos ellos, mientras que eran lamentablemente muy pocos los que lo estaban haciendo bien.

Se suponía que las unidades a la cabeza de la flota de la Alianza estaban recreando una formación que debía parecerse a un rectángulo enorme, con la parte plana mirando hacia el enemigo. Del mismo modo, también se suponía que la parte principal de la flota debía de estar formando un rectángulo aún más grande detrás del anterior; mientras que, tras ellos, deberían venir las naves de apoyo y sus escoltas, dispuestas en forma de cubo al fondo del todo. A cada lado debería de haber dos cubos más pequeños para realizar tareas de cobertura que permitiesen defenderse ante las hipotéticas acciones del enemigo en aquellas zonas.

En lugar de todo aquello, a Geary le parecía más bien que las naves de la Alianza eran un enjambre enmarañado que, a ojos de cualquiera, tenían más aspecto de una simple cuña distorsionada con el lado más grueso mirando hacia el enemigo.

En ese momento sonó una alarma y empezaron a encenderse símbolos en el visualizador. Geary contuvo la respiración al observar como el
Intrépido
se hacía eco de la presencia de naves síndicas saliendo por el punto de salto. Naves modernas que se movían a toda prisa. Geary notó un subidón de adrenalina, pese a que sabía que estaba observando acontecimientos que habían tenido lugar hacía diez minutos. Igualmente, fuera cual fuera la defensa por la que hubiesen optado sus cruceros de batalla, aquello también habría sucedido hacía diez minutos.

Geary apenas tuvo tiempo para percatarse de la presencia de un escuadrón de naves de caza asesinas síndicas en formación alrededor de un único crucero pesado antes de comprobar que el fuego concentrado de corto alcance de los cruceros de batalla de Duellos y Tulev reducía a cenizas a las naves de caza asesinas. Unos momentos después, los ataques de la Alianza se cebaron con las defensas del crucero pesado y lo acribillaron antes de que pudiera siquiera lanzar unos pocos disparos, que fueron rápidamente absorbidos por las cortinas defensivas de los cruceros de batalla. Justo a continuación empezaron a llegar informes procedentes de estos con la confirmación de lo que Geary ya había podido ver con sus propios ojos en el visualizador.

El capitán permaneció a la espera, pero no llegó nada más después de los informes de las primeras naves. Se trataba de una fuerza prescindible, enviada por si acaso la Alianza había continuado su huida y no se había preocupado de defender la salida del punto de salto.

Prescindible. Geary siempre había pensado que se trataba de una palabra fea y un concepto aún más feo. Según parecía, los síndicos no compartían esa sensación.

Alrededor de él había aflorado un aluvión de vítores en el puente de mando del
Intrépido
al observar cómo la pequeña fuerza síndica era masacrada. Aquel sonido le ponía a Geary de los nervios y aquello provocó que tuviera que buscar algo sobre lo que verter su ira. Acto seguido, el capitán volvió a pulsar los botones del cuadro de mandos.

—Se ordena acelerar movimientos a las unidades que todavía no hayan adoptado la formación estándar de ataque de flota Alfa Seis —comunicó Geary.

Desjani miró a Geary con sorpresa, pero ocultó con rapidez su reacción. No era nada de lo que el capitán del
Intrépido
se tuviera que preocupar. Como buque insignia, era la unidad con respecto a la que todas las demás naves tenían que colocarse. El
Intrépido
era el que facilitaba la referencia de posición al resto en el momento de dar la orden.

—¿Cree usted que esas eran todas las naves de persecución a alta velocidad que tenían? —preguntó Desjani con una velocidad tal que Geary sospechó enseguida que su intención real era cambiar de tema.

¿Cómo cojones voy a saberlo?,
quiso responder Geary. En lugar de eso, se quedó un momento pensando en la respuesta.

—Eso creo. Si fueran a enviar más, ¿qué razón habría para que espaciaran sus momentos de llegada? —Geary hizo una leve pausa—. Con todo, no era una fuerza demasiado grande. Tendrían que haber sido capaces de colarla por el punto de salto justo a tiempo para que nos fuera pisando los talones.

—Y llegaron más de una hora después que nosotros. —Desjani parecía estar cavilando, posteriormente asintió con la cabeza—. En un principio dudaron pero al final acabaron mandaron un pequeño comando por si acaso nos pillaban desprevenidos.

Dudaron. Eso es.
Geary asintió con la cabeza.

—Mandaron algo para poder contarles a sus superiores que habían seguido persiguiéndonos con todos los medios. Lo suficiente como para que pareciera serio, pero nada lo bastante grande como para que les importase perderlo. —Lo que sí debió de ser lo suficientemente horrible para los tripulantes de esas naves fue que a sus jefes no les importase perderlos a ellos.

—Exacto. La vida humana no les importa nada en absoluto. —La capitana Desjani miró directamente a los ojos de Geary, con voz rotunda.

—Punto para usted. —
Tendré que acordarme de no juzgar erróneamente a la capitana Desjani. Todo lo que hace está fundamentado en lo que ella entiende como buenas razones.
Geary se mordió el labio mientras estudiaba el visualizador. Si esas eran todas las naves de persecución a alta velocidad de los síndicos, podía ordenar que los cruceros de batalla se reincorporaran al resto de la flota. Pero también cabía la posibilidad de que los síndicos hubieran espaciado deliberadamente las oleadas de persecución para que los defensores pensaran erróneamente que no iban a mandar a nadie más durante un buen rato. Con todo, esos cruceros de batalla ya se encontraban a diez minutos luz del resto de la flota. Diez minutos de desfase para recibir mensajes. Diez minutos de desfase que impedían que Geary supiese siquiera si aquellas naves se encontraban en problemas en estos momentos. Estaba, además, como poco a una hora de distancia para facilitarles cualquier ayuda que pudieran precisar.

—Capitán Duellos, capitán Tulev, al habla el capitán Geary. Bien hecho. Por favor, reincorpórense a la flota con la mayor celeridad posible. Ordenen que sus naves adopten las posiciones asignadas dentro de la formación estándar de ataque de flota Alfa Seis —ordenó Geary.

Duellos y Tulev tardarían diez minutos en recibir el mensaje. En ese momento tendrían que poner en marcha sus naves a toda velocidad y comenzar su particular caza para reincorporarse a la flota. Les llevaría unas cuantas horas reunirse con la formación.

Con todo, parecía que los cruceros de batalla se iban a posicionar en formación antes que ningún otro, porque, en lugar de colocarse en los rectángulos ordenados, la flota de la Alianza parecía estar apresurándose en engordar aún más el extremo de la cuña que encaraba la base síndica.

¿Qué cojones está pasando aquí?
Geary volvió al visualizador, tratando de ver si se estaba dejando algo al fijarse en los detalles en lugar de en el mapa de situación global. No. Seguía sin tener sentido. Tan solo las unidades más lentas como la
Titánica
parecían estar en sus posiciones asignadas. Y la maltrecha
Titánica
no tenía elección, ya que se debía limitar a cruzar lentamente el sistema al abrigo de los acorazados más rápidos.

Poco a poco Geary se fue dando cuenta de que la
Titánica
se hallaba preocupantemente desprovista de compañía.

—¿Dónde están las naves que se suponía que escoltaban de cerca a la
Titánica
? —Geary volvió a mirar hacia el mapa de situación—.Todas las naves de apoyo que acompañan a la flota se han quedado sin escoltas. ¿Dónde cojones están las escoltas de las naves auxiliares? —Nadie en el puente de mando del
Intrépido
abrió la boca para responder.

Geary había evitado explotar verbalmente contra la mayoría del resto de naves de la flota por su lentitud a la hora de formar ya que no estaba seguro de si lo que hablaba era el criterio profesional o el mal genio. Sin embargo, volver a la formación debería haber sido una maniobra que a las escoltas asignadas les debería de haber resultado relativamente rápida y fácil. Si se hubieran dirigido a sus posiciones, en estos momentos ya deberían estar situados en ellas. Parecía un gran descuido… Un descuido, ¿o era otra cosa? Geary volvió a mirar a la ruta hacia la que se estaban desviando las naves de su flota. Después, su vista volvió a posarse sobre las dos corbetas síndicas.

Geary tardó en caer en la cuenta, pero finalmente lo hizo.

—¡Que nuestros antepasados nos asistan! —imploró el capitán. Desjani se quedó mirándolo, claramente preguntándose si aquel arrebato impreciso se refería esta vez a su propia nave.

—¿Capitán Geary? —preguntó Desjani.

Geary se limitó a concentrarse en el visualizador, tratando de controlar la rabia y la voz antes de hablar. Finalmente, señaló a los movimientos de las naves de la Alianza.

—Esos… estúpidos… no están poniéndose en formación porque están tratando de colocarse en la primera línea de fuego para cuando entremos en contacto con esas corbetas. —Ahora que se daba cuenta de lo que había estado ocurriendo parecía obvio, el modo en el que toda la formación de la Alianza se había ido estrechando hacia el lugar en el que la flota iba a proceder a interceptar las corbetas síndicas. La mayoría de la flota de Geary había abandonado o ignorado las posiciones asignadas y las obligaciones estipuladas dentro de la estrategia superior de ataque para poder tener una cuota de gloria cuando las corbetas fueran aniquiladas por una fuerza tan masivamente superior como aquella.

Desjani se quedó mirándolo como si tuviese dudas de si hablar o no, pero al final tomó la palabra.

—La agresividad es la primera…

—¡Agresividad! —la interrumpió Geary—. ¿Así llama usted a esto?

—A por el enemigo —afirmó Desjani, y a Geary de nuevo le sonó como una cita—. Esa fue una de las últimas órdenes que se dieron en Grendel.

Desjani observó a Geary, sabedora de que el capitán había identificado rápidamente la referencia.

Y vaya si lo recordaba, tanto que de nuevo tuvo que intentar no permitir que aflorasen sus emociones. Después de todo, aquella batalla que se había librado un siglo atrás en el sistema estelar de Grendel para él no había sucedido hacía mucho más de un mes. Su nave había perdido la comunicación con el resto de las unidades del convoy en plena batalla con los síndicos. Pero antes de que se perdiera, una de las últimas órdenes que había dado a su propia nave, pero que se habría escuchado también por toda la red de mando, había sido: «A por el enemigo».

Other books

Tragic by Tanenbaum, Robert K.
Blue Moon by Luanne Rice
The Visitors by Sally Beauman
Final Cut by Lin Anderson
Bad Blood by Mark Sennen
Tattooed Hearts by Mika Jolie
Griffith Tavern (Taryn's Camera Book 2) by Rebecca Patrick-Howard
The Secret of the Nagas by Amish Tripathi