Read Heliconia - Verano Online
Authors: Brian W. Aldiss
Allí el látigo cedía su lugar al revoloteo de las faldas en la danza. La música era animada; los músicos, gordos y sonrientes. También el rey esbozó una sonrisa, valiéndose de ella como de una armadura, mientras recordaba como poco tiempo atrás esa cámara había sido iluminada por la presencia de la reina MyrdemInggala.
Las paredes estaban decoradas con las flores de la medialuz, el idront y el perfumado vispard. Había montañas de frutas y centelleantes jarras de vino negro. Los campesinos podrían padecer hambre; la corte no.
JandolAnganol condescendió a beber vino negro, al que agregó zumo de frutas y hielo de Lordyardry. Miró sin interés la escena que tenia enfrente. Sus cortesanos se mantuvieron a cierta distancia. Le fueron enviadas mujeres para distraerlo, pero él las rechazó.
Había despedido a su antiguo canciller antes de salir de Matrassyl. A su lado, un nuevo canciller a prueba se movía con nerviosismo. Ansioso y obsecuente, comenzó a hablar de la próxima expedición a Gravabagalinien. También fue despedido.
El rey quería marcharse de Ottassol lo antes posible. Se encontraría con el enviado del C'Sarr y continuaría su viaje a Gravabagalinien con él. Después de la ceremonia con la reina se dirigiría a Oldorando, donde contraería matrimonio con la princesa Simoda Tal, concluyendo así con toda esa cuestión. Luego, con la ayuda de Oldorando y Pannoval, derrotaría a sus enemigos e impondría la Paz dentro de sus propias fronteras. Sin duda, la pequeña princesa, Simoda Tal, debería vivir en el palacio de Matrassyl; pero no había ningún motivo para que él tuviese que verla.
Estaba decidido a cumplir este plan. No se apartaba de su mente. Buscó con la mirada al enviado del C'Sarr, el elegante Alam Esomberr. Había conocido a Esomberr durante su estada de dos años en el monasterio de Pannoval, y desde entonces eran amigos. Para JandolAnganol era necesario que ese poderoso funcionario, enviado por el mismo Kilandar IX, asistiera como testigo a la firma del documento de divorcio, y que luego devolviese ese documento al C'Sarr en persona. Solo así el matrimonio quedaría legalmente anulado. Esomberr debería estar ya junto a él.
Pero el enviado Esomberr había sufrido una demora cuando se disponía a salir de sus habitaciones. Un hombrecillo desaliñado, de vientre prominente, pelo sucio y ropas manchadas por el viaje, se había abierto paso, hablando, hasta la empolvada presencia del enviado.
—Supongo que no vienes de parte de mi sastre.
El hombrecillo desaliñado negó la acusación y sacó una carta de un bolsillo interior. La entregó al enviado. Se retorció cuando Esomberr la abrió con un gesto elegante.
—Esa carta, señor, debe seguir viaje. Con su perdón, es solo para los ojos del C'Sarr.
—Yo soy el representante del C'Sarr en Borlien, gracias —dijo Esomberr.
Leyó la carta, asintió, y dio al mensajero una moneda de plata.
Murmurando, este último se retiró. Salió del palacio subterráneo, fue hasta donde estaba atado su hoxney y partió hacia Gravabagalinien para informar de su éxito a la reina.
El enviado, sonriendo para sus adentros, se rascaba la punta de la nariz. Era un hombre agradable y esbelto, de veinticuatro años y medio, vestido con un magnifico keedrant de larga cola. Sacudió la carta en el aire. Pidió a un asistente un retrato de la reina MyrdemInggala y lo estudió durante unos minutos. De toda nueva situación, ya fuera personal o política, se podían derivar ventajas. Gozaría de su viaje a Gravabagalinien, si eso era posible.
Esomberr se prometió que su religión no interferiría con sus diversiones en Gravabagalinien.
Tan pronto como la nave real había amarrado, un grupo de hombres y mujeres se había reunido en el patio frontal del palacio para hablar con el rey. Legalmente, todas las suplicas debían dirigirse a la scritina, pero la vieja tradición del pedido directo al monarca se negaba a desaparecer.
El rey prefería el trabajo al ocio. Cansado de esperar y de ver girar a sus cortesanos hasta perder el aliento, aceptó celebrar audiencias en una sala vecina. Su runt permaneció alerta junto al pequeño trono; el rey le daba una palmada cariñosa de vez en cuando.
Una vez que los dos primeros solicitantes concluyeron sus pedidos, Bardol CaraBansity compareció ante el rey. Se había puesto un chaleco bordado sobre el charfrul. JandolAnganol reconoció su andar dificultoso y frunció el ceno ante la Florida reverencia que se le ofreció.
—Este hombre es Bardol CaraBansity, señor —dijo el canciller a prueba—. En la biblioteca real hay algunos de sus dibujos anatómicos.
El rey dijo:
—Te recuerdo. Eres amigo de mi ex canciller, SartoriIrvrash.
CaraBansity guiñó sus ojos enrojecidos.
—Espero que SartoriIrvrash se encuentre bien, señor, a pesar de ser un ex canciller.
—Ha huido a Sibornal, si a eso llamas encontrarse bien. ¿Que quieres de mí?
—En primer lugar, señor, una silla, porque me duelen las piernas.
Ambos se miraron. Luego el rey indicó a un paje que colocara una silla bajo su propio dosel.
CaraBansity se acomodo, sin prisa, y dijo:
—Sabiendo que su majestad es un hombre de gran conocimiento, he traído un objeto… inapreciable, según creo.
—Soy un hombre ignorante, y lo bastante estúpido para odiar la adulación. El rey de Borlien solo se ocupa de política, para mantener su país intacto.
—Todo lo hacemos mejor si estamos mejor informados. Yo puedo romper el brazo de un hombre más fácilmente si sé como funcionan sus articulaciones.
JandolAnganol rió. Era un sonido áspero, que pocas veces salía de su boca. Se inclino hacia adelante.
—¿Que es el conocimiento ante la furia creciente de Freyr? Incluso el Todopoderoso Akhanaba parece impotente ante Freyr.
CaraBansity miraba el suelo.
—Nada se del Todopoderoso, majestad. No se comunica conmigo. Algún benefactor publico escribió en mi puerta la palabra “ateo” la semana pasada, y ése es ahora mi apodo.
—Entonces, cuida tu alma. —El rey hablaba en tono menos desafiante, y en voz más baja.— Como deuteroscopista, ¿qué piensas del terrible calor? ¿Tanto ha pecado la humanidad que debemos perecer todos en el fuego de Freyr? El cometa del cielo del norte, ¿es una señal de inminente destrucción, como dice la gente común?
—Majestad, ese cometa, el Cometa de YarapRombry, es una señal de esperanza. Podría explicarlo con más detalle, pero temo fastidiarte con cálculos astronómicos. El cometa ha recibido su nombre del sabio cartógrafo y astrónomo YarapRombry de Kevassien. Él hizo el primer mapa del globo, colocando Otaassaal, como se llamaba entonces esta ciudad, en el centro, y descubrió ese cometa. Esto ocurrió hace 1.825 años, un Gran Año. El retorno del cometa demuestra que, como él, giramos en torno de Freyr, y que pasaremos a su lado sin sufrir más que… una ligera quemadura.
El rey meditó.
—Me das una respuesta científica, como hacia SartoriIrvrash. Debe haber también una respuesta religiosa a mi pregunta.
CaraBansity se mordió el puño.
—¿Que dice el Santo Imperio Pannovalano acerca de Freyr? Por Akha, temen todo lo que aparece en el cielo y usan el cometa para aumentar los temores de la gente. Reclaman una nueva guerra santa para que eliminemos a los phagors. El argumento de la Iglesia es que si esas criaturas sin alma son eliminadas, el clima refrescará de inmediato. Sin embargo, en los años del hielo, la Iglesia creía que eran los odiosos phagors quienes habían traído el frío. De modo que su razonamiento carece de lógica, como todo pensamiento religioso.
—No me ofendas. Yo soy la Iglesia en Borlien.
—Perdón, majestad. Me limito a decir la verdad. Si lo ofende, despídeme, como has hecho con SartoriIrvrash.
—El hombre de quien hablas estaba a favor de la destrucción de los seres de dos filos.
—También yo lo estoy, señor, aunque dependa de ellos. Y en verdad me alarma que los favorezcas. Pero yo no los mataría por tontas razones religiosas. Los mataría porque son el enemigo tradicional de la humanidad.
El Águila de Borlien golpeó con la mano el brazo de su sillón. El canciller a prueba saltó.
—No escucharé más. No es esta la oportunidad de discutir, ¡hrattock impertinente!
CaraBansity se inclinó.
—Esta bien, señor. El poder hace sordos a los hombres; no escuchan. Tú mismo lo has llamada ignorante, no yo. Como puedes amenazar con una mirada, no puedes aprender. Esta es tu desgracia.
El rey se puso de pie. El canciller a prueba se estremeció. CaraBansity permaneció inmóvil, con el rostro pálido. Sabía que había ido demasiado lejos.
Pero JandolAnganol señaló al canciller.
—Me fatiga la gente que se asusta de mí, como este hombre. Haz lo que mi consejero no puede hacer, aconsejarme, y te nombraré canciller… y serás tan irritante, supongo, como tu amigo y predecesor. Cuando vuelva a casarme, tomando por esposa a la hija del rey Sayren Stund de Oldorando, este reino quedará firmemente unido al Santo Imperio Pannovalano, y eso nos hará fuertes. Pero el C'Sarr me presionará para que destruya a la raza de dos files, como están hacienda en Pannoval. Borlien tiene paces soldados y necesita phagors. ¿Puedo refutar con la ciencia el edicto del C'Sarr?
—Hum. —CaraBansity tironeo de uno de sus mofletes.— Pannoval y Oldorando siempre han odiado a los phagors, como nunca ha hecho Borlien. No estamos en el Paso de las migraciones phagors, como Oldorando. Los sacerdotes han encontrado un nuevo pretexto para continuar una vieja guerra. Hay una línea científica que podrías seguir, señor. La ciencia desterrará la ignorancia de la Iglesia, si me perdonas.
—Habla entonces; mi bello runt y yo lo escucharemos.
—Tú comprenderás, señor. Tu runt no. Debes conocer, por su reputación, el tratado histórico llamado El Testamento de RainiLayan. En ese volumen se habla de una Santa señora, VryDen, esposa del sabio RainiLayan. VryDen desentrañó algunos secretos del cielo; ella creía, como yo, que allí reside la verdad, y no el mal. VryDen pereció el año 26, durante el gran incendio que consumió Oldorando. Eso ocurrió hace 355 Años; quince generaciones, aunque ahora vivimos mas tiempo que entonces. Estoy convencido de que VryDen fue una personal real, no una invención de los cuentos de la Edad de Hielo, como pretende la Santa Iglesia.
—¿Cuál es la idea? —preguntó el rey, que comenzó a andar de un lado a otro, seguido por Yuli. Había recordado que su reina admiraba el libro de RainiLayan, y solía leerle algunos párrafos a Tatro.
—Una muy importante. Esta misma VryDen era atea, y por lo tanto vela el mundo come, es, y no oscurecido por deidades imaginarias. Antes de ella, se creía que Freyr y Batalix gran dos centinelas vivientes que custodiaban nuestro mundo contra una guerra en el cielo. Con la ayuda de la geometría, esa sabia señora logro predecir una serie de eclipses que señalaron el fin de su época.
—El conocimiento solo puede construir sobre el conocimiento, y uno ignora siempre adonde conducirá el paso siguiente. Pero conduce a alguna parte, en tanto que los dogmas de la Iglesia solo llevan a un círculo. Ese círculo es el emblema mismo de la Iglesia.
—Que yo prefiero a tus vacilantes pasos en la oscuridad.
—Yo he encontrado un medio para ver la luz a través de la oscuridad. Con la ayuda de nuestro común amigo SartoriIrvrash, logre pulir algunas lentes de cristal, como las que se usan en los ojos. —Describió luego como habían construido un telescopio. Por medio de ese instrumento habían estudiado las fases de Ipocrene y otros astros del cielo. A nadie hablaron de esto, porque el cielo no era un tema popular en esas naciones sometidas al imperio religioso de Pannoval.
“Uno por uno —continuó—, los vagabundos nos revelaron sus fases. Pronto pudimos predecir sus cambios con exactitud. Esto puede hacer la deuteroscopía. A partir de eso, SartoriIrvrash y yo complementamos nuestras observaciones con cálculos. Hallamos las leyes de la geometría celestial, que, según pensamos, YarapRombry debe haber conocido, aunque sufrió luego el martirio a manos de la Iglesia. Esas leyes establecen que los mundos giran alrededor de la estrella Batalix, y que Batalix describe una orbita en torno de Freyr. Y el radio vector de los movimientos solares barre áreas iguales en tiempos iguales.”
“Descubrimos también que el planeta rápido, llamado Kaidaw por VryDen, no gira en torno de Batalix sino de Heliconia, y que por lo tanto es un satélite o una Tuna.”
El rey se detuvo y pregunto con brusquedad:
—¿Podría vivir en ese Kaidaw gente como nosotros?
La pregunta se apartaba tanto del desganado interés anterior que CaraBansity se sorprendió.
—Es sólo un ojo de plata, señor; no un mundo verdadero, como Heliconia o Ipocrene.
El rey dio una palmada.
—Basta. No digas más. Podrías terminar como YarapRombry. No entiendo nada.
—Si consiguiéramos que estas explicaciones fueran evidentes para Pannoval, modificaríamos su anticuado pensamiento. Si pudiésemos inducir al C'Sarr a comprender la geometría celeste, tal vez él llegara a aceptar una geometría humana en que humanos y phagors giraran unos en torno de otros, coma Freyr y Batalix, en lugar de promulgar santas mentiras que se oponen a la vida ordenada.
Estaba a punto de continuar su explicación, cuando el rey hizo uno de sus gestos de impaciencia.
—En otro momento. No puedo escuchar tantas herejías juntas, aunque aprecio tus ingeniosas ideas. Te inclinas a cambiar con las circunstancias, como yo. ¿Por eso has llegado hasta aquí?
Por un instante, CaraBansity sostuvo la aguda mirada del rey. Luego dijo:
—No, majestad; como muchos de tus fieles súbditos, he tenido con la esperanza de venderte algo. Extrajo del cinturón el brazalete con las tres series de cifras que encontrara en el cadáver, y lo entrego al rey.
—¿Habías visto una joya como esta antes?
JandolAnganol lo miro con sorpresa, haciéndolo girar entre sus dedos.
—Sí —dijo—. Sí, he visto antes éste mismo brazalete, en Matrassyl. En verdad es extraño, y provenía de un hombre tan extraño como él, que aseguraba haber venido de otro mundo. De tu Kaidaw. —Después de este misterioso discurso cerró la boca, como si lamentara haber hablado.
Observo los números que saltaban y cambiaban, y agrego:
—En un momento más tranquilo me dirás como ha llegado a lo poder. Ahora, doy por concluida esta audiencia. Tengo otros asuntos que atender.