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Authors: Noelia Amarillo

Tags: #Erótico

Falsas apariencias (18 page)

BOOK: Falsas apariencias
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Le esperaban al final del pasillo. Javi miró la camisa que llevaba puesta durante un momento.

—Me suena esa camisa —comentó. Cuando Alex se dispuso a hablar, alzó una mano—. No, no quiero saber nada más. Vamos a tomar unas cañas.

Capítulo 11

El coche de Dani resultó ser una Fiat Scudo verde, viejo y lleno de cortes en la tapicería, gracias al cual el orgullo de Alex subió varios puntos; su coche era muchísimo mejor. Montaron y recorrieron un trayecto de unos seiscientos metros. ¿Para qué andar si se podía ir en coche? Lo malo fue para aparcar, porque "Donde Ayer" resultó ser una cafetería ubicada en una calle en la que no había aparcamiento, por lo que después de dar varias vueltas a la manzana aparcaron la furgoneta a unos trescientos metros de la casa de Luka, justo a mitad de camino del bar, y subieron andando lo que restaba. En total, tardaron veinte minutos en recorrer poco más de medio kilómetro.

Justo enfrente de "Donde Ayer", cruzando la carretera, estaba situado "Lancelot". Las chicas entraban en ese momento por la puerta y les saludaron para luego seguir a lo suyo. Realmente no es que estuvieran muy lejos los unos de los otros, así que Alex se relajó, no iba a necesitar hacer labores de espionaje para averiguar el teléfono de Luka. Estaba cruzando la calle. ¡Bien!

"Donde Ayer", que por casualidades de la vida estaba situado al lado del portal donde estaba el ático que pensaba alquilar, era una cafetería "a la antigua usanza", pintada en tonos cálidos y con cuadros de cervezas antiguas en las paredes, una gran barra de madera que recorría todo el lateral, lámparas de iluminación leve colgando bajas del techo, suelo de madera y mesas altas con barriles a los lados haciendo las veces de banquetas. Se sentaron y al momento un camarero delgaducho y con delantal verde musgo que le daba apariencia de gnomo acudió a atenderles. Sonrió sesgadamente a Dani y éste le devolvió la sonrisa, y Alex se quedó mirando un poco perplejo el intercambio de dientes. Pidieron cerveza, bebida nacional por excelencia, unas bravas y choricitos al vino. Era la hora de comer y tenían hambre.

La conversación giró en torno a la crisis...

—Nos toca aguantar el tirón, apretarnos el cinturón y tirar para delante —comentaba Javi.

—Sí. También ayuda mucho el tener una secretaria con una sonrisa divina, una buena delantera y ganas de trabajar, de hecho yo diría que muchos de los clientes que acuden al taller lo hacen para ver cierto tatuaje cuando cierta persona corta cristales —comentó como quien no quiere la cosa Dani a la vez que palmeaba a Alex en el hombro.

—Hombre, otra cosa que atraería a los clientes sería ver al hijo del jefe desangrarse como un cerdo si por casualidades de la vida, pongamos por ejemplo, un cristal bien afilado se clava en su estómago —respondió Alex quitándose de encima la mano de Dani. Empezaba a conocer su sentido del humor y no pensaba dejarse llevar... demasiado.

—También, también... es lo que pasa con el morbo, va en todas direcciones —contestó haciendo hincapié en la última frase. Vaya... el vampirito se rebela, pensó divertido—. Pon otra de cerveza, Luis —pidió cuando pasaba a su lado el camarero sonrisitas... y esta vez además de la sonrisa hubo un guiño de ojos.

Sobre el fútbol...

—Pues parece que este año lo mismo ganamos la liga, no es que el Madrid esté jugando bien, pero lo cierto es que estamos obteniendo resultados, aunque claro, está empezando... a ver cómo acabamos. —A ver cómo te lo montas para incordiar con este tema, retó con la mirada Javi a su amigo.

—No sé, se puede hacer mejor, desde luego... la verdad es que con esas piernas que tienen bien podrían correr más... y hablando de piernas...

—Nadie está hablando de piernas —cortó Javi alerta, joder, iba a volver a incordiar, lo estaba viendo.

—Yo sí —contestó Dani—, Me encantan las piernas fuertes, bien formadas, duras —recalcaba cada palabra, dando una pequeña palmada en el muslo de Alex, como probando si iban con él esos adjetivos—. Si te fijas bien, las piernas son una parte importantísima del cuerpo, sin ellas no podemos hacer casi nada y además tenemos la parte estética, unas piernas bonitas, largas, que acaben en un buen culo... ufff... eso es lo más de lo más, y si sobre el culo hay un tatuaje, dan unas ganas de comérselo...

—Y hablando de comer, algo que me llama mucho la atención de la Edad Media es una tortura muy imaginativa y refinada que tenían. Verás —dijo mirando a Dani fijamente mientras le quitaba la mano que había dejado olvidada en su muslo, joder, mira que era sobón el tipo—, ponían al torturado boca arriba bien atado para que no se moviera, después colocaban una rata dentro de una jaula sobre su abdomen, pero ojo, la jaula estaba abierta por abajo, por lo tanto la rata tenía vía libre a la carne... luego los carceleros se dedicaban a acosar al pobre animal con palos ardiendo hasta que este no veía otra salida que comerse la tripa del reo y cavar un agujero en sus entrañas para escapar. Interesante, verdad.

—Joder. ¿De dónde coño has sacado eso? —preguntó Dani con ojos como platos.

—Naaaaaaa, cosas que leo y se quedan guardadas en mi cerebro. Y no se sabe cómo aparecen de repente... sin venir a cuento.

—Otra ronda... —gritó Javi al camarero de las sonrisas—. Me parece que voy a necesitar un trago, esta conversación me sobrepasa.

En esa ocasión, cuando el camarero sonriente repartió las bebidas, Dani cogió la suya y no se sabe cómo los dedos de ambos se acariciaron. Por supuesto bajo la atenta mirada de Alex que en esos momentos estaba hecho un completo lío.

—¿Os conocéis de antes?

—Claro, vengo aquí muy a menudo. —Su sonrisa diabólica lo estaba confundiendo, lo sabía y lo hacía aposta.

—Ah.

Sobre los jardines zen...

—Voy a ver si pillo una revista que me indique cómo hacer un jardín zen, llevo meses pensándolo y estoy decidido —arrancó Javi en lo que suponía un tema más o menos inocuo.

—¿Qué es un jardín zen? Estoy algo perdido... —preguntó Alex.

—Es un jardín seco de origen japonés que consiste en una capa de arena y, sobre ella, grava, arena de otro color, piedras, elementos naturales... en fin... cosas que nos lleven a la meditación. Son realmente hermosos y muy relajantes —explicó Javi.

—A mí también me relajan —comentó Dani bajo la atenta mirada de los otros dos hombres con sus manos a la vista y quietas, para alivio de Alex—, sobre todo esos que tienen el rastrillo de madera con el que hacer dibujos en la arena.

—Sí —respiró Javi, no había problemas en el horizonte—, de ese tipo es justo como lo quiero, son los mejores, porque así puedes cambiar las líneas de la arena según tengas el día.

—Entonces el dibujo no está predefinido, sino que lo vas elaborando día a día —se interesó Alex.

—Efectivamente, yo por ejemplo en el que tengo en casa, las líneas de la arena forman un triskel.

—¡¡Dani!! —lo interrumpió Javi de golpe... lo veía venir.

—¿Qué? —contestó el interpelado alzando las manos—. Cada cual dibuja lo que quiere, ¿no?

—¿Qué es un triskel? —picó Alex.

—Un tatuaje Celta. —Dani sonrió y, ya que tenía las manos alzadas, aprovechó para pasar un brazo sobre la nuca de Alex, para que prestara atención más que nada—, Y no creas que es fácil de dibujar en la arena, menos mal que Luka accedió a posar para mí, ya que el que tiene ella es justo un triskel. Anclado en sus caderas, por debajo de la cintura y por encima... bueno... imaginas por encima de dónde, ¿no? —La mano que no estaba en la nuca, agarró un brazo para dar más énfasis a sus palabras, no por otra cosa, qué va...

—Ajá —Alex se soltó bruscamente del amarre y miró fijamente a Dani, no es que le estuviera advirtiendo de nada, pero por si acaso—, en Tailandia, asistí una vez a una ceremonia en un templo donde miles de creyentes acudían a hacerse tatuajes "protectores" y era verdaderamente impactante. Se arrodillaban desnudos ante el monje y este, tranquilamente, sin prisas, les iba tatuando la piel con una especie de punzón muy fino que iba golpeando rítmicamente con una piedra plana mientras les echaba ceniza ardiente sobre la herida para que cogiera color. La verdad es que me quedé bastante con el tema y me veo totalmente capaz de hacerlo si tan interesado estás en tatuajes, no me importaría tatuarte siguiendo este método.

—Noooo, deja, no estoy tan interesado —replicó el chico, la verdad es que Dani se lo estaba pasando bomba incordiando.

—Asombroso. La cantidad de tonterías que se pueden decir en un par de horas —comentó Javi tranquilamente—, y parece ser contagioso, porque en estos momentos me estoy acordando de un documental que vi sobre la trepanación del cerebro... según parece da resultado para deshacerse de los locos... —Y no es por nada, pero que eso lo dijera un tío de dos metros, ancho como una casa y con mirada furiosa, era cuanto menos impactante. —Mmh...

—Vaya.

—Sí. Y por cierto, ¿qué opináis de Fernando Alonso? —preguntó Javi mirándolos muy, pero que muy seriamente.

Comentaron sobre Fernando Alonso, los trabajos, el estado del mundo —al que más o menos arreglaron en un periquete—, y por suerte o por la mirada severa de Javi, no hubo ningún rifi-rafe más, aunque Alex tenía que reconocer que una vez captado el humor incordiante y burlón de Dani hasta se había divertido. Parece mentira, pero cuando se está a gusto el tiempo pasa muy rápidamente y en esta ocasión, ese fue el caso. Eran las seis más o menos cuando unas risas alborotaron la cafetería. Se giraron, efectivamente, las chicas acababan de llegar.

Luka sintió una sensación especial al ver juntos a sus dos mejores amigos y su ligue esporádico. El tranquilo, el incordio y el vampiro. Parecía una película de Clint Easwood.

Javi, con su imponente físico y su pelo cortado al uno en realidad era más un osito de peluche, tranquilo, sereno y muy inteligente, sabía leer en las caras de la gente y no hablaba a no ser que tuviera muy claro lo que quería decir. Dani, por otro lado, alto y delgado como un junco, con su pelo negro a trasquilones y de punta y esa cara de "te la voy a liar antes de que te des cuenta", era un bromista consumado siempre pensando en maneras de incordiar al personal. Eran dos fuerzas de la naturaleza, la calma y el huracán, el bufón y el pensador. Y ahora a la estampa se unía Alex. Alto, guapo, ni tan serio como el uno, ni tan bromista como el otro, justo un término medio.

—Hola, cariño. Chicos —dijo Pili alegremente dando un beso a Javi, un achuchón a Dani y quedándose parada ante Alex pensativa—. Bah, por qué no —dijo dando otro achuchón a Alex.

—¿Qué tal la reunión? —saludó Ruth—. Luis, estás divino con el uniforme nuevo... ¿al final vas a ir a la exposición? —comentó Ruth al camarero, que estaba cerca tomando una comanda.

—Seguro que sí. Dani me tiene casi convencido —contestó este con otro guiño a Dani.

—Por supuesto que vienes —comentó Dani dándole una palmada en el culo según pasaba por su lado y, cómo no, dejando a Alex totalmente petrificado. A ver, ¿no llevaba todo el día insinuando cosas sobre Luka?

—¿Qué tal chicos? Hola, Alex —saludó Luka—, ¿Qué te ha pasado en la cara? —preguntó al ver el moratón en su pómulo.

—Me encontré con la cola de Laura —contestó Alex a la vez que se levantaba con la intención de darle el saludo que se merecía.

—Hola, preciosa, ¿cómo está el sol de mi vida? —la abrazó Dani anticipándose y dándole un sonoro beso en la mejilla.

—Exagerado —rió ella apartándole.

Eso sí que no, pensó Alex irritado, le había saludado a él, Alex, alias Conde Drácula específicamente, y nadie tenía derecho a arrebatarle su saludo, así que ni corto ni perezoso pasó la mano por la cintura de la mujer arrebatándola de los brazos de su amigo —que, por cierto, le daba la impresión de que no se decidía entre ostras o caracoles—, y la hizo girar para saludarla como era debido, es decir, con un beso largo y húmedo que la dejó sin aliento. Luka se dejó llevar por las sensaciones olvidándose de todo lo que les rodeaba, acarició con las manos la nuca del hombre y se pegó a él tanto que notó claramente el pene creciendo contra su tripa, arqueó la espalda acoplándose mientras los labios masculinos recorrían su mejillas y se acercaban al lóbulo, lo mordisqueó unos instantes para después parar.

—Tus amigos nos están mirando —le susurró.

—Aps. —Luka comenzó a girarse roja como un tomate; jamás había besado a nadie en público y menos en un bar... El Vinagres era demasiado relamido como para eso y el Zombi no podía ser considerado "alguien".

—Espera. No te alejes —suspiró Alex en su oído a la vez que la apretaba contra su erección mostrando por qué no debía apartarse.

—Vale —dijo girándose con cuidado de quedar con la espalda apoyada en el pecho del hombre.

Todos, absolutamente todos sus amigos la estaban mirando fijamente. En todo el tiempo que se conocían era la primera vez que la veían demostrar deseo por alguien. Sí, había hablado con ellos del Vinagres —nada bueno, por cierto—, y también les había comentado a grandes trazos —muy grandes, muy soslayados y muy poco esclarecedores— sus encuentros con el Conde Drácula, Alex. Pero nunca en toda su vida la habían visto así.

Dani sonreía aprobador, Ruth la miraba con los ojos abiertos como platos, Pili se tapaba la boca para que no la viera reírse y Javi le examinaba atentamente mientras apoyaba la barbilla en la coronilla de su chica. Vaya, ¿por qué reaccionan así todos?, pensó Alex.

—Parece que haya pasado un ángel, chicos. ¿Algún problema? —preguntó Luis extrañado. Entonces vio a Luka... y su pelo—. ¡Demonios! ¿Luka, querida, qué te ha pasado en el pelo? ¡Oh, Dios mío! ¿Has denunciado a la peluquera que te ha hecho "eso"?

—¡No seas exagerado, Luis! —Pili lo miró a la defensiva—, No está tan mal.

—Aps. Esto es como cuando te pusiste el pelo verde, ¿verdad? —miró a Luka compasivo—. Vaya, siento haberlo comentado.

—No pasa nada, Luis. ¿Qué queréis tomar, preciosas? —asumió Javi el control al ver que nadie se dignaba a salir de su asombro.

—Un café con leche templada y dos azucarillos, por favor —pidió Ruth—. Por cierto, Alex, ¿te han comentado que vamos a montar una exposición en Estampa? Estamos recaudando fondos para el campamento de verano de mis niños.

—Sí, los burócratas de mierda están recortando presupuestos —comentó Pili feroz— Yo quiero un descafeinado de máquina, con la leche muy caliente.

—Será dentro de quince días. Nosotros vamos a ir todos. Tú incluido —se giró Dani guiñando un ojo a Luis—. A mí ponme un trina de limón, no me cabe más gas en la tripa.

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