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Authors: Louise Cooper

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil

EL SEÑOR DEL TIEMPO: El Iniciado - TOMO I (42 page)

BOOK: EL SEÑOR DEL TIEMPO: El Iniciado - TOMO I
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Por fin salió Tarod de la biblioteca. Al llegar al patio, se detuvo para contemplar el cielo. Un tétrico resplandor rojo oscuro parecía cernirse más allá de los negros muros del Castillo, dando relieve a las cuatro gigantescas torres y proyectando una radiación irreal sobre todo lo que tocaba. Tarod sonrió ante esta prueba de la inmensidad de las fuerzas que habían tenido que desencadenarse en esta dimensión en el momento en que había cesado el Tiempo. Más allá del Castillo, más allá del Laberinto y el puente, el mundo vivía y seguía respirando; pero el Castillo de la Península de la Estrella ya no formaba parte de él. El Tiempo les había separado; nadie podía entrar, y él no podía salir: estaba preso en la trampa que él mismo había montado.

Se volvió y caminó a lo largo de la columnata que conducía a la puerta principal del Castillo. El resplandor carmesí había penetrado en el interior y relucía detrás de las puertas abiertas como un lejano fuego infernal.

Tarod subió la escalinata, pero se detuvo antes de entrar.

Allí tenía que haber habido actividad, a pesar de la macabra ceremonia que se estaba celebrando. Criados cuidando de sus menesteres incluso en la oscuridad; una multitud en el comedor, agrupándose alrededor del hogar apagado para murmurar y especular y calmar sus temores. En algún lugar, Sashka habría estado durmiendo, o velando en espera del regreso de Keridil.

Un eco de su perdida humanidad hizo que Tarod se estremeciese al pensar en lo que podría ver si cruzaba el umbral de la puerta. ¿Estatuas silenciosas, petrificadas en la flor de la vida? ¿Fantasmas? Dominó su inquietud y entró en el Castillo.

Allí no había nadie. Pasillos en silencio, habitaciones vacías. Nada. El comedor le acogió, frío y sin vida y habitado solamente por sombras que acechaban en los rincones que la vaga radiación roja no podía alcanzar. Dondequiera que estuviesen, cualquiera que hubiese sido su destino, los moradores del Castillo no habían dejado rastro de su existencia cuando la detención del Tiempo les había enviado al limbo.

Un suspiro, tan suave que podía haber sido fruto de su imaginación, sonó en el silencioso comedor. Tarod se volvió. Creyó ver agitarse el borde de una capa junto a una de las mesas vacías y oír el débil eco de una risa de mujer en la galería de encima del hogar, pero ambas cosas se extinguieron antes de que sus sentidos pudiesen captarlas plenamente.

Fantasmas de sus propios recuerdos… Sintió en lo más hondo una impresión que podía ser de soledad o de tristeza; pero era muy vaga y se desvaneció rápidamente. Podía aprender a vivir con recuerdos…

Tarod volvió la espalda al silencioso comedor. Su rostro no expresaba nada, pues no había sentimientos dentro de él. Volvió a la gran puerta de la entrada y se quedó mirando, a través del patio, las macizas puertas dobles de la muralla exterior del Castillo. Entonces, casi como un movimiento reflejo, levantó la mano izquierda e hizo un descuidado ademán. Retumbó un trueno en lo alto y un rayo rojo como la sangre estalló en el patio, iluminándolo momentáneamente con un vivo fulgor. La sensación de su propio poder trajo algún consuelo a Tarod. Mientras lo conservase, podría tener esperanza. Había triunfado una vez y, a pesar de la, al parecer, irremediable situación en que se hallaba, creyó que podía triunfar de nuevo. Tendría que haber una manera, tenía que haber una manera, de recobrar el alma-piedra. Y él la encontraría.

Tarod contempló los negros muros del Castillo que era ahora su prisión, y casi se echó a reír. Sí; encontraría la manera. Y tenía todo el Tiempo del mundo…

LOUISE COOPER
, (nacida el 29 de mayo de 1952, fallecida el 20 de octubre de 2009) era una escritora inglesa de literatura fantástica. Comenzó escribiendo en el colegio, espoleada su imaginación por los cuentos de Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm y la mitología, aunque Michael Moorcock fue quien le descubrió, a partir de
Stormbringer
, el mundo de la literatura fantástica. Su primer gran éxito se produjo en 1984 cuando amplió a una trilogía un libro que pasó discretamente por los estantes:
Lord of No Time
(1977), que pasó a ser la trilogía de
El Señor del Tiempo
. Posteriormente, ha publicado las series
Índigo, La Puerta del Caos
entre otras.

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