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Authors: Franz Kafka

El proceso (32 page)

BOOK: El proceso
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En el manuscrito, después de «ordinario» aparece tachado «estatal». Kafka se decantó así por mantener cierta ambigüedad respecto a la calificación del tribunal, aunque todas las referencias refuerzan la impresión de que se trataba de una organización al margen del Estado.

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En el manuscrito, en un principio, «abogado Massal». En «yiddisch» «massel» significa «suerte». «Huid» significa «favor» o «benevolencia».

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A continuación, tachado en el manuscrito: «Esa alabanza no hizo efecto alguno en la muchacha, ni siquiera le impresionó lo que el tío dijo a continuación: «Puede ser. No obstante, te enviaré lo más pronto posible, incluso hoy mismo, una enfermera. Si no cumple con sus obligaciones, la despides, pero hazme el favor e inténtalo. En este ambiente y con este silencio no se puede vivir». «No siempre es tan silencioso dijo el abogado. Sólo tomaré a tu enfermera si es algo obligatorio». «Lo es» dijo el tío».

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Tachado en el manuscrito: «El escritorio, que casi ocupaba la habitación en toda su longitud, se hallaba cerca de la ventana. Estaba de tal manera dispuesto que el abogado daba la espalda a la puerta. Así, el visitante tenía que atravesar toda la habitación como un intruso antes de poder ver el rostro del abogado, si éste no tenía la amabilidad de volverse hacia el visitante».

[28]
Tachado en el manuscrito «para terror del acusado». Según M. Pasley, Kafka se inspiró en la obra de Freud
El Moisés de Miguel Ángel
para la descripción de la actitud del juez retratado.

[29]
En un principio Kafka planeó terminar el capítulo con esta frase. En el manuscrito aparece la palabra «Fin». No obstante, más tarde se decidió por continuar el capítulo para dar una mayor consistencia al argumento.

[30]
Kafka tuvo problemas para terminar este capítulo y no quedó satisfecho. Se ha conservado otra continuación, publicada por Max Brod: «Cuando salieron del teatro lloviznaba ligeramente. K estaba cansado por la mala representación. El pensamiento de que tenía que albergar a su tío le deprimía, precisamente ese día necesitaba hablar con F. B., podría haber encontrado una oportunidad para verla. La compañía del tío, sin embargo, se lo impedía. Salía un tren nocturno que el tío podía coger, pero convencerle para que se fuera ese día, en que habían estado tan ocupados con el proceso, era completamente imposible. No obstante, K hizo el intento, aunque sin esperanzas: «Temo, tío dijo, que necesitaré tu ayuda en el futuro. Aún no sé en qué, pero la necesitaré con toda seguridad». «Puedes contar conmigo dijo el tío, no paro de pensar en cómo te puedo ayudar». «Eres el mismo de siempre dijo K, sólo temo que la tía se enoje conmigo si te pido que vuelvas a la ciudad». «Tu asunto es mucho más importante que esas molestias». «En eso no coincido dijo K, no quiero separarte inútilmente de la tía. Te necesitaré muy pronto, así que podrías irte a casa mientras tanto». «¿Mañana?» dijo el tío. «Sí, mañana respondió K, o, tal vez, lo más cómodo sería que viajases esta misma noche en el tren nocturno».

[31]
Tachado en el manuscrito: «algunas advertencias, como que debería irse temprano a la cama, no debería llevar trajes tan caros, debería redactar en su casa su última voluntad, debería utilizar velas en vez de luz eléctrica».

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Tachado en el manuscrito: «No, K no podía esperar nada de la publicidad del proceso. El que no se elevara ante él como un juez y le sentenciara ciegamente y antes de tiempo al menos intentaría humillarle, ya que resultaba tan fácil».

[33]
Tachado en el manuscrito: «No habla sinceramente conmigo y nunca lo ha hecho. Por esto no se puede quejar si no le comprendo. Yo, sin embargo, soy sincero. Se ha hecho cargo de mi proceso como si yo fuera libre, pero a mí me parece que no sólo lo ha llevado mal, sino que ha intentado ocultármelo, sin emprender en él nada serio, para impedir que actuara por mí mismo, y con el fin de que un día se pronuncie la sentencia en mi ausencia».

[34]
Para describir el interior de la catedral, Kafka se inspiró en la catedral de Praga y, según algunos estudiosos de su obra, en la catedral de Milán, que visitó en 1911 durante sus vacaciones.

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Aquí se produce una incoherencia temporal. K había quedado con el italiano a las diez y, sin embargo, dan las once. Max Brod lo consideró un error y lo corrigió. Algunos intérpretes, no obstante, opinan que puede tratarse de una divergencia consciente, mediante la cual Kafka intentaba mostrar la confusión interna de K.

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Kafka separó de la novela el pasaje que sigue y lo publicó en la revista semanal judía Selbstwehr (1915). También lo incluyó, ligeramente modificado, en su volumen de relatos Un médico rural (Leipzig, 1919).

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Tachado en el manuscrito: «le hace retroceder con su vara y dice: «Tampoco puedes mirar»».

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Tachado en el manuscrito: «dijo K en seguida. Estaba muy agradecido al sacerdote. Su buena opinión sobre él se había fortalecido. No se ufanaba, como los demás, de sus conocimientos acerca de la justicia, aunque, sin duda, los poseía».

[39]
Tachado en el manuscrito: «El Estado me ofrece su ayudadijo K al oído de uno de sus acompañantes. ¿Qué ocurriría si trasladase el proceso al ámbito de la ley estatal? Es posible que tuviera que defender a los señores del Estado».

[40]
En el manuscrito hay varios intentos para continuar el fragmento: «Así permaneció largo tiempo y realmente pudo descansar. Aunque seguía reflexionando, lo hacía en la oscuridad y sin que nadie le molestara. Pensaba en Tit, Tit estaba sentado en una silla y K permanecía arrodillado ante él, acariciando sus brazos y adulándolo de todas las maneras posibles. Tit sabía lo que K pretendía, pero hacía como si no lo supiera y así le atormentaba un poco. No obstante, K sabía que al final conseguiría lo que se proponía, pues Tit era un imprudente, un hombre fácil de convencer, sin conciencia del deber. Era incomprensible cómo el tribunal podía tener tratos con un tipo así. K se dio cuenta: era posible influir en él. No se dejó confundir por su sonrisa desvergonzada, dirigida al vacío, se mantuvo en su petición y alzó las manos hasta acariciar con ellas las mejillas de Tit. No se esforzaba mucho, lo hacía casi con pereza, prolongó su gesto por puro placer, estaba seguro de su éxito. ¡Qué fácil era engañar al tribunal! Como si obedeciera a una ley natural, Tit se inclinó hacia él y un guiño de ojos amigable y lento le mostró que estaba dispuesto a concederle su favor. Estrechó la mano de K con fuerza, éste se levantó, sintió que era un momento solemne, pero Tit no toleró ninguna solemnidad, abrazó a K y se lo llevó. Llegaron en seguida al edificio del tribunal y se apresuraron a subir las escaleras, pero no sólo subieron, se deslizaron hacia arriba y hacia abajo como si estuvieran en una barca. Y precisamente cuando K observaba sus pies y llegaba a la conclusión de que esa bella forma de desplazarse no era propia de su vida vulgar, precisamente en ese momento se produjo la transformación sobre su cabeza inclinada. La luz, que hasta ese momento procedía de la parte de atrás, cambió y les dio de frente, cegándoles. K miró hacia arriba, Tit asintió y se dio la vuelta. Otra vez se encontraba K en el pasillo del juzgado, pero estaba mucho más tranquilo, no había nada que llamase la atención. K lo contempló todo, se soltó de Tit y siguió su propio camino. K llevaba un traje nuevo, largo y negro, era pesado y cálido. Sabía lo que acababa de ocurrirle, pero estaba contento de no querer reconocerlo. En un rincón del pasillo, en el que había una gran ventana abierta, encontró sus ropas, la chaqueta negra, los pantalones y la camisa arrugada».

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