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Authors: Franz Kafka

El proceso (31 page)

BOOK: El proceso
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Anotaciones en los diarios de Kafka
referentes a El proceso

«Josef K, el hijo de un rico comerciante, se dirigió una noche, después de una gran disputa con su padre —el padre le había reprochado su vida licenciosa y le había exigido que cambiase de vida—, hacia la casa de comercio, situada en las cercanías del puerto, sin ninguna intención definida, inseguro y cansado. El guardián ante la puerta se inclinó profundamente. Josef le miró fugazmente sin saludarle. «Estas personas mudas y subordinadas hacen todo lo que se espera de ellas —pensó. Si pienso que me observa con mirada impertinente, así lo hace en realidad». Y se volvió de nuevo hacia el guardián de la puerta sin saludar. Éste se volvió a su vez hacia la calle y contempló el cielo cubierto» (29 de julio de 1914).

«Comencé con tantas esperanzas y ahora rechazado por las tres historias, hoy más que nunca. Tal vez sea conveniente trabajar en la historia rusa después del Proceso. En esta ridícula esperanza, que sólo se apoya en una fantasía maquinal, comienzo de nuevo el Proceso. No fue del todo en vano» (21 de agosto de 1914).

«Fracaso al intentar terminar el capítulo, otro ya comenzado no podré continuarlo tan bien, mientras que aquella vez, por la noche, me habría sido posible. No puedo abandonarme, estoy completamente solo» (29 de agosto de 1914).

«Frío y vacío. Siento demasiado los límites de mi capacidad, que, cuando no estoy plenamente concentrado, se estrechan» (30 de agosto de 1914).

«Un completo desamparo, apenas 2 páginas escritas. Hoy he estado muy cansado, aunque he dormido bien. Pero sé que no puedo doblegarme si quiero llegar a la gran libertad que tal vez me espera más allá de los padecimientos más bajos de mi actividad literaria, tan nimia a causa de mi forma de vida» (1 de septiembre de 1914).

«Otra vez sólo 2 páginas. Al principió pensé que la tristeza provocada por las derrotas austríacas y el miedo ante el futuro (un miedo que me parece al mismo tiempo ridículo e infame) me impedirían seguir escribiendo. No ha sido así, sólo una abulia que me asalta una y otra vez y que tengo que superar continuamente. Para la tristeza hay tiempo suficiente cuando no escribo» (13 de septiembre de 1914).

«He tomado una semana de vacaciones para dar un impulso a la novela. He fracasado, estoy en la noche del miércoles, el lunes se acaban las vacaciones. He escrito poco y débil» (7 de octubre de 1914).

«14 días, en parte un buen trabajo, comprensión completa de mi situación» (15 de octubre de 1914).

«Desde hace 4 días no he trabajado apenas nada, alguna hora y un par de líneas, pero he dormido mejor, los dolores de cabeza prácticamente han desaparecido por esta razón» (21 de octubre de 1914).

«Paralización casi completa del trabajo. Lo que he escrito no parece espontáneo, sino el reflejo de un buen trabajo realizado con anterioridad» (25 de octubre de 1914).

«Ayer, después de un largo espacio de tiempo, avancé un buen trecho, hoy de nuevo casi nada, los 14 días de vacaciones se han perdido prácticamente del todo» (1 de noviembre de 1914).

—«… A causa del miedo al dolor de cabeza, que ya ha comenzado, como he dormido poco por la noche, no he trabajado nada, en parte también porque temo estropear un pasaje soportable escrito ayer. El cuarto día desde agosto en el que no he escrito nada» (3 de noviembre de 1914).

«No puedo seguir escribiendo. He llegado al límite definitivo en el que tendré que permanecer otra vez muchos años, luego comenzaré, a lo mejor, otra historia, que probablemente también quedará inconclusa. Este destino me persigue. También estoy frío y confuso, sólo me ha quedado el amor senil a la completa tranquilidad. Y como un animal cualquiera apartado del hombre vuelvo a balancear el cuello y quisiera intentar conseguir de nuevo a F durante el tiempo intermedio. Realmente lo volveré a intentar, si las náuseas que me causo a mí mismo no me lo impiden» (30 de noviembre de 1914).

«( …) Seguir trabajando como sea. Triste de que hoy no sea posible, pues estoy cansado y padezco dolores de cabeza, ya los tuve por la mañana, como una premonición, en la oficina. Seguir trabajando como sea, tiene que ser posible a pesar del insomnio y de la oficina» (2 de diciembre de 1914).

«Ayer, y por primera vez desde hace mucho tiempo, con la capacidad para realizar un buen trabajo. Sin embargo, sólo he escrito la primera página del capítulo de la madre. Puesto que no había dormido en dos noches, padecí ya desde por la mañana dolores de cabeza y tenía demasiado miedo al día siguiente. Otra vez he comprobado que todo lo escrito fragmentariamente y no a lo largo de la mayor parte de la noche (o durante toda ella) es de escaso valor y que estoy condenado a esa calidad inferior debido a mis condiciones de vida» (8 de diciembre de 1914).

«En vez de trabajar (sólo he escrito una página —exégesis de la leyenda—), he leído los capítulos concluidos y los he encontrado en parte buenos. Siempre con la conciencia de que tendré que pagar todo sentimiento de satisfacción o de felicidad, como el que por ejemplo tengo frente a la leyenda, y, además, para no disfrutar jamás de descanso, lo tendré que pagar con posterioridad» (13 de diciembre de 1914).

«El trabajo se arrastra lamentablemente, tal vez en el lugar más importante, donde hubiera sido necesaria una buena noche» (14 de diciembre de 1914).

«No he trabajado nada» (15 de diciembre de 1914).

«He trabajado desde agosto, en general bastante y bien, pero ni en el primer sentido ni en el segundo hasta los límites de mi capacidad, como debería haber sido, sobre todo considerando que mi capacidad, según todos los indicios (insomnio, dolores de cabeza, insuficiencia cardíaca), no durará mucho. He trabajado en algunos textos incompletos: El proceso, Recuerdos del Kaldabahn, Un maestro rural, El ayudante del fiscal y pequeños inicios. Completado sólo: En la colonia penitenciaria y un capítulo de El ausente, ambos durante los 14 días de vacaciones. No sé por qué hago este repaso, no es propio de mí» (31 de diciembre de 1914).

«He resistido los muchos deseos de comenzar una nueva historia. Todo es inútil. No puedo seguir escribiendo las historias durante las noches, se interrumpen y se pierden, como con El ayudante del fiscal» (4 de enero de 1915).

«He dejado provisionalmente Un maestro rural y El ayudante del fiscal, pero también incapaz de continuar El proceso» (6 de enero de 1915).

«También se lo he leído a ella (Felice), las frases irrumpían repugnantes y confusas, ninguna conexión con la oyente, que yacía en el canapé con los ojos cerrados y muda. Una tibia solicitud para llevarse el manuscrito y copiarlo. Gran atención a la historia del centinela y buena observación. En ese momento comprendí la importancia de la historia, también ella la comprendió correctamente, luego hicimos algunos burdos comentarios acerca de ella, yo comencé» (24 de enero de 1915)

Notas

[1]
En la primera edición de
El proceso
de 1925, Max Brod comentaba que el manuscrito no llevaba título. Sin embargo, Kafka, como Max Brod documentó, siempre se refirió al texto con esa denominación. Por regla general, Kafka se decidía por un título definitivo una vez concluida la obra. No se puede excluir, por consiguiente, que
El proceso
fuese sólo un título provisional.

[2]
Como en su novela
El castillo
y en otros relatos, el personaje principal se oculta tras un apellido reducido a inicial. Es muy posible que Kafka hiciera referencia a su propio apellido. No obstante, Kafka solía emplear este tipo de iniciales en sus anotaciones en diarios y, según sus manifestaciones, «porque el escribir nombres me causa una extraña confusión». Esta relación problemática se extendía a su propio nombre, que evitaba escribir siempre que podía. Su firma era FK En sus diarios escribe: «Considero la K horrible, me repugna y, aun así, la escribo, debe de ser característica de mí mismo» (27 mayo 1914). En cuanto al nombre «Josef» es muy posible que hiciera referencia al Emperador Francisco José I. En la obra de Kafka los nombres suelen desempeñar un papel simbólico. De una anotación en su diario de 27 de enero de 1922 se deduce que Kafka se inscribió en un hotel con el nombre «Josef K».

[3]
La escena de la detención de Josef K se ha podido inspirar en las Memorias de Giacomo Casanova. En la novela hay más referencias ocultas. Ya en el inicio, la unión de un término judicial, «detención», y otro moral, «malo», presagia la ambigua naturaleza del proceso y de la judicatura.

[4]
En el manuscrito el vigilante reacciona de una manera más brusca: «¿Qué quiere?» Kafka lo tachó y eligió una fórmula más convencional.

[5]
Tachado en el manuscrito: «dijo K sonriendo; sin haber estado antes preocupado, ahora se sentía aliviado, pues se había expresado lo imposible y, así, su imposibilidad se había tornado más evidente».

[6]
No sin cierta ironía describe Kafka la situación jurídicopolítica del momento. Kafka comenzó la novela el 11 de agosto de 1914, en plena gestación de la I Guerra Mundial. Las referencias al «Estado de Derecho» y al vigor de las leyes es interesante porque designa un régimen que se somete al derecho en su forma de actuación. Un manto de normalidad cubre la sociedad en la que se desenvuelve Josef K, no hay ninguna perturbación del orden político ni ningún «estado de alarma, excepción o sitio» que pudiera justificar la existencia de tribunales de excepción.

[7]
La acción de la novela transcurre en el periodo exacto de un año. En la elección de la edad y de otras circunstancias temporales se dan motivos autobiográficos, en concreto se reflejan determinados acontecimientos relativos a su relación con Felice Bauer.

[8]
Tachado en el manuscrito: «por el miedo de que se rieran más tarde de su seriedad exagerada».

[9]
Tachado en el manuscrito: «¡Aún tardaré un rato! le gritó K por simple petulancia, pero en realidad se dio toda la prisa que pudo».

[10]
Desde la nota hasta «Josef K?» hay una versión alternativa en el manuscrito: «El supervisor le contempló en silencio y con mirada inquisitiva. «El interrogatorio parece limitarse a miradas pensó K. Un rato se le puede permitir. Si supiera qué autoridad puede ser ésta que, sólo por mi causa y sin la menor perspectiva de éxito, se puede permitir el lujo de tomar semejantes medidas extraordinarias. Pues no se puede dudar en calificarlas de extraordinarias. Me han asignado a tres personas, han desordenado dos habitaciones ajenas, allí en la esquina hay tres jóvenes que contemplan las fotografías de la señorita Bürstner».

[11]
A continuación, tachado en el manuscrito: «Alguien me dijo, ahora no me acuerdo quién, que, cuando nos levantamos temprano, resulta extraño encontrarlo todo en el mismo sitio en que se dejó por la noche. La vigilia, al menos en apariencia, es un estado muy diferente al del sueño y, como ese hombre dijo con razón, se necesita una gran presencia de ánimo para, con los ojos abiertos, situar todos los objetos en el mismo lugar en que quedaron la noche anterior. Por esto mismo, el instante en el que despertamos es el más arriesgado, una vez que se ha superado, sin quedar desplazado del lugar, podemos seguir viviendo confiados el resto del día. A qué conclusiones llegó ese hombre ahora me acabo de acordar de quién era, pero su nombre es indiferente…»

[12]
Tachado en el manuscrito: «se reclinó en el asiento del coche, dijo «¡Dios mío!», y elevó las cejas al sonreír».

[13]
Max Brod fundió los dos primeros capítulos en uno. Del manuscrito, sin embargo, se puede deducir que Kafka los concibió como dos capítulos independientes.

[14]
Tachado en el manuscrito: «Ante la casa paseaba un soldado con el paso regular y fuerte de un centinela. K se tuvo que inclinar mucho para poder verlo, ya que se encontraba muy cerca de la pared. «¡Hola!» le gritó, pero no tan alto como para que pudiera oírle. Por lo demás, resultó que sólo estaba esperando a una criada que había ido a la cervecería de enfrente para traerle una cerveza y que ahora aparecía en la puerta iluminada. K se planteó la pregunta de si realmente había creído por un momento que el soldado estaba allí por él. Pero no pudo responderla».

[15]
Tachado en el manuscrito: «Pasaban de las once y media cuando escuchó a alguien en la escalera. K, que se encontraba en el vestíbulo sumido en sus pensamientos, dando fuertes caladas al cigarro según su costumbre, se vio obligado a reflexionar un poco antes de huir hacia su habitación. A través del agujero de la cerradura comprobó que no se trataba de la señorita B, sino del capitán…»

[16]
Tachado en el manuscrito: «Si quería hablar conmigo aunque no me puedo imaginar de qué ha tenido muchas oportunidades para hacerlo».

[17]
Tachado en el manuscrito: «La felicidad de estar en su habitación, en su proximidad, podía terminar en cualquier momento».

[18]
Tachado en el manuscrito: «socialista».

[19]
Tachado en el manuscrito con varias correcciones: «…cuya blusa abierta le colgaba de la cintura y contra la que se apretaba un hombre en camisa».

[20]
Tachado en el manuscrito: «K quiso ir hacia allí en seguida para restablecer el orden y poner fin a aquel comportamiento desvergonzado. El juez instructor se mostraba incapaz de hacerlo, ni siquiera miraba hacia allí, se limitaba a esperar para ver la reacción de K. Pero éste no pudo bajar de la tarima, había demasiada gente que se lo impedía».

[21]
Tachado en el manuscrito: «K quiso coger la mano de la mujer. Ella intentaba, temerosa aunque visiblemente, acercarse a él, pero K comenzó a prestar atención a las palabras del estudiante. Era un hombre hablador y petulante. Tal vez podría obtener de él alguna información acerca de su acusación. En cuanto tuviera en sus manos esa información estaría en disposición de terminar el proceso, así, de un manotazo, para sorpresa de todos».

[22]
Max Brod, en el epílogo a la tercera edición de El proceso, especulaba con la posibilidad de que este capítulo fuese, en realidad, el segundo. Aquí, sin embargo, seguimos la opinión de Pasley por considerarla más fundada y acorde con la acción. No obstante, la posición del capítulo sigue siendo objeto de polémica.

[23]
En el manuscrito, en un principio, «Laura». Ema se llamaba la hermana de Felice Bauer, con la que Kafka permaneció en contacto aun después de la ruptura de relaciones con Felice.

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