Read El beso del arcángel: El Gremio de los Cazadores 2 Online
Authors: Nalini Singh
Tags: #Fantástico, infantil y juvenil, romántico
—Ella... ¿qué es?
—El poder en su forma más pura. —Rafael se acercó a las puertas de madera lacada que conducían al patio privado y a la terraza para abrirlas de par en par—. Ven. El aire te despejará.
Ella tomó la mano que le ofrecía y dejó que la guiara hasta el fresco aire invernal. La Ciudad Prohibida se extendía ante ella como un océano de estrellas multicolores. Los bailarines seguían girando con elegancia en el patio principal, al compás de una música hechizante, evocadora, lo bastante hermosa como para llenar los ojos de lágrimas.
Acurrucada en el círculo de los brazos de Rafael, con la cabeza apoyada en su pecho y los brazos alrededor de su cintura, respiró hondo por primera vez en muchas horas. Sus pulmones absorbieron el aire como si estuvieran sedientos, y su garganta se abrió por fin con un estremecimiento de alivio.
—Esa música... ¿Qué instrumento es ese?
—El
ehru
.
Permanecieron inmóviles durante un buen rato, dejando que la música del violín chino se colara en sus huesos. Elena fue la primera en hablar.
—Tú no crees que ella les robe poder a otros, ¿verdad?
—No. —Rafael deslizó las manos sobre sus alas, y la intensa sensación fue bienvenida, un recordatorio de que era una persona real, muy distinta a la criatura que se había sentado frente a ellos en esa estancia llena de silencio—. Si pudiera hacer eso, sus cortesanos no estarían tan sanos. Lijuan siempre juega primero en su propio territorio.
—Como con los renacidos... —Se estremeció de nuevo y metió la mano bajo su camisa para disfrutar la calidez de la piel masculina—. Ese vampiro... olía a barniz y a rayos de sol. Era nuevo... reciente.
—Cree que le han concedido una segunda oportunidad —señaló Rafael al recordar la lealtad que había mostrado su mirada oscura cuando se posó en Lijuan.
—¿Cuándo empiezan a pudrirse?
—Jason está a punto de llegar. —Podía percibir que su jefe de espionaje se aproximaba—. Nos contará la información más reciente, pero por lo que sabemos hasta ahora, eso depende no solo de la cantidad de poder que Lijuan emplea al crearlos, sino también de con qué los alimenta.
—Carne —susurró Elena—. ¿Humana?
—O de vampiro. Eso parece tener poca importancia. —No había informes sobre ángeles sacrificados para las mascotas de Lijuan, pero Rafael no consideraría tal depravación impropia de la más antigua de los arcángeles.
—¿Ese nuevo aspecto de tus habilidades se ha estabilizado ya?
—No. —Elena siguió con la mirada el descenso de Jason desde el cielo, aunque el ángel de alas negras era apenas una sombra—. Viene y va. Aunque la mayoría del tiempo no cuento con ella. —Apretó los labios contra la mandíbula de su arcángel—. Pero tú siempre has sido la lluvia y el viento en el interior de mi mente. Te saboreo cuando estoy dormida, cuando me despierto, cuando respiro.
Si Jason no hubiera aterrizado entonces, Rafael la habría arrastrado hasta el dormitorio para saciarse con esa esencia femenina única. Pero puesto que sí lo hizo, se conformó con cerrar la mano sobre su nuca y rozar con los labios la dulce curva de su oreja.
Te saborearé esta noche, Elena. Prepárate para mí... No pararé hasta que grites de placer
.
El arcángel percibió el vuelco del corazón femenino, su falta de aliento. Sin embargo, su cazadora jamás se había acobardado frente a un desafío.
Cuando quieras, angelito
.
—S
ire. —Jason plegó las alas a la espalda y esperó a que le dieran permiso para hablar.
Rafael alzó la mano y lo saludó con una inclinación de cabeza.
—Ven, hablaremos dentro. —El extraño sentido del honor de Lijuan era una garantía de que su hogar estaba libre de espías, tanto reales como tecnológicos. La arcángel consideraría una enorme falta de educación inmiscuirse en la intimidad de sus invitados.
Ya dentro, Elena se apoyó contra la cómoda, y Rafael y Jason se situaron frente a ella. El tatuaje del ángel ya estaba casi completo. Era una obra de arte viva que le cubría el lado izquierdo del rostro y que hablaba de ancestros procedentes de tierras muy distantes entre sí. La historia de los padres de Jason era considerada uno de los más importantes romances angelicales. Y durante un tiempo, lo había sido.
—¿Tus hombres han conseguido averiguar algo más? —le preguntó a su jefe de espionaje.
—Sea lo que sea lo que guarda en esa cámara de su fortaleza —dijo el ángel de alas negras con una voz clara y una pronunciación perfecta—, ha sido trasladado hasta aquí.
—¿Uno de los renacidos?
—Sí, pero uno especial. Se ha puesto un extremo cuidado en su protección cuando venía hacia aquí. —Esa pronunciación perfecta se alteró lo suficiente como para revelar la repugnancia que sentía—. Hay informes de una mujer desaparecida en la ruta de la caravana.
—¿Alimenta a su renacido con personas vivas? —Matar humanos no estaba prohibido, pero hacerlo para eso, de esa manera... ni siquiera Charisemnon había llegado tan lejos.
—No hemos sido capaces de encontrar ninguna prueba que lo confirme —dijo Jason—, pero se han producido varias desapariciones a lo largo de la ruta de la caravana... y si hubieran querido muertos, habrían encontrado enterramientos recientes en todos los pueblos.
—Lijuan es considerada una diosa —dijo Rafael, que recordaba otra época, a otro ángel convertido en dios—. Los lugareños no se quejarán de nada.
—No. —El pelo negro azabache de Jason reflejó la luz cuando el ángel inclinó la cabeza para respirar hondo—. Y eso no es lo peor.
—¿Hay más? —La voz de Elena mostró a las claras su asombro.
Jason alzó la cabeza.
—Corren rumores, muchos rumores, de que aquellos mortales de la corte que no son elegidos para la Conversión...
—Madre de Dios... —susurró Elena—. ¿Se les pide que se conviertan en renacidos?
—Al parecer, se convencen a sí mismos al ver a los renacidos más recientes —confirmó Jason—, a aquellos que se mantienen bastante tiempo en un estado físico similar al de la vida a base de alimentarse con carne.
—¿Los jóvenes o los mayores? —inquirió Rafael.
—Los mayores, pero creo que eso no durará mucho. —Jason hizo un gesto negativo con la cabeza.
—¿Por qué? —Elena miró a Rafael. No entendía nada—.
Seguro que saben que tendrían una esperanza de vida mucho más larga si dejaran que la naturaleza siguiera su curso.
Jason respondió antes de que Rafael pudiera hacerlo.
—Es por la promesa de inmortalidad, por la esperanza de que Lijuan encuentre un modo de mantenerlos con vida durante toda la eternidad. Algunos renunciarían a cualquier cosa por eso.
Elena percibió algo en ese comentario, una corriente subyacente muy rica en significados. Miró al ángel que siempre era una sombra y se fijó en su apuesto rostro inescrutable, en esas alas como el carbón que le permitían desaparecer en la noche.
—¿Por la promesa? —Elena negó con la cabeza—. No puedo entenderlo, porque en realidad se convierten en poco más que esclavos.
—Tú nunca has codiciado la inmortalidad —replicó Rafael—. No comprendes las ansias de aquellos que sí lo hacen.
Eso hizo que Elena reflexionara un poco.
—Tal vez sí —dijo, aunque deseaba no comprenderlo—. Mi cuñado ama a mi hermana, pero no esperó a que ella fuera aceptada como candidata. Quería vivir para siempre mucho más de lo que deseaba que mi hermana estuviera a su lado. —Y ahora Beth envejecería mientras su marido permanecía eternamente joven.
Harry había jurado permanecer al lado de Beth y, por alguna razón, Elena estaba convencida de que lo haría. Sin embargo, se preguntó si Beth aceptaría esa devoción. ¿Sobreviviría el amor de su hermana a la idea de haber quedado por detrás de sus ansias de inmortalidad? ¿Aceptaría que, después de su muerte, Harry se quedaría solo y podría conocer a otra persona, amar a otra persona?
Miró a Rafael a los ojos y sintió una dolorosa punzada en el pecho. Sabía que también ella sería testigo de la muerte de su hermana.
No voy a disculparme, Elena. Sería una falsedad... No podría soportar que me dejaras
.
La sinceridad brutal de esa respuesta, la emoción que destilaba, sacudió sus cimientos.
Lo olvidé, y luego recordé. Eso duele mucho más
.
Beth se convertirá en polvo cuando llegue su hora, pero morirá sabiendo que sus hijos estarán bajo la protección de un ángel
.
Elena realizó un breve gesto de asentimiento y enfrentó la mirada de Jason. Se dio cuenta por primera vez de que sus ojos eran negros, tan negros que resultaba casi imposible distinguir la pupila del iris.
—¿Se alzarán los cortesanos contra Lijuan si les demostramos que el renacimiento no equivale a la inmortalidad?
Las alas de Jason emitieron un susurro cuando el ángel las sacudió un poco, pero incluso en ese lugar, en esa habitación llena de luz, Jason conseguía encontrar una sombra con tanto éxito que Elena tuvo que esforzarse para distinguir la forma de las plumas.
—Tal vez consigamos convencer a unos cuantos, pero la mayoría están acostumbrados a considerarla su diosa. La seguirán con los ojos cerrados allí donde quiera llevarlos.
Lo que le proporcionaba a Lijuan un suministro interminable de cadáveres para su ejército de muertos.
E
lena yacía entre los brazos de Rafael, completamente saciada de sexo. El arcángel había cumplido su promesa. Había conseguido que gritara. Su corazón aún latía con fuerza dentro del pecho debido al placer abrasador cuando cayó en la cálida oscuridad de un sueño tranquilo. Tan tranquilo que tardó un rato en entender lo que estaba oyendo.
«Plaf.
Plaf.
Plaf.
—Ven aquí, pequeña cazadora. Pruébala.
Elena apretó los labios con fuerza, pero el sabor se coló en su interior de todas formas, como una criatura insidiosa e indescriptible. ¡No!, gritó su mente, que se negaba a asimilar lo que era, a comprender.
Pero el monstruo no le permitió escapar.
—¿No te parece que Belle es deliciosa? —Sus ojos eran de color castaño oscuro, con el iris ribeteado por un delgado círculo rojo como la sangre—. He reservado un poco para ti. Toma. —Sus manos apartaron el pelo dorado de su hermana para revelar la zona en carne viva de su garganta—. Creo que todavía está tibia. —Acercó el rostro al cuello de Belle y situó las manos sobre sus pechos, que apenas habían empezado a desarrollarse.
El grito desgarró la garganta de Elena.
—¡No! —Se abalanzó sobre él para atacarlo con uñas y dientes, con patadas furiosas.
Pero ni siquiera una cazadora nata era tan fuerte como un vampiro adulto. Un vampiro atiborrado de sangre. Jugó con ella, hizo que creyera que le había hecho daño. Y cuando bajó la guardia, cuando se quedó exhausta por la pelea..., la besó.»
Elena despertó ahogada.
Unas manchas negras nublaban le nublaban la vista y amenazaban con sumirla en la inconsciencia... hasta que las esencias de la lluvia y del mar se infiltraron en su mente. Esencias frescas y salvajes, muy diferentes al horror que sentía en la boca. Esencias que la arrancaron de la pesadilla y la ayudaron a respirar mientras buscaba con desesperación el abrazo de Rafael.
El arcángel la rodeó con los brazos y creó para ella un paraíso inquebrantable, absoluto.
—Chsss. Ya estás conmigo.
—Dios mío, Dios mío, Dios mío, Dios mío...
Rafael la abrazó con fuerza, con tanta fuerza que temió dejarle cardenales. Pero ella no dejó de temblar. Murmuraba palabras sin sentido, y su miedo era tan intenso que casi podía saborearse.
—Elena. —Pronunció su nombre una y otra vez mientras acariciaba su mente, hasta que ella empezó a mirarlo, a conocerlo. Siguió abrazándola y deslizó las manos por sus alas sin cesar para tranquilizarla, para recordarle que estaba allí con él, y no atrapada en un pasado del que no podía escapar.
Mantuvo su anhelo y su furia ocultos tras un escudo de hierro. Los arcángeles podían hacer muchas cosas, pero ni siquiera él podía volver el tiempo atrás y borrar esa maldad que había destrozado a Elena antes de que creciera.
—Me hizo probar la sangre de Belle. —Un susurro ronco, como si tuviera la garganta destrozada por los gritos.
—Cuéntamelo.
—La sangre de mi hermana. Me besó y me alimentó con la sangre de Belle. —Rabia, horror y un dolor consternado—. Traté de escupirla, pero él me tapó la boca y la nariz, así que tuve que tragármela. Ay, Dios, me la bebí.
Al percibir que la histeria volvía a apoderarse de ella, Rafael apretó la cabeza de Elena contra su pecho y la besó con exigencia. La cazadora se quedó paralizada durante un instante antes de enterrar las manos en su cabello, antes de girar el cuerpo para colocarse debajo de él y rodearle la cintura con las piernas.
Su beso tenía un tinte desesperado y salvaje. Era un beso con el sabor salado de las lágrimas. Elena quería olvidar y él haría cualquier cosa que estuviera en su mano para ayudarla a encontrar toda la paz posible.
La poseyó con la fuerza que ella deseaba. Le inmovilizó las muñecas sobre las sábanas con una mano y con la otra le separó los muslos antes de introducirse en su interior con una única embestida.
El grito femenino reverberó en su boca. No dejó de besarla ni un momento. No dejó de besarla a pesar de las emociones brutales y dolorosas que teñían esa unión. La besó hasta que ella se apartó en busca de aliento, hasta que sus ojos se quedaron en blanco a causa del placer, de la pasión, del éxtasis. Y luego la besó mientras descendía de las alturas.
—Otra vez —susurró Elena junto a sus labios.
Su cazadora acogió una embestida tras otra alzando las caderas con exigencia. Cuando Rafael le soltó las manos, se aferró a él y deslizó la boca por su mejilla, por su mandíbula, por su garganta. Al final, enterró la cabeza en su cuello y se quedó inmóvil... permitiendo que la sujetara, que la protegiera.
Fue su confianza lo que postró de rodillas a Rafael, lo que lo impulsó hacia el abismo y hacia sus brazos.
—Gracias. —Elena no quería que Rafael se apartara. Le besó la oreja mientras hablaba, y sintió el roce de sus mechones negros y sedosos sobre la piel—. Gracias.
—Podría eliminar tus pesadillas, Elena.
—Lo sé. —Y saber que no lo había hecho, ni siquiera cuando ella sentía la necesidad salvaje de escapar del dolor, hacía que su corazón se llenara de un amor imposible—. Pero forman parte del paquete.