Authors: Manuel Vázquez Montalbán
No sé si usted ha comprendido la significación de mi graduación y mi destino, Jules Delvaux, general del Cuartel General de la OTAN en Luxemburgo, responsable de Intendencia del Cuartel General, para ser más exactos. No debería añadir nada más. Cumpla con su deber. Es preciso que yo mismo dé el ejemplo de mi discreción, pero altos asuntos me esperan en Luxemburgo y no descartaría la posibilidad de que a estas alturas el Alto Mando estuviera gestionando mi salida de El Balneario y que de un momento a otro llegue un helicóptero. Lamento no serle más útil porque de hecho lo mío es la intendencia y, más aún, los estudios de supervivencia límite, por eso me interesa tanto la dietética y estoy en condiciones de demostrar que los altramuces serán la reserva alimentaria del mundo. Si hay altramuces habrá vacas y si hay vacas el hombre saciará el hambre. En cuanto me jubile me dedicaré a estudios de alimentación y de raticidas. No basta con que el hombre resuelva el problema de las fuentes alimentarias fundamentales, sino que es necesario que extermine a las ratas. Yo tengo un sexto sentido detectador y puedo afirmarle, sin miedo a equivocarme, que este balneario está lleno de ratas, aunque no sean aparentes.
Perdone que no me haya vestido como es debido para la entrevista, pero tengo una alergia especial en la piel y por eso voy todo el día en chandal. José Hinojosa Valdés. Tengo una fábrica de chorizos en Segovia, cinco bares en Madrid y tengo el cincuenta por ciento de acciones de la revista de más tirada de España, una revista de crucigramas y pasatiempos. Pero no se deje llevar por lo que soy ahora o porque vaya siempre vestido con chandal. Ante usted está el jefe de centuria más joven de la provincia de Segovia en 1952 y Víctor de Oro del SEU del año 1956. Casi conseguí ser inspector general del SEU, pero me lo pisó un payaso vestido de Capitán Trueno que ahora es corresponsal de TVE en Moscú, ya ve lo que son las cosas. Yo voy siempre directo al grano, y más cuando hablo con un servidor del orden. Entre usted y yo no vamos a irnos con rodeos. Usted y yo sabemos que los enemigos de España, los enemigos de siempre, acechan y están metidos en este balneario. Ya ni estos lugares de paz respetan. Tengo que expresarle mi sospecha sobre la estancia aquí de Sánchez Bolín, un escritor comunista de colmillo retorcido que en más de una ocasión se ha pronunciado contra el orden establecido, contra el de antes, contra el de ahora, contra el de siempre. Es silencioso y oscuro como todos los rojos y yo no le quito la vista de encima, conque a la primera que le vea que se sale de lo lógico, le detengo y lo pongo a su disposición. Tengo amigos muy bien situados, a pesar de la lamentable situación en que vive nuestra pobre España. Ni los socialistas han podido con ellos y están donde están y siempre estarán conmigo, como debe ser.
No sé si usted ha oído hablar del Côte de Dumesneuil, un tinto limítrofe con los tintos de las Nuits de Saint-George. Yo me llamo Armand Dumesneuil y soy el propietario de la marca y además escribo ensayos sobre el modernismo católico a lo largo del siglo xx. Los edito con mis propios fondos, a través de la editorial que dirige un cuñado mío, pero el propietario de la editorial soy yo, bueno, comparto la propiedad con mi hijo, un arquitecto prestigioso que trabaja sobre todo en París y está casado con Renée d'Ormesson, una rica heredera que es muy amiga de la duquesa de Alba y de don Pío Cabanillas, un político español al parecer muy reputado. En cierta ocasión pronuncié una conferencia en la Real Academia Española de Jurisprudencia sobre «El concepto de culpa en Charles Peguy» y mi conferencia mereció una crítica entusiasmada de don José María de Areilza en ABC. No hace mucho salí en «Apostrophe», un programa de la televisión francesa muy prestigioso, y su conductor, el señor Pivot, me preguntó: ¿Cree usted que Europa es religiosa? ¿Se fija usted en la malicia de la pregunta? Yo hice ver que pensaba, pero ya tenía la respuesta en la punta de la lengua. Y fue ésta. ¿De qué Europa me habla? ¿Se refiere usted acaso a Polonia? No sé si usted sabrá que no hay procesiones como las de Polonia. En ningún otro país he visto una fe más colectiva, más profunda. Amintore Fanfani me distingue con su amistad y yo le correspondo con mi hospitalidad. A pesar de sus orígenes de demócrata cristiano de izquierdas, Amintore sabe apreciar los buenos caldos y es un entusiasta del
confit d'oie
y del foie-gras del Périgord, especialmente del que enlata mi querido Cartaud, el mejor
artisan conservateur
de Brantome. Le he hablado de Amintore Fanfani, porque muchas veces hemos discutido sobre la significación de la palabra religiosidad. ¿Qué es la religiosidad? ¿Un estado de conciencia? ¿De ánimo? ¿Una predisposición de la conducta?
Mi marido fue director general en el primer gobierno de Arias y yo nací en Madrid pero me crié en Toledo. Ahora mi marido es representante de una casa norteamericana de electrónica y ayuda a mi padre a llevar dos o tres representaciones: cristal checo, boyas marinas soviéticas y un chicle naturista danés que cambia tres veces de sabor a medida que lo vas masticando. Mi marido es vicepresidente segundo del Atleti, me parece que es el de Madrid, pero no estoy muy segura porque yo nunca le acompaño al fútbol. Mi marido conoce al señor Faber porque a veces viene a visitarme, se hospeda en Bolinches y el señor Faber, como sabe que le gusta mucho el tenis, le invita a jugar con él y con su hermano. Me parece que el alcalde de Bolinches sigue siendo aquel socialista bajito que tiene una cuñada toledana, ¿no? Pues ése también es íntimo de mi Antonio, y el gobernador civil de esta provincia me parece que fue compañero de mi Antonio en UCD o en Alianza Popular, no recuerdo muy bien, pero sé que tenían algo que ver. Mi suegro fue de la División Azul y mi padre hizo la guerra de ex combatiente, bueno, lo de ex combatiente fue después de la guerra, claro, pues la hizo de alférez provisional y acabó de comandante, pero tenía una pierna llena de metralla y se dedicó a las representaciones. Tengo un hermano que es diputado del PSOE por no sé dónde, pero es de los del PSOE civilizado, no de los de Guerra, sino de los del otro. Tengo otro hermano que dio la vuelta al mundo en un velero y salió en la primera página de As. ¿Qué más? Pues yo no aguanto aquí ni un día más porque tengo a mi marido y a mis hijos tirados y me está sentando el régimen como una piedra en el hígado.
Juan Sullivan Álvarez de Tolosa, aunque me llaman Sullivan, como si fuera un apodo, pero es el apellido de mi padre, un enólogo hijo de enólogos, una familia establecida en Jerez desde hace más de cien años. Mira, Serrano, no te voy a poner todas las amistades encima de la mesa, que es lo que esperas. Te voy a poner sólo una. El rey. ¿Sigo? Pues el rey es un conocimiento que me viene directo de mi prima Chon, que empezó de roja, pero luego se casó con un comandante marqués de la promoción del rey. Tú, Serrano, pregúntale a Su Majestad por el Sullivan y verás lo que te dice. Usted perdone si le molesta el tuteo. Es que yo tuteo a todo el mundo. No faltaba más. Pues usted perdone, pero insisto, dígale al rey «Sullivan» y seguro que se echa a reír y le dice: Sullivan es el sinvergüenza más gracioso que he conocido. Ya sabe usted que es un Borbón. Un Borbón es un Borbón y se acabó. No se casan ni con su padre. Pues tiene mérito entonces que un Borbón se acuerde de uno. No hace mucho estuvo en una audiencia del rey, en Madrid, el alcalde de Jerez, un socialista duro, de esos que si pudieran nos quitaban los chalets, pues bien, cuando el rey se enteró de que era alcalde de Jerez le dijo: Si ves a Sullivan, le dices que ya vendrá el verano. Y se echó a reír. Es como una consigna entre el rey y yo.
Oriol Colom para servirle. No sé si usted tendrá una idea clara de cómo somos nosotros, los catalanes, pero le diré un refrán que nos retrata:
els catalans de les pedrés fan pans
, es decir, los catalanes de las piedras hacemos panes. Con eso está dicho todo. Yo aquí vengo a hacer vacaciones. Tal como suena. Mis vacaciones consisten en venir aquí a morirme de hambre para estar sano y seguir trabajando como un penco. Cada día de más significa que pierdo trabajo y dinero. Si fuera preciso sacrificarse por algo, pues yo apechugo y a lo que sea. Pero es que aquí, señor inspector, es que estamos perdiendo el tiempo y no sé qué ventaja tiene que sigamos aquí todos encerrados como en una cuarentena. Mis negocios no pueden esperarme ni un día más. Centenares de familias comen gracias a mí y no están las cosas como para que se nos complique la vida a los empresarios que aún arriesgamos y reinvertimos, recapitalizamos, y además es que yo no tengo ni un problema, ni uno así con la gente de mi empresa. Me invitan a las bodas de sus hijas o a las primeras comuniones o a los bautizos. Señor Colom por aquí, señor Colom por allá, y cuando vino la democracia yo no las tenía todas conmigo, pero llamé al del partido y le dije: Giral, ¿qué va a pasar ahora? ¿Desorden? ¿Tumulto? ¿Recochineo? Nada de eso, señor Colom, me contestó. Trabajo y negociación. Trabajo y negociación. Ah, bien, Giral, así nos entenderemos, pero con grimecias y saltos de saltimbanquis, no, ¿eh? Y así vamos. Ellos a lo suyo y venga negociar y no hemos tenido problemas graves. Por eso le digo que soy indispensable allá y esto tiene arreglo. Usted me pone condiciones y yo las estudio, y si las puedo aceptar, las acepto. Si usted me dice: Mire, Colom, lo dejo marchar y usted se presenta cada día en una comisaría de Barcelona hasta que todo esté arreglado. Pues yo me presento y tan tranquilos, ¿comprende, señor Serrano?
Me llamo Anne, Anne Roederer, soy enfermera, de Estrasburgo. ¿Durará mucho este encierro? Tengo problemas personales muy serios en Estrasburgo, los dejé aplazados, vine aquí para escapar de ellos. Fue una tontería porque estoy bien de salud y no necesito ni baños, ni masajes, ni nada. Dejé a mi hija con mi ex marido, pero fue por poco tiempo, de hecho ya hace dos días que debería haber vuelto… Aquí no entiendo nada. He llamado a mi embajada y no me dan demasiadas esperanzas… ¿Qué está pasando aquí? Mi vida no tiene demasiado interés, pero no me divierten las situaciones inquietantes. Una persona tan poco inquietante, relevante como yo, ¿para qué la necesita usted aquí? Si me voy mañana usted ni se daría cuenta. Muchas veces me voy de donde estoy y nadie se da cuenta. Me ha pasado en mi casa. En el trabajo. Soy como invisible. Mi marido me decía: Di algo para que me dé cuenta de que estás ahí. Sí, señor inspector.
Mi nombre es Stiller y soy suizo. He solicitado voluntariamente este segundo interrogatorio para despejar cualquier duda que usted pudiera tener sobre lo que declaré ayer. Soy apoderado de la Banca Rotschild en Zurich. No sé si esto le dice mucho o poco a usted, pero quisiera que se diera cuenta de los graves conflictos que pueden derivarse de que mi estancia aquí se prolongue. Nosotros los ejecutivos nos debemos a una utilización muy precisa del tiempo y he aprovechado para venir aquí el tiempo justo que me quedaba entre una convención de la Rotschild celebrada en París y un viaje a Brasil donde próximamente abriremos una sucursal. Un retraso en ese viaje a Brasil significa millones de francos, en fin, para que lo entienda, de dólares. Comprendo que usted cumple con su obligación, pero quisiera darle toda clase de garantías para que no perdamos el tiempo ni usted ni yo. Cualquier hombre con responsabilidades, es decir, personas como usted y como yo, saben que en toda rutina hay un fondo de verdad necesaria, como en todo protocolo. Pero las excepciones confirman la regla y nada se gana con que yo deba retrasar mi salida del balneario dos o tres días. Por otra parte, imagínese que los motivos de la prolongación de mi estancia trasciendan a la prensa de mi país y se conviertan en un factor de especulación que perjudique mi buena reputación y la de mi banco. La banca descansa en el crédito, por sí misma y en sí misma. Creo que es fácil de entender. Me ofrezco a estar a su disposición para cuantas diligencias crea oportunas en el futuro. Además, parta usted de las estadísticas elementales. Lo más lógico es que este crimen sea cosa de gente de aquí. Una rapiña menor, por ahí debe de estar la explicación. ¿Qué podría ganar cualquier persona de orden matando a esos dos viejos?
Mi nombre es Julika Stiller Tchudy y ratifico cuanto ha dicho mi marido, no porque sea mi marido, sino porque está cargado de lógica. No es que yo quiera decir que los españoles son más asesinos que otra gente, pero dadas las circunstancias lo lógico es que el criminal esté entre el servicio o sea un desarraigado vagabundo. ¿Dos desarraigados vagabundos? Tal vez volvió para hacer desaparecer a Von Trotta. Sí, claro, el asesinato del señor Frisch es más inexplicable, pero entra dentro de la misma lógica. Nosotros somos personas de orden que hemos venido aquí a descansar y defender nuestra salud. Yo en mi casa he de dormir con antifaz y con tapones en los oídos y en cuanto empiezo el ayuno me relajo, y además esta maravilla de sol que tienen ustedes, y cuando acabas el ayuno te das una vuelta por el sur y qué maravilla. Tienen ustedes un país maravilloso, defiéndanlo y no se lo dejen arrebatar por la violencia o por la mediocridad. La mayoría de los clientes de este balneario son, en mayor o menor medida, VIP's y sus opiniones generan opinión. ¿Se imagina lo que va a ocurrir cuando abandonen el balneario y cuenten por ahí lo que han vivido y sobre todo esta sensación de rehenes que todos tenemos? Dudo que un Gobierno auténticamente democrático se hubiera permitido un secuestro de estas características, pero de los socialistas pueden esperarse toda clase de groserías. No son ni mejores ni peores que otros políticos; son, simplemente, más zafios. No tienen estilo y ello se debe a que originalmente son resentidos sociales que se meten en política para ser un poco más ricos y conseguir que los ricos seamos un poco más pobres. No me interrumpas, querido. Sé lo que me digo y no estoy ofendiendo a nadie, no estoy hablando sólo de los socialistas españoles, sino de los socialistas en general y el señor Serrano me entiende y me comprende, porque un policía, un buen policía, en el fondo del fondo sabe distinguir el desorden allí donde se dé, y donde hay socialismo se produce desorden, un desorden mezquino, pequeño, pero desorden. Tratan de quitarte lo que pueden para que el metro sea gratis para los jubilados y son felices. Luego resulta que los jubilados no les pueden tragar, pero les votan para fastidiarnos a nosotros.
Yo, nosotros. Todas las intervenciones habían salido del yo para meterse en el nosotros, pero ese
nosotros
de casta era una simple suma de yoes. Serrano repasó la lista de entrevistas. Sólo faltaban las chicas italianas, Carvalho y el vasco. Las chicas italianas permanecían desparramadas sobre sus camas y de vez en cuando se reclamaban por el balcón: