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Authors: Lluís Hernàndez i Sonali

Tags: #Ciencia Ficción, Infantil y juvenil

Certificado C99+ (9 page)

BOOK: Certificado C99+
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Ahora fue Jessica quien se sorprendió:

—No veo por qué no habría de estar de acuerdo. Es una gran muestra de confianza, un privilegio…

—No creas… A veces, el privilegio es poder ignorar… Precisamente, nuestro actual problema tiene que ver con eso, con la voluntad de saber, y con la necesidad de ser ignorantes.

—Estoy preparada… O eso creo —pero lo dijo con un tono que dejaba claro que no dudaba. Que, en todo caso, estaba preparada para aceptar que el presidente dudara de ella. Pero ella misma no dudaba.

—Entonces, de acuerdo. Volvamos a la energía superoscura… Ya sabes que nos ha de permitir una mayor precisión con unos costes menores…

—Sí, eso he oído. De hecho, todo el mundo habla de ello, e incluso los entendidos aseguran por la calle que llegará muy pronto…

—Pues entonces no es preciso que nos extendamos en ello: la cuestión que nos preocupa es otra. La superoscura nos permite además alargar el alcance. Superamos el límite de los C50.

Jessica también lo sabía, pero no lo podía reconocer.

—¿Más allá de los C50? Esto sí que no lo sabía. De todas formas, Si superamos el límite quiere decir que… —se interrumpió a propósito para dejar que fuera el mismo presidente quien lo dijera.

—La ley, ¿no? También vamos más allá de la ley, evidentemente. Tendremos que cambiar la ley, pero esto no es ningún problema.

Y añadió con un tono mucho más serio:

—O al menos eso es lo que parecía que tendríamos que hacer…

Jessica insistió:

—Pero es que ahora, con los C45, aunque son muy restringidos, ya empezamos a tener problemas de personas que no pueden aceptar a los veinte años que sólo vivirán hasta los sesenta, o que no llegarán a ellos… Si alargamos el plazo, casi todo el mundo podrá saber, a los veinticinco o los treinta años, cuántos años llegará a vivir…

—Esto, que efectivamente es un problema, tiene la misma solución que ha tenido hasta ahora: como has dicho, los C45 son muy restringidos, no sólo por el precio, sino también, aunque la gente lo ignore, por la evaluación psicológica y psicomaterial que se hace…

—Ahora entiendo, o eso me imagino, porque el resultado del C45 puede ser positivo, negativo o neutro. Supongo que el neutro significa que el aspirante no ha superado las pruebas psico.

—Exacto. No son problemas técnicos los que generan los neutros. Es una manera de evitar problemas.

—Pero si ampliamos tanto el alcance temporal, si franqueamos la barrera de los C50… ¿Cuál será el nuevo límite? ¿Cl00?

—En realidad, la teoría, en sistema de simulación, nos permite llegar a los Cl50…

—¡l50! ¡Pero nadie vive tanto! ¡Podemos saber con certeza la vida exacta de cada persona!

—Por eso se ha mantenido tan en secreto y sólo se ha hablado de una mayor precisión y de un ahorro de la energía necesaria. La idea inicial era que todo el mundo pudiera tener, de forma prácticamente gratuita, un C5, o al menos un C10 colectivo…

El presidente reflexionó un momento, como encerrado en sus pensamientos. Después continuó:

—Pero no ha sido así. Por eso te he llamado, y por eso te paso a nivel cero de seguridad. Serás una de las pocas personas que saben lo que pasa. Y esperamos que seas también la que nos solucione el problema.

—Así pues, hay un problema.

—Un problema grave. Te lo explico: antes de pasar a la producción generalizada del nuevo sistema de superoscura, hemos invertido mucho tiempo comparando los resultados de los dos sistemas, el actual y el nuevo. Los dos concuerdan, con la diferencia, ya sabes, de que el nuevo tiene una precisión de minutos. De hecho, ya hace casi dos años que los certificados se comprueban con los dos sistemas, aunque sólo expedimos oficialmente los resultados del sistema antiguo.

»Por eso tenemos la Seguridad de que el nuevo sistema funciona correctamente, pues concuerda del todo con el sistema antiguo, el único vigente de forma oficial.

»No tenemos ningún problema a la hora de comprobar los certificados ordinarios. En cambio, los C50 y superiores sólo los puede garantizar el nuevo sistema, y el sistema actual sólo puede llegar a ellos cuando pasa el tiempo. Como ya hace dos años que estamos haciendo la comparación, ahora podemos analizar los resultados del nuevo sistema en los dos años superiores, los dos años a los que el sistema actual no llegaba…

—¿Y no concuerdan? ¿Aquí reside el problema?

—Sí, sí concuerdan. Perfectamente, al detalle.

—Entonces, ¿dónde esta el problema?

—Pues, para decirlo francamente, en que todos, y repito que todos, los resultados de los certificados del sistema vigente superiores a 48 han dado negativo. Han dado negativo tanto con el sistema nuevo como con el sistema vigente.

Jessica se quedó de piedra. El presidente siguió hablando.

—Cuando se obtuvieron los primeros resultados superiores al C50 con el nuevo sistema, primero se pensó que el nuevo sistema no funcionaba bien, porque todos los resultados eran negativos. Pero ahora estamos viendo con el sistema vigente que tampoco hay ninguno positivo. Parece que hemos llegado al UDC.

—¿El UDC? —aquí Jessica no tuvo necesidad de fingir sorpresa, porque en realidad no sabía que era el UDC.

—Sí. El último día certificado. Hay una estadística, supersecreta, ya te lo puedes imaginar; de hecho, por lo que veo, ni tú misma habías oído hablar de ella, y eso que imagino que sabes muchas más cosas de las que parece que sabes… Pues hay una estadística, que me llega a mí directamente, con el último día que, en cualquier lugar del mundo, cualquier persona tiene como día certificado.

»Ya hace tiempo que alguien se interesó por la cuestión, creo que cuando aquellos locos de la SIPI anunciaron el fin del mundo. Había una manera evidente de saber si el fin del mundo llegaría o no: basta con que haya una persona que tenga certificado hasta el día X para que el mundo aún exista en el día X y, por tanto, aún no se haya producido el fin del mundo. Por si acaso, se ha mantenido siempre como supersecreto el UDC de cada momento.

»Yo seguía personalmente su evolución y nunca me había encontrado con sorpresa alguna. Normalmente, hasta ahora, el UDC iba avanzando a medida que se expedían certificados; había a veces algún intervalo, aproximadamente de una semana, en el que el UDC no se movía… Pero al final siempre ocurría que otra persona obtenía un certificado que llegaba un poco más allá, hasta el límite del C50, por supuesto…

»Pero ahora, finalmente, con la superación del límite del C50, parece que hemos llegado al UDC. O, en todo caso, hace mucho tiempo que el UDC no varía. No te diré cuál es, al menos no te lo diré ahora mismo, ya tienes bastante con saber que es el UDC, y tú misma puedes calcular que, suponiendo que la persona a la que le hicimos un C50 hace dos años tuviera entonces cerca de sesenta años (y ya te digo que no, que era más joven), el UDC nos indica que no tenemos a nadie en el mundo al que le podamos certificar cien años de vida contando desde hoy. De hecho, son menos.

—¡Es decir, que el mundo se acaba! ¡Este siglo!

—Parece que sí. Menos de cien años. Éste es el problema que debes solucionar. En realidad, la primera parte del problema: si el mundo se acaba o no. Quiero que te vuelques en él por completo; te dedicarás a comprobar todos los datos, todos los experimentos, todas las variables. Lo que tú quieras, lo que se te ocurra. Tienes libre acceso absolutamente a todo el sistema, y todos estarán a tu disposición siempre que lo desees, sin necesidad de que des ninguna explicación. Pero queremos, de hecho, quiero, que resuelvas el problema. Que nos digas en qué falla el sistema, que nos digas que aún no hemos llegado al UDC.

»Si no puedes, si tú también concluyes que hemos llegado al UDC, entonces tendremos que plantearnos que hacemos. Ésta es la segunda parte del problema. Ya te puedes imaginar el dilema: anunciamos públicamente que el mundo se acaba, con el caos que esto puede generar, O bien lo callamos, aunque esto significará que ya no podremos emitir más certificados, y no sé cuánto tiempo podremos mantener una situación así…

Jessica recordaba con emoción que su abuela también había resuelto un problema para el que se le habían concedido todos los privilegios,. Siempre la había envidiado y había deseado ser como ella. Y ahora que se encontraba en una situación similar, lo que tenía, más que cualquier otra cosa, era miedo, pánico.

No se le ocurría que podía hacer. Ella sola, después de que los más prestigiosos sabios de toda la Corporación se hubieran rendido.

Entonces recordó lo que su abuela le decía: «Ten confianza en tu cerebro. No te rindas. Encontrarás la solución».

No es que las frases de su abuela la hubieran consolado del todo. Pero sí le sirvieron para decir:

—Haré todo lo que pueda, presidente. No se preocupe.

—Sí que me preocupo, Jessica, claro que me preocupo. Pero sé que si alguien puede resolver la primera parte del problema, ese alguien eres tú. Yo, mientras, prepararé las posibles actuaciones… por si tú fallas.

LEY ÚNICA DEL CERTIFICADO

Primera Enmienda

En todas aquellas circunstancias no previstas en esta ley y para que sea preciso adoptar una determinación inequívoca, el Presidente de la Corporación podrá aplicar a su libre criterio arbitral, sin prejuicio de que decida promover al mismo tiempo el correspondiente proceso legislativo para la inclusión de esas nuevas circunstancias en el corpus legal.

Jessica y Marta

—Pero no fallaste, mama —decía una niña de cinco años mientras su madre le acababa de arreglar la ropa de la cama y le daba un beso de buenas noches.

—Pues claro que no: si hubiera fallado, no me habría casado con tu padre… y tú no habrías nacido.

—¿Y cómo lo hiciste? ¿Cuál fue la Solución? ¿Dónde estaba el error?

—Por supuesto, era muy fácil. Pero para entenderlo tendrías que entender muy bien cómo funciona la comunicación con los agujeros negros… Y me temo que aún te faltan muchos años de escuela para que lo estudies. Cuando lo puedas comprender, no te preocupes, que te lo explicaré. Aunque es un secreto, un secreto de la Corporación… Pero para mi hija no tengo secretos.

—Me da igual si no lo comprendo, mamá… Tú me lo explicas ahora, y cuando sea mayor ya lo comprenderé…

—Pero es que si no lo comprendes no te lo puedo explicar, mujer.

—¡Que sí, mamá, ya lo verás!

—De acuerdo… de acuerdo… Pero…

—¡Venga, mamá, dilo!

—De acuerdo: mira, la cosa va de gatos. ¿Has oído hablar alguna vez del gato de Schrödinger?

—¿El gato de
qué
?

—No es
qué
, es
quién
: el gato de Schrödinger. Ya te he dicho que no lo comprenderías, mujer.

—Que sí lo comprenderé, mamá, cuenta…

—Pues mira… Según la teoría de la física más moderna, hay elementos muy pequeños, muy pequeños, unas partículas mucho más pequeñas que los átomos, que, según cómo los miras, hacen una cosa, y si los miras de otra forma, hacen otra diferente…

—Eso sí lo comprendo, mamá, no era tan difícil…

—Pues imagina que una de esas partículas tan pequeñas fuera un gato.

—Un gatito.

—Eso es, un gatito… Pues Schrödinger, un clásico de la física que estudiarás cuando seas un poco mayor, hablaba de un gato…

—El gatito de Schrödinger…

—Eso es, el gatito de Schrödinger… Y decía que, en determinadas circunstancias, no podemos saber si está muerto o si está vivo.

—¿Porque no lo podemos ver?

—No… Éste no es el problema. El problema es que el gato, el gatito, puede estar vivo y al mismo tiempo muerto…

—¡Pero eso es imposible!

—En los gatos, parece que sí, pero en los gatitos, si son muy, muy pequeños…

—Yo quiero tener un gatito, mamá… Pero no quiero que se muera…

—Pero los gatitos se mueren, como las personas…

—¡Ya sé qué podemos hacer, mamá!

—¿Qué?

—Cuando me compres el gatito, pide que tenga certificado… ¡Así sabremos que no se morirá!

—Pero no hay certificados para gatitos, mujer…

—¿Y por qué no?

—Pues porque…

—¿Por qué? Dímelo…

—No, nada… Estoy pensando… Estoy pensando que el presidente aún me debe uno o dos favores…

—¿Le pedirás un Certificado para mi gatito?

—Lo haremos las dos juntas, Martita… A ver sí es capaz de decirnos que no…

—¡Seguro que no, mamá!

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