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Authors: Lluís Hernàndez i Sonali

Tags: #Ciencia Ficción, Infantil y juvenil

Certificado C99+ (8 page)

BOOK: Certificado C99+
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»Esto es lo que decía el informe de la semana pasada.

—Y por eso —insistió el doctor Caldera— autoricé hacer las pruebas con los satélites reales, para comprobar la consistencia del resultado antes de hacerlo público.

Levantó los papeles y continuó:

—¡Pero los resultados sólo nos ofrecen certificados negativos! ¿Cómo lo podemos explicar?

—Debemos precisar —se defendió el doctor Saumell— que los resultados son siempre negativos, como usted dice, a partir de los C50 y los C45, que, como todos sabemos, son los límites temporales del actual sistema. En cambio —siguió el doctor—, en los casos en que podemos cotejar los datos del sistema actual con los del nuevo sistema, los resultados son perfectamente válidos. Insisto, porque posiblemente no ha quedado lo bastante claro en el informe escrito, que todos los resultados ofrecidos, con mayor precisión, por el nuevo sistema se pueden integrar a la perfección en las series estadísticas del sistema actual. Por tanto, ambos sistemas se validan uno a otro.

—Pero —puntualizó el doctor Caldera— los resultados divergen de manera brusca desde el momento en que ya no los podemos comprobar con el sistema anterior.

—Ésta es precisamente la cuestión. Con el simulador hemos podido obtener datos de C60, de C50, con total consistencia. Y, con algunas restricciones, datos de C100 y de C150. Pero cuando hemos usado el satélite real, estos datos nuevos, en lugar de ajustarse a los márgenes estadísticos normales, tienden bruscamente a cero.

—Es decir, que con el nuevo sistema sólo podemos certificar lo que ya podíamos certificar con el sistema antiguo. ¡No puedo defender ante el consejo todo el dinero invertido en este proyecto de investigación ofreciendo como conclusión que no nos aporta datos nuevos!

—Si me permiten, doctores… —una de las científicas más jóvenes del equipo pedía la palabra.

—Diga, señorita… —de hecho, el doctor Caldera no recordaba el nombre de aquella joven investigadora.

—Pues que me parece que hay una posibilidad que seguramente no estamos contemplando…

—Siga, la escucho.

—Llevo pensando en ella desde esta mañana. El sistema actual ha certificado con normalidad hasta C50, y no va más allá porque la energía oscura no lo permite. La energía superoscura, que nos permite superar este límite, funciona muy bien en la experimentación, y los datos concuerdan. Ahora bien, en el momento en que intentamos obtener un C50 con la nueva tecnología, siempre nos da negativo…

—Exacto —Se impacientó el doctor Saumell—.

Éste es el problema.

—Pues —prosiguió la joven científica— sólo sabremos si los datos de C45 y de C50 del nuevo sistema son consistentes cuando el sistema actual también nos los pueda ofrecer, ¿no?

Todos callaron durante un momento.

Y entonces intervino otro de los científicos que aún no había hablado, el que se sentaba justo al lado de la joven:

—Si he comprendido bien lo que ha dicho María, puede ser que, en realidad, el sistema funcione, y si los certificados C60 y más largos con los que estamos experimentando son negativos es porque este resultado negativo es correcto.

—¡Pero es que todos han dado negativo! Todos los que hemos probado.

—Podemos hacer dos cosas —propuso el doctor Saumell—: seguir haciendo pruebas hasta que obtengamos algún resultado C60 positivo, o hasta que haya una contradicción entre el sistema actual y el nuevo…

—Y Si los dos sistemas siguen dando siempre negativo —ahora era el doctor Caldera quien hablaba en voz baja—, ¡querrá decir que no habremos encontrado ninguna persona, ni una sola, que siga viva dentro de sesenta años!

***

La reunión se levantó. El grupo de trabajo podía seguir investigando. Pero todos los asistentes a aquella reunión tenían muy pocos motivos para estar contentos.

LEY ÚNICA DEL CERTIFICADO

Artículo 192

La tramitación, el control, la expedición, la revisión, la confrontación, así como cualquier otro trámite administrativo relacionado con los certificados individuales son competencia exclusiva de la Corporación del Certificado.

Ninguna entidad privada podrá obtener beneficios, ni directa ni indirectamente, con la tramitación o la expedición de los certificados individuales sin el establecimiento de un acuerdo contractual con la Corporación del Certificado.

Carlos

El estudio gráfico de Diseño Publicitario H&H ocupaba toda la nueva planta superior de un viejo edificio del barrio antiguo. Era un edificio construido hacía más de doscientos años, en forma de nave alargada, de una sola planta, con el estilo industrial de aquella época, de manera que tenía el techo tan alto que se había podido dividir el interior en dos plantas que aún tenían una altura considerable, especialmente la superior. Además, como las ventanas originales eran muy altas, la planta superior tenía una luminosidad extraordinaria, gracias a unos ventanales que empezaban a ras de suelo. La planta baja, algo más oscura, estaba ocupada por los despachos de administración y por las salas de recepción de los clientes, pero la gran planta superior estaba dedicada exclusivamente a los artistas.

Las condiciones únicas de aquella planta eran, probablemente, una de las razones por la que los diseñadores H&H se habían instalado en ella. Además, en aquellos momentos había cierto interés en recuperar el centro de las ciudades para actividades de prestigio, y un estudio gráfico importante daba ciertamente prestigio al lugar donde se establecía. Por no hablar de las diversas subvenciones que la firma H&H había obtenido al hacerlo.

De todas formas, a Carlos le había costado mucho acostumbrarse a trabajar en aquel ambiente. Él siempre había trabajado en su casa, en la intimidad de su habitación-estudio, y ahora le resultaban bastante forzadas la compañía y la falta de privacidad, porque todos los diseñadores trabajaban en la única gran sala del estudio. No había paredes ni separaciones, aunque cada diseñador tenía su propia gran mesa y espacio suficiente para todos los cachivaches que pudiera necesitar. Era mucho más de lo que tenían algunos de sus compañeros de promoción, y todos lo envidiaban porque había podido entrar en el estudio H&H.

Pero, vistas desde dentro, las cosas no eran tan claras como se veían desde fuera. En un estudio grande, la competencia era, por supuesto, mucho mayor que en un estudio pequeño, y aún le quedaban unos cuantos años para sentirse seguro o confiado en su trabajo. Claro que él hubiera preferido trabajar en un ambiente con mayor intimidad, sin tener siempre los proyectos a la vista de los demás compañeros y de la curiosidad, no siempre benevolente, de los séniors.

De todas formas, las condiciones físicas o de intimidad de su lugar de trabajo no eran las que preocupaban a Carlos aquella mañana. Hasta hacía unos meses las cosas le habían ido bien, pero las dos últimas campañas que había diseñado parecía que no habían gustado a algunos séniors… Carlos había visto que otros diseñadores cuyo trabajo no había gustado como debería haber gustado habían sido despedidos del estudio sin contemplaciones.

Y tener en el currículo un despido del estudio H&H no era precisamente un mérito…

Por eso, Carlos había decido, como quien dice, jugarse la vida ¡en un anuncio de yogures!

Cuando le habían encargado el anuncio de yogures, lo había encajado casi como una trampa y estuvo a punto de tirárselo a la cara a José, el sénior que se lo había dado. Pero se aguantó…

Y, después de darle muchas vueltas, había decidido que si lo querían despedir, les daría motivos…, pero a la inversa: si le aceptaban el proyecto, tendrían que ascenderlo… Y cuando el también se pudiera sentar entre los séniors ya le pasaría cuentas al maldito José, con su barbita descafeinada.

¡Porque no les presentaría un proyecto cualquiera! ¡Les tenía preparado un proyecto que ligaba el yogur con el Certificado!

Por supuesto, sabía que se arriesgaba. La Corporación examinaba con lupa cualquier intento de hacer publicidad con el Certificado, e incluso de citarlo, y, como tenía la sartén por el mango, no se podía jugar con ella… ¡Pero él había hallado la forma de hacerlo!

Si los séniors lo aprobaban, claro. Si no, seguro que lo despedían…

Pero Carlos estaba dispuesto a jugársela: lo había decidido.

***

—Compañeros —empezó retóricamente con el tuteo respetuoso y distante que era obligatorio usar en las reuniones formales—. ¿Cuál es la característica del yogur que nos interesa destacar? ¿Qué queremos que compren los consumidores cuando compren un yogur, nuestro yogur? ¿Qué podemos hacer para diferenciarlo de la competencia?

Hizo una larga pausa y, mientras proyectaba la primera diapositiva, se respondió a sí mismo:

—El yogur es el alimento de las personas que viven muchos años. De las personas que viven en el futuro.

Lo había dicho con un tono sencillo, calmoso, como quien no ha dicho nada, esperando que sus «compañeros» adivinaran adónde quería ir a parar.

—La campaña girará en torno al concepto «futuro». Y en torno al concepto «seguridad en el futuro»…

José lo interrumpió:

—No pretenderás hacer algo que involucre la idea de Certificado, ¿verdad que no? Porque…

—No directamente, por supuesto, pero…

Ahora fue el sénior H. el que intervino con tono cansado:

—José tiene razón. Con el Certificado no se juega, ni de lejos. Aquí no estamos en la escuela: ¡esto es el mundo real! ¡No sé cómo se te ha podido pasar por la cabeza que nos podrías hacer perder ni cinco minutos con una tontería como ésta!

Y se levantó, dando por concluida la reunión:

—José, decide tú. Dale el yogur a Rosa, o a Miguel.

Y, cuando ya salía de la Sala, aún se volvió para señalar con la mirada a Carlos:

—Y deshazte de ese inútil.

Artículo 99

a)
Sin perjuicio de lo que dictamina el artículo 48 de esta Ley Única, la Corporación del Certificado podrá disponer de los datos de los certificados obtenidos, tanto individualmente como colectivamente, con finalidades científicas y estadísticas.

b)
El Consejo de Administración de la Corporación del Certificado arbitrará las medidas reglamentarias oportunas para el desarrollo del apartado a) de este artículo.

Artículo 501.1

1.
Se faculta a la Corporación del Certificado para establecer las condiciones necesarias para analizar a las personas en las que la tecnología básica del Certificado ha tenido un comportamiento erróneo o inesperado. El seguimiento de estos casos especiales se hará, en todos los casos, con el respeto a la intimidad de las personas y a sus derechos civiles reconocidos.

2.
En los casos previstos en el apartado anterior, las decisiones adoptadas por la Corporación del Certificado deberán ser aceptadas y reconocidas, a todos los efectos, tanto por las personas aceptadas como por las entidades públicas y privadas cuyas actividades resulten alteradas, siempre con las correspondientes compensaciones económicas que se determinen.

Jessica Albat y el presidente

Como siempre le pasaba cuando la convocaban al despacho oficial del Presidente del Consejo del Certificado, Jessica tenía que hacer un esfuerzo para no detenerse a contemplar el retrato de su abuela.

Era un retrato no muy grande, uno de los quince o veinte retratos de personalidades importantes en la historia de la Corporación del Certificado. Pero aquel retrato era muy especial para Jessica; evidentemente, no todos los invitados al despacho oficial podían presumir de tener un antepasado en la Galería Ilustre, pero éste no era el principal motivo: además Jessica se parecía extraordinariamente a su abuela, de manera que el retrato colgado en la galería podría pasar por su mismo retrato.

Jessica tuvo que luchar mucho tiempo contra la idea de que nunca podría llegar a igualar todo lo que su abuela había hecho. Hacía años que había dejado de hacerlo, porque se había convencido de que si se obsesionaba con aquella idea, entonces ocurriría efectivamente que nunca haría nada bueno en la vida.

Y no se podía quejar.

Aunque sabía que había mucha gente que lo decía, porque siempre había habido envidiosos, y siempre los habría, Jessica no ocupaba el puesto que ocupaba ni por la influencia de su familia ni por el recuerdo de su abuela. Era por su esfuerzo, por su trabajo. En todo caso, la historia de su abuela la había obligado a ser más exigente, a tener que luchar más por las cosas para demostrar a todo el mundo, y a ella misma, que se había ganado, y se ganaba cada día, su posición en la Corporación.

El presidente la esperaba sentado detrás de la gran mesa y no se levantó cuando ella entró:

—Siéntese, siéntese, Jessica.

Estaba preocupado.

El presidente solía estar preocupado; era un hombre importante, pero seguramente demasiado consciente de su propia responsabilidad. No era uno de esos potentados que llegan a un puesto de responsabilidad y piensan que lo han demostrado todo en la vida y que se pueden dedicar a recoger los elogios de sus subordinados. El presidente era un hombre trabajador, un hombre que pensaba que si ocupaba el puesto más importante de la Corporación esto le obligaba a rendir cada día al máximo.

Por eso se le veía a menudo preocupado.

Pero aquel día, pensaba Jessica, parecía más preocupado que nunca.

—Tenemos un problema. Grave —dijo.

Jessica esperaba. Sabía cuándo se esperaba que hablase y cuándo debía seguir callada.

—Supongo que ya sabes —continuó el presidente— que el nuevo sistema de la energía superoscura nos ha permitido superar la barrera de los cincuenta años…

—Sé… lo que puedo saber. Pero no sé tanto como me gustaría.

Jessica, que sabía que la materia superoscura tenía aún el sello de supersecreto, no podía reconocer ante el presidente que, en realidad, sabía del nuevo sistema algo más de lo que estaba autorizada a conocer.

El presidente fue ahora muy directo, como si no tuviera tiempo o necesidad de seguir las formalidades que a menudo le gustaba seguir:

—Recibirás un informe completo al respecto hoy mismo. Te acabo de autorizar. Al nivel cero.

Jessica se sorprendió y se disponía a darle las gracias por la confianza o a manifestar su alegría, pero el presidente continuó:

—Quiero decir que te pasaré al nivel cero ahora mismo, si tú estás de acuerdo…

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