—La había perdido, ya la tengo de nuevo.
—¿Dificultades? —sonó en su casco una voz lejana. Ash manifestaba su preocupación.
—Nada importante —le informó Dallas.
Lentamente se dio vuelta, tratando de localizar algo sólido en la tormenta.
—Sigue habiendo mucho polvo y viento. Empieza a hacerse borrosa la imagen en el rayo del rastreador. Para un segundo, perdimos la transmisión.
—Pues aquí todavía es clara —dijo Ash revisando sus instrumentos—. No creo que sea la tormenta. Quizás estén entrando en terreno ondulado. Eso podría bloquear las señales. Tengan cuidado. Si la pierden y no pueden recuperarla, hagan que el rastreador busque mi canal hasta la nave mientras recuperan la transmisión. Entonces trataré de dirigirlos hasta aquí.
—Lo tendremos presente; pero hasta ahora no es necesario. Te haremos saber lo que pase.
—De acuerdo. Corto.
De nuevo reinó el silencio. Iban sin hablar a través de un limo anaranjado cargado de polvo.
Después de un rato, Lambert se detuvo.
—¿Lo perdiste de nuevo? —preguntó Kane.
—No, cambió de dirección —dijo Lambert haciendo un gesto en dirección a su izquierda—. Ahora por ahí.
Siguieron avanzando sobre la nueva ruta; toda la atención de Lambert estaba fija en la pantalla del rastreador, Dallas y Kane observaban a Lambert. A su alrededor la tormenta cobró, momentáneamente, mayor intensidad. Las partículas de polvo hacían ruidos insistentes cuando el viento las lanzaba contra el visor de sus cascos, formando pautas mentales en sus cerebros:
—Tick, tick... déjennos entrar... flick, pock... déjennos entrar, déjennos entrar...
Dallas se estremeció. Silencio, la desolación de aquellas nubes, el halo anaranjado, todo empezaba a afectarlo.
—Queda cerca —dijo Lambert; los monitores de su traje momentáneamente informaron al lejano Ash de una súbita intensificación de su pulso—. Muy cerca.
Siguieron avanzando. Algo apareció en la lejanía, al frente, por encima de ellos. El aliento de Dallas pudo notarse ahora en breves jadeos, tanto por la emoción cuanto por el cansancio.
Desilusión... tan sólo era una gran formación rocosa, grotesca y protuberante. Estaba resultando atinado el diagnóstico de Ash acerca de la posibilidad de que llegaran a un terreno más alto. Por un momento se refugiaron junto al monolito pétreo. Al mismo tiempo, la línea se desvaneció del rastreador de Lambert.
—La perdí de nuevo —informó a los demás.
—¿La hemos pasado? —preguntó Kane estudiando las rocas, tratando de ver por encima de ellas.
—No, a menos que sea subterránea —dijo Dallas, apoyándose en la pared de piedra—. Podría estar tras esto.
Y golpeó la piedra con su puño enguantado.
—O quizás sea tan sólo un desvanecimiento debido a la tormenta. Quedémonos aquí y veamos.
Aguardaron en el lugar mientras descansaban apoyados contra la pared de piedra. Polvo y niebla aullaban a su alrededor.
—Ahora estamos a ciegas —dijo Kane.
—Pronto deberá amanecer —dijo Dallas ajustándose su micrófono—. Ash, escúchame. ¿Cuánto falta para el amanecer?
La voz del oficial de ciencias llegó tenue, distorsionada por los sonidos atmosféricos:
—El sol deberá ascender aproximadamente en diez minutos.
—Podremos ver algo entonces.
—O al revés —intervino Lambert que no trataba de ocultar su falta de entusiasmo. Estaba cansada y aún tenía que localizar la fuente de la señal. Su debilidad no era física. La desolación y el extraño colorido del lugar estaban afectándola. Anhelaba la limpia y brillante familiaridad de su tablero.
La claridad creciente no ayudaba; en lugar de levantar su espíritu, la salida del sol los alarmó al cambiar el color anaranjado del aire por un rojo sangre. Quizás fuese menos intimidador cuando las débiles estrellas estuviesen en lo alto...
Ripley se pasó una mano por la frente y dejó escapar un suspiro de cansancio. Cerró el último panel de la pared tras la que había estado trabajando después de asegurarse de que los nuevos componentes funcionaban bien y dejó sus herramientas en los compartimientos de su bolsa.
—Debes poder arreglar lo demás. Yo ya terminé con el trabajo delicado.
—No te preocupes. Lo lograremos —la tranquilizó Parker, manteniendo un tono cuidadosamente objetivo. No miró en su dirección y continuó concentrado en su propio trabajo. Aún estaba pensando en la posibilidad de que él y Brett fueran dejados al margen de lo que se descubriera en la expedición.
Ripley echó a andar hacia la escalera más cercana:
—Si encuentran dificultades y necesitan ayuda, yo estaré en el puente.
—De acuerdo —dijo Brett en voz baja.
Parker la vio alejarse y observó su esbelta figura desaparecer allá arriba.
—Perra —murmuró.
Ash oprimió su control. Un trío de formas que se movían se hicieron agudas y regulares, perdiendo su halo, cuando el ensamblador cumplió con su trabajo. Ash revisó los otros monitores. Las tres señales de las ropas continuaban llegándole claramente.
—¿Cómo van las cosas? —quiso saber una voz por el intercomunicador.
Rápidamente Ash apagó la pantalla y dio su respuesta:
—Hasta ahora, todo bien.
—¿Dónde están? —preguntó Ripley.
—Acercándose a la fuente de información. Han llegado a un terreno rocoso y la señal a veces se pierde, pero están tan cerca que no veo cómo podrían dejar de encontrarla. Pronto debemos tener noticias de ellos.
—Y a propósito de esa señal, ¿no hemos recibido nada nuevo aún?
—Todavía no.
—¿Has tratado de hacer la transmisión por ECIU, para un análisis detallado? —dijo Ripley, y en su voz hubo un dejo de impaciencia.
—Mira, estoy tan ansioso de conocer los detalles como tú. Pero Madre aún no los ha identificado; así, ¿qué objeto tiene que yo me meta en eso?
—¿Te importa si doy un vistazo?
—Estás en tu casa —dijo Ash—. No causará ningún daño, y ya sabes qué hacer. Sólo infórmame en el momento en que encuentres algo, si tienes suerte.
—De acuerdo. Si tengo suerte.
Y Ripley apagó.
Ella se hundió un poco más profundamente en su silla del puente. Ahora parecía extrañamente espacioso, pues el resto de la tripulación del puente estaba fuera, y Ash en su cámara. En realidad, era la primera vez que ella recordaba haber estado sola en el puente. Se sentía extraña, y no del todo tranquila.
Bueno, si iba a tomarse la molestia de hacer un análisis con ECIU, tenía que empezar inmediatamente. Al tocar un interruptor llenó el puente con los extraños gemidos de la tormenta. Se apresuró a bajar el volumen; ya era bastante perturbador oír aquello a bajo volumen.
Fácilmente podía Ripley concebir que aquello fuera una voz, como había sugerido Lambert; sin embargo, ese era un concepto más fantástico que científico. "¡Domínate, mujer! Ve qué puede decirte la máquina y deja a un lado tus reacciones emocionales".
Consciente de lo improbable de lograr algo allí donde Madre no encontraba nada, activó un panel al que se daba poco uso. Pero, como había dicho Ash, ya era algo que hacer. No podía soportar estar sentada, ociosa, en el puente vacío. Sus pensamientos se volvían incontrolables. Era mejor hacer algo inútil que no hacer nada.
Mientras el sol oculto continuaba subiendo, el color rojo de la atmósfera empezó a iluminarse. Ahora era un amarillo mustio, sucio, en lugar de la conocida aurora brillante de la Tierra; pero ya era mucho mejor que lo anterior.
La furia de la tormenta se había reducido un poco y el polvo omnipresente había empezado a asentarse. Por primera vez, los tres exploradores, con los pies cansados, pudieron ver unos cuantos metros más allá. Durante un tiempo habían ido en ascenso. El terreno seguía siendo irregular, pero salvo los aislados pilares de basalto, éste seguía compuesto por flujo de lava. Había unas cuantas protuberancias agudas que en su mayoría se habían convertido en suaves curvas y cañadas a causa de innumerables eones de viento continuo y polvo en el aire.
Kane iba al frente, seguido de cerca por Lambert. Ahora esperaba que ella anunciara en cualquier momento haber recobrado la señal. Asomó la cabeza por encima de una pequeña protuberancia y miró al frente esperando ver más de lo que hasta entonces había encontrado, como rocas alisadas que condujeran a un terraplén más alto.
En cambio, su mirada descubrió algo completamente distinto, lo bastante distinto para que sus ojos se agrandaran tras el visor transparente del casco; lo bastante distinto para que gritara ante el micrófono:
—¡SANTO CIELO!
—¿Qué pasa? ¿Qué rayos?
Lambert se detuvo a su lado, seguida por Dallas. Ambos quedaron tan asombrados por aquella visión inesperada como el propio Kane.
Habían supuesto que la llamada de auxilio era generada por una maquinaria de algún tipo, pero en sus cerebros no se habían formado cuadros de la fuente transmisora. Habían estado demasiado ocupados con la tormenta y con la simple necesidad de mantenerse unidos. Ahora, ante la verdadera fuente, considerablemente más impresionante de lo que ninguno de ellos se había atrevido a pensar, ni temporalmente, perdieron su objetividad científica.
Era una nave, casi intacta, y más extraña de lo que ninguno de ellos hubiese creído posible. Dallas no la habría llamado horrible, pero era inquietante, de modo tal que la tecnología no hubiera podido crear. Las líneas del macizo aparato abandonado eran claras, pero antinaturales, dando a todo su diseño una perturbadora anormalidad.
Se elevaba por encima de ellos y sobre las rocas circundantes. Por lo que podían ver de ella, pensaron que había aterrizado, en cierta forma como el
Nostromo,
sobre su barriga. Básicamente tenía la forma de una "U" metálica enorme, con los dos cuernos de la U ligeramente apuntando uno hacia el otro. Uno de los brazos era ligeramente más corto que el otro, y más torcido hacia adentro. Si esto se debía a daños o a algún concepto extraño de lo que constituía una grata simetría, no tenían manera de averiguarlo.
Al acercarse más vieron que la nave se hacía ligeramente más gruesa en la base de la U, con una serie de protuberancias concéntricas, como gruesas placas que se elevaban hacia una cúpula final. Dallas llegó a la conclusión de que los dos cuernos contenían las secciones de ingeniería y maquinaria de la nave, en tanto que el frente más grueso albergaba las cabinas, posiblemente el espacio de carga y el puente. Por lo que ellos sabían, todo podía ser también al revés.
La nave yacía inmóvil, sin dar ninguna señal de vida o de actividad. En aquella proximidad, la transmisión era ensordecedora y los tres se apresuraron a bajar el volumen de sus escafandras.
Cualquiera que fuese el metal de que estaba construido el casco, brillaba a la luz creciente de una manera extrañamente vidriosa, como dando a entender que no había allí ninguna aleación debida a la mano del hombre. Dallas ni siquiera estaba seguro de que fuese de metal. La primera inspección no reveló nada parecido a una juntura, una unión, un sello o algún otro método reconocible de unión de placas o secciones separadas. La extraña nave producía la impresión antes bien de haber crecido allí que de haber sido creada.
Desde luego, todo aquello era extraño; fuese cual fuese el método de construcción, lo importante era que, indiscutiblemente, era una nave.
Tan asombrados se habían quedado ante aquella visión inesperada que ninguno de ellos pensó por un momento en lo que aquello pudiera representarles, fuese por el salvamento, fuese por la bonificación.
Los tres gritaron al mismo tiempo ante su micrófono:
—¡Sí, una especie de nave! —Kane lo repetía insensatamente una y otra vez.
Lambert estudiaba el brillo lustroso, casi húmedo de aquellos costados curvos, la ausencia de todo rasgo exterior conocido y sacudía la cabeza asombrada.
—¿Estás seguro? Podría ser quizás una estructura local... es fantástico...
—No —dijo Kane, cuya atención estaba fija en los cuernos gemelos que formaban la parte trasera del vehículo—. No está fijo. Aun suponiendo ciertos conceptos arquitectónicos extraños, es claro que no forma parte del paisaje. Es una nave, con toda seguridad.
—Ash, ¿puedes ver esto?
Dallas recordó que el científico podía ver claramente por medio de los videos de sus respectivos trajes y que probablemente había descubierto la nave en el momento en que Kane se asomó sobre aquella protuberancia y profirió su grito de asombro.
—Sí puedo verla. No muy claramente, pero sí lo bastante para darle la razón a Kane: es una nave.
La voz de Ash vibraba de excitación dentro de sus cascos. Al menos, mostraba tanta excitación como la que él era capaz de sentir.
—Nunca había visto cosa igual. No se retiren, esperen un minuto.
Ellos aguardaron mientras Ash estudiaba los datos y hacía un par de rápidas preguntas al cerebro de la nave.
—Tampoco Madre sabe qué es —informó—. Es de un tipo completamente desconocido, y no corresponde a nada que hayamos visto antes. ¿Es tan grande como parece desde aquí?
—Más grande —informó Dallas—. Es una construcción maciza y hasta ahora no hay pequeños detalles visibles. Si ha sido construida a la misma escala que nuestra nave, los constructores tienen que ser increíblemente más grandes que nosotros.
Lambert dejó escapar una risita nerviosa.
—Ya descubriremos si hay alguno de ellos a bordo para darnos la bienvenida.
—Estamos cerca y en línea —dijo Dallas a Ash, sin hacer caso del comentario de la navegante—. Debió haber recibido una señal de nosotros mucho más clara. ¿Qué hay del llamado de auxilio? ¿Algún cambio? Estamos demasiado cerca para saberlo.
—No. Lo que esté produciendo la transmisión está ahí adentro, estoy seguro. Así tiene que ser. Si estuviese más lejos, nunca la habríamos recibido a través de esa masa de metal.
—Si es metal —dijo Dallas que continuaba examinando el extraño casco—. Casi parece plástico.
Kane frunció el ceño.
—O hueso —sugirió un pensativo Kane.
—Bueno, suponiendo que la transmisión venga de adentro, ¿qué hacemos ahora? —quiso saber Lambert.
El ejecutivo dio un paso adelante:
—Entraré a echar una ojeada y les informaré.
—No te retires, Kane. No seas imprudente. Uno de estos días tendrás dificultades.
—Yo iré dentro. Miren, tenemos que hacer algo. No podemos quedarnos aquí, esperando que alguna revelación mágica de la nave aparezca en el aire.