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Authors: Jasper Fforde

Algo huele a podrido (23 page)

BOOK: Algo huele a podrido
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The Toad
, 9 de julio de 1988

—¿Has olvidado algo? —pregunté.

—Sí. ¿Cómo se llama ese pastel de tu madre?

—Se llama Battenberg.

Sacó una pluma y se lo apuntó en el puño de la camisa.

—Vale. Bien, entonces eso es todo.

—Bien.

—Vale.

—¿Hay algo más?

—¿Y…?

—Es… es…

—¿Qué?

El emperador Zhark se mordió el labio, miró nervioso a su alrededor y se acercó. Aunque ya en el pasado había tenido buenas razones para reprenderle —y en dos ocasiones le había retirado la placa de Jurisficción por «incompetencia absoluta»— en realidad me caía muy bien. En el interior de la amnistía de su propio libro era un monstruo sádico que asesinaba a millones con asombrosa crueldad, pero fuera tenía sus preocupaciones, demonios personales y hábitos curiosos… muchos de los cuales parecían ser resultado de la estricta educación a la que le había sometido su madre, la emperatriz zharkiana.

—Bien —dijo, sin saber muy bien cómo expresarlo—. ¿Sabes que ahora mismo se está escribiendo el sexto volumen de la serie del emperador Zhark?


¿Zhark: el final del imperio?
Sí, lo sé. ¿Cuál es el problema?

—He leído unos anticipos de la trama y parece ser que me van a expulsar para siempre de la Alianza de Libertad Galáctica.

—Lo lamento, emperador, no veo el problema… ¿te preocupa perder el imperio?

Se acercó más.

—Si es lo que exige la historia, supongo que no. Pero lo que me preocupa realmente es lo que me pasa al final. No me importa que me dejen a la deriva por el espacio a bordo del yate imperial o que me abandonen en un planeta desierto, pero el autor ha planeado… una ejecución pública.

Me miró fijamente, conmocionado por la situación.

—Si eso es lo que ha planeado…

—Thursday, no lo comprendes. Me van a matar… ¡Eliminado de la narración! No creo que pueda soportar semejante rechazo.

—Emperador —dije—, si un personaje ya no da más de sí, entonces es que ya no da más de sí. ¿Qué quieres que le haga? ¿Qué busque al autor y se lo comente?

—¿Lo harías? —respondió Zhark abriendo los ojos como platos—. ¿De veras que lo harías?

—No. No se puede permitir que los personajes digan a los autores lo que deben escribir en sus libros. Además, en los libros eras malvado de veras y es preciso castigarte.

Zhark se alzó en toda su altura.

—Ya comprendo —dijo al rato—. Bien, yo podría decidir tomar medidas drásticas si no intentas por lo menos persuadir al señor Paige. Y además, realmente no soy malvado, simplemente me escribieron así.

—Si vuelvo a oír esta tontería —respondí, empezando a sentirme molesta—, te pondré bajo arresto libresco y te acusaré de incitar al motín por eso que me has dicho.

—Oh, mecachis —dijo, perdiendo de pronto el porte—. Puedes hacerlo, ¿verdad?

—Puedo. No lo haré porque ahora mismo tengo cosas más importantes en las que pensar. Pero si vuelvo a oír algo así, tomaré medidas… ¿Entendido?

—Sí —respondió Zhark sumiso, y desapareció sin decir nada más.

19 A la caza del Will clonado

EL LÍDER DE LA OPOSICIÓN CRITICA TIBIAMENTE A KAINE

El líder de la oposición, el señor Redmond van de Poste, atacó ayer tibiamente al Gobierno de Yorrick Kaine a propósito de un posible fallo en tratar adecuadamente los problemas económicos de la nación. El señor Van de Poste sugirió que los daneses «no son más culpables de atacar este país que los suecos» y luego procedió a poner en duda la independencia de Kaine dados sus estrechos lazos de patrocinio con la Goliath. En respuesta, el canciller Kaine agradeció a Van de Poste que lo hubiera alertado acerca de los suecos, quienes «sin duda traman algo», y señaló que el propio señor Van de Poste tiene el patrocinio de la Toast Marketing Board.

Gadfly
, 17 de julio de 1988

Se suponía que el domingo era día de descanso, pero la verdad es que no lo parecía. Por la mañana jugué al golf con Braxton, que fuera del trabajo resultó ser un caballero tan gentil como el mejor. Le encantó enseñarme los rudimentos del golf y una o dos veces le di bastante bien a la bola… cuando hizo contacto y voló tan recta como un dardo, comprendí de pronto a qué se debía tanto entusiasmo. Pero no todo era diversión… Flanker presionaba a Braxton, y supongo que a Flanker le presionaba alguien de más arriba. Entre prácticas e intentos de sacar mi pelota del búnker, Braxton me confió que ya no podía seguir manteniendo a raya a Flanker con promesas vacías de un informe sobre mis supuestas actividades queseras en Gales, y que si sabía lo que me convenía al menos intentaría dar la impresión de buscar libros prohibidos con OE-14. Le prometí que lo haría y luego tomamos una copa en el hoyo diecinueve, donde un hombre enorme de nariz roja, aparentemente el miembro más antiguo del club, nos entretuvo con sus historias.

Un burbujeo de Friday me despertó el lunes por la mañana. Estaba de pie en la cuna e intentaba agarrar la cortina, que no estaba a su alcance. Dijo que ya que estaba despierto bien podía llevarlo abajo, donde podría jugar mientras yo preparaba el desayuno. Vale, no usó esas palabras exactas, claro… dijo algo que sonó más bien a
reprehenderit in voluptate velit id est mollit
, pero pillé el sentido.

No se me ocurrió ninguna buena razón para no hacerlo, así que me puse la bata y llevé abajo al pequeñín, preguntándome quién, si alguien lo hacía, cuidaría aquel día de él. Considerando que casi me había dado de hostias con Jack Schitt, estaba segura de que no debía ver todo lo que hacía su mamá.

Mi madre ya estaba levantada.

—Buenos días, madre —dije alegre—. ¿Cómo estás hoy?

—Me temo que por la mañana no —dijo, captando de inmediato la pregunta implícita—, pero probablemente pueda después del té.

—Te lo agradecería —respondí, mirando
The Mole
mientras servía las gachas. Kaine había enviado un ultimátum a los daneses: o el Gobierno de Dinamarca cesaba en todos sus esfuerzos por desestabilizar Inglaterra y minar nuestra economía, o Inglaterra no tendría más opción que llamar a su embajador. Los daneses habían respondido que no sabían de qué hablaba Kaine y exigido el levantamiento del embargo comercial de productos daneses. Kaine había respondido con furia, realizando todo tipo de acusaciones, establecido un impuesto del 200% en las importaciones de bacón danés y cerrado todas las vías de comunicación.


¡Duis aute irure dolor est!
—gritó Friday.

—No te arranques todo el pelo —respondí—, ya va.


¡Plun!
—dijo
Alan
con furia, haciendo un gesto de indignación hacia su plato de comida.

—Ponte a la cola —le dije.


¡Plun, Plun!
—respondió, acercándose un paso y abriendo el pico amenazadoramente.

—Intenta morderme —le dije—, ¡y tendrás que buscar un dueño nuevo desde el escaparate de la tienda de Pete & Dave!

Alan
llegó a la conclusión de que se trataba de una amenaza y cerró el pico. El local de Pete & Dave era la tienda de animales creados por ingeniería genética de Swindon, y yo hablaba en serio. Ya había intentado morder a mi madre y sólo puedo describirle como una bolsa fea de huesos finos cubiertos de piel sucia y una manta basta.

—¡Ah! —dijo Joffy—. Mamá y hermanita. Justo a las que quería ver. Éste es san Zvlkx. Su Gracia, ésta es mi madre, la señora Next, y ésta mi hermana Thursday.

Tras la gruesa cortina de pelo negro y grasiento, san Zvlkx me miró con suspicacia.

—Bienvenido a Swindon, señor Zvlkx —dijo mi madre, ejecutando una reverencia cortés—. ¿Le gustaría desayunar?

—Sólo habla inglés antiguo —dijo Joffy—. Deja que traduzca.

—Eh tú, cara de cerdo… ¿comes o qué?

—¡Ah! —dijo el monje y se sentó a la mesa. Friday le miró algo receloso y luego se puso a lanzarle
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mientras el monje le miraba también a él receloso.

—¿Cómo va todo? —pregunté.

—Bastante bien —respondió Joffy, sirviendo café para él y para san Zvlkx—. Esta mañana graba un anuncio para la Toast Marketing Board y a las cuatro sale en
El programa de Adrian Lush.
También habla en el Finis para la convención de dermatólogos de Swindon; aparentemente algunas de las enfermedades de la piel que padece son totalmente desconocidas para la ciencia. Pensé en traértelo para que te viese… ya sabes que está repleto de sabiduría.

—¡Apenas son las ocho de la mañana! —dijo mamá.

—Como penitencia, san Zvlkx se levanta al amanecer —explicó Joffy—. Se pasó todo el domingo empujando un cacahuete con la nariz por el centro Brunel.

—Yo me lo pasé jugando al golf con Braxton Hicks.

—¿Cómo te fue?

—Bien, supongo. Mis conocimientos de cróquet me impidieron quedar como una verdadera tonta. ¿Sabías que Braxton tiene seis hijos?

—Bien, ¿qué tal algo de sabiduría? —dijo mi madre sonriendo—. Me encanta la sagacidad del siglo XIII.

—Vale —dijo Joffy—. ¡Oye! Sé de utilidad y ofrécenos algo de sabiduría, viejo chocho.

—Métetela por el trasero.

—¿Qué ha dicho?

—Eh… Dice que tendrá que meditarlo.

—Bien —dijo mi madre, que ante todo era hospitalaria y podía preparar el desayuno sin consultar el recetario—. Ya que es nuestro invitado, señor Zvlkx, ¿qué le gustaría desayunar?

San Zvlkx la miró fijamente.

—Comer —repitió mi madre, haciendo que masticaba. Lo que pareció surtir efecto.

—Tu madre tiene pechos firmes para tratarse de una mujer de mediana edad, como globos desafiando la gravedad. Me gustaría jugar con ellos, como el panadero juega con la masa.

—¿Qué ha dicho?

—Ha dicho que agradecería unos huevos con bacón —respondió Joffy, volviéndose rápidamente hacia san Zvlkx para decirle—. Más gilipolleces por tu parte, rayito de sol, y mañana por la noche también te encerraré en el sótano.

—¿Qué le has dicho?

—Le he dado las gracias por venir a vuestra casa.

—Ah.

Mamá colocó una enorme sartén sobre el fogón, cascó en ella algunos huevos y añadió un montón de bacón. Pronto el aroma llenaba toda la casa, lo que atrajo no sólo al sonámbulo
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sino también a Hamlet y a lady Hamilton, que habían renunciado a fingir que no dormían juntos.

—Vaya, vaya —dijo san Zvlkx tan pronto como entró Emma—. ¿Quién es la conejita con los melones turgentes?

—Os desea… eh… buenos días —dijo Joffy, visiblemente alterado—. San Zvlkx, éstos son lady Hamilton y Hamlet, príncipe de Dinamarca.

—Si estás regalando esos cachorrillos —añadió san Zvlkx, mirando el escote de Emma—, me quedaré con el de la naricita marrón.

—Buenos días —dijo Hamlet sin sonreír—. Más palabras desagradables delante de la encantadora lady Hamilton y te sacaré fuera y con un estilete desnudo te daré fin.

—¿Qué ha dicho el príncipe? —dijo san Zvlkx.

—Sí —dijo Joffy—, ¿qué ha dicho?

—Ha hablado en Courier Bold —les aclaré—, la lengua tradicional del MundoLibro. Ha dicho que no estaría cumpliendo con sus obligaciones de caballero si consintiese que san Zvlkx se mostrase irrespetuoso con lady Hamilton.

—¿Qué ha dicho tu hermana? —preguntó san Zvlkx.

—Ha dicho que si vuelves a insultar a la palomita de Hamlet tu nariz acabará dándole dos vueltas a tu cabeza.

—Oh.

—Bien —dijo mi madre—. ¡Está resultando ser una mañana muy agradable!

—En ese caso —dijo Joffy, presintiendo que era el momento adecuado—, ¿podría dejar a san Zvlkx aquí hasta el mediodía? A las diez debo dar un sermón para las Hermanas de la Eterna Puntualidad y, si llego tarde, me tiran a la cabeza los libros de oraciones.

—No puedo, oh hijo mío, hijo mío —dijo mi madre, dándole la vuelta al bacón—. ¿Por qué no llevas a san Zvlkx contigo? Estoy segura de que su devoción impresionará a las monjas.

—¿Alguien ha dicho monjas? —preguntó san Zvlkx, mirando esperanzado a su alrededor.

—No tengo ni idea de cómo te convertiste en santo —le riñó Joffy—. Vuelve a piar y personalmente te mandaré de vuelta al siglo XIII a patadas.

San Zvlkx se encogió de hombros, se comió con las manos los huevos con bacón y luego eructó violentamente. Friday le imitó y tuvo un ataque de risa.

No tardaron en irse todos. Joffy no quería cuidar de Friday y Zvlkx evidentemente no podía, así que no había nada que hacer. Tan pronto como mamá localizó el sombrero, el abrigo y las llaves y se fue, corrí escaleras arriba, me vestí y me leí en el interior de
Bradshaw desafía al káiser
para preguntarle a Melanie si podía cuidar de Friday hasta la hora del té. Mamá había dicho que pasaría todo el día fuera, y como Hamlet ya sabía que Melanie era una gorila y ni Emma ni Bismarck podían ir por ahí quejándose por tratarse de figuras históricas muertas hacía mucho tiempo, consideré que actuaba sobre seguro. Iba contra las reglas, pero con Hamlet y el mundo enfrentados a un futuro incierto, me importaba bien poco.

Melanie estuvo encantada y, cuando se hubo puesto un vestido de lunares amarillos, la saqué del MundoLibro para llevarla al salón de mi madre, que valoró como elegante, sobre todo por las cortinas. Emma entró cuando Melanie accionaba el cordón para subirlas y bajarlas.

—Lady Hamilton —dije—, ésta es Melanie Bradshaw.

Mel le ofreció una mano enorme, que Emma aceptó nerviosa, como si esperase que Melanie la mordiese o algo así.

—¿Cómo está? —dijo tartamudeando—. Nunca me habían presentado a un mono.

—Simio —la corrigió Melanie amablemente—. Generalmente los monos tienen cola, son arbóreos y pertenecen a las familias
Hylobatidae, Cebidae
y
Cercopithecidae.
Usted, yo y todos los grandes simios somos
Pongidae.
Yo soy una gorila. Bien, para ser precisos, soy una gorila de montaña,
Gorilla gorilla beringei
, que habita en las laderas de los Virunga… antes lo llamábamos África Oriental Británica, pero no estoy segura de su nombre actual. ¿Ha estado allí?

—No.

—Un lugar encantador. Allí nos conocimos Trafford, mi marido, y yo. El iba con sus porteadores de armas abriéndose paso entre la maleza en el trasfondo narrativo de
Bradshaw y la caza mayor
(Collins, 1878, 4/6d, ilustrado), resbaló y cayó seis metros hasta el barranco donde yo me daba un baño. —Tomó a Friday entre sus enormes brazos y el bebé gorjeó encantado—. Bien, yo me sentí terriblemente avergonzada. Es decir, allí estaba sentada en el agua sin nada encima, pero… y siempre lo recordaré… Trafford se disculpó educadamente y se volvió de espaldas para que yo pudiese pasar a la vegetación y vestirme. Regresé para preguntarle si precisaba instrucciones para volver a la civilización, porque en aquella época África estaba bastante inexplorada, y nos pusimos a conversar. Bien, una cosa llevó a la otra y antes de darme cuenta me había invitado a cenar. Estamos juntos desde entonces. ¿Le parece una estupidez?

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