—¡Bu, mierdecilla! —Luna de Invierno, en forma Lupus, casi se sale de la piel, golpeándose la cabeza y las patas traseras con la parte inferior del chasis del camión—. Sígueme. —Sin darle oportunidad de responder, salió de debajo del camión y trotó hacia el cobertizo de metal, abrió la ventana y entró.
Al asomarse por la ventana, oyó un disparo y sintió una breve punzada de nervios en las tripas pero se amainó cuando el bulto de Luna de Invierno se estrelló contra la ventana demasiado pequeña para él. Salpicó el suelo un poco de sangre pero aún antes de haber asumido totalmente la forma homínida, Luna de Invierno ya se había curado.
—Hermana Guapa, estás como una puta cabra, ¿qué coño haces?
—Eh, frena, Acecha-la-Cerveza-Barata. Eso no suena a gracias.
—¿Gracias? Coño, no, no son las gracias. ¡Me estás jodiendo vivo!
—¿Qué? Estoy aquí para
ayudarte
, imbécil.
—No puedes ayudarme en el rito de iniciación, gilipollas. No se permite.
Dios
.
Maldito sea
.
Hoja
.
Frágil
.
—¿Tu rito de iniciación? ¿Eso es lo que es?
—Pues sí. Y lo estaba haciendo bastante bien hasta que fuiste tan tonta como para entrar aquí y estropearlo todo. Garras de Venganza está mirando desde la colina.
Carlita se quedó mirando a Luna de Invierno (joder, se quedó mirando a Jeremy Bleddsoe) y suspiró.
—Bueno… mierda. Me voy a largar de aquí y si Garras de Venganza dice algo, esto, le diré que no lo sabía y que además no importa porque no te ayudé.
—Sí, buena idea, Hermana Guapa. Y mira a ver si te trae una pizza ya que estás en ello.
—No te pases. Me largo, pero sigues sin caerme bien.
—¿Quiere eso decir que no vas a venir conmigo al baile del instituto? —se burló Jeremy.
—Date por satisfecho si no me cargo a la tía que lleves al baile para echarme unas risas. —Y con esa última palabra, bastante débil por cierto, Carlita volvió a salir gateando por la ventana. Sabía que todavía era invisible para los cazadores (quienes fueran) pero a menos que Garras de Venganza no la hubiera visto hablando con Hoja Frágil, probablemente la estaría esperando en la verja. Y por alguna razón dudaba de que Garras de Venganza no la hubiera visto, o sino ¿por qué la había engañado Hoja Frágil para que viniera aquí?
Y claro, en la verja la estaba esperando el negro alto. Se habían ido unos cuantos cazadores pero un grupo todavía considerable estaba amontonado alrededor de los coches y camionetas con aspecto divertido.
Y Hoja Frágil no aparecía por ninguna parte.
En algún lugar sobre el océano Altántico, ahora:
Carlita abrió los ojos legañosos y vio que la cabina estaba a oscuras. Se habían apagado las luces para que los pasajeros pudieran ver la película. Se quedó mirando a las figuras de la pantalla pero no relacionó quienes eran o lo que estaban haciendo, todavía estaba medio dormida, pensando en Hoja Frágil y la que le había montado.
Cerró los ojos y gimió suavemente conteniendo un gruñido. A los pocos momentos estaba otra vez dormida, recordando el resultado de la bromita de Hoja Frágil…
Tampa, unas semanas atrás:
Hermana Guapa hizo una mueca de desagrado, tanto por el sabor de las alitas de pollo a la barbacoa que había encontrado en la basura detrás del restaurante del centro comercial como por la regañina que le estaba echando en su propio apartamento Madre Eldridge. Para empezar, todo el asunto lo había planeado, obviamente, Hoja Frágil, pero como éste formaba parte del clan de Madre Eldridge y Hermana Guapa era técnicamente miembro de una manada cuyo clan ya no existía, las simpatías de Madre Eldridge tenían que estar con su compañero de clan antes que con su compañera de tribu. Bueno, no lo estaban pero las obligaciones filiales eran muy raras entre los Garou.
—Hoja Frágil dice que intentó convencerte para que no entraras. Dice que te dio… —Aquí a Madre Eldridge le dio una tos fuerte y seca. Nadie sabía de dónde venía aquella tos y el chiste que se contaba era que había fumado tanto antes de su Primer Cambio que el cáncer de pulmón se había establecido antes de que la típica dureza Garou tuviera oportunidad de echarlo. No muy probable, claro, pero la tos definía buena parte de su forma de hablar y resultaba bastante menos aterrador considerarla el resultado de un mal conocido que obra de alguna toxina infernal que atacaba a los Garou sanos y se negaba a ser expulsada—. Te dio cuatro razones, una de las cuales era “
No lo hagas porque no sabes lo que está pasando allí dentro
”.
—Mentira cochina, Madre. Es un mentiroso y lo sabes. Ya te ha mentido antes.
—Pero no fue él el que estropeó los ritos de paso de otro clan para uno de sus últimos miembros. Esa has sido tú.
—No me puedo creer que te pongas de su lado en esto. Además ¿qué clase de rito de iniciación es ese? ¿Estaba encerrado en el patio trasero de alguien y todo lo que tenía que hacer era salir? ¡Joder! ¿Por qué no le hicieron que saliera a puñetazos de una bolsa de papel mojada o que recogiera latas de coca-cola o algo así? Quizá encender y apagar la luz…
—No metas en esto los motivos de Garras de Venganza como jefe de clan. No me estoy poniendo del lado de nadie. Hiciste lo que hiciste y no es algo que puedas discutir.
—¡Pero Hoja Frágil me engañó!
—Sólo porque le dejaste. Admítelo, Carlita. Fuiste sin pensarlo ni un segundo… —tos, tos, tos— porque querías enseñarle lo que era bueno. Si le hubieras hecho alguna pregunta más, probablemente hubiera mostrado los fallos de la historia y podrías haberla juzgado mejor.
—¿Ves? ¿Ves? Te estás poniendo de su lado. Sabes que fue él quien me metió en esto y ahora le defiendes.
—Carlita, por eso lo hace. Como hijo de la luna nueva, su obligación es advertir a los Garou para que no nos confiemos demasiado y actuemos precipitadamente, que parece que fue lo que tú hiciste en esta situación. No tengo que decirte… —tos, tos, tos— que tienes más rango que él, sin embargo te hizo caer, puso en evidencia un defecto tuyo. Sé noble, acepta lo que has hecho y aprende de tus errores.
—Aprendería mucho más (¿quieres una de estas alitas? Creo que están hechas todas de patas y picos). Aprendería mucho más si no estuviera convencida de que el patético ese se estuvo riendo todo el camino hasta esa alcantarilla que llama hogar.
Madre Eldridge rechazó con un gesto las dudosas alitas y tomó un tragó de la lata de cerveza Pabst Blue Ribbon templada.
—Eso no es asunto tuyo. Con esa tozudez tuya, sólo estás haciendo que el reconocimiento que va a recoger con esta escapada sea mayor.
—¿Reconocimiento? ¿Ese capullo se está ganando un nombre a costa de esto? ¡La leche! No sabía que ahora por ser un gilipollas te daban una placa al mérito. ¡Consigue que alguien se cargue un rito de iniciación y te conviertes en rey por un día!
—Oh, no le están alabando por arruinar el rito de iniciación. Él no fue el que lo hizo, todo lo que hizo fue señalar un error tuyo. Deja de echarle la culpa a él, Carlita. Tú eres una Philodox, deberías haber sido la primera en saber que lo que estabas haciendo estaba mal pero en vez de eso enseguida le echas la culpa a otros. Eso no es lo que hace un Garou sabio.
Carlita gruñó. Sabía que estaba equivocada, pero a pesar de todo no creía merecerse que la sometieran al tercer grado. Hoja Frágil se tomó muchas molestias para hacer creíble su historia. Se había cortado con una hoja de plata para parecer herido y había elegido las palabras con
mucho
cuidado, sin indicar que sabía que Luna de Invierno se estaba sometiendo a un rito de iniciación pero tampoco negándolo, porque la había inducido a no preguntar.
—Ya lo se, Madre…
Tos, tos, tos.
—Y por eso vas a tener que aceptar una búsqueda de penitencia para recobrar tu buen nombre.
—¿Qué? ¿Cómo?
—Me has oído.
—Estaba a punto de disculparme.
—A veces, querida, decir lo siento no basta. Si le preguntas a Luna de Invierno o a Garras de Venganza estoy segura de que los dos te contestarían que, para empezar, si lo sintieras no lo habrías hecho. Tranquilízate, eso no quiere decir que tengan razón; sin embargo, se les ha hecho un perjuicio, así que es normal esperar una cierta hostilidad por su parte.
—Pues muy bien. Ahora sí que no lo siento.
—No te pongas así. Tu imprudencia ha estropeado algo más que un simple rito de iniciación. Y tienes razón, era un rito de iniciación absurdo, pero no se trata de eso. ¿Sabes los cazadores que rodeaban el aparcamiento? Eran Parentela Roehuesos, traídos desde el sur de Georgia y la frontera de Alabama. Garras de Venganza no tiene ninguna Parentela propia cerca de aquí y la mayor parte de los del sur de América son Roehuesos y Fianna. Me ofrecí a permitir que el clan Sigue el Norte pidieran ayuda a nuestra Parentela.
—Ya… ¿por qué tengo la sensación de que lo que me vas a decir va a ser una auténtica mierda?
—Porque… —tos, tos, tos— porque va a ser una auténtica mierda. Porque Garras de Venganza me pidió apoyo para conseguir la ayuda de la Parentela. No sólo estropeaste los esfuerzos de la Parentela, sino que cancelaste ese favor que me iba a deber Garras de Venganza.
—¿Es demasiado tarde para retirar lo que te dije sobre que retiraba que lo sentía?
—No me interrumpas, no he terminado. —Los ojos de Madre Eldridge brillaban como carbones, pero si era por el enfado o por la incomodidad de los ataques de tos, Carlita no lo sabía. No era una mujer muy alta y la edad la había encogido un poco, pero hacía que Hermana Guapa se sintiera muy pequeña, sobre todo ahora que se hablaba de disciplina—. También me hiciste quedar como una tonta. Garras de Venganza sabe que eres una Roehuesos y el hecho de que te haya dado consejos y te haya defendido en el pasado no te ayudó mucho ayer. Añádele a eso el hecho de que no eres ninguna cachorra retozona, sino una Roehuesos muy bien considerada —Madre casi interrumpió el hilo de pensamiento para contener una carcajada ante esa idea—, y has hecho parecer bufones a todos los Roehuesos del estado. Tienes mayor rango que el lobezno cuyo rito de iniciación invalidaste y que el timador que te convenció para que hicieras el imbécil. ¿Cómo crees que nos deja a los demás cuándo nuestros Garou más hábiles casi se rompen las patas al intentar meterlas hasta el fondo?
—Venga ya, bobadas, Madre, lo sabes. Joder, ser un Garou no es como ser católico. No se heredan los pecados del padre o los de la madre, ni siquiera los pecados de Hermana Guapa. Yo soy la que he quedado como un payaso, y yo soy la que va a arreglar el lío en el que me he metido.
—No es tan sencillo, Carlita. ¿Ves esa gorra de los Bucaneros de Tampa Bay que llevas en la cabeza? Cuando Trent Dilfer falla un pase, ¿pierde el partido Trent Dilfer? No, son los bucaneros los que pierden el partido.
—Trent Dilfer ya ni siquiera juega con los bucaneros, estás pensando en Shaun King, o este año Brad Jonson, pero probablemente no estés hablando de ese tampoco. Dilfer jugó con el Baltimore un tiempo, pero ya no.
—No estoy hablando de eso. Bueno, de hecho, todo eso demuestra lo que digo. En los Ravens, ¿quién era ese jugador de fútbol que estuvo implicado en ese asesinato en Atlanta? ¿El tipo que salió impune?
—¿O.J. Simpson?
—Deja de hacerte la lista. Ray Lewis. Ray Lewis huyó de la escena del crimen, pero a pesar de eso los Ravens de Baltimore ganaron la Super Bowl. A pesar de las acciones de uno de sus miembros, al equipo todavía se le conoce por el esfuerzo colectivo que realizan.
—Ya, sólo que los Ravens sí que ganaron la Super Bowl.
—Exacto, así que dime, Ray Lewis, ¿qué has ganado tú para los Roehuesos?
Carlita no tenía nada que decir.
En medio de una nube de toses secas, Madre Eldridge levantó su viejo cuerpo del duro sofá que Carlita había rescatado y traído al apartamento de renta baja que ocupaba.
—Quiero que pases por el club dentro de dos días. Allí te diré lo que vas a hacer para compensar a todos los que has decepcionado. —Agitando la cabeza ante el póster de Tupac Shakur pegado a la pared con trozos de cinta aislante, Madre Eldridge salió sola del apartamento.
Carlita se dejó caer en el sofá, derrotada, con los dedos pegajosos de la salsa barbacoa y sólo frunció los labios. Que dos días más horrorosos y no cabía duda de que las cosas sólo iban a empeorar. Era un torbellino de mal karma, debería haber sabido que las payasadas de un Ragabash mutante sólo podían terminar con una especie de familia de palurdos georgianos descoyuntados, metáforas futbolísticas y una culpa casi religiosa. Carlita cogió la lata de Madre Eldridge de PSB de la mesa y le echó un buen trago.
Todo consecuencias.
Madre Eldridge levantó la vista hacia la ventana de Carlita arrepintiéndose un poco de haberse puesto tan firme. Si bien Hermana Guapa era responsable de sus actos, sólo era una chiquilla, quince años, quizá dieciséis, Madre Eldridge no lo sabía. Un ataque de tos interrumpió sus pensamientos. Pero había recorrido mucho camino en muy poco tiempo; ¡eran tan jovencita cuando tuvo su Primer Cambio! ¡Doce años! Madre Eldridge se acordaba de cuando habló con Gloria, la madre de la chica. La pobre mujer estaba traumatizada, llevaban generaciones sin que les naciera un Garou en la familia y ninguno de los Gutiérrez modernos había dado demasiado crédito a las viejas historias familiares de los metamorfos de la familia, y eso suponiendo que Gloria perteneciera a la familia de la Parentela. Con buena parte del linaje Roehuesos ya nadie sabía nada. El cuerpo de Carlita se había rebelado contra sí mismo durante un tiempo después de aquel primer cambio. Devolvía por las mañanas, devolvía después de comer, devolvía en la escuela, cada vez que había que pensar o que moverse la pobrecita lo echaba todo hasta que lo único que podía vomitar era bilis. Gloria pensó que estaba embarazada y Javier llevaba fuera de casa unas semanas ya que estaba trabajando en un recorrido largo de la autopista 95. Es decir, Carlita no tenía a nadie a quién recurrir.
Aquellos primeros meses fueron los peores, pero Carlita había conseguido superarlo bastante bien. Necesitaba constantemente ropa nueva al vomitar o sudar la que los Garou de la Bahía Herida le habían encontrado; pero salió airosa de su rito de iniciación al robarle un diente a la bestia Wyrm con la que la manada de cachorros se había encontrado y al convencer al Maestro del Rito para que lo consagrara como daga de colmillo. La chica tenía habilidad, sensatez y carisma.