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Authors: Patricia Cornwell

Tags: #Histórico, Ensayo, Políciaco

Retrato de un asesino (27 page)

BOOK: Retrato de un asesino
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En una carta de julio de 1889, el autor firma «Qui Vir», o «qué hombre» en latín. En una misiva que Sickert escribió a Whistler en 1897, se refiere con sarcasmo a su «picaro maestro» como «Ecce homo», o «¡he aquí el hombre!». En la carta de «Qui Vir», que se encuentra en los archivos de la City, puede leerse que el asesino es «capaz de escoger la oportunidad para cometer su crimen y regresar a su escondite». El 11 de septiembre de 1889, un corresponsal anónimo provocó a la policía asegurando que siempre viajaba en el «Cerage, en tercera clase» y que tenía «patillas negras que le cubrían toda la cara». En torno al veinte por ciento de las cartas de los archivos de Londres llevan filigranas, entre ellas, como ya he comentado, la de Joynson Superfine.

También encontré una filigrana de Monckton's Superfine en una carta firmada por «un miembro del público». El papel de una misiva que Sickert escribió a Whistler a mediados o finales de la década de 1880 tiene esta misma filigrana. Por supuesto, no me atrevería a afirmar que el autor de esta correspondencia fue Sickert, ni siquiera que fue obra de Jack el Destripador, pero las comunicaciones anónimas encajan con el perfil del psicópata violento que provoca a la policía e intenta involucrarse en la investigación.

Dejando aun lado las filigranas y el lenguaje, queda pendiente el problema de la caligrafía. La sorprendente variedad de la letra en las cartas del Destripador ha sido objeto de acalorados debates. Muchas personas, incluyendo los analistas forenses de documentos, han sostenido que es imposible que un mismo individuo escriba de tantas maneras distintas.

Pero esto no es necesariamente cierto, como objetó el historiador y analista forense del papel Peter Bower, uno de los expertos en su especialidad más prestigiosos del mundo, conocido por sus análisis del papel que usaron artistas tan diversos como Miguel Ángel, J. M. W. Turner y Constable, y porque determinó la falsedad del supuesto diario del Destripador. Bower colaboró con nosotros en el examen de las cartas de Sickert y el Destripador. Aseguró que ha visto «buenos calígrafos» capaces de escribir con una increíble variedad de letras, aunque esto requiere «una habilidad extraordinaria». Su esposa, Sally Bower, es una reconocida rotulista, es decir, una persona que diseña y dibuja rótulos. Aunque no es experta en caligrafía, tiene una visión diferente porque sabe mucho sobre la manera en que la gente traza las letras y las une para componer palabras. Cuando examinó las cartas del Destripador con su esposo, de inmediato vinculó unas con otras por ciertas peculiaridades y los movimientos de la mano. No me cabe duda de que Sickert tenía una asombrosa habilidad para escribir con estilos caligráficos diferentes, pero su escritura falseada comienza a resultar menos misteriosa a medida que la investigación progresa.

El hecho de que las filigranas coincidan no significa por fuerza que el papel proceda del mismo lote, y casi todas las cartas de Sickert o Sickert/Destripador están escritas en papel de diferentes lotes, según opinó Peter Bower, que pasó muchos días examinando los archivos de Sickert y el Destripador, midiendo el papel y usando una lupa de treinta aumentos para estudiar las medidas, el contenido de fibra y la distancia entre las líneas de la trama. El papel fabricado a máquina, como el de A Pirie, Joynson y Monckton's, sale en lotes, o pliegos procedentes de un mismo rollo. Otro lote con la misma filigrana y el mismo contenido de fibra puede dar pliegos de tamaño ligeramente distinto, dependiendo del tiempo de secado o de la forma en que la máquina los cortó.

Estas características —las medidas y el espacio entre las líneas de la malla de alambre donde se formó el papel— constituyen el perfil «Y» del papel y, de coincidir, significa que el papel procede del mismo lote. Bower refirió que no es inusual que la gente tenga papel de carta de múltiples lotes, y que incluso cuando el papel de carta se encarga a una papelería, podrían haber hojas de diferentes lotes, aunque la filigrana y los grabados o membretes sean los mismos. En las cartas de Sickert y el Destripador, hay diferencias de medidas. Por ejemplo, en la carta al «querido Openshaw», el papel A Pirie es del mismo lote que el de la carta del Destripador con filigrana A Pirie enviada desde Londres el 22 de diciembre, pero de distinto lote que otra carta del Destripador del 22 de noviembre, también con filigrana A Pirie, enviada desde Manchester. Todo prueba que el Destripador disponía de papel de distintos lotes cuando escribió sus cartas el 22 de noviembre, a menos que alguien prefiera creer que es una casualidad que dos individuos diferentes escribieron cartas firmadas con el nombre del Destripador el mismo día y en papel A Pirie & Sons de la misma clase y color.

En algunos casos, las diferencias de tamaño pueden atribuirse a la conservación. Cuando se aplica un revestimiento protector al papel, por ejemplo, éste se calienta y encoge un poco. Pero es más probable que la diferencia se debiese a que el papel procedía de distintos encargos. A finales de la década de 1880, el papel personalizado se encargaba por manos, o sea, veinticuatro pliegos, que incluían también hojas sin membrete. Una remesa del mismo papel personalizado y con la misma filigrana podía proceder de un lote diferente. A veces el papelero ofrecía hojas de diversos tamaños estandarizados, como la Post Quarto, que medía aproximadamente 7 por 9 pulgadas, la Commercial Note, que medía 8 por 5 pulgadas, y la Octavo Note, de 7 pulgadas por 4 y media.

Un ejemplo de la diversidad de tamaño del papel es la carta con filigrana de Joynson Superfine que el Destripador envió a la policía de la City. Esta mitad de una hoja rasgada mide 6,I5/16 pulgadas por 9,9/10 pulgadas. Otra carta del Destripador dirigida a la policía metropolitana, en el mismo papel y con idéntica filigrana, está escrita en la Commercial Note, o sea, en una hoja de 8 por 5 pulgadas. Una carta de Sickert que examinamos en Glasgow, escrita en papel Monckston's Superfine, mide 7 1/8 por 9 pulgadas, mientras que una misiva del Destripador del mismo papel, enviada a la policía de la City, mide 7 1/8 por 8 9/10. Con toda probabilidad, esto significa que el papel Monckton’s Superfine procedía de distintos lotes, pero de ninguna manera indica que escribiesen las cartas personas diferentes.

Señalo esta disparidad entre lotes porque es lo que haría un abogado defensor. De hecho, encontrar papel del mismo tipo y con la misma filigrana pero de distintos lotes no supone un problema en la investigación de un caso, y tal como señaló Bower, que ha estudiado el papel de otros artistas, «estas variaciones eran previsibles». Bower también descubrió que no había variaciones en el papel de algunas cartas del Destripador; sin embargo, puesto que éste no tema filigrana, nadie le prestó atención. Dos cartas del Destripador dirigidas a la policía metropolitana y una tercera dirigida a la policía de la City están escritas en el mismo papel barato de color azul claro; y el hecho de que tres cartas se escribiesen en papel del mismo lote sugiere de manera convincente que fuesen obra de la misma persona y también que es difícil calificar de casualidad el hallazgo de filigranas idénticas, sobre todo de tres clases de filigranas idénticas.

El descubrimiento de filigranas «coincidentes» nos llenó de entusiasmo a todos los que estábamos trabajando en el caso del Destripador, pero debo reconocer que al principio de la investigación me llevé un buen chasco. Mario Aleppo, el conservador jefe de los archivos municipales de Londres, me telefoneó para explicarme que su personal había encontrado muchos otros documentos en papel A Pirie & Sons a los que debería echar un vistazo. Regresé de inmediato a Londres y descubrí con horror que estas filigranas no estaban sólo en las cartas del Destripador, sino también en el papel de carta que la policía metropolitana usaba en aquel entonces. Me quedé estupefacta. Por un instante me invadió la angustia y sentí que mi vida se derrumbaba. Siempre ha circulado la teoría de que Jack el Destripador era policía.

La filigrana de A Pirie & Sons en el papel de carta de la policía metropolitana es la única que he hallado en documentos no relacionados con el caso Sickert/Destripador durante mi investigación, pero me alegra poder precisar que esta marca de agua es muy distinta de la que aparece en las cartas de Sickert y el Destripador. La de la policía no tiene fecha, e incluye las letras «LD» y un número de registro. El papel es de calidad y color diferentes. Mide ocho por once pulgadas, de manera que no es del tamaño de una tarjeta de felicitación. Además de la disparidad en el texto y el diseño de la filigrana, el papel de la policía es de tina, mientras que el de Sickert y el Destripador es verjurado.

La compañía Alexander Pirie & Sons Ltd. comenzó a fabricar papel en el año 1770 en Aberdeen y, gracias a su prestigiosa reputación y su rápido crecimiento, pudo adquirir plantas, talleres y fábricas de tejidos de algodón en Londres, Glasgow, Dublín, París, Nueva York, San Petersburgo y Bucarest. A Pirie no se convirtió en firma autónoma hasta 1864, de lo que se deduce que no hubo una filigrana «A Pirie & Sons» antes de ese año. Sin embargo, la documentación que se conserva en Aberdeen no revela la fecha exacta en que A Pirie comenzó a usar su nombre en las filigranas. A Pirie se transformó en sociedad de responsabilidad limitada en 1882, se fusionó con otra firma en 1922, y desapareció del mercado en airón momento de la década de 1950.

Los expedientes de A Pirie & Sons se encuentran dentro de una cámara acorazada en Stoneywood Mills, en Aberdeen. Consciente de mis limitados conocimientos sobre la fabricación del papel, pedí a Joe Jameson, investigador de libros y documentos antiguos, que fuera a Aberdeen y echara un vistazo a los miles de escritos de A Pirie. Joe pasó dos días fríos y lluviosos rebuscando en las cajas, y extrajo datos sobre los residuos de cal, el hervido de trapos, las máquinas de papel, la cantidad de toneladas de sosa encargadas, el sedimento retirado del agua del río, accionistas, diagramas de marcas y clases de papel… prácticamente todo lo que uno querría saber sobre la fabricación del papel desde finales del siglo xvi hasta mediados del XX.

Durante la mayor parte de un siglo, se enviaron toneladas de papel A Pirie & Sons a Londres y otros lugares del mundo. Esta prestigiosa compañía tenía sus productos patentados, y no vacilaba en demandar a los fabricantes que intentaban engañar al público haciéndole creer que su papel era A Pirie & Sons. La pregunta que se impone en este caso es la que yo misma hice a Peter Bower: ¿Hasta qué punto era común la filigrana A Pirie que aparece en tres cartas del Destripador y en ocho de Sickert?

Sólo puedo decir con certeza lo que me respondió Bower después de su exhaustiva búsqueda en los archivos de la compañía: que aunque este producto no era poco corriente, era bastante inusual que se usase como papel de carta personal. Parece que el papel A Pirie se empleaba sobre todo para libros de bancos y oficinas, cartas comerciales y como papel de impresión y litográfico, en cuyo caso no llevaba filigrana. Ignoro en qué papelería encargaban los Sickert su papel de carta A Pirie & Sons de bordes azules.

Puede que la tienda no se encontrara en Londres y que no se conserve documentación sobre ella. Tampoco sé hasta qué punto era exclusiva esta filigrana en particular, pero no se encuentra entre los cincuenta y seis dibujos patentados que figuran en los archivos de Aberdeen.

Sin embargo, cabe la posibilidad de que yo no viera la filigrana porque los archivos de Aberdeen están incompletos. El único catálogo de A Pirie & Sons que conseguí encontrar es del año 1900, y en la lista de productos hay veintitrés dibujos, pero la filigrana en cuestión no está entre ellos.

Walter Sickert sabía de filigranas. Tenía conocimientos sobre el papel. Es difícil imaginar que al escribir las cartas del Destripador pasase por alto la filigrana. También cuesta pensar que no se fijase en el papel que usaba, como el de dibujo o el Monckton's Superfine, que era de excelente calidad. Quizás usara su papel personalizado de A Pirie & Sons y Joynson Superfine porque daba por sentado que, incluso si la policía reparaba en las filigranas incompletas, nunca relacionaría una carta del Destripador con el encantador artista y caballero Walter Sickert, de quien nadie sospechaba en aquellos tiempos. Cabe preguntarse, sin embargo, qué habría pasado si la policía hubiera impreso carteles con las filigranas incompletas de las cartas.

Tal vez nada. Aunque los amigos de Walter—o de Ellen—hubieran reconocido la filigrana, no habrían vinculado a Sickert con Jack el Destripador. Lo que más me sorprende es no haber hallado indicios de que la policía reparase en la filigrana, como debería haber hecho. Más del diez por ciento de las doscientas once cartas del Destripador que se encuentran en los archivos municipales de Londres tiene filigranas, o filigranas incompletas. No todo el papel con filigrana es caro, pero tampoco podía relacionarse con los pobres barriobajeros a quienes la policía atribuía las cartas del Destripador.

Sickert era tacaño con el papel. No lo despilfarraba. Si se quedaba sin él, pegaba los trozos que encontraba por ahí y enviaba una nota escrita en una especie de colcha de retazos. En varias cartas a Whistler apuntó: «No hay papel en casa», sobre todo cuando se dirigía a su maestro para pedirle dinero.

«Perdone que no pueda comprar papel, querido Jefe», escribió el Destripador el 15 de noviembre de 1888.

Para dibujar sus bocetos, Sickert empleaba infinidad de materiales, desde grueso papel higiénico marrón hasta papel de vitela. En 1888, no habría sido un hecho insólito que se examinase el papel y las filigranas durante una investigación civil o criminal. Es sorprendente e inexcusable que ningún policía o detective se fijase dónde y con qué escribía el Destripador. Alguien debería haber notado que la «tinta» era en realidad pintura, y que los «lápices» eran pinceles o plumas de plumín largo. Para darse cuenta de esto no se necesitaban microscopios, ni espectrofotometrías por infrarrojos, ni cromatografías por pirólisis de gases, ni espectrometrías de masas, ni fluorescencias de rayos X ni análisis de la activación neutrónica.

Una explicación para esta negligencia es que tanto la policía como otras personas nunca han dudado de que las cartas eran bromas. Las fotocopias y las fotografías no son el medio ideal para observar los delicados trazos del pincel, ni los bonitos colores — violeta, azul, rojo, granate, anaranjado, siena y sepia— que se emplearon para escribir las palabras y hacer salpicaduras y rayas en estas cartas de supuestos analfabetos o locos. Sólo los ojos de un experto en arte podrían detectar que las manchas que parecían de sangre eran, en realidad, de barniz para aguafuertes, y si el doctor Ferrara no hubiese usado una fuente de luz alterna Omnichrome y una variedad de filtros diferentes, no habríamos podido descifrar las palabras ocultas bajo una densa capa de tinta negra.

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