Morir a los 27 (55 page)

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Authors: Joseph Gelinek

Tags: #Intriga, Policíaco

BOOK: Morir a los 27
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—Exacto. Yo fui al Bernabéu para que me pagara. Pero allí me pusisteis las cosas muy difíciles, tú y tú —dijo señalando a los dos detectives.

—También estaba el agente Charley, al que arrojaste al vacío —le recordó Perdomo.

—No quería empujarle —dijo Ivo—, pero me descubrió allí arriba, y era él o yo.

—¿Así que no querías empujarle? ¡Ha quedado parapléjico de por vida, hijo de puta! —tronó el inspector. Pensó en abalanzarse sobre Ivo, a pesar de que estaba esposado, pero consiguió dominarse.

Mientras su jefe se enfriaba, Villanueva decidió continuar con el interrogatorio.

—¿Llegaste a entrevistarte con Winston en el Bernabéu? —preguntó.

—Sí —dijo Ivo—. Logré llegar al
backstage
. Pero me juró que su
road manager
se había confundido y había llevado todo el dinero a la habitación de su hotel. Me pidió que me reuniera con él en su suite del Ritz, después del concierto. Así que eso hice.

—¿Por qué pegaste la oreja a la puerta antes de entrar a la habitación? ¿Por qué no llamaste directamente? —Villanueva imaginaba la razón, pero quería oírlo por boca del búlgaro.

—En el momento de ir a llamar, escuché a dos personas hablando en la habitación, así que decidí no correr riesgos y esperé. Me escondí en un extremo del pasillo, hasta que vi cómo salía un camarero.

—Curro —recordó Villanueva.

—No sé su nombre —dijo Ivo—, pero era un muchacho joven. Cuando se alejó, entré en la habitación.

—Y allí le mataste. ¿Por qué? —preguntó Perdomo.

—Winston no quería entregarme el dinero acordado —dijo Ivo—, sólo la mitad. Pero aunque me hubiera entregado todo, yo iba dispuesto a acabar con él de todas formas. La mafia búlgara tiene una reputación que mantener, y además, él ya me había visto la cara y podía acudir a la policía. No quería dejar testigos.

—¿Tenía allí el dinero? ¿Te llevaste de su habitación medio millón de dólares? —inquirió Villanueva. Ivo afirmó con la cabeza.

—Pero rabioso porque no habías conseguido todo el dinero —intervino Perdomo, ya más calmado—, decidiste extorsionar a la viuda, pidiéndole un rescate por las cenizas. Y entonces la cagaste. Te creía más inteligente, Ivo.

El búlgaro sonrió con descaro, mostrando sus dientes relucientes y dorados.

—Estaré fuera de la cárcel antes incluso de que se fije la fecha del juicio. Branimir ya me lo dijo hace años: «En España todo sale gratis».

Perdomo volvió a sentir tentaciones de romperle la crisma al búlgaro, pero logró dominarse de nuevo.

—Ya veremos, Ivo, ya veremos —respondió desafiante el inspector—. Si lo que dice Djerassi es cierto, ¿por qué se tuvo que marchar a Estados Unidos? La policía española estaba a punto de echarle el lazo a tu cuñado, Ivo, por eso esa rata se vio obligado a poner pies en polvorosa. Y allí cometió otro error (con el IRS americano no se juega), y cayó en manos del FBI. Djerassi nunca saldrá de Attica, y tú te vas a pasar a la sombra bastante más tiempo del que tenías pensado. Ha llovido mucho desde que un recluso podía evadirse de una cárcel española con una pistola de jabón. Y con las pruebas que hay en tu contra, el juicio va a ser un mero trámite. Si por mí fuera, te lo ahorrabas. Irías directamente de aquí a una prisión de alta seguridad, con una condena de trescientos años.

Ivo volvió a sonreír cínicamente. De no haber estado esposado, se habría atrevido, incluso, a mostrarles a los dos policías el dedo corazón.

—Sólo queda que nos expliques —dijo Villanueva— qué cojones pinta Chapman en todo esto. ¿Cómo es que a ese pirado, de repente, le da por reivindicar el asesinato de Winston?

—Chapman está en Attica, en un módulo especial, igual que Branimir —dijo Ivo, que fue confirmando a los policías, palabra por palabra, todo lo que el asesino de Lennon le había relatado a su abogado—. Cuando oyó que alguien se había atrevido a asesinar a Winston con su revólver, sintió celos y una rabia infinita, y reivindicó el asesinato. No quería que nadie llegara a ser más famoso que él.

—¿Sabes la razón por la que ese chaval no ha salido aún de prisión, a pesar de los años que hace que ha cumplido su condena? —Perdomo podía presumir de información, gracias a que Amanda se lo había contado todo al respecto.

Ivo se quedó mirando al inspector, a la espera de la respuesta.

—Los que tienen que autorizar su libertad condicional —dijo el policía— están convencidos de que no duraría vivo, fuera de Attica, ni veinticuatro horas. John Lennon tenía y tiene tal cantidad de seguidores en todo el mundo que se cargarían al asesino de su ídolo en cuanto tuviesen la menor oportunidad.

—¿Y a mí qué cojones me importa Chapman? —respondió el búlgaro, con una mueca de desdén.

—Te lo cuento para que sepas lo que te espera a partir de ahora, gilipollas —le aclaró Perdomo—. Te pudrirás en la cárcel hasta que se te hayan caído todos y cada uno de esos dientes infectos que tú pareces apreciar tanto. Si es que no te liquidan antes en la prisión, claro. Matar a Winston ha sido como matar a Lennon, has provocado la ira y el resentimiento de millones de personas. No me extrañaría que tú mismo tuvieras que suplicar algún día al juez de vigilancia penitenciaria que te permita permanecer un día más en chirona. O como lo dirías tú, en tu no menos infecto castellano —Perdomo parodió el acento eslavo, para que la burla de Ivo resultara más sangrante—,
cuanto más se aproxime horrra de tu liberrración, más cerrrcana estarrrá horrra de tu muerrrte
.

80

Last Call

Algunos días más tarde, Amanda y Perdomo volvieron a reunirse en la taquería de Guadalupe, para hacer balance de la aventura que acababan de vivir.

—De modo —dijo la periodista— que Winston confió su propia muerte a un sicario, porque no tenía valor para suicidarse. ¡Vaya historia! Ahora sí que se va a vender mi libro.

—¿Tu libro?

—Cuando empezó todo, yo había escrito ya más de cien páginas de una biografía novelada de John Winston. Pero no tenía un final claro, y el libro estaba un tanto desestructurado. Pero después de lo que hemos vivido, puedo asegurarte que tengo en mis manos un auténtico
best seller
. Es como un melodrama decimonónico, con depresión de artista incluida. El pobre Winston era consciente de su descomunal talento y no podía soportar que sus semejantes no lo reconocieran. Por eso encargó que le mataran. Luego, de la noche a la mañana, su aparición en
CSI Miami
le catapulta a la fama y se ve obligado a dar marcha atrás. Pero deshacer un trato con la mafia búlgara le resultó imposible.

—Yo lo veo más bien como un acto supremo de narcisismo —puntualizó Perdomo—. Winston deseaba ser famoso a toda costa y estaba dispuesto a entregar incluso su propia vida para lograrlo.

Amanda estuvo a punto de atragantarse con su propia copa, al escuchar la temeraria simplificación que había aventurado el inspector.

—Dicho así —comentó—, dejas a Winston reducido a uno de esos
freakies
que se marchan a
La isla de los famosos
para recuperar la popularidad perdida. Winston era un genio. Cuando tienes mucho talento, el hecho de que te ignoren puede ser muy mortificante. Sobre todo si estás metido en un mal viaje de LSD. Acuérdate de lo que te contó la viuda cuando Winston empezó a experimentar
flashbacks
con la droga: aunque no la estuviera tomando, volvía a vivir episodios terroríficos, relacionados con su falta de éxito y sus deseos de morir, para lograr la inmortalidad. Su identificación con Lennon y con esa canción,
Happiness is a warm gun
, contribuyó a aumentar su delirio. Hasta que aquella fatídica Noche de los Patinadores en París se volvió loco del todo y encargó a la mafia búlgara que le mataran.

—Pecó de impaciencia —sentenció Perdomo—. Si hubiera esperado unos meses más… el éxito le estaba aguardando a la vuelta de la esquina.

—Eric Clapton, que también tuvo en su día muchos problemas con las drogas, sufrió una decepción parecida con el tema
Layla
. Clapton lo sacó en una versión acortada para la radio en 1972 y la canción fracasó. No llegó a encargar su propia muerte, pero se agarró una depresión de caballo, porque no podía entender que
Layla
no fuera un número uno. Al año siguiente la lanzó a las ondas en su versión original, de más de siete minutos de duración, y la canción no sólo arrasó en todo el mundo, sino que se convirtió en un clásico. Igual que está ocurriendo ya con los temas de John Winston.

—¿Adonde crees que hubiera podido llegar The Walrus, ahora que ya había despegado? —preguntó el policía.

—Estoy absolutamente convencida —dijo la reportera—, y así lo haré constar en mi libro, de que se hubieran convertido en los Beatles del siglo XXI. Aun así, no tienen mal futuro, con Big Wayne como nuevo líder del grupo.

El inspector puso cara de extrañeza. Era evidente que no se había enterado aún de la noticia.

—Se publicó anteayer,
honey
—le aclaró la periodista—. Era de prever, porque la admiración mutua desde que salió la versión rockera de
Shaken
era muy grande. Estaban condenados a entenderse, y la voz de Wayne, totalmente distinta a la de Winston, evitará que se establezcan comparaciones odiosas. Y tú, ¿qué? ¿No te van a nombrar comisario jefe de la UDEV después de semejante exitazo?

—Ni me van a nombrar, ni yo lo aceptaría: no estoy hecho para el trabajo de despacho. De momento, bastante tengo con la encrucijada sentimental en la que estoy metido. Me voy una semana con mi hijo a Nueva York, para poner tierra de por medio y madurar una decisión sentimental que aún no tengo tomada.

—¿Cuándo te vas?

—Pasado mañana.

—Pues por allí nos veremos —dijo Amanda.

—No entiendo. ¿Tú también vas a Nueva York?

—Pero por motivos de trabajo. He solicitado un permiso especial para entrevistar a Mark David Chapman y me lo han concedido. Pienso emplear parte del material para mi libro y el resto, saldrá en mi periódico.

—¿De modo que te has enterado?

—¿Enterarme? ¿De qué?

—Después de muchas dudas, Chapman colaboró con el FBI para identificar a Djerassi y el Comité de Libertad Condicional se lo ha tenido en cuenta. Podría salir en libertad dentro de tres meses. ¿No te parece paradójico? Ahora que el asesino de Winston ingresa en prisión, el de Lennon sale a la calle. ¿Tú crees que volverá a matar?

Nota del autor

Desde que empecé a imaginar la novela, sentí la necesidad de que cada capítulo llevase el título de una canción. Algunas son muy famosas, otras sólo les sonarán a los muy melómanos. Componen la banda sonora que propongo al lector para acompañar la lectura de
Morir a los 27
.

J. G.

Intro. Doit!

Intro
hace alusión al solo de guitarra de Steve Hunter que precede a
Sweet Jane
, de Lou Reed, en la versión
Live. Do it
es una canción de Nelly Furtado, pero también la
melodía
que Mark David Chapman escuchaba una y otra vez en su cabeza durante los días previos al asesinato de John Lennon.

1. Happy Birthday

O sea,
Cumpleaños Feliz
. El Libro Guiness asegura que es la canción más popular en lengua inglesa. Y la escribieron dos chicas, las hermanas estadounidenses Patty y Mildred Hill, en 1893.

2. We will rock you

El famoso tema de Queen. A pesar de que lo compuso el guitarrista del grupo, Brian May, sólo contiene treinta segundos de guitarra. El resto son voces
a cappella
, pateos y palmas.

3. Stormy Weather

Unblues del año 1933 que han cantado desde Ringo Starr hasta Ella Fitzgerald. A mí la versión que más me llega es la de Billie Holiday.

4. Fly me to the moon

Un éxito de 1954 que nadie ha interpretado mejor que Frank Sinatra.

5. Money for Nothing

La escribieron los Diré Straits en 1989 y no volvieron a repetir un éxito como éste. Comienza con un carneo vocal de Sting (
I want my MTV
), cantado en falsete.

6. Hotel California (side one)

Según la revista
Rolling Stone
, esta canción de The Eagles es uno de los cincuenta mejores temas de la historia. ¡Hasta viene incluida en
Guitar Hero
!

7. My old flame

Una canción muy melancólica que bordó Mae West en una vieja película de 1934. La letra dice: «Mi antiguo amor, ya no me acuerdo ni de su nombre, pero mis pensamientos vuelven a evocarlo, una y otra vez».

8. Sweet little woman

Encontraréis esta especie de reggae en el álbum
The Anthology
, de Joe Cocker.

9. Hotel California (side two)

Cuando este álbum salió a la calle (1977), los discos eran de vinilo y tenían dos caras. La cara B de
Hotel California
es también importante, ya que se cierra con una de las canciones más famosas,
The last resort
.

10.Let's spend de night apart

O sea, lo contrario de lo que proponían los Rolling Stones en
Let's spend the night together
. La letra del tema original es tan provocadora que incluso en fecha tan reciente como 2006 fue censurada en China, durante la primera gira de los Rolling Stones.

11. Helio, Goodbye

Una canción de los Beatles sobre el yin y el yang. «La respuesta a todo es simple —dijo Paul McCartney—. Es una canción acerca de todo y nada. Si tienes negro, tienes que tener color blanco. Eso es lo increíble acerca de la vida.»

12. All you need is ears
.

Así se llama la autobiografía —que recomiendo fervorosamente desde estas páginas— de George Martin, «el quinto Beatle». La canción original a la que alude este título es
All you need is love
.

13. Forever Young

Una romántica balada del grupo alemán Alphaville, perteneciente al álbum del mismo título de 1984.

14. When numbers get serious

Un tema muy animado de Paul Simón que dice: «Cuando los números se vuelven importantes, los ves por todas partes».

15. Guadalupe

La conocida copla gallega, más conocida por
A Rianxeira
u
Ondiñas veñen e van
. La última vez que la escuché fue en la versión de Linda Rondstat y Los Chieftains, que la cantan con el nombre de
Guadalupe
.

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