Marea oscura II: Desastre (36 page)

Read Marea oscura II: Desastre Online

Authors: Michael A. Stackpole

Tags: #Ciencia ficción

BOOK: Marea oscura II: Desastre
2.48Mb size Format: txt, pdf, ePub

Los dientes, de un blanco reluciente, sonreían con frialdad en la boca sin labios.

El esqueleto caamasiano estaba allí, con la cabeza inclinada hacia abajo, mirando el villip que tenía alojado en el hueco de las piernas cruzadas. La bola de tejido empezó a cobrar rasgos deformes. La voz que resonó era igual de inquietante y amenazadora. Su dominio del Básico era bueno, pero parecía resultarle difícil la pronunciación.

—Soy Shedao Shai. Tú estuviste en Bimmiel. Mataste a dos de los míos y dejaste que se los comieran las alimañas. Robaste los huesos de mis ancestros. Esto que te ofrezco es un ejemplo de cómo deben adorarse los huesos de un guerrero yuuzhan vong caído.

La voz se suavizó de modo casi imperceptible.

—Siento que tus acciones me obligaran a matar a Elegos. Quiero que sepas que lo hice yo mismo, con mis propias manos. Mientras le estrangulaba, leí en sus ojos que se sentía traicionado, pero sólo al principio. Antes de morir, acabó por comprender la necesidad de su muerte. Tú también tendrás que entenderlo.

Los ojos del yuuzhan vong se entrecerraron en la superficie del villip.

—Nos encontraremos, cada uno con sus fuerzas, en el planeta que llamáis Ithor. Si tienes algo de honor, y Elegos me aseguró que así era, me devolverás los huesos de mis antepasados. En caso contrario, serás tú quien haga inútil la muerte de tu amigo.

Corran sintió las manos de Wedge en los hombros cuando el villip se hizo una bola. El Jedi apagó el sable láser, dejando la cabina a oscuras y ocultando el esqueleto dispuesto frente a él. Alargó la mano izquierda, buscando calor, buscando algo de la esencia de Elegos, pero sólo sintió frío.

—Wedge… Elegos era tan… Era tan pacífico. Él…, él me salvó a mí y a mi cordura cuando estaba con los piratas. Ayudó a salvar a Mirax —Corran agachó la cabeza—. ¿Y sus asesinos me dicen que su muerte es culpa mía? Elegos no hizo nunca daño a nadie, ¿y le matan para dejar algo claro?

Wedge apretó con fuerza los hombros a Corran.

—Los yuuzhan vong pensaron que éste era el único mensaje que entenderías.

Ya, bueno, este Shedao Shai lo ha dejado bien claro —Corran se puso en pie—. Quiere recuperar esos huesos, pues los tendrá, y en una caja enorme también. Y voy a meter los suyos también en la caja, para que los vong puedan llevarse ese apestoso paquetito adonde quiera que esté su hogar.

Capítulo 29

La luz de la representación holográfica del sistema ithoriano caía sobre el rostro de los asistentes al encuentro en la sala de reuniones. Luke observó cómo cambiaba y bailaba cuando el almirante Kre'fey variaba la perspectiva. El centro de la imagen giraba alrededor de Ithor en una órbita espiral que se iba separando de las ciudades-nave a medida que los vehículos se alejaban lentamente de lo que una vez fueron sus hogares.

El almirante bothan congeló la imagen ahí.

—El proceso de evacuación va bastante bien. Las ciudades-nave no tienen la estructura necesaria para realizar el salto a la hipervelocidad, ni siquiera instalando los motores adecuados. Las mantendremos protegidas de los yuuzhan vong, y todas las naves que podamos infiltrar seguirán evacuando gente.

El almirante Pellaeon asintió solemnemente.

—Jamás hubiera creído posible la evacuación de toda la población de un planeta.

Corran frunció el ceño.

—Todavía no hemos sacado a todo el mundo, ni de lejos. Y, además, hay mucha vida que se va a quedar atrás en Ithor. Sólo nos estamos llevando las partes con más capacidad de movimiento.

Kre'fey asintió y miró al datapad que empleaba para controlar el holoproyector.

—Siguiendo un cálculo optimista, en una semana habremos completado la evacuación, contando con que consigan llegar las naves extra que he solicitado.

El precio del billete desde planetas como Agarrar se está disparando, por lo que cualquiera con una nave capaz de llevar carga se dirige hacia allí para recoger pasajeros. Es una carrera contra reloj, y las posibilidades de ganar son cada vez más escasas.

El Maestro Jedi suspiró. La seriedad de las palabras del bothan le había afectado.

—¿Tu primo no puede hacer nada?

Traest Kre'fey se rió a carcajadas.

—Pues no, la verdad es que no. Sus consejeros han vuelto a Coruscant en una de las primeras naves.

Corran arqueó una ceja sorprendido.

—¿Borsk se ha quedado atrás?

—Así es.

El Jedi corelliano alzó ambas manos con las palmas hacia arriba, como si sostuvieran los platillos de una balanza.

—Valiente o estúpido. Valiente o estúpido. No sé cuál de las dos opciones prefiero creerme.

—Mientras no cause problemas, me da igual lo que sea —el bothan suspiró—. Pero lo cierto es que las posibilidades de que no cause problemas son mínimas.

—Y ciertamente insignificantes —Pellaeon juntó las yemas de los dedos—. Nuestros ingenieros han terminado en la estación de tierra. Las defensas están en posición. Conchas defendiendo a una concha, pero debería ser suficiente para engañar a los vong.

Luke asintió.

—Bien. Los Jedi pronto habrán terminado los preparativos en el
Bahía de Tafanda.
Yo preferiría tener más tiempo para asegurarme de que las cosas salen bien y hacer algunas simulaciones, pero cuando haya que irse nos iremos. Lo cierto es que todo depende de los yuuzhan vong.

—Así es, no hay duda —Kre'fey pulsó un botón de su datapad, y la espiral de la zona de visionado continuó describiendo un largo arco hacia las profundidades del sistema solar. Allí, alojada entre un cinturón de asteroides y un gigante gaseoso, estaba la flota yuuzhan vong. Las naves casi parecían un grupo de asteroides que salían lentamente del cinturón para seguir orbitando alrededor del gigante gaseoso, pero su ruta apuntaba inexorablemente hacia Ithor.

La imagen de la flota hizo que Luke sintiera escalofríos.

El almirante bothan se sentó y se alisó la barba blanca con ambas manos.

—Desde que aparecieron en el sistema hemos realizado numerosas simulaciones del probable desarrollo de la batalla. Con las fuerzas con las que cuenta cada bando, el resultado es bastante coherente. Nos enfrentaremos en el espacio, nos causaremos daños los unos a los otros y nos retiraremos cada bando a un lado del planeta. Al paso que avanzan, nos encontraremos en tres días, puede que cuatro. Una gran batalla, y después ambos nos retiramos.

Gilad Pellaeon se echó hacia delante y se mesó el bigote con los dedos pulgar e índice.

—He solicitado refuerzos, y sé que ustedes también. Lo que no me gusta de las simulaciones que he realizado es lo siguiente: los vong podrían asignar un pequeño contingente de sus cazas y enviarlo a por las ciudades-nave cuando nosotros nos retiremos. Tendremos que reaccionar, equilibrando la balanza de poder aquí. Ithor estará abierto para ellos.

Corran entrecerró sus ojos verdes.

¿Pueden sus refuerzos entrar en el sistema en una posición en la que sirvan de cobertura a las ciudades-nave?

El almirante imperial asintió.

—Eso sería relativamente sencillo de conseguir,
y
además permitiría que mis refuerzos contribuyeran a la tarea de evacuación.

—Y la evacuación es más importante que matar a cualquier escuadrón de incursión yuuzhan vong —Luke miró a Corran—. ¿Qué pasa? El Jedi corelliano parpadeó y se miró las manos.

—Pues que, según parece, lo que realmente necesitamos no es una sepa-ración, sino una tregua.

Pellaeon asintió.

—Eso sería muy útil, pero el destino de su amigo caamasiano hace pensar que es poco probable.

—Puede que no.

Luke miró a Corran, y una oleada de sentimientos enfrentados emergió del Jedi de cabello oscuro.

—¿Qué tienes en mente? Has planeado algo.

—Me has pillado —Corran apretó los labios—. No quiero decepcionarte, Luke. Sé que no es posible, pero… ya oíste lo que me dijo Shedao Shai. Yo envié un mensaje a Agamar. Mañana me llegarán los huesos que recuperó aquel equipo arqueológico. Tengo algo que Shedao Shai quiere.

Luke negó con la cabeza.

—¿No estarás pensando en hacer una estupidez, no? ¿Ibas a traerlos hasta el
Bahía de Tafanda
y utilizarlos como cebo?

—No sabía exactamente lo que hacer. No había llegado todavía a la planificación —Corran se miró las manos abiertas y las apoyó en la mesa—. Yo sólo sabía, tenía la certeza de que debía traer esos huesos aquí. Quizá los hubiera enviado al sol para explicar a Shedao Shai lo que había hecho, y para que se metiera en la atracción de la gravedad solar al intentar rescatarlos y se quemara. No sé.

Kre'fey se rascó la barbilla.

—¿Cambiar los huesos por una tregua? No creo que eso funcione. Corran negó con la cabeza.

—No funcionará.

Luke percibió que la incertidumbre abandonaba el tono de Corran. —¿Qué Qué quieres decir?

Me he equivocado al decir que tengo algo que Shedao Shai quiere. Tengo los huesos y me tengo a mí. Yo maté a dos de los suyos en Bimmiel, y por eso él mató a Elegos. Quiere matarme.

El almirante imperial sonrió lentamente.

—Y usted quiere matarlo a él.

—No me importaría hacerlo —el Jedi corelliano alzó la cabeza—. Lo que propongo es lo siguiente. Yo retaré al líder vong a un duelo. Si él gana, se lleva los huesos. Si gano yo, me quedo con Ithor. Para acordarlo, estableceremos una tregua. ¿Cuánto tiempo hace falta? ¿Una semana? ¿Dos?

—Una semana estaría bien, dos mucho mejor —Kre'fey asintió—. Esto podría ser una solución.

Luke negó con la cabeza.

—No, imposible.

—¿Maestro? ¿Por qué no?—En primer lugar, porque Borsk Fey'lya jamás estará de acuerdo. Kre'fey se aclaró la garganta.

—Ojos que no ven, corazón que no siente.

Corran asintió.

—Y en caso de que no funcione, si Shedao Shai no se muestra de acuerdo, no tendremos que dar explicaciones de otro fracaso Jedi.

—Corran, sigue sin ser correcto. Si le retas a un duelo, tú serás el agresor. Le estarás obligando a actuar. Y eso no es propio de un Jedi.
Te acercas peligrosamente al Lado Oscuro, amigo mío.
Luke no expresó en voz alta sus preocupaciones porque no estaba seguro de cómo se lo tomarían ambos almirantes.

El Jedi vestido de verde se sentó en silencio un momento, y asintió lentamente.

—Creo que entiendo tu preocupación, Maestro, pero esto se remonta a la discusión que tuvimos en una reunión hace meses. Puedo sentir el objetivo de la potencia vong. Sé que hacer esto es como adelantarse a sus acciones. Elegos se marchó por su cuenta para intentar impedir la invasión, y, bueno, si yo también puedo hacerlo, aunque sea por un día, estaré aumentando las posibilidades de que pueda escapar más gente. Quizá no sea la decisión que queremos tomar, pero es la única que parece posible por el momento.

—Pero el ejemplo que darás… a Kyp le va a encantar.

—Lo sé —Corran cerró los ojos y se apoyó en el respaldo—. Ojalá encontrara otro modo, Maestro, pero éste me parece el mejor.

Luke quiso protestar y prohibir a Corran que cerrara el trato con el líder yuuzhan vong, pero no lo hizo por la sensación de calma que percibió en su colega.

El Maestro Jedi miró a los dos militares.

—¿Estáis los dos de acuerdo con este plan?

Pellaeon soltó una risa burlona.

—¿Un hombre haciéndose el héroe para decidir el futuro de un planeta entero y de su población? Es lo último que el Imperio aprobaría. No sólo es arriesgado para el agente en cuestión, sino que alentaría a otros a emprender acciones insubordinadas cada vez que creyeran estar en lo correcto. Si estuviera bajo mi mando, prohibiría sus acciones, pero no lo está. Por otro lado, soy consciente de que es una situación absolutamente desesperada, y, si esto funciona, yo estoy dispuesto a seguir adelante. La decisión corre de cuenta del oficial al mando.

El almirante Kre'fey frunció el ceño.

—Creo recordar que había una buena razón para convocar al coronel Horn al servicio activo, pero ahora mismo se me escapa —suspiró—. Estoy de acuerdo con el almirante Pellaeon. Esto no me gusta nada, pero creo que es una oportunidad que debemos aprovechar. Las naves van todo lo rápido que pueden, y es más necesario ganar tiempo que la propia batalla. Al menos esto nos hará ganar tiempo. Y si además salva a Ithor, mejor que mejor.

Luke asintió, solemne.

—Esto no me gusta nada, pero… —miró a Corran—. Confío en tu buen juicio. Sé que harás lo correcto.

Other books

The King's Bastard by Daniells, Rowena Cory
Taming the Bad Girl by Emma Shortt
The Girl Born of Smoke by Jessica Billings
Socrates by Christopher;taylor, C. C. W. Taylor
1963 - One Bright Summer Morning by James Hadley Chase
Worth the Weight by Mara Jacobs