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Authors: Lydia Cacho

Los demonios del Eden (18 page)

BOOK: Los demonios del Eden
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25. Succar leyó Lolita

En el video Jean Succar asevera que todo lo que hace con niñas, aun las de cinco años de edad, es normal. Al igual que todos los políticos y empresarios que participaron en esta red de explotación sexual, millones de hombres y mujeres han crecido en una cultura en la cual el sexo con menores es considerado “interesante y sexy”. Quienes consideran que hombres como Succar no tienen valores, manifiesta la sexóloga Patricia Escobar, se equivocan, poseen valores masculinos sólidos. Y lo explica:

—La prostitución se sustenta en viejos valores culturales. Desde la literatura del siglo XIX hasta el cine de nuestra época la han glorificado como un tema “interesante”, a tal grado que pocos de los grandes novelistas varones que se precien de contar con un alma masculina intelectual se abstienen de la tentación de escribir algún libro que mencione prostitutas sucias y sensuales que se desenvuelven en ambientes sórdidos y hombres interesantes que se enamoran de ellas pero las desprecian por ser putas.

Pocos intelectuales niegan sentirse fascinados por Lolita o Dolores Haze, la ninfa de doce años de edad de quien Humbert Humbert —ambos personajes del novelista ruso Vladimir Nabokov— se enamora perdidamente. La novela, considerada una joya literaria, está clasificada como “una obra literaria de erotismo sublime, en la cual Humbert, un intelectual ruso de edad madura que llega a Estados Unidos en busca de su amor adolescente perdido, se enamora de una niña de doce años; para conquistarla desarrolla los planes más elaborados para hacerse dueño de su pasión prohibida”.

El caso de la sublimación del abuso sexual infantil más reciente es el del afamado escritor colombiano Gabriel García Márquez, quien recibió un ataque feminista por internet en casi todos los países de Latinoamérica por su libro Memoria de mis putas tristes. Al respecto la periodista colombiana Sonia Gómez Gómez escribió en octubre 27 de 2004:

Mientras el país se da golpes de pecho, se rasga las vestiduras, se asombra y se pregunta por qué crecen las cifras de violencia sexual contra los menores de catorce años, especialmente contra las niñas, nuestro Nobel y sus editores se llenan los bolsillos de plata con Memoria de mis putas tristes, que recrea las aventuras de un anciano que empieza su relato contando cómo “el año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor loco con una adolescente virgen... Me acordé de Rosa Cabarcas, la dueña de una casa clandestina que solía avisar a sus buenos clientes cuando tenía una novedad disponible. . .“. La novedad disponible para el antañón de manas fue, por supuesto, una virgencita de catorce años”... morena y tibia. La habían sometido a un régimen de higiene y embellecimiento que no descuidó ni el vello incipiente del pubis. Le habían rizado el cabello y tenía en las uñas de las manos y los pies un esmalte natural, pero la piel color de la melaza se veía áspera y maltratada. Los senos recién nacidos parecían todavía de un niño varón, pero se veían urgidos por una energía secreta a punto de reventar... Un tierno toro de lidia”. ¿Qué novelón tan parecido a la realidad? ¡Ah, pero claro! es que estamos en el mundo del realismo mágico, en el mundo de las miles de ‘puticas tristes’ que no lo son porque les da la gana, sino, precisamente porque una cultura machista, perpetuada por la literatura, por los textos escolares, por la tradición, ha enseñado a los varones que tienen derecho a darse esos gustazos con virgencitas indefensas, con pieles ásperas y maltratadas.

Qué odiosa esa literatura que reproduce el esquema de la mujer objeto; esa literatura que se vende como pan caliente y llega a los salones de clase y se convierte en un texto obligado, para que a los chicos no se les olvide que a los veinte, los cuarenta, los ochenta o los noventa, la sociedad les da el derecho de quitarle la ropa a una niña y violarla, sin que a nadie le importe su indefensión y su desgracia.

Yo protesto contra esta literatura sexista, venga de donde viniere, así el autor de manas se llame Gabriel García Márquez, que más bien debería haberse ocupado, a estas alturas de la vida, por contarnos historias que nos den luces para salir de esta noche negra de Colombia, donde los niños y especialmente las niñas, se han convertido en carne tierna para roedores humanos. Me uno al coro de muchas mujeres que como yo estamos indignadas con la tal novela de las putas tristes, porque ya estamos cansadas de que la literatura hable de las putas que venden su cuerpo por el hambre y de que guarde silencio ante los “putos” de todas las pelambres que se acuestan con niños y niñas, no por hambre, sino por saciar sus inseguridades y por reafirmar un poder que no tienen.

“¡Por Dios, señora, si es sólo ficción!”, dirán algunos. Pero cito a Florence Thomas cuando escribe: “El lenguaje es el fundamento de la reproducción del sexismo; es un aparato de construcción y de representación de la realidad y, por consiguiente, de la acción sobre ella por medio de elaboraciones simbólicas. A través de él internalizamos ideas, imágenes, modelos sociales y concepciones de lo femenino y de lo masculino, entre otras. En este sentido no habrá ni devenir femenino, ni nuevos sujetos, si dejamos el trabajo sobre lo simbólico y sobre el lenguaje, todo ese sistema de representaciones del mundo que conforman los pilares de nuestras identidades”.

26. El juicio en Cancún

Cuando la PGJE interrogaba a Emma, se supo que ella había llevado a su hermanita, a una prima y a un primo a casa de Succar Kuri, quien en un momento dado abusó de dichos niños. De inmediato Emma fue juzgada por la prensa y por agentes del DIF municipal y de la Procuraduría General de Justicia del Estado. Aunque la joven (quien a su vez fue llevada a los trece años por otras amiguitas de la escuela) lo hizo cuando era menor, ahora que ha alcanzado la mayoría de edad —tiene veinte años— se le quieren imputar delitos de complicidad con Succar.

Este fenómeno se liga a la cultura dominante, en la cual la policía persigue, hostiga, extorsiona y encarcela a las mujeres por ejercer la prostitución, pero nunca hace lo mismo con los lenones que las explotan, maltratan y esclavizan. Hay un acuerdo tácito de proteger a los hombres que usan a las mujeres de cualquier edad para el sexo (por supuesto, no se trata de todos ellos, sino de los involucrados en estos hechos). Lo cierto es que rara vez se cuestiona a un varón que paga por sexo, pero sí a una mujer que lo vende. En ese curioso binomio perfecto hay una constante: la mujer, sin importar su edad, siempre resulta culpable de seducir al varón, ya sea a los ojos de Maupassant, Baudelaire, Succar Kuri, o la fantasía de García Márquez. De tal modo, los clientes de la prostitución casi nunca han sido tocados por la ley. En algunas culturas incluso prevalece la prostitución sutil, que consiste en la venta de mujeres adolescentes, que son ofrecidas a los hombres como una dote a cambio de un terreno o incluso de ganado.

—¿Es posible que encarcelen a Emma y a su madre por complicidad con Succar? —le preguntamos a la abogada Verónica Acacio.

—Sí —es su respuesta—. Si la procuraduría de justicia tiene suficientes elementos y presiona, puede lograrlo con facilidad.

—¿Por qué? —la urgimos a precisar.

—Muy sencillo —explica la litigante—; al fin y al cabo, en nuestra cultura, en la mente de los violadores y agresores, las mujeres son las culpables por dos razones: por el hecho de ser mujeres y por ser deseables para ellos. Yen esa cultura están insertados muchos de los policías, los jueces, los magistrados y algunos periodistas. ¿Cuántos de ellos crees que consideran normal la prostitución o la han utilizado? Los que entienden el fenómeno de la explotación sexual de las mujeres son, por desgracia, la excepción, no la regla.

¿Será posible que se sustraigan de esa cultura millones de hombres adolescentes y adultos que en la actualidad son usuarios de todos los tipos de pornografía y prostitución? (internet, revistas, libros, televisión por cable, tiendas, burdeles). Resulta sumamente difícil.

La psicóloga y maestra en sexología Claudia Fronjosá Aguilar señala:

La educación de las nuevas generaciones es la única respuesta. Basta hacer un breve viaje por la historia que nos ha nutrido durante siglos, la que nos ha formado en lo que es “ser hombre” y “ser mujer”.

En la antigua Grecia y en Roma se obligaba a las prostitutas a portar ropa que las distinguía de las demás mujeres, y además pagaban impuestos altísimos. Para la religión judía no hay prohibición contra la prostitución, los hombres pueden pagar por sexo; miles de judíos ortodoxos de Israel pululan por el barrio rojo de Tel-Aviv, esa ciudad famosa por sus altos índices de explotación sexual y prostitución. Sin embargo, las prostitutas deben pertenecer a otra fe, no a la judía. El patriarca Moisés impuso estas medidas.

Fue justo en el Oscurantismo, es decir, en la Edad Media en Europa, cuando se inventó el matrimonio religioso tal como hoy lo conocemos y se concibió la forma de familia nuclear moderna. A la vez, en ese tiempo la prostitución alcanzó el mayor crecimiento de la historia, al ser insertada en el sistema del Estado. Se le reguló y protegió, se le adjudicaron cuotas especiales para el erario. Entre las historias más curiosas se encuentra la de la ciudad francesa de Toulouse, cuyo gobierno local se mantuvo en la gloria debido a los cuantiosos ingresos por impuestos surgidos de los burdeles, con los que se construyó la famosa Universidad de Toulouse.

En Inglaterra, para la apertura de un burdel se precisaba de la venia del Obispo de Winchester; si él lo aprobaba, los lords del Parlamento signaban el permiso.

Pero se habló de las enfermedades de transmisión sexual y el Estado decidió regular a las “sucias prostitutas que contagiaban a los hombres”. Así surgieron los primeros proyectos de ley, en el siglo XVI, destinados a establecer controles sanitarios sobre las prostitutas, pero de los clientes y su habilidad para contagiar a veintenas de mujeres no hay rastro en la historia. Los moralistas intervinieron — intentaron clausurar los burdeles por completo—, pero los ciudadanos se negaron; entonces comenzaron las primeras razzias del Estado contra las prostitutas y es probable que en ese momento naciera lo que hoy es un deporte internacional: la extorsión y violación policíacas de las prostitutas.

Llega a tal grado la fusión de la normalización de la explotación sexual, que el delito de tráfico de personas en México sigue tipificado por las autoridades como “trata de blancas”, un término del siglo XVI y que se refiere al secuestro de mujeres que eran vendidas básicamente por marineros en diversos países de Europa y América.

27. Turismo sexual

La nueva era empresarial presenta la explotación sexual como un negocio sumamente lucrativo para las mafias que lo controlan. Se dice que el turismo es la empresa del siglo XX, a la cual acompaña la venta, desde sitios de internet de fácil acceso, de tours paradisíacos con sexo pagado incluido para el viajero con mujeres exóticas, jóvenes y dispuestas. Casi nadie escapa de esta lacerante realidad: América Latina, Asia, Estados Unidos, Europa, África, Canadá, Oceanía. Según el Unicef, más de un millón de niñas y niños son robados al año para insertarlos en el negocio del turismo sexual con infantes. De acuerdo con Rafael Macedo de la Concha, la mi investiga a Succar por ofrecer a sus niñas por vía cibernética para tender una red de turismo sexual infantil. María Rubio, esposa del gobernador de Quintana Roo, asegura que en su estado existen mafias que controlan el turismo sexual con infantes. Pese a todo, las autoridades, muchos medios, e incluso especialistas de la sociedad civil organizada, llaman aún a este fenómeno “prostitución infantil”, lo que implica, de manera falsa pero inconsciente, que hay un intercambio de dinero y de voluntades entre un adulto que paga por tener sexo con una niña de trece, catorce o quince años, quien es forzada a aceptarlo para que su explotador cobre.

La página de internet www.missingkids.com presenta una lista de las razones por las que los hombres adultos compran paquetes para tener sexo con niñas en países como Cuba y México.

La industria de la pornografía infantil, directamente relacionada con el abuso sexual, el secuestro (para fines sexuales) y la explotación infantil, genera ganancias multimillonarias y, al igual que la del cine pornográfico, se entrelaza cada vez con mayor desenfado con las industrias formales. Todo ello no sería posible sin tres elementos: la protección de hombres de poder al crimen organizado que sustenta estos males sociales, la corrupción del Estado y la visión androcéntrica que protege los intereses masculinos (se calcula que más de trescientos millones de hombres adultos en América Latina pagan por tener sexo con mujeres jóvenes [Agencia de las Naciones Unidas para la Mujer: Unifem].

En algunos países árabes y del sudeste asiático, donde el patriarcado es notoriamente fuerte, la venta, utilización y castigo de niñas y mujeres son vistos con naturalidad. En el video grabado sin que él lo supiera, Jean Succar afirma que no es muy malo lo que hace. Además, durante una conferencia de prensa un agente de la PGR lanzó al aire un: “¿Y si en el Líbano es normal que se metan con niñitas?”, a lo cual nadie respondió.

Las redes de turismo sexual se extienden de tal forma que incluso los taxistas de ciudades como Cancún se convierten en “contactos” para llevar a los turistas a su destino final: los sitios de explotación sexual de menores.

28. Después de la tormenta

Jean Succar Kuri asegura de voz propia en el video grabado que siempre ha tenido sexo con niñas de incluso cinco años de edad. A Gloria, su esposa actual, la conoció en Acapulco cuando tenía quince. El pederasta vivía dos semanas del mes en Cancún desde hace veinte años. El resto del tiempo viajaba a Los Ángeles, California, a Las Vegas, Nevada, a Hong Kong, y a donde sus negocios lo llevaran para traer consigo cuantiosas sumas de dinero en efectivo. Comenzó con una fuente de sodas en el aeropuerto de Cancún y un par de tiendas de playeras baratas para turistas. Años después era propietario de cincuenta villas y operador del Hotel Solymar. Tenía a su nombre tres tiendas de artesanías en el aeropuerto de Cancún y hasta la fecha es dueño del restaurante central del mismo aeropuerto, concesión que consiguió por medio de su amigo Alejandro Góngora. Asimismo, es propietario de un restaurante en Los Ángeles y de una mansión en esa misma ciudad.

A la fecha en que termino de escribir este libro, han transcurrido catorce meses después de la denuncia presentada contra Succar Kuri y once meses de que fuera detenido y encarcelado en Chandler, Arizona. Se sabe ya que hay mucho más detrás de la historia de un “viejo árabe” que tiene una perversión por niñas y niños menores. Se sabe que Gloria Pita es experta en manejo de internet y en armado de páginas cibernéticas. Se sabe que los primeros abogados defensores de Succar en Cancún, los litigantes Gabino y Sidharta Andrade, renunciaron tan sólo cuatro meses después de ser presentada la denuncia y que en su lugar quedó Joaquín Espinosa, “El Guacho”, reconocido en Quintana Roo por su defensa de hombres como Mario Villanueva Madrid, ex gobernador del estado. “El Guacho” amenazó de muerte a los abogados Andrade y mandó golpear al joven Sidharta, en la lucha por recuperar propiedades de Succar Kuri, mientras éste sigue preso. La familia Andrade procedió legalmente, denunciando los hechos ante la PGR y, en tanto que Succar asegura que intentaron robarle sus propiedades, aprovechando que él estaba en prisión, los Andrade replican que eso es falso y que todo es una venganza de Succar porque ellos, al descubrir que les había mentido, renunciaron a su defensa.

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