La profecía de Orión (12 page)

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Authors: Patrick Geryl

Tags: #Ensayo, #Ciencia

BOOK: La profecía de Orión
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Más conclusiones: los signos con un periodo de 2592 y 2016 están en esta serie al comienzo y al final. Esto significa que están en oposición como en el zodíaco real. Los signos con una duración de 2304 y 1872 se hallan en el medio.

Descubrí aun más series de números. En los cálculos precedentes pueden apreciarse junto a las series de múltiplos de 72, las multiplicaciones equivalentes (por ejemplo, 720 = 72 x 10). Al multiplicar los múltiplos por los números equivalentes de los múltiplos, arribé a las siguientes series:

720 x 10 = 7200

576 x 8 = 4608

432 x 6 = 2592

288 x 4 = 1152

144 x 2 = 288

En esta última serie resté del número más alto (7200) el número justo debajo de él (4608), y obtuve como resultado el número 2592, lo cual es muy importante. Por lo tanto, repetí este ejercicio unas pocas veces. Apareció una serie de cuatro números. Otra resta siguiendo el mismo método, dio como resultado el número 576, tres veces. Este es un asombroso resultado que conduce a la siguiente solución:

7200 - 4608 = 2592
2592 - 2016 = 576
4608 - 2592 = 2016
2016 - 1440 = 576
2592 - 1152 = 1440
1440 - 864 = 576
1152 - 288 = 864

Usted puede apreciar que 576 aparece tres veces, entonces multiplíquelo por tres: 576 x 3 = 1 728. Cuando se divide la primera serie por este número, se obtiene:

7200 ÷ 1728 = 4,1666666

4608 ÷ 1728 = 2,6666666

2592 ÷ 1728 = 1,5

1152 ÷ 1728 = 0,6666666

288 ÷ 1728 = 0,1666666

Cuando se resta la serie hallada dos veces entre sí, según se indica precedentemente, se arriba a:

4,1666666 - 2,666666 = 1,5

2,6666666 - 1,5 = 1,1666666

1,5 - 0,666666 = 0,8333333

0,6666666 - 0,1666666 = 0,5

1,5 - 1,1666666 = 0,333333

1,1666666 - 0,8333333 = 0,333333

0,833333 - 0,5 = 0,333333

Las series son claras: algo tiene que dividirse o multiplicarse por tres. Luego de hacer algunos trabajos de investigación, encontré el vínculo. Los números 288 y 864 se hallan en estos cálculos al terminar las series, donde encontré el número 576 tres veces, como resultado final, entonces es lógico que deban multiplicarse por tres.

288 x 3 = 864

864 x 3 = 2592

Ambos números apuntan a códigos que descifro en la parte que sigue.

864 ÷ 2592 = 0,3333333

El número 864 es el primer período en una progresión estelar en la Atlántida; 2592 es el segundo. Si tiene que dividir 864 por 2592, entonces significa que debe seguir el mismo procedimiento para todos los periodos siguientes.

Los códigos secretos del zodíaco de la Atlántida

En el último año de este ciclo, advertimos que aparece el número 10; ¡ese año la Atlántida fue destruida completamente!

Luego del descubrimiento de estas series de números, me quedé en silencio por unos momentos, pues debía contemplarlo. Sus cálculos demostraban con suficiente claridad que la Tierra no podía, de ninguna manera, recorrer un ciclo completo del zodíaco. Cada tantos miles de años ocurría algo desastroso, lo cual revertía el movimiento a lo largo del zodíaco. Pero, cómo hacían para predecir el fin del mundo, aún seguía siendo un misterio para mí. Aquí y allá vislumbro un rayo de esperanza para seguir desvelando los códigos. Si, por ejemplo, usted llegara a estudiar el movimiento a lo largo del zodíaco antes y después de cada cataclismo, notará que a veces se produjeron drásticos cambios. Antes del primer cataclismo, el zodíaco pasó de la estrella de Libra a Leo (Libra ➙ Virgo ➙ Leo). En Leo, la superficie de la Tierra cambió drásticamente: partes del terreno se hundieron bajo el mar, nuevas islas surgieron, hubo volcanes que entraron en erupción, etc. Cuando todo volvió a aquietarse, pareció como si se hubiera producido un gran giro en la precesión del zodíaco y ahora iba para el otro lado.

En otras palabras, cierto mecanismo, algo en el interior de la Tierra se había dado vuelta completamente. Eso hizo que el movimiento fuera de la siguiente manera: Leo ➙ Virgo ➙ Libra. Un par de semanas antes, yo había leído un artículo sobre la reversión del campo magnético de la Tierra y fue bueno que lo hubiese guardado. Volví a leerlo con gran atención y pronto me convencí de que contenía una importante clave para resolver el misterio. Lo resumiré aquí, para usted: la parte ígnea de la Tierra —o «magma»— pesa alrededor de quince mil millones de toneladas. En su centro rota un núcleo a una velocidad apenas un poco mayor que las masas circundantes. El núcleo interno sólido de la Tierra tiene un radio de 1200 kilómetros y «flota» en el núcleo externo líquido; tiene una consistencia similar a un jarabe, un radio de 3500 kilómetros y ambos están formados mayormente de hierro. La temperatura del núcleo interno es superior a la del externo, por lo tanto, cabe esperar que el núcleo interno también sea líquido. Pero, dado que la presión es mayor que la del núcleo externo, el hierro no puede derretirse. Por la transferencia de calor, aparecen corrientes convectoras en el núcleo externo; estas generan un campo magnético que se refuerza a sí mismo. El núcleo externo puede considerarse como una dínamo autorreforzante, como la dínamo de una bicicleta que, en lugar de luz, genera magnetismo. Esto puede evaluarse con una brújula que apunte a las líneas de fuerza. Es realmente importante lo que continúa después del descubrimiento de que el núcleo interno rota a 1,1 grados más que la capa terrestre, pues esto significa que el núcleo interno es 0,8 segundos más rápido por día y que en el borde de los núcleos interno y externo se produce un cambio de alrededor de setenta metros por día.

Me quedé pensando en que esa podría ser la explicación de la precesión del zodíaco porque, si la rotación de la capa terrestre es más lenta que el núcleo interno, entonces debe haber un efecto, aunque sea muy insignificante.

Para ser precisos, la Tierra «gira» por el zodíaco en 25 920 años. Esto concuerda con una rotación de la Tierra sobre su eje de 360 grados. Dado que la Tierra rota sobre su eje en un día, significa que quedamos 24 horas atrás. Eso hizo sonar una campana. Veinticuatro horas concuerda con un número específico de segundos. Hay sesenta segundos en un minuto y, en una hora, 60 x 60 = 3 600. Si multiplica este resultado por 24 obtendrá 86 400.

«¿Cómo es posible?», me preguntaba en voz alta, «los atlantes han manipulado el tiempo hasta tal punto que puede utilizárselo para calcular el código de la precesión del zodíaco».

En verdad no es tan difícil, lo único que debe hacerse es dividir. Si la Tierra se retrasa 86 400 segundos en 25 920 años, entonces, esto implica un cambio anual de 86 400 ÷ 25 920 = 3,33333333 segundos, exactamente la serie de números que yo ya había encontrado en el zodíaco. En verdad, quedé atónito. Esos atlantes no sólo se encontraban en la cuna de nuestras matemáticas sino también de nuestro tiempo. Y todo esto es un indicio de que el cambio en el tiempo de rotación de la Tierra gira sobre un mecanismo, el cual sólo puede terminar en una catástrofe. Esa era su manera de describir el misterioso comportamiento del campo magnético de la Tierra.

Ahora, echemos un vistazo a los otros cataclismos. Antes del segundo, la Tierra se movía desde el signo de Escorpio al de Sagitario, y de un solo golpe fue catapultada a la era de Acuario. Allí, el movimiento no se revirtió. Como hemos visto anteriormente, este movimiento tiene su origen en el comportamiento autodeterminante del núcleo de la Tierra. Dado que hubo sólo un repentino cambio de eras, esto prueba que el núcleo de la Tierra siguió girando en la misma dirección, pues si se hubiera revertido, entonces las eras deberían haber ido en la dirección opuesta, como antes y después del primer cataclismo.

Finalmente llegamos al tercer cataclismo, el que destruyó la Atlántida por completo. El día de la destrucción, como también la magnitud de la catástrofe, fueron predichos correctamente basándose en datos previos, y esto es algo que todavía no comprendo, aunque he realizado desesperados intentos. Lo que pude deducir es que el zodíaco fue de Cáncer a Leo y luego se detuvo abruptamente. El campo magnético de la Tierra cambió, el núcleo interno fue en la otra dirección y el zodíaco por el que viajaba, en dirección opuesta. Ese es el movimiento que aún seguimos en la actualidad. ¿Cómo terminará esto?

A fin de poder calcularlo, debemos adoptar la manera de pensar de los atlantes y de los egipcios. Su suposición era que había una fuerza R que provenía del universo, teniendo como punto inicial el postulado de que cada acción es seguida por una reacción R, es decir, el resultado de la interacción de los elementos, el pensamiento de los seres humanos y su imagen reflejada en el espejo. Es a partir de esta dualidad del bien y del mal del ser humano y su imagen reflejada, que los sacerdotes pudieron calcular las «Combinaciones Celestiales Matemáticas». Basándose en esto y en las diversas combinaciones de la radiación desde enormes soles de los signos zodiacales, pudieron obtener números absolutos que permitían predecir el bien y el mal. Tal vez suene un tanto complicado, pero como ya lo he demostrado antes, las secuencias de series numéricas simples están detrás de todo esto; es una mera cuestión de hallar el código. Hay que seguir la misma estrategia para continuar desvelando los secretos de la Atlántida. Su punto de vista era que las futuras generaciones, a causa de estos hechos, no podrían leer los textos sagrados. Sólo un mensaje numérico podría comprenderse y decodificarse, y esto lo prueban las «Combinaciones Matemáticas» que he descubierto. Sólo deben insertarse en un plan gigantesco, del cual son una parte; la huella de un plan computarizado de mil años de antigüedad. A fin de lograrlo, probablemente necesitemos mucha más información de la que tenemos ahora, la cual sólo podrá hallarse con nuevas excavaciones o sometiendo todos los datos astronómicos que poseemos a un nuevo examen. Hay que estudiar ambas posibilidades urgentemente, porque en la transición desde la Era de Piscis a la Era de Acuario, la Tierra se destruirá y las antiguas escrituras lo prueban:

  1. Los atlantes pudieron determinar el día exacto de la destrucción de su mundo, basándose en las «Combinaciones Matemáticas Celestiales».
  2. Estas «Combinaciones» están conectadas con el pasaje de los diferentes signos del zodíaco.
  3. Los planetas tienen su importancia para determinar la «fecha del fin» de una era, y el planeta Venus es especialmente relevante para los mayas.

Basándonos en estos datos, debe ser factible descifrar el código del Plan Maestro que está detrás de todo esto. Tengo una urgente petición que hacerles a todos, sean astrónomos, matemáticos, físicos, etc., y es que traten de desvelarlo. Si no lo logramos a tiempo, entonces el mundo se destruirá sin haber podido hacer una seria advertencia. Pero también podemos hallar estos conocimientos en los monumentos dejados por nuestros predecesores.

8

EL LABERINTO: LA SUPERCONSTRUCCIÓN DE LOS ANTIGUOS EGIPCIOS

Luego de haber leído acerca de los acontecimientos en la Atlántida, me sentí frustrado. ¿Cómo era posible que los atlantes pudieron determinar la destrucción de su país? Un par de veces mencionaron las «Combinaciones Matemáticas Celestiales» sobre las cuales se basaban las predicciones. Recordé haber leído algo sobre el tema, en el libro anterior de Slosman. Luego de buscarlo durante algún tiempo, por fin lo encontré. Según los anales, los sobrevivientes habían hecho una construcción en Egipto, inmediatamente después de su llegada allí; era un templo en honor al creador, para expresar su gratitud por haber arribado a su segunda patria. La acción inmediata que emprendieron fue la construcción de un observatorio desde donde podrían estudiar las «Combinaciones Matemáticas Celestiales». Sería erigido en las márgenes del Nilo, cuyo jeroglífico se corresponde con el de la Vía Láctea. Cuando se coloca el mapa del Nilo junto al de la Vía Láctea, claramente se advierte su semejanza. Hay varias estrellas importantes de la Vía Láctea que se corresponden con lugares donde se han construido templos.

Como se mencionó antes, los sobrevivientes de la catástrofe construyeron un observatorio original, en cuanto llegaron a su nuevo reino; ya no existe más. Allí registraban las posiciones de las estrellas y los planetas. Juntos, estos datos formaron combinaciones geométricas específicas, de las cuales se dedujeron las principales leyes armónicas. Diodorus Sicilus de Sicilia confirma esta investigación para vivir en armonía sobre la Tierra con el consentimiento de los Cielos. Lo que sigue está escrito en el capítulo 89 de su primer libro: «En ninguna otra parte se puede encontrar una observación tan exacta de las posiciones y movimientos de las estrellas y planetas, como la que hicieron los egipcios. Ellos poseen todas las observaciones que realizaron año tras año, remontándose a tiempos increíblemente lejanos».

Esto confirma que los sumos sacerdotes eran «maestros de las matemáticas y los números», desde tiempo inmemorial. Con estos datos astronómicos y basándose en las «Combinaciones Matemáticas Celestiales», lograron hacer predicciones sobre el movimiento planetario, su tiempo de rotación y muchos otros fenómenos estelares. Y todo esto, sin ningún esfuerzo. Tuve que tomar aliento después de haberme enterado, pues, si nosotros poseyésemos tales conocimientos, entonces podríamos luchar con éxito contra toda oposición al hecho del próximo cataclismo. Por cierto, vamos a encontrar suficientes indicios sobre el incuestionable valor de la evidencia de sus hallazgos. Pero ¿dónde debemos buscar? Con calma releí el resto, que ya había leído algunas semanas atrás. Aquí se nos decía que los seguidores de Seth y Horus habían seguido dividiendo el país por miles de años. Exhaustos por una guerra que venía durando milenios, decidieron construir un centro astronómico idéntico al de la Atlántida. Era el año 4608 a.C, cuando empezó la Era del Toro. La enorme tarea fue completada 365 años más tarde. El día que Dios tenía predestinado para este acontecimiento, Athothis (Thoth), iba a declarar oficialmente la unificación de Egipto. Por los trabajos de investigación realizados, podemos saber que el primer día de Thoth fue el 19 de julio de 4243 a.C, y que a partir de ese momento, comenzó la Era de Sothis o Sirio
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y con ella, el clásico calendario egipcio.

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